domingo, 30 de mayo de 2010

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD-JORNADA PRO ORANTIBUS


Fidelidad asegurada
Al contemplar la obra que ha salido de las manos del Señor, no podemos sino bendecirle y saltar de gozo, porque ha estado grande. El Padre Dios ha montado, por pura misericordia, una historia de Salvación en la que los beneficiarios somos nosotros. El Padre se revela en su Hijo Jesucristo y, por medio de Él, nos reconcilia consigo perdonándonos los pecados y haciéndonos hijos también. La belleza de la historia de la Salvación se percibe en el amor derrochado; le hemos costado muy caro a Dios, que ha permitido la muerte de su Hijo Jesús, que acampó en medio de nosotros, haciéndose uno de tantos y enseñándonos a amar de verdad. En el texto del Evangelio de hoy, Jesucristo nos promete el Espíritu Santo a todos los que crean en Él con una tarea muy concreta, pero intensa y rica en matices: se trata del Espíritu que nos guiará a la Verdad plena; nos comunicará lo que pertenece al corazón de Dios; Cristo mismo envía el Espíritu para que permanezca en los discípulos y así den testimonio (véase Jn 14, 16-17); el Espíritu glorificará a Jesús, que lo comunica para que no les falten ni la fortaleza, ni el coraje a los evangelizadores.

Con el don del Espíritu se nos asegura una misión profética. La acción mesiánica y profética del Espíritu, desde el Antiguo Testamento, no es sólo realidad presente, sino es promesa escatológica y don universal. Se anuncia que quien tenga el Espíritu tiene asegurada la fidelidad y que el Don del Espíritu es universal, para todo hombre de cualquier raza y condición.

Necesitamos conocer el testimonio de las columnas de la Iglesia, porque hoy precisamos de certezas. San Pablo invita a los creyentes a seguir bajo la acción del Espíritu para verse libres de las apetencias de la carne, de la ley, y vivir con los criterios de Dios.

Pablo tiene muy claro que antes de ser prisionero de sus enemigos, prefiere serlo del Espíritu, serle dócil aunque tenga que perder su libertad de acción. Para el Apóstol, ni la pérdida de libertad, ni el sacrificio de la propia vida es comparable con la fidelidad a los planes de Dios, que vivir o morir no importa, que lo que importa es la gloria de Cristo. Esto se lo ha regalado el Espíritu.Acordaos en este día de la Santísima Trinidad de las Hermanas de los monasterios de clausura y dad gracias a Dios por cada una de ellas, porque se han ofrecido a Dios por nosotros, rezan por todos y alaban al Señor siempre; sus rostros los preside una perenne alegría y son el honor de la Iglesia y un torrente de gracias celestiales.
+ José Manuel Lorca Planes

obispo de Cartagena y A.A. de Teruel y Albarracín

Jornada Pro Orantibus

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