miércoles, 9 de diciembre de 2009

SOBRE EL BUEN HUMOR VI


b) Comprensión con los demás

Comprender a los demás es conocer y aceptar a los demás como son, sin deformarlos por la propia miopía intelectual o moral. Es la capacidad de ver el lado bueno de las personas en medio de lo que parece malo. Saber comprender es abarcar la realidad, sin reducirla a un solo aspecto (precisamente, el malo). Gracias a esa comprensión, la persona con sentido del humor hace resaltar lo bueno; hace ver que el mal o el problema “no es para tanto”; rompe la tensión e infunde ánimos a los demás; y les ayuda, con una sonrisa, con una indicación llena de delicadeza o con un chiste, a situarse en la realidad.
La persona comprensiva, con sentido del humor, ve el aspecto positivo de cada persona y por eso sabe descubrir en los demás virtudes que tal vez otros nunca han tenido en cuenta.
Esta característica está enraizada en algo más profundo: el conocimiento y el aprecio de la bondad radical de la persona y de las cosas, por haber sido creadas y queridas por Dios. Puede comprender de verdad y, en consecuencia, tener sentido del humor quien considera que todo lo que Dios ha hecho es bueno, y cada persona concreta es algo muy bueno, porque es querida por Dios. Y eso a pesar de todos los aspectos malos que todos tenemos: defectos, egoísmos, etc.
Es importante recordar que se trata de comprender a la persona concreta, real, la que tengo delante, con sus características propias, y no a una abstracción llamada “la gente” o “la humanidad”.

c) Capacidad de relativizar

Al tener una visión más objetiva de la realidad, la persona con sentido del humor es muy consciente de la diferencia entre lo absoluto y lo relativo, lo importante y lo trivial, lo aparente y lo real, lo esencial y lo accesorio.
Por eso sabe y puede tomar “a broma” problemas y circunstancias que para otros –a quienes falta esa perspectiva- son trágicos…
La persona que le da la misma importancia a todo no puede tener sentido del humor. No aceptará una broma sobre su equipo de fútbol, su coche o sus aficiones, porque esos temas están para él al mismo nivel que el honor de su familia.
Pero tampoco tienen sentido del humor los que lo relativizan absolutamente todo, los que no le dan importancia a nada. El sentido del humor de esas personas es radicalmente falso, porque parte de una visión falsa de la realidad.

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