martes, 31 de julio de 2012

MARIA LUISA RUIZ JARABO

Impresionante y alentador el testimonio de M. Luisa.
Date unos minutos para escucharlo y compártelo.

lunes, 30 de julio de 2012

CRISTO TE LLAMA



Hola, me llamo Martín y tengo 10 años. Es mi segundo campamento y siempre lo he pasado muy bien con los monitores y los demás niños. Me gusta el deporte que hacemos, sobre todo el fútbol y las ginkanas pero tambien me gustan otras cosas como ir a  "recoger el día" que era ir a la Capilla delante de Jesús antes de irnos a dormir, o los temas de este año que nos ayudaban a ver la Iglesia, el Espiritu Santo,...como si fueran las Olimpiadas.
De los temas el que más me gustó fue el de que somos un equipo y fuera del equipo no podemos hacer nada solos, porque todos somos necesarios en un equipo, y ese equipo es la Iglesia y el entrenador el Espiritu Santo. Me gustaron mucho también las paraolimpiadas, donde hacíamos deportes  pero de otra manera; por ejemplo: jugamos al futbol en pareja, etc. Bueno, solo decir que animo a todos a ir al campamento porque lo pasas muy divertido y conoces más a Jesús y María. ¡Nos vemos en el del año que viene! MARTIN

sábado, 28 de julio de 2012

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberiades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para probarlo, pues bien sabía Él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo, todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña Él solo.

Juan 6, 1-15
 
Jesús se compadece de la multitud que le seguía y la instruye con su enseñanza, y se conmueve también al ver su necesidad material, y por eso sacia su hambre de pan. Esta multiplicación de los panes y los peces representa un momento fundamental en su vida pública y en su enseñanza, pero además tiene un sentido simbólico más profundo. Comenzamos a leer el capítulo sexto del evangelio de san Juan, el discurso del Pan de vida, en el que se pone de manifiesto la importancia de la Eucaristía y la centralidad de la persona de Jesucristo para saciar el hambre de plenitud del ser humano. La multiplicación de los panes y los peces hará que sea reconocido como el nuevo Moisés. A la vez, es un gesto profético que anuncia la Eucaristía que Jesús instituirá en la Última Cena. Es un don para todos aquellos que le siguen, para todos los que han escuchado sus palabras, han creído por sus obras y han puesto su esperanza en Él. La celebración eucarística está orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la Comunión. Comulgar es recibir a Cristo mismo que se ofrece por nosotros: «En verdad en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros». Comulgar significa dejarse llenar de vida por Cristo, significa entrar en una dinámica de unión vital con Él, y por Él con el Padre y el Espíritu Santo. El fruto principal de cada celebración eucarística ha de ser un crecimiento en la comunión con Dios y con los hermanos.
Jesús distribuye el pan a la multitud hambrienta, y todos quedan saciados. Ahora bien, comprobamos que el Señor requiere la colaboración de un muchacho que aporta los cinco panes y los dos peces. Esto significa que, en la misión de la Iglesia, cada uno ha de colaborar con su personal aportación, que puede ser pequeña y sencilla, pero que es necesaria, más aún, es imprescindible. El milagro que contemplamos hoy se produce cuando un muchacho está dispuesto a compartir sus bienes y el apóstol Andrés da noticia de ello. El resto, es cosa de Jesús.
El cardenal François-Xavier Van Thuan, obispo vietnamita que pasó trece años en la cárcel bajo el régimen comunista, confiesa, en su libro Cinco panes y dos peces, que pasó en la prisión por momentos de gran dificultad, llegando a estar agotado y sin fuerzas para orar o meditar. En esos momentos, buscó un modo para recuperar lo esencial del mensaje de Jesús y lo esencial de la oración. Y según relata en el libro, recordando el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces, pensaba: «Quiero ser el muchacho que ofreció todo lo que tenía. Casi nada, cinco panes y dos peces, pero era todo lo que tenía, para ser instrumento del amor de Jesús».
+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa

viernes, 27 de julio de 2012

LA VOZ DEL SEÑOR

El ejercicio diario de agudizar el oído de la conciencia para escuchar a Dios en el propio corazón, te hará percibir cada vez con mayor intensidad, la voz del Señor.

Su voz te indicará qué debes hacer y lo que no tienes que hacer; qué es lo que realmente te conviene y aquello que te puede lastimar… En él podrás descansar, incluso en los momentos de mayor dificultad.

Tal vez, en algunos, se halle incorporada una actitud de independencia y rebeldía hacia lo que Dios sugiere e inspira. Sin embargo, con la experiencia de logros y fracasos, el hombre y la mujer de corazón humilde aprenden a escuchar a Dios y a obedecerle, pues van experimentando que de esa docilidad dependen la verdadera sanación interior y la transformación profunda en todas las áreas de la vida.

El católico, que como María escucha y obedece a Dios con confianza y alegría, verá cómo en su vida se concretan maravillas que ni siquiera podía llegar a imaginar.

 
 Poned  en práctica la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, de manera que os engañéis a vosotros  mismos. Santiago I, 22.

P. Gustavo Jamut

jueves, 26 de julio de 2012

LOS SECRETOS DEL REINO

Hoy publicamos el comentario a la liturgia del día de la página de la archidiócesis de Madrid.
Celebramos hoy a S. Joaquín y Sta. Ana, padres de la Virgen y abuelos de Jesús.
Hoy la Iglesia intercede especialmente por los abuelos, a los que tanto debemos y que tanto hacen por la feliz convivencia de las familias y por la transmisión de la fe.


¿Nos habrá encontrado más guapos a nosotros que a ellos o más listos o mejor preparados? Este es el Misterio de la elección. Hemos sido elegidos sin dignidad especial por nuestra parte. Las Escrituras nos muestran una historia, la historia de un pueblo, el pueblo de la Alianza. Una historia que viene desde la creación misma, mediante la que el designio del Dios Trino va encontrando su lento camino para que alcancemos la plenitud de nuestra naturaleza como seres de amorosidad, aquella que perdimos con la engañifla horrorosa del seréis como dioses. Dios pudo aniquilarnos, aburrido para siempre de nosotros. Pero eligió otro camino. El designio de Dios, ahora sí, designio de insoportable amor que fue tomando cuerpo día a día, momento a momento, en historia compleja, a veces angustiosa.

 Venía preparado desde la modelación del Hijo de la misma Trinidad Santísima en la carne al comienzo de los tiempos, cuando nuestra carne fue tocada por las Manos de Dios de modo que en la suya preparó la plenitud de nuestra naturaleza. Todo en tan compleja historia, llega a cumplimiento en el Misterio de la cruz. Por eso, a quienes se rozaron con Jesús cuando vivía en Palestina y Jerusalén, o a quines se rozan ahora con él en ese Cuerpo que es la Iglesia, del que él es Cabeza, nos llama a que demos a conocer a los demás, cercanos y lejanos, en misión constante, el camino de Jesús; senda que lleva a Dios a todos los que le confesamos.

 Nosotros, así, conocemos los secretos del Reino: que el Invisible se hace visible en Jesús; que su carne y su sangre son sacramento de vida; que él se muestra de manera más completa en los que viven la buena aventura de nada tener, de sufrir y llorar, de luchar por la paz, de ser mansos y humildes de corazón, de estar junto a la cruz de Jesús con su madre y aquel a quien tanto amaba, figura de su amor por nosotros. Nuestros ojos ven y nuestros oídos oyen. Hemos sido elegidos para ver y oír, de modo que vayamos a ellos y anunciemos ese ver y ese oír, no para que, avariciosos, queramos guardarlo para nosotros. Nos ha elegido porque somos misioneros, para que lo seamos; porque nuestra vida es misional, de otro modo, desconocemos nosotros también los secretos del Reino de los Cielos.

Así pues, ve y grita a los oídos de Jerusalén la ternura y el cariño que tuvo el Señor con su pueblo, que fue correspondido con amor de novia. Sin embargo, qué pronto nos olvidamos de ese nuestro amor, abandonándole a él, que era fuente de agua viva, hasta el punto de que pusimos en tentación al Señor de olvidar su ternura y cariño primeros. Pero hubo intercesores como Moisés, y tantos profetas. Hay intercesor en el que se da la plenitud y el cumplimiento de esa historia en la que se va dibujando el designio del Dios Trinitario: Jesús. Y nosotros somos sus testigos. Para ello somos enviados en misión, para que como Pablo y los apóstoles y los discípulos primeros, gastemos nuestra vida en ese envío. Para eso se nos ha concedido conocer esos misterios. Misterio de redención en el amor, nuestra fuente de agua viva, la luz que nos hace ver la luz, de donde nos viene la misericordia y se nos dona una fidelidad que no merecíamos. Hemos sido elegidos, pues, para la misión.

miércoles, 25 de julio de 2012

RITA IRASEMA: SEGUIR AL SEÑOR CON ALEGRÍA

Solemnidad del Apostol Santiago. Día de precepto. Patrón de España. A él encomendamos el difícil momento por el que está pasando nuestra patria. Qué mejor día que hoy, para compartir la fe que Santiago nos trajo, escuchando el testimonio entusiasta de Rita Irasema, hija del conocido Miliki.

martes, 24 de julio de 2012

LAS QUEJAS

Los adolescentes de nuestra Parroquia, inician hoy su campamento de verano en Anáz (Cantabria). Os recordamos que necesitan de nuestra oración por ellos, por sus familias, monitores y por D. David que es el sacerdote que les acompaña. Que para ellos sea un momento de encuentro con Jesús vivo y resucitado.
 
 
 
 
Con frecuencia me encuentro a mí mismo quejándome interiormente por tal o cual situación de torpeza humana o de injusticia ante ciertas situaciones.

Sin embargo, mi ángel custodio me recuerda que con lamentarme no cambio nada; que lo que debo hacer es orar por esa persona o situación, amarla a través del corazón de Jesús, colmarme de su paciencia y sabiduría, y recién allí puedo ocuparme, hablando, corrigiendo o iluminando esa situación, si está a mi alcance hacerlo.

Pienso que si alguien hubiese tenido motivos para quejarse, ésa hubiese sido la Virgen María. No obstante, de sus labios, jamás surgió palabra alguna de amargura, queja o impaciencia.

 
Cuando los justos son felices, se alegra la ciudad, cuando perecen los malvados, se oyen gritos de alegría. Con la bendición de los hombres rectos, se levanta una ciudad, la boca de los malvados la destruye. El que desprecia a su prójimo es un insensato, y el hombre inteligente sabe callar. Proverbios 11, 10-12.

P. Gustavo Jamut

lunes, 23 de julio de 2012

EL CUMPLEAÑOS DE TEO

Teo cumple hoy 81 años. Es duro no tenerla entre nosotros para poder celebrarlo. Pero consuela saber que Dios recompensa con la eternidad a aquéllos que han dedicado plenamente su vida al servicio del Evangelio. Teo, seguramente, es ya eterna.

Nos fijamos en Teo, como muchos Sonsecanos, viéndola circular por las calles de Sonseca en su Seat 600, celebrando los domingos en la Eucaristía, acudiendo a una reunión de Catequistas, participando en actividades de la Acción Católica, de la Adoración Nocturna, de Cáritas, de Manos Unidas… En definitiva, allí donde hubiera un acontecimiento parroquial estaba ella. Y, a pesar de su sencillez y pequeñez de estatura, nunca pasaba desapercibida.

La fuimos conociendo mucho más, en nuestro caso concreto, con motivo del proceso de beatificación de los mártires de la Guerra Civil española, entre los que se encuentra su hermano Paco y otros cuatro jóvenes sonsecanos, todos ellos militantes de la Juventud Católica. La primera reunión del Postulador General de la Causa con los familiares de estos jóvenes tuvo lugar en nuestra casa y, a partir de ese día, Teo volvió muchas más veces para comer con nosotros o simplemente a visitarnos. Junto con ello, también nos unió el hecho de militar conjuntamente en la Acción Católica General de Toledo y, en consecuencia, coincidir en muchas de las actividades que se organizan a nivel parroquial y diocesano y, sobre todo, en la forma de entender la vocación laical y el papel de los seglares en la Iglesia y en el mundo.  

Todo esto fue forjando entre nosotros una gran amistad, más espiritual que humana, porque lo que nos unía en realidad era el sabernos parte de una misma comunidad y profesar una misma fe. Teo, sin duda, era nuestro modelo de referencia.

Al nacer nuestro tercer hijo, Alberto, comenzamos a pensar en quiénes serían sus padrinos de bautismo. En nuestra concepción de lo que representa un padrino, entendíamos que debía ser alguien que viviera su fe con coherencia y, por tanto, pudiera cuidar espiritualmente de nuestro hijo y ser para él ejemplo de vivencia de la fe; pero, al mismo tiempo, debía reunir el requisito de que lo sintiéramos como parte de la familia. Lo tuvimos claro desde el primer momento: la madrina sería Teo. No era, en puridad, parte de nuestra familia, pero ninguno de los que la componemos la sentíamos como extraña; al contrario, nos era muy cercana por sintonía espiritual, por militancia en la Acción Católica, por representar el modelo de seguimiento de Jesucristo y servicio a la Iglesia a través de la Parroquia al que nosotros aspiramos. Junto con ello, no teníamos ninguna duda de que era la mejor persona que podíamos elegir para cuidar espiritualmente de Alberto. Éramos conscientes de que ya era mayor, pero también teníamos la seguridad de que, aunque Dios la llamaría en algún momento a estar con Él, seguiría velando por su ahijado, incluso con mucha mayor fuerza, desde el Cielo.

Teo se alegró muchísimo cuando le comunicamos la noticia. Estaba junto a su hermana Margarita, en Madrid, y enseguida se lo dijo. Se sintió indigna de ser madrina –hasta ese extremo llegaba su humildad‒, pero honrada al mismo tiempo. Desde ese día comenzó a rezar por Alberto y a prepararse para cumplir su papel en el Sacramento del Bautismo. Apenas dos meses pudo ejercerlo en la tierra; no hay duda de que cada día lo sigue ejerciendo en el Cielo.

La noticia de la muerte de Teo nos sorprendió a todos. Nos causó un profundo dolor que, extrañamente, se mezclaba con una gran sensación de serenidad por la certeza de que, como San Pablo, había peleado la buena batalla, había acabado la carrera, había guardado la fe.

Y es que Dios cuidó de ella hasta el final. Apenas un mes después de su muerte, recibimos un correo de un amigo, Floren, que es médico en el Hospital y católico comprometido. Nos escribía emocionado, porque acababa de leer un artículo sobre Teo publicado en la revista diocesana Padre Nuestro. Nos decía que, en la madrugada del 4 de junio, estando de guardia, atendió a una señora a la que no conocía llamada Teófila, que llegó al hospital inconsciente con un infarto severo; no pudieron hablar con ella, ni era posible médicamente hacer gran cosa por su vida, así que llamaron al Capellán, quien acudió enseguida para administrarle el sacramento de la extremaunción. Veinte segundos después fallecía. Dios misericordioso comenzaba a acogerla en su seno.

Estamos convencidos de que hoy Teo cumple años como cualquier cristiano de verdad desea hacerlo: gozando de la presencia del Señor. Su ejemplo ha de seguir vivo, porque constituye la realización de la llamada a la santidad a la que todos aspiramos. A nosotros nos corresponde seguir profundizando en nuestra fe, dar testimonio de Jesucristo y trabajar para que la Iglesia cumpla con la misión que le ha sido encomendada. En Teo tenemos el camino.



Isaac e Irene

sábado, 21 de julio de 2012

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces, de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Marcos 6, 30-34
 
 
Los discípulos regresan de su primera misión y el Maestro les conduce a un lugar aparte para que puedan descansar y compartir, con tranquilidad, sus experiencias, pero la multitud sigue sus pasos y se adelanta. Cuando desembarcan, Jesús, al ver aquellos hombres y mujeres que andaban como ovejas sin pastor, se compadece de ellos. Impresiona contemplar su corazón de pastor, que conoce, que conduce, que da la vida por las ovejas, que le mueve a instruir a aquella multitud en lugar de proceder a un descanso más que merecido por parte suya y de los apóstoles.

Esa mirada del Señor tiene una particular actualidad, y hoy se posa sobre una enorme multitud de personas desorientadas, desconcertadas, hambrientas de felicidad, sedientas de sentido, que también se encuentran como ovejas sin pastor. Unas forman parte del tercer, o del cuarto mundo y viven golpeadas por la pobreza, por la miseria, por unas condiciones de vida difíciles de soportar, por la ausencia de futuro. Otras disponen de casi todas las ventajas humanas y materiales, pero tampoco encuentran la felicidad ni el sentido que pueda llenar sus vidas. Unas y otras experimentan la finitud y una especie de insatisfacción continua, porque no encuentran algo o alguien que les llene plenamente.
Sólo Cristo es el camino, y el ser humano ha de estar dispuesto a escuchar su enseñanza, a recibir su palabra, a acogerla y hacerla fructificar. La persona se realiza creyendo, porque ha sido creada para acoger la Palabra, y por eso es capaz de acogerla y dará fruto en la medida en que sepa acogerla con fe.

La Palabra se encuentra con las aspiraciones del hombre, con sus problemas, con sus pecados, con su deseo de salvación y con sus realizaciones en el campo personal y social. La Palabra, en definitiva, es Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, que se ha hecho hombre para salvar a la Humanidad, para salvar a todos y cada uno de los hombres y las mujeres de todos los lugares y de todas las épocas.
El Señor Jesucristo es la culminación de la historia humana, el centro de la Humanidad y la plenitud de todas sus aspiraciones. A nosotros, apóstoles del siglo XXI, nos toca propiciar el encuentro de estos coetáneos nuestros con Jesús. Es preciso que tengamos un corazón evangelizador como el suyo, que nos queme el celo por llevar a esas personas a Dios.
Como nos recuerda el Concilio Vaticano II, (véase Gaudium et spes, 40-44), la Iglesia comparte las dificultades y las esperanzas de la Humanidad, de la cual forma parte, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que tiene que ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios.
+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa

viernes, 20 de julio de 2012

"DIOS HA SIDO FIEL"


En los 26 años que llevan casados, Antonio y Mari Carmen han tenido 13 hijos. Once viven, dos están en el cielo. Su primera hija, María, sufre una severa deficiencia, y tras el sexto, Mari Carmen fue diagnosticada de cáncer. Pero a ellos nunca les ha faltado la gracia necesaria para superar cada prueba. Es más: a pesar de nuestras debilidades, aseguran, «nos ha elegido para dar testimonio de que, en Dios, todo es posible»


En la época en la que nosotros hemos tenido los hijos, desde 1987 a 2005, a mí me paraban por la calle y me decían que si no teníamos en casa televisión, y que cuándo íbamos a parar. En nuestra familia tampoco nos entendían, porque ésta era una obra de Dios de la que nosotros somos los primeros sorprendidos. Es verdad que cuesta, como todo lo que vale la pena en la vida, pero ver la obra de Dios por haberte fiado de Él, llena la vida.


Nosotros somos hijos de una generación a la que educaron para realizarse a sí mismos, en una época en la que la mujer empezaba a ser alguien en la sociedad fuera del ámbito familiar. Somos un matrimonio: Antonio y Mari Carmen. Tenemos 53 y 51 años respectivamente. Llevamos 26 años casados y tenemos once hijos y dos en el cielo.


Con sentido del humor

...y, en 1992
Con cierta ironía y no menos gracia, un tío nuestro intuyó mucho de lo que el Señor nos tenía preparado, y eso que estábamos entonces esperando nuestra primera hija. Nos felicitó nuestras primeras Navidades juntos, en 1986, y las de 1992, cuando ya teníamos seis hijos, con los dibujos que ilustran estas páginas. Sin sentido del humor, es más difícil llevar a cabo una empresa como ésta. Siempre nos ha sido dada una gracia especial que nos hace reírnos en los momentos difíciles. Es el Espíritu Santo, que nos anima con sus dones.

Tenemos un amigo monje benedictino catalán que nos conocía muy bien y, cuando empezamos a tener hijos, con un humor contenido nos decía que es que nosotros éramos «unos chicos muy aplicados». Si tuviéramos que dar una experiencia muy concreta en nuestra vida, sólo diríamos que lo único que hemos hecho ha sido amarnos.

Hemos recibido de nuestros padres una formación cristiana, pero es en la Iglesia, en una comunidad cristiana, donde se nos ha entregado todo lo que la Humanae vitae hablaba sobre el amor humano y la transmisión de la vida. También la Iglesia, como una madre, nos ha hecho llegar muy sencillamente las catequesis tan profundas que dio en su día, sobre la teología del cuerpo, Juan Pablo II. Nuestro Papa, con el que empezamos nuestro noviazgo y todo el recorrido fértil de nuestro matrimonio, despoja la sexualidad humana del puritanismo y recupera la dimensión santa de la sexualidad por su potencia creadora, y por ser vehículo de expresión del amor entre los esposos y sacramento en el que Cristo mismo se hace presente.

Del perdón, a la confianza
El amor humano ha ido creciendo en la medida de la fe. Fiarnos de Dios no nos ha quitado nada, sino que nos ha permitido encontrar el verdadero amor, que es Cristo mismo en medio de nosotros; un Cristo hombre y Dios que se hace carne en el sacramento de nuestro matrimonio, en concreto, restañando todas las heridas, traumas, incapacidades y debilidades que arrastrábamos, y potenciándonos para amarnos sin reservas.

La experiencia del perdón de los pecados, y en concreto con la sexualidad, es la que nos ha llevado al convencimiento de que en nuestra vida lo mejor era fiarse de Dios como nuestro Padre, y recibir de Él los hijos en el matrimonio como don para nosotros y para el resto de los hijos.

La apertura a la vida es fruto de haber conocido nuestra debilidad, y de saber que Dios nos ha amado hasta el extremo de no tener en cuenta nuestros pecados y nuestras debilidades, sino que más bien nos ha elegido para ser testimonio de que, en Dios, todo es posible: la regeneración de lo que está perdido por las heridas del pecado, la posibilidad de cumplir la misión por encima de las fuerzas humanas. De esta experiencia vivimos cada día, abiertos a la realidad de que Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene en la Historia, y que todo sucede para bien de aquellos que le aman.

Dios quiere lo débil
«Ésta es nuestra hija mayor, María. Con ella
estamos aprendiendo que la Cruz de Cristo
es salvífica»No es verdad que la maternidad te esclavice; te da la posibilidad de entregarte y salir de ti, de amar a un ser distinto de ti que te necesita. Nuestra primera hija, que ya ha cumplido 25 años, tiene un trastorno generalizado del desarrollo con una severa deficiencia mental. Nos costó mucho entender lo que la pasaba y aceptar esta realidad en nuestra vida, pero de ella hemos aprendido que Dios quiere lo débil del mundo, y con ella nos está regalando hacernos un poco pequeños. Tanto a mi marido como a mí, Dios nos ha dado muchos dones, humanamente hablando, pero el problema de nuestra hija nos ha hecho ver que la inteligencia no lo es todo, y que hay cosas que para Dios tienen un gran valor aunque, a priori, las rechacemos. Yo de niña veía una persona con Síndrome de Down y me asustaba; hoy puedo valorar y mirar de cara el sufrimiento sin horrorizarme, porque veo el rostro de Dios detrás de ello.

Con María, estamos aprendiendo que la Cruz de Cristo es salvífica, que el sufrimiento tiene un sentido para nuestras vidas, aunque no lo entendamos. Ella es nuestra gran riqueza, nuestro talismán; quizá sólo por ella, esta gran familia tenga su sentido.

Necesitamos mucho de Dios para ayudar a todos los hijos, porque todos nos necesitan, independientemente de sus capacidades; y lo que hemos aprendido es que Dios es su Padre, el que les ha dado la vida y sólo Él lleva la historia de cada uno. Nosotros intentamos ser un pequeño reflejo del amor que Dios les tiene.

La mano de Dios nos cubre
Otra experiencia de las grandes familias es que «los hijos de la juventud son como flechas en manos de un guerrero»; es decir, que nuestros hijos, lejos de ser una carga, son nuestra alegría, el baluarte en el que nos apoyamos, nuestra defensa en el combate de la fe contra el enemigo.

Cuando tuve la sexta hija, tuve después un aborto y seguidamente me diagnosticaron un cáncer. Me tuvieron que extirpar un trozo de costilla, y al año siguiente me volvieron a operar pensando en una recidiva; lo cierto es que se había formado un callo; claramente Dios puso su mano sobre nosotros en este acontecimiento de muerte, y con más fuerza, en mi caso, me concedió abrirme de nuevo a la vida; tuvimos después cinco hijos más y un aborto antes del último hijo. Tengo que decir que soy una mujer muy miedosa, y que esto es sólo obra de Dios. Me tocaba, no morir, sino vivir y seguir entregando la vida hasta que Dios me llame a su presencia.

Hacia la felicidad, dándose


La familia al completo
Dándose es como se encuentra la felicidad. Yo necesitaba más bien que me dieran, y Dios me ha colmado y ha puesto delante de mí un ejército en el que me puedo dar por completo y donde tengo mi verdadera misión. En el matrimonio y, ya antes, en el noviazgo, habíamos experimentado la grandeza del amor de Dios, que nos ha rescatado de la muerte, que nos ha dado todo; hemos experimentado el amor de Dios a través del amor humano, como una sola cosa dentro del matrimonio, nos ha permitido vivir una sexualidad plena, nos ha regalado unos hijos a los que amar, nos ha metido en su Iglesia que, como una madre nos instruye y nos revela sus grandes misterios de los que nos está haciendo partícipes dentro de una comunidad cristiana que nos conoce cómo somos y nos quiere en nuestra realidad. Con la milésima parte de todo esto, nos habría bastado, pero Dios es grande en amor y nos ha colmado.

Ésta es nuestra historia, no exenta de luchas, caídas, desconfianzas e infidelidades, pero Dios ha sido fiel. Necesitamos cada día la gracia para no murmurar y poder verle en las dificultades grandes o pequeñas de cada día, porque somos muy débiles; así nos ha hecho el Señor: una gran familia de personas pequeñas que se apoyan en Él, a través de los sacramentos, la escucha de su Palabra y la fidelidad a su Iglesia. Todos los dones que nos ha dado, que no son pocos, están al servicio de la misión que nos encomienda.

María del Carmen Peña en Alfa y Omega

jueves, 19 de julio de 2012

NO ES BUENO QUE DIOS ESTÉ SOLO: JESÚS GARCÍA Y SOR TERESITA

La conocimos en vísperas de la JMJ, cuando se habló de ella porque lleva en su convento exactamente desde el mismo día y año de nacimiento del Papa Bendicto XVI.
Merece la pena pararse a escuchar a Sor Teresita.


miércoles, 18 de julio de 2012

ENTREGAR NUESTRA FRAGILIDAD

Hay ocasiones en las cuales experimentamos fuertemente la fragilidad y necesitamos de una ayuda extra de parte del Señor.

Esta sensación se manifiesta especialmente cuando debemos lidiar con diversas situaciones de conflicto, sean personales, emocionales, familiares, laborales o de otra índole.

Entonces es necesario poner el conflicto y la propia fragilidad entre las manos de Dios, a fin de recibir en el tiempo propicio, la paz interior y la respuesta que el Señor ya nos tiene preparada.

En esos momentos, no te dejes correr por las prisas de la ansiedad, ni tomes decisiones que podrían ser erradas. Respira sosegadamente, calma tus pensamientos y pídele a Dios la sabiduría que viene de lo alto.

 
Yo decidí tomar la Sabiduría por compañera de mi vida, sabiendo que ella sería mi consejera para el bien y mi aliento en las preocupaciones y la tristeza. Sabiduría 8,9
 
P. Gustavo Jamut

martes, 17 de julio de 2012

EL CINCEL DE DIOS

A veces necesitamos que nos digan las cosas de "otra manera" para caer en la cuenta de ellas:

lunes, 16 de julio de 2012

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

El Carmelo es el Monte de María. Parece que Dios sentía predilección por pregonar sus bandos desde la cúspide de las montañas: Sinaí, Tabor, Bienaventuranzas, Gólgota...

El monte Carmelo, a cuya extraordinaria belleza compara a su Esposa el Cantar de los Cantares, es de sabor netamente bíblico. Hay que subir hasta el Libro de los Reyes o más arriba para dar con su origen. Dos son los montes que en Palestina llevan este nombre. El de Judea —que no nos interesa— es árido y seco, parece que pesa sobre él la maldición de Cristo contra el pueblo deicida. El de Galilea, por el contrario, es fértil y fecundo en toda clase de frutos. Está junto al mar Mediterráneo y fue el teatro donde se deslizó la vida del profeta de Dios Elías Tesbita,

La fiesta litúrgica de este día, extendida a toda la Iglesia en 1726 por Su Santidad Benedicto XIII, recoge la narración bíblica que se entreteje entre Elías, el Carmelo y María.

El pueblo de Israel había vuelto a pecar. Dios envió a Elías para castigarle. Este profeta, en cuyo corazón y labios ardía el fuego del culto al verdadero Dios, cerró el cielo con el poder de su oración. Tres años y medio sin caer una gota de agua sobre la tierra. Arrepentidos, vuelve Elías a interceder por ellos y el Señor escucha su oración, Elías sube a la cumbre del Carmelo. Se postra en tierra y ora con fervor. Manda a su criado que mire hacia el mar. Sube y mira. No hay nada. Vuelve a subir hasta siete veces. A la séptima dice: "Divisase una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar... Y en brevísimo tiempo el cielo cubrióse de nubes con viento, y cayó una gran lluvia".

Algunos autores, sobre todo a partir del siglo XIV, vieron en esta nubecilla, en figura o tipos bíblicos, a la Virgen Inmaculada, mediadora universal. La Iglesia así lo ha aceptado en su liturgia.

El monte Carmelo es un abultado volumen de historia. Ha visto pasar a su vera los pueblos más diversos. Desde muy antiguo habitaron los carmelitas en él y en él comenzaron a dar culto a la Virgen Inmaculada.

A Ella, a Santa María, tal cual la celebraban en la alta Edad Media, sobre todo a partir del concilio de Calcedonia, los ermitaños del monte Carmelo levantaron una célebre capilla, meta de peregrinaciones a fines del siglo XI, o principios del XII. Con ello no hacían más que ponerse bajo su patronato, o, como entonces se decía, bajo su título. Más adelante se unirá, formando una sola, la doble idea: María-Carmelo.

Recientemente se han hecho excavaciones para buscar restos arqueológicos de esta venerada capilla. En marzo de 1958 el conocido arqueólogo franciscano padre Belarmino, Bagatti comenzó las excavaciones junto a la llamada "Fuente de Elías" y unos meses después descubría los cimientos y parte de los muros de una capilla de 22,30 por 6,25 metros, y junto a ella una pared de dos metros y medio de ancha que parece ser restos del primitivo monasterio de San Brocardo.

Todavía no se pueden afirmar definitivamente estas conjeturas. Por ello se sigue trabajando en las excavaciones, pero es muy probable que se trate de esta célebre capilla.

La simbólica interpretación de la nubecilla, que no es más que una hermosa figura para significar a la humilde y pura Virgen María como Mediadora universal de todas las gracias por su divina Maternidad corredentora, influyó a aumentar el profundo marianismo que impregnó, desde sus orígenes, la historia, liturgia y espiritualidad del Carmelo.

El monte Carmelo ha ido pasando de unas manos a otras. Hoy es el Gobierno israelita su dueño. A su antojo hacen y deshacen sin consultar a sus pacíficos y legítimos moradores, los hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

Poco después de la milagrosa aprobación de la regla carmelitana por Honorio III en 1226 vinieron los carmelitas a Occidente. El pueblo los recibió como llovidos del cielo. Decían que se llamaban: Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Más adelante, el 26 de abril de 1379, el papa Urbano VI concedía tres años y tres cuarentenas de indulgencias a cuantos así los llamaran.

Para algunos príncipes y clero no fue así. Pronto comenzó una negra persecución contra ellos. El general de la Orden, San Simón Stock (1165-1265), acudía con lágrimas de dolor a la Santísima Virgen para que viniera en auxilio de su Orden. Hasta llegó a componerle algunas fervorosas plegarias que rezaba con seráfico fervor.

He aquí la redacción breve de la aparición, entrega y promesa del Santo Escapulario. Es una de las más críticas y antiguas que se conocen:

"El noveno fue San Simón de Inglaterra, sexto general de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los carmelitas, que gozaban del singular título de la Virgen, diciendo con todo el fervor de su alma estas palabras: "Flor del Carmelo, vid florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda y singular, oh Madre dulce, de varón no conocida, a los carmelitas da privilegios, estrella del mar".

Se le apareció la Bienaventurada Virgen acompañada de una multitud de ángeles, llevando en sus benditas manos el Escapulario de la Orden y diciendo estas palabras: "Este será privilegio para ti y todos los carmelitas, quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará".

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sábado, 14 de julio de 2012

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Marcos 6, 7-13
 
Jesús envía a los doce a predicar, de dos en dos, en lo que será la primera misión que les encomienda. De esta manera comienzan a ejercer la función para la cual los había elegido. Recordamos que, anteriormente, llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. Estar con Él significa desarrollar una relación de comunión y de amistad. Por eso, les dedica un tiempo más amplio para su formación, comparte con ellos el día a día y los momentos más trascendentales, les enseña a rezar, responde a sus interrogantes, resuelve sus conflictos internos, les convierte en testigos de su oración, de sus milagros, de su vida entera. En resumen, crea con ellos una comunidad de vida y de destino, y les hace partícipes de su propia misión.
Ahora los envía a predicar otorgándoles autoridad tanto en las obras como en las palabras, y sobre esa autoridad se fundamenta la misión encomendada. No son meros repetidores, sino comunicadores de su palabra, de los misterios del Reino, de Cristo mismo. Han de llamar a la conversión a Israel y mostrarle la salvación a través de las curaciones de enfermos y las expulsiones de demonios. Esta misión de los discípulos constituirá el modelo de la misión que después ha sido confiada a la Iglesia.

La misión es un acontecimiento salvador, una oferta de salvación en nombre de Dios, una prolongación del ministerio de Jesús que exige a los hombres la toma de una decisión, una respuesta.
Este primer envío de los discípulos constituye también la referencia para los predicadores que vendrán después. Los criterios que Jesús da a los Doce conservan su sentido y vigencia para los futuros mensajeros de la salvación. El equipaje ha de ser ligero, limitándose a lo que necesita un peregrino: un bastón, una túnica y un par de sandalias. Los discípulos deben renunciar a todo lo superfluo, al dinero, a las provisiones, a la bolsa y a llevar más de un vestido. Su principal deseo debe centrarse en la predicación. De esta manera, los oyentes podrán percibir con más claridad que no poseen nada y que lo único que pueden ofrecer es la Buena Nueva de la salvación.

La iniciativa del envío es de Dios, y el contenido de su anuncio también; por eso, lo que el apóstol debe predicar es el Reino, la Buena Noticia, la Palabra de Dios, y nunca a sí mismo. Anuncia el Reino, la palabra y el mensaje que ha oído de Jesús, y llama a la conversión; éste es el único contenido de su predicación. Con la pobreza radical de su equipaje se pone de manifiesto que la fuerza viene de Dios y que en Él se pone la confianza, lejos de pensar que el fruto vendrá por los medios humanos o por las propias capacidades y esfuerzos.
+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa

viernes, 13 de julio de 2012

UNOS MINUTOS, TODA UNA VIDA


Es duro continuar con un embarazo cuando el hijo que viene tiene una esperanza de vida de minutos, horas o días. Sin embargo, en el hospital San Juan de Dios, de Barcelona, saben que los padres que eligen este camino, al mirar atrás, «no lo cambiarían por nada». Por eso están desarrollando un protocolo para acompañar a los padres y que los niños, sin sufrir, vivan una vida corta, pero plena. No hay fetos no viables: «Ahora, ese bebé está vivo»


De repente, todos los preparativos de una pareja que espera con ilusión a su hijo se frenan en seco: el bebé morirá al poco de nacer. Muchos padres, en esta situación, se sienten abandonados. Los médicos les recomiendan abortar, o se desentienden de un niño no viable. Pero «quienes dicen que no hay alternativas no han visto las caras de esos padres un mes después. Se mezclan -cuenta la doctora Ana Martín Ancel- el dolor por haber perdido un hijo, y la alegría por haberlo querido, por haberlo dejado entrar en sus vidas, por haberlo acompañado durante una vida corta, pero muy intensa. No lo cambiarían por nada».
La doctora Martín Ancel es neonatóloga del Hospital San Juan de Dios, de Barcelona, que es centro de referencia para estos casos. No se trata sólo de dejar que los padres cojan o bauticen a sus hijos, o de darles cuidados paliativos para que no sufran. «Eso ya está bastante desarrollado» y se hace en todos los hospitales con unidades especializadas de neonatología. A esto, en San Juan de Dios le añaden un trabajo parecido al de los hospice perinatales: centros que, además de hacer que el bebé no sufra y esté cómodo, ofrecen una atención integral durante el embarazo, el parto y su corta vida. Esta labor «está en mantillas en todo el mundo, no sólo en España». Llevan tiempo trabajando así, y ahora preparan un protocolo que se ponga en marcha cuando el niño tiene problemas muy graves, o nace antes de la semana 22.
El primer paso es la comunicación, pues los padres «tienen que entender el problema de su hijo, y cómo va a evolucionar». Doña Ana no habla de niños no viables, porque «ese bebé, ahora, está vivo. Sus padres pueden acompañarle, y el hospital va a estar con ellos». A partir de ese momento, un equipo interdisciplinar de ginecólogos, neonatólogos, psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas se vuelcan en ayudarles, adaptándose a cada caso concreto. Incluso, si una familia de fuera de Cataluña acude a este centro de referencia y quieren dar a luz allí, les ayudan a instalarse temporalmente.
En estos embarazos, las ecografías no son sólo una prueba. Son momentos especiales, «una de las pocas veces que esos padres ven a su hijo. Por eso, pueden estar más tiempo, traer a los hermanitos...» También les animan a reforzar el vínculo con su hijo hablándole, o jugando con él dentro de la tripa. Así, podrán tener recuerdos bonitos de ese bebé.

El momento del hola y el adiós

Todo culmina en el nacimiento, «el momento de conocer y despedirse de su hijo. Les preguntamos qué ropita le quieren poner, si quieren tomarle las huellas, o hacerle fotos. Deciden ellos, pero les orientamos porque, a veces, están agobiados y no se les ocurre». Los médicos también analizan qué medios técnicos harán falta. Si no hay ninguna posibilidad de supervivencia, el parto es no invasivo, sin monitorización ni cesárea. Lo que no falta es cariño: hay manga ancha para que la madre esté acompañada por quien quiera, y se les adjudica una comadrona que sólo esté pendiente de ellos. Si el niño sobrevive unas horas o días, pueden tenerlo en una habitación individual, o incluso, a veces, llevárselo a casa, con los cuidados necesarios.
Minutos, horas o días, ese niño y sus padres los vivirán intensamente. Y «no hacen falta más medios, sino sensibilidad para organizar así lo que hay». En San Juan de Dios no atienden más que unas pocas decenas de casos así al año, pero esperan que esta labor se extienda, «y más gente se pueda beneficiar. Los padres tienen derecho a esta aproximación», a disfrutar cada segundo de la vida de su hijo.

María Martínez López


«No tengáis miedo. Papá está aquí»

«Todo está listo en el quirófano. Médicos, enfermeros, estudiantes universitarios». Los padres «no han tenido ninguna duda: Son nuestras niñas. Saben desde el comienzo que sus hijas vivirán tan sólo pocos minutos: están unidas por el tórax, comparten un solo corazón, y salvarlas es imposible. La mayoría piensa que esto no debería estar sucediendo, porque los marcará para toda la vida, porque tenían que abortar, porque es absurdo. Hasta que Keela y Kaya nacen. Abrazadas. Ochocientos gramos cada una. El padre pregunta: ¿Puedo cogerlas?, y empieza a acunarlas. Las niñas apenas respiran. Estoy aquí, no tengáis miedo. Papá está aquí... Se hace un gran silencio. Caen algunas lágrimas. Estaba aconteciendo algo tan verdadero que nos cambió a todos los que estábamos en esa habitación. Estábamos contemplando la belleza del Misterio».
Así comienza el reportaje que la revista Huellas dedica al Hospice Perinatal de la Universidad Columbia, de Nueva York. Su iniciadora, la neonatóloga Elvira Parravicini, compartirá su experiencia en el Meeting de Rimini, que se celebra del 19 al 25 de agosto. El proyecto nació en 1996, cuando Elvira volvió a un equipo de diagnóstico prenatal que había dejado porque «la propuesta por defecto era abortar». El jefe, proaborto, le pidió que volviera, y ella pensó: «Tú, Señor, me quieres allí. Volveré, voy a sufrir, pero por lo menos sufro con estos niños que no pueden ni siquiera nacer». El primer caso fueron dos madres que esperaban hijos con trisomía 18, y no querían abortar. Elvira se hizo cargo. «Ese niño -explica- nos es dado. Sólo Quien nos lo ha dado sabe a dónde va». Su único objetivo era «que las vidas de esos niños fueran maravillosas, y que sus padres pudieran ser padres hasta el fondo». Como los de Keela y Kaya. Las bautizó la misma Elvira: «Yo te bautizo, Keela... El padre la agarró del brazo: ¡Cuidado! Ella es Kaya. La mirada de ese padre sobre sus hijas es la de Dios. Sólo Él nos ama así. Uno por uno.

Publicado en Alfa y Omega

jueves, 12 de julio de 2012

UNA IMAGEN

miércoles, 11 de julio de 2012

CAMPAMENTO PARROQUIAL CASALGORDO



Un año más, los más pequeños de nuestra Parroquia, han vivido su campamento de verano.
Isabel Rodríguez, una de las participantes, nos cuenta como ha sido su experiencia.
Damos gracias a Dios por esta actividad que cada año se realiza, y que tanto bien hace entre los más pequeños.
Mañana, si Dios quiere, se inicia el campamento en Tarazona. Rezamos por los chavales que participan, por sus monitores y por D. Natalio, que les acompaña.


Este año, por segunda vez, he ido al campamento y me lo he vuelto a pasar muy bien.
El primer día llegamos y jugamos a un juego para saber cómo se llamaban los niños y los monitores. Por la noche hicimos otro juego, de animales y fue muy divertido.
El segundo día después de desayunar y recoger las habitaciones, hicimos un tema religioso y más tarde jugamos a unos juegos olímpicos. Por la tarde tuvimos misa y por la noche volvimos a hacer unos juegos pero más difíciles.
El tercer día, nos lo pasamos genial, jugando a la Gymkana acuática y por la tarde realizamos un bonito rosario y una vela…
El domingo y últimos día del campamento, me gustó mucho la misa que celebramos en la iglesia de Casalgordo junto con nuestros familiares, después nos despedimos con una merienda mientras veíamos el partido de España contra Italia, y ganó España…
En este campamento los monitores se comportaron muy bien con nosotros y me dio mucha pena que se terminara. ¡Ójala pudiera volver el año que viene!
Isabel Rodríguez Romero

martes, 10 de julio de 2012

BARBARA CASTRO



Su vida corre casi paralela a la de Chiara Corbella -a quien ya muchos italianos conocen como la beata Chiara. Las dos son madres, a las dos les descubrieron un tumor maligno en la lengua durante su embarazo y las dos eligieron proteger a su hijo aunque ello supusiera retrasar el tratamiento que podía vencer a su enfermedad. Chiara -28 años- fue enterrada hace dos semanas. El funeral de la española Bárbara Castro García ha sido el sábado 7 de julio en Córdoba.

Apenas un día después de la muerte de su mujer, Ignacio Cabezas atiende sereno la llamada de Gaceta.es, y no porque la profesión de Bárbara Castro -periodista en la delegación de medios del obispado de Córdoba- le haya hecho ser comprensivo con la prensa, sino porque siente que la temprana muerte de Bárbara -31 años- ha sido en cierto sentido “para esto. Para dar testimonio”.
Y merece la pena conocer la historia de este matrimonio que nació el 19 de septiembre de 2009, después de once años de noviazgo. “Estábamos locos por casarnos y, una vez casados, deseábamos muchísimo ser padres. Recuerdo el día que supimos que Bárbara estaba embarazada; estábamos los dos desayunando en una cafetería con una sonrisa boba imposible de borrar”.

Tenían la vida que siempre habían deseado y así vivieron, “en un sueño”, hasta que el 15 de julio de 2010 el diagnóstico médico cayó sobre ellos como una losa. “Bárbara llevaba un tiempo quejándose de una llaga en la boca. Por fin fue al dentista, que nos mandó al maxilofacial. Allí le dijeron que no tenía muy buena pinta”.

Era necesario hacer pruebas, iniciar tratamientos... y todo ponía en peligro a Barbarita, la niña que venía en camino. “Mi mujer dijo desde el principio que nuestra hija nacería el día que Dios quisiera, ni uno antes”. Solo se le pudo practicar una pequeña intervención en la lengua que le provocó, además, “dolores que ni siquiera imaginaba que existían”.

Ni un vaso de agua
La llegada al mundo de su hija, el 1 de noviembre de 2010, fue un oasis de alegría y paz en medio del desierto de la enfermedad. Pero solo una semana después los dolores se hicieron más fuertes. La pequeña se quedó con sus abuelos y Bárbara viajó a Madrid junto a su inseparable marido. El cirujano maxilofacial que les atendió no les dio muchas esperanzas. “No sé cómo has podido llegar hasta aquí. Voy a hacer todo lo que pueda, pero la situación es muy seria”.

Llegaron la operación - “se quedó casi sin lengua y sin una parte de la mandíbula. Desde entonces no pudo tragar ni un vaso de agua y se alimentaba por una sonda en el estómago”-, las sesiones de quimioterapia, los dolores...

Cuenta Ignacio que Bárbara y él intuían ya que su historia, su sufrimiento, serviría para dar testimonio, para hacer ver a los demás la fuerza que da el amor de Dios. Rezaban mañana y noche y soñaban con el final del desierto de sufrimiento. Pero juntos.

Ahora Ignacio recuerda aquellos duros momentos en una carta dirigida a su esposa: “Presentía que íbamos a sufrir mucho, que sería muy duro y probablemente muy largo, pero también te garantizaba que, por muy duro que fuese, más tarde yo me iba a encargar de que fueras la persona más feliz del mundo, que todo esfuerzo merecería la pena, que disfrutaríamos de nuestra hija y que nos teníamos que preparar para un tiempo indefinido y horrible. ¡Ganaremos vida mía, ganaremos! Hoy nos queda lo más difícil: buscarle sentido a todo esto que nos ha pasado”.
Invencible
Y, por difícil que pueda parecer, Ignacio lo ha encontrado. “He sentido una fuerza de fe que no había sentido nunca. Me siento invencible”, asegura con la serenidad que le da saberse sujeto por Dios - “me tiene agarrado y no me quiere soltar”- y con el dulce recuerdo de haber compartido su vida con una mujer “que ya sabía que era especial”.

Dice que ella dio su vida por amor. “Hacia su hija, hacia mí y hacia Dios”. Ahora, confiesa, solo le preocupa poder “honrarla como ella merece”.

Bárbara Castro García (1981-2012), madre coraje. Descanse en paz

Publicado en La Gaceta

lunes, 9 de julio de 2012

¿QUÉ ES LA COMUNIÓN ESPIRITUAL?

La comunión espiritual Fue recomendada vivamente por el Concilio de Trento y ha sido practicada por todos los santos con gran provecho espiritual

Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se la puede recibir sacramentalmente.
...
"De dos maneras -advierte Santo Tomás- se puede recibir espiritualmente a Cristo. Una en su estado natural, y de esta manera la reciben espiritualmente los ángeles, en cuanto unidos a Él por la fruición de la caridad perfecta y de la clara visión, y no con la fe, como nosotros estamos unidos aquí (en la Tierra) a Él. Este pan lo esperamos recibir, también en la gloria. Otra manera de recibirlo espiritualmente es en cuanto contenido bajo las especies sacramentales, creyendo en Él y deseando recibirlo sacramentalmente. Y esto no solamente es comer espiritualmente a Cristo, sino también recibir espiritualmente el sacramento" (III, 80, 2).

De las palabras finales del Doctor Angélico, se deduce que la Comunión Espiritual nos trae, de cierto modo, el fruto espiritual de la propia Eucaristía recibida sacramentalmente, aunque no sea ex opere operato, sino únicamente ex opere operantis.


Excelencia

Por la noción que acabamos de dar, se puede vislumbrar la gran excelencia de la Comunión Espiritual. Fue recomendada vivamente por el Concilio de Trento (D 881), y ha sido practicada por todos los santos, con gran provecho espiritual.

Sin duda, constituye una fuente ubérrima de gracias para quien la practique fervorosa y frecuentemente. Más aún: puede ocurrir que con una Comunión Espiritual muy fervorosa se reciban mayor cantidad de gracias que con una Comunión Sacramental recibida con poca devoción. Con la ventaja de que la Comunión Sacramental no puede recibirse más que una sola vez por día, y la Espiritual puede repetirse muchas veces.


Modo de hacerla

No se prescribe ninguna fórmula determinada, ni es necesario recitar ninguna oración vocal. Basta un acto interior por el cual se desee recibir la Eucaristía. Es conveniente, sin embargo, que abarque tres actos distintos, aunque sea brevísimamente:

a) Un acto de Fe, por el cual renovamos nuestra firme convicción de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Es excelente preparación para comulgar espiritual o sacramentalmente;

b) Un acto de deseo de recibir sacramentalmente a Cristo y de unirse íntimamente con Él. En este deseo consiste formalmente la Comunión Espiritual;

c) Una petición fervorosa, pidiendo al Señor que nos conceda espiritualmente los mismos frutos y gracias que nos otorgaría e l a Eucaristía realmente recibida.


Advertencias

1) La Comunión Espiritual, como ya dijimos, puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas.

2) Todos los que no comulgan sacramentalmente deberían hacerlo al menos espiritualmente, al oír la Santa Misa. El momento más oportuno es, naturalmente, aquel en que comulga el sacerdote.

3) Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio.


Autor: Antonio Royo Marín | Fuente: Teología Moral para Seglares
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sábado, 7 de julio de 2012

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas, ¿no viven con nosotros aquí?»
Y se escandalizaban a cuenta de Él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos, y se admiraba de su falta de fe.

Marcos 6, 16

El relato evangélico sitúa a Jesús en Nazaret, su pueblo, donde ha vuelto, acompañado por sus discípulos. La escena se desarrolla, el sábado, en la sinagoga, centro local de la oración y del culto. En ella se agolpa una multitud curiosa y expectante. Y cuando comienza a enseñar ante la gente se produce un gran asombro, es decir, una sorpresa enorme ante una palabra fuera de lo común, llena de autoridad y sabiduría, absolutamente nueva en el contenido y en el estilo. Pero la sorpresa y el asombro que podían conducir a la admiración y a la recepción positiva, degenera en desconfianza y recelo, que darán paso, posteriormente, al rechazo.

El asombro ante sus palabras suscita diferentes preguntas: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas, no viven con nosotros aquí?» Los paisanos de Jesús no niegan la sabiduría de su enseñanza, ni los milagros obrados por sus manos, pero en ellos tiene un peso mucho más determinante el hecho de que le conocen de toda la vida; es uno del pueblo, es el carpintero, el hijo de María. Bloqueados por los prejuicios, no son capaces de ir más allá de las apariencias, de las propias constataciones; están ciegos y no ven más allá de sus esquemas cerrados. Hasta el punto de que desconfían de él.

Y es que, según su mentalidad, los orígenes de Jesús son demasiado corrientes, demasiado sencillos como para que pueda ser el enviado de Dios. Por otra parte, el mensaje que les ofrece rompe los esquemas de las explicaciones tradicionales de los escribas y doctores de la Ley. Curiosamente, no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos, y se extrañó de su falta de fe. En cambio, en el fragmento del Evangelio del domingo pasado contemplábamos la curación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo, dos milagros obrados por Jesús, en correspondencia a una actitud de fe.
Jesús se hace presente continuamente en nuestra vida, y su paso es siempre salvador. Por eso, es preciso superar esa especie de síndrome de los nazaretanos que les hizo perder una gran oportunidad y que también nos puede afectar a nosotros, aunque sea de otra manera y en medida diferente. Sería lamentable que nos escondamos en esquemas cerrados, en ideas previas, en mecanismos de defensa, en rutinas y temores, en una religiosidad a la propia medida, en justificaciones varias, porque en el fondo no queremos abrir el entendimiento y el corazón plenamente al Señor, porque tenemos miedo a un compromiso mayor, por miedo a nuevas llamadas, porque de alguna forma no queremos dejarlo todo para seguirle más de cerca.

+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa

viernes, 6 de julio de 2012

CAMINO 443

“No hagas crítica negativa: cuando no puedas alabar, cállate” (San Josemaría, camino 443)

Cuentan que había una viejecita irlandesa que nunca hablaba mal de nadie, siempre encontraba algo bueno en la peor de las personas. Un día falleció un hombre que parecía atesorar en sí todas las miserias humanas: era ladrón, borracho, peleón, pegaba a su mujer y a sus hijos… era un estorbo para la comunidad.
La noche del velatorio, la viejecita llegó a la sala donde se iba a rezar el Santo Rosario por el difunto. Todos miraron y se decían por dentro: de éste sí que no podrá decir nada bueno. La viejecita estuvo un momento callada ; parecía que efectivamente no sabía que decir.
 Pero habló: -Ciertamente sabía silbar. Daba gusto oírle cuando pasaba todas las mañanas por debajo de mi ventana. Le echaré mucho de menos.

jueves, 5 de julio de 2012

INVITACIÓN PERSONAL





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miércoles, 4 de julio de 2012

NUEVOS SACERDOTES Y DIÁCONOS EN NUESTRA DIÓCESIS



Recibieron las sagradas órdenes el pasado domingo y hoy reproducimos la homilía de D. Braulio Rodríguez, en la celebración.


Nos embarga una gran alegría: 8 diáconos serán ordenados presbíteros; también 8 seminaristas serán diáconos de Jesucristo. Todos al servicio de Pueblo de Dios y de sus comunidades cristianas. Es día de gozo profundo para los ordenandos, sus padres, hermanos y otras familias, a quienes saludo con afecto. También a sus parroquias de origen o las comunidades de consagrados de donde proceden. No olvidemos al Seminario Diocesano y las instituciones donde ellos se han formado. Gracias de corazón al equipo de formadores y profesores por vuestra tarea educativa con estos jóvenes. Vuestro quehacer es muy de elogiar; gracias también a los que habéis ido cuidando y siguiendo a estos ordenandos: sacerdotes y tantos fieles laicos y consagrados. Agradecemos igualmente a la Catedral y su Cabildo que siempre prepara con mimo esta celebración.
¿Por qué el hecho de ordenarse Diácono y Presbítero es tan importante y se le da este relieve, por encima tal vez de otros acontecimientos eclesiales? ¿Podría pensarse que estamos cayendo en un clericalismo intolerante, que nos hace pensar que la Iglesia jerárquica es lo único destacable? No quisiera yo que así fuera entendido… Soy muy consciente del valor que todo cristiano, sea lo que sea, tiene en la Iglesia. Recuerdo aquellas palabras de san Gregorio de Nisa (Tratado sobre el perfecto modelo del cristiano): «Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de todos los nombres, al honrarnos con el nombre de “cristianos”, derivado del de Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de esta palabra [Cristo] se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de «cristianos» no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida».
No va, pues, por ahí la explicación del esplendor de este día. Conozco a tantos fieles laicos, hombres y mujeres, que enriquecen nuestras comunidades cristianas con su fe, la dedicación a su familia y su profesión, al trabajo apostólico; conozco la fuerza de su acción apostólica al interior de la comunidad cristiana y fuera de ella, luchando por la transformación de la sociedad según el designio de Dios; conozco su cercanía a los más pobres en la acción caritativa de la Iglesia, que no me permitiría yo ni pensar que sólo vale de veras en la Iglesia lo que hace la jerarquía de la misma. ¿Y qué decir de los religiosos y otros consagrados? Sin ellos la Iglesia perdería peso específico y nos faltaría los tesoros de la contemplación, de la vida comunitaria, de la entrega de por vida al amor de Jesucristo, de la gratuidad en las acciones eclesiales a favor de los pobres. ¿No son importantes hombres y mujeres consagrados, viviendo en pobreza, castidad y obediencia, cuyas vidas aprecian los demás cristianos?
La alegría de la Iglesia diocesana en este día es por otra razón más profunda: la presencia de Cristo en medio de su pueblo, y que sus palabras y hechos salvíficos a favor de la humanidad lleguen hasta nosotros, de modo que se pueda dar ese encuentro nuestro con Jesucristo, es posible en la Iglesia por los signos sacramentales, porque Él, el Señor, quiere que hombres de este Pueblo re-presenten constantemente al que es Cabeza de la Iglesia, su cuerpo. No se trata de exaltar a la persona del obispo, del sacerdote o del diácono, por ser escogidos por su valía, sino de dar gracias a Dios Padre porque esa re-presentación garantiza a todo el Cuerpo de Cristo, la Eucaristía y los otros Sacramentos; pero también el perdón, la presidencia de la comunidad, la comunión eclesial y el enlazar con la gran Tradición Cristiana que llega, por la sucesión apostólica, hasta Jesucristo.
De ahí la importancia que queremos dar a la pastoral familiar, porque en las “iglesias domésticas” es donde mejor se realiza la “Iniciación Cristiana”, donde pueden aparecer vocaciones al sacerdocio. De ahí el valor imprescindible del trabajo pastoral con niños, adolescentes y jóvenes que, en parroquias y movimientos apostólicos, permiten el conocimiento de Jesucristo, la vida de oración, la vivencia de los sacramentos y de la caridad, la justicia y la fraternidad, que haga posible que surjan vocaciones al sacerdocio, pero también a la vida religiosa y misionera, al matrimonio, a la vida laical y vigorosa, tan necesarias para la presencia pública de la Iglesia. Y está comprobado que cuando flojeamos en el acompañamiento a niños, adolescentes y jóvenes, inmediatamente hay menos vocaciones a todo, pero sobre todo al sacerdocio. Es un peligro real en nuestra Iglesia de Toledo.
La ausencia sensible de vocaciones al sacerdocio en tantos lugares de la Iglesia, también en España, supone un verdadero desequilibrio espiritual. Diócesis con uno, dos o con muy pocos seminaristas (en ocasiones, sin ninguno) paralizarán las comunidades y, además de tristeza, llevará consigo falta de iniciativa apostólica. Y es lógico, porque sin el sacerdocio ejercido por “hombres de este pueblo” que es la Iglesia, Cristo no puede proporcionar toda su gracia a la humanidad necesitada de Él.
¿No será esta apreciación minusvalorar a los demás cristianos? No. Lo digo convencido. Pero, ¿no será que, habiendo menos sacerdotes, por fin los fieles laicos ejercerán su tarea y ocuparán el lugar que les corresponde en la Iglesia, que impide tal vez ahora su clericalismo exagerado? No aceptemos ese pensamiento. Primero porque muchos y buenos laicos, responsables y ejerciendo su misión en el mundo y en la Iglesia, no tiene como consecuencia que tenga que haber menos sacerdotes; más bien al contrario: donde hay buenos sacerdotes el laicado católico y la vida consagrada es vigorosa y creciente. Es lógico, pues que el carisma de la vocación sacerdotal tiene unas características muy concretas: suscita los demás carismas y vocaciones en la Iglesia.
Pero ¿nos hemos olvidado de estos ordenandos? Sería una enorme desconsideración. Vosotros es bueno que veáis que ser sacerdote o diácono no es únicamente un privilegio, una hermosa llamada/vocación que habéis recibido de Cristo en la Iglesia. Es una enorme responsabilidad, pues es un seguimiento de Jesucristo cuyos contornos hemos descrito de algún modo antes. No os pertenecéis: habéis de aprender que sois para los demás y lo mismo vuestro sacerdocio. No sois un simple estamento. Os necesitamos para que, con otros cristianos, llevéis adelante una evangelización nueva haciendo posible una renovación de la Iniciación cristiana. Recordad lo que decía san Agustín en un sermón sobre la redditio symboli: «El símbolo del sacrosanto misterio que recibisteis todos a la vez y que hoy habéis recitado uno a uno, no es otra cosa que las palabras en la que se apoya sólidamente la fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor (…) Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y corazón» (San Agustín, sermón 215, 1)
Necesitamos vuestras personas para que, con la gracia del Espíritu Santo que hoy recibís, anunciéis que Dios en grande bueno, que no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes, que las criaturas del mundo son saludables, que es posible la fe y la esperanza, porque Dios creó al hombre para la inmortalidad, noticia que la envidia del diablo convierte en muerte. Necesitamos de vosotros para que con las palabras y los hechos de Jesús –el Evangelio- anunciéis la riqueza de nuestro Señor Jesucristo y animéis, como pastores a las comunidades a donde seáis enviados, a “ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud” (Benedicto XVI, Homilía en la Misa de inicio del pontificado, 24 de abril de 2005).
Hay que decir a nuestros contemporáneos que, siendo verdad que Jesús no se ha mostrado indiferente ante la muerte, Él enseñó a dar la vida más que a temer la muerte, pues dijo: «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (Mt 10, 28). La expresión «¡Levántate, despierta!» (“talitha qumi”) es la prueba de que la vida triunfa sobre la muerte. ¿Seréis capaces de decirles esto a jóvenes que no conocen a Cristo? El Señor os dará su fuerza. Cristo el Señor esté siempre con vosotros.
X Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo
Primado de España