sábado, 21 de noviembre de 2009

CONGRESO JÓVENES CON VALORES: LO QUE DE VERDAD IMPORTA


Cuando a Nicholas Forstmann le diagnosticaron cáncer escribió un diario para sus hijos. Les habló de lo que lamentaba no haber hecho, de lo que importaba sobre todas las cosas al ver la muerte de cerca y de valores como la generosidad, el amor y la solidaridad. Lo tituló ‘What really matters’ -lo que de verdad importa-.
Después de leer la obra de Fortsmann, María Franco, directora de Además Proyectos Solidarios, soñó con transmitir a los jóvenes los valores del diario. Quería brindarles la oportunidad de saber qué importa en la vida, despertar sus conciencias y hablarles de respeto, lealtad y compañerismo. Así nació, hace ya tres años, el Congreso de Jóvenes con Valores ‘Lo que de verdad importa‘, que acaba de celebrar en Madrid su tercera edición.
Sus protagonistas han sido la modelo norteamericana Sharon Blynn, que sobrevivió a un cáncer de ovarios; el español Pablo Pineda, primer europeo con síndrome de Down que consigue un título de licenciado universitario; Tim Guénard, maltratado por sus padres en la infancia y autor del libro Más fuerte que el odio, y Carl Honoré, gurú antiprisas.

Aunque el testimonio de este último -algo así como el don’t worry, be happy de Bobby McFerrin- pueda parecer al principio algo superficial en medio de tanto héroe, un análisis más profundo evidencia lo contrario. Sin esa “sana calma” que reivindica Honoré todo lo demás, la generosidad, la capacidad de superación, el amor por las cosas bien hechas, el optimismo, el humor e incluso el perdón sería imposible.

¿Por qué? Sencillo. Honoré, impulsor del ‘slow movement’ -movimiento lento- y autor del libro Elogio de la lentitud, afirma que “por culpa de las cosas urgentes, nos hemos olvidado de las importantes” y cuenta la historia de un chico de 19 años que se acercó a hablar con él tras una charla: “Hace un tiempo iba por la calle con mucha prisa para hacer un recado urgente. Vi a lo lejos a un amigo, pero como iba tan mal de tiempo y él no me había visto me hice el despistado y no le saludé. La siguiente vez que le vi fue en su funeral;se mató en un accidente de coche cuatro días después”, le dijo el joven, que lamenta día tras día no haber saludado a su amigo por un recado que ya ni siquiera recuerda.

Cuentos para contar en un minuto
Hay más ejemplos de la espiral absurda de prisas y obligaciones en que hemos convertido la vida: “Hablo con mucha gente que tiene 300 amigos en facebook pero que hace meses que no pasa la tarde con ninguno de ellos“, denuncia Honoré que fue ‘víctima’ del mundo acelerado. “Iba siempre con tanta prisa que, por las noches iba al cuarto de mi hijo, le contaba los cuentos a trozos, saltándome páginas y me iba corriendo. Un día vi anunciada una colección de cuentos infantiles para contar en un minuto. Lo primero que pensé fue:tengo que pedirlo por Internet. Pero después me di cuenta de lo que eso suponía”. Carl Honoré empezó entonces a vivir ‘slow’, “que no quiere decir hacer las cosas a paso de tortuga. A mí me encanta ir rápido si puedo; se trata de dar a cada cosa el tiempo que merece: a los hijos, a la familia, al trabajo…”.

Y es que, repite, “no podemos dar más importancia al móvil y al correo que a un momento íntimo con la pareja o una conversación con los hijos. Mi vecina es una adicta a la velocidad; está siempre enganchada a su blackberry para poder consultar el correo a todas horas, para coger todas las llamadas. Un día la perdió y estuvo buscándola como loca hasta que su hija, de cinco años, se la dio y le dijo: ‘mamá te la escondí yo, pero es que quería hablar contigo’. Esto evidencia que algo está fallando en nuestra sociedad“, denuncia Honoré, transmitiendo así la profundidad de su mensaje: que lo urgente no puede sustituir a lo importante.

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