Segundo Domingo de Pascua, o de la Divina Misericordia
¡Os doy la Paz!
Celebramos la Divina Misericordia de Dios con un texto del evangelio muy bello. Se parte de que Jesucristo es el que lleva la iniciativa del encuentro con sus discípulos, después del acontecimiento central de la fe: su muerte y resurrección. No fue para ellos una situación fácil; su debilidad les hizo ser presa del miedo a la persecución; así lo dice el evangelista: Estaban con las puertas cerradas. Pero en este momento comienza otra historia, observamos cómo el Señor está construyendo otra fase de su Iglesia: Entró Jesús y se puso en medio; y comienzan los efectos de su presencia, tanto en el grupo como en cada uno de los testigos: No tengáis miedo; os doy la paz -por tres veces lo repite-; los discípulos se llenaron de alegría; y reciben el don de la evangelización con la fuerza del Espíritu Santo para perdonar y ofrecer la misma paz del Señor. ¡Qué impresionante es este momento! Debemos pensar en nuestra Madre la Iglesia, y darle gracias a Dios porque, en este seno materno, somos amados por Dios y, a través de ella, recibimos el perdón de los pecados, la paz, la misericordia, gracia tras gracia...El relato de Tomás describe lo que podría ser nuestra personal historia, cuando vamos por libre y nos dejamos llevar de nuestras faltas de fe, con la tentación de tocar para creer, y la osadía de pretender poner nosotros las condiciones. La lección de Jesús es que tiene paciencia con Tomás, le da las pruebas que quería; y espera que, ante la evidencia, llegue a proclamar, con un espíritu de fe y de amor, que Jesucristo es el Señor.Después de comprobar hasta dónde llega el corazón misericordioso de Dios, que le ofrece a Tomas vía libre para que confiese su fe y exclame: ¡Señor mío y Dios mío!, os invito a abrir las puertas de vuestro ser para que Dios tome posesión de su casa y sintáis que le podéis ver y tocar: en la Eucaristía, en la caridad hacia el hermano, en el sacramento de la Penitencia...Descubrid que, si creéis, tendréis vida y que, si no creéis, estáis muertos. Aprovechad este tiempo pascual para profundizar en el valor del encuentro con el Resucitado, para seguir al que se os presenta como Camino, Verdad y Vida. Como dice san Agustín, «Cristo se ha hecho para nosotros camino, y ¿podremos así perder la esperanza de llegar? Este camino no puede tener fin, no se puede cortar, no lo pueden corroer la lluvia ni los diluvios, ni puede ser asaltado por los ladrones. Camina seguro en Cristo, camina; no tropieces, no caigas, no mires atrás, no te detengas en el camino, no te apartes de él. Con tal que cuides de esto, habrás llegado».
¡Os doy la Paz!
Celebramos la Divina Misericordia de Dios con un texto del evangelio muy bello. Se parte de que Jesucristo es el que lleva la iniciativa del encuentro con sus discípulos, después del acontecimiento central de la fe: su muerte y resurrección. No fue para ellos una situación fácil; su debilidad les hizo ser presa del miedo a la persecución; así lo dice el evangelista: Estaban con las puertas cerradas. Pero en este momento comienza otra historia, observamos cómo el Señor está construyendo otra fase de su Iglesia: Entró Jesús y se puso en medio; y comienzan los efectos de su presencia, tanto en el grupo como en cada uno de los testigos: No tengáis miedo; os doy la paz -por tres veces lo repite-; los discípulos se llenaron de alegría; y reciben el don de la evangelización con la fuerza del Espíritu Santo para perdonar y ofrecer la misma paz del Señor. ¡Qué impresionante es este momento! Debemos pensar en nuestra Madre la Iglesia, y darle gracias a Dios porque, en este seno materno, somos amados por Dios y, a través de ella, recibimos el perdón de los pecados, la paz, la misericordia, gracia tras gracia...El relato de Tomás describe lo que podría ser nuestra personal historia, cuando vamos por libre y nos dejamos llevar de nuestras faltas de fe, con la tentación de tocar para creer, y la osadía de pretender poner nosotros las condiciones. La lección de Jesús es que tiene paciencia con Tomás, le da las pruebas que quería; y espera que, ante la evidencia, llegue a proclamar, con un espíritu de fe y de amor, que Jesucristo es el Señor.Después de comprobar hasta dónde llega el corazón misericordioso de Dios, que le ofrece a Tomas vía libre para que confiese su fe y exclame: ¡Señor mío y Dios mío!, os invito a abrir las puertas de vuestro ser para que Dios tome posesión de su casa y sintáis que le podéis ver y tocar: en la Eucaristía, en la caridad hacia el hermano, en el sacramento de la Penitencia...Descubrid que, si creéis, tendréis vida y que, si no creéis, estáis muertos. Aprovechad este tiempo pascual para profundizar en el valor del encuentro con el Resucitado, para seguir al que se os presenta como Camino, Verdad y Vida. Como dice san Agustín, «Cristo se ha hecho para nosotros camino, y ¿podremos así perder la esperanza de llegar? Este camino no puede tener fin, no se puede cortar, no lo pueden corroer la lluvia ni los diluvios, ni puede ser asaltado por los ladrones. Camina seguro en Cristo, camina; no tropieces, no caigas, no mires atrás, no te detengas en el camino, no te apartes de él. Con tal que cuides de esto, habrás llegado».
+ José Manuel Lorca Planes
obispo de Cartagena y A.A. de Teruel y Albarracín
Para conocer un poco más sobre la Devoción a la Divina Misericordia, puedes leer AQUÍ
Hoy también oramos en nuestra Parroquia por la hermana M. Teresa del Sgdo. Corazón (Tere), que celebra sus bodas de plata como carmelita descalza.
Nos unimos a su acción de gracias y oramos junto a ella.
2 comentarios:
me parace biene esta pagina que no esta de acuerdo con eeeel aborto
que dios los bendiga a todos o tadas las personas que crearon esta pagina cristiana
les de seo mucha suerte que dios los ayude
de una persona que cometio muchos pecados y esta arrepentida
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