Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se
sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
- «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
Es bueno saber a donde vamos. Hay veces que hablo con chavales que están cumpliendo una medida judicial y cuando están muy “rayados”, enfadados, mosqueados o hartos, les recuerdo que la medida se acabará, que llegará un día en que salgan. Más difícil es cuando ya están fuera y se encuentran con la dureza de la vida, el paro, la marginación y el abandono explicarles que también saldrán de eso…, es más, que no es ese su verdadero ser. Que en medio de las dificultades, de su pobreza, de su fragilidad son hijos de Dios. Sus metas son económicas, de prestigio, de comodidad… metas pequeñas.
Hoy es la festividad de todos los santos. Sin duda toca hablar de santidad. Santidad personal y santidad en la Iglesia. Pero para que podamos meditar sobre la santidad es necesario, casi indispensable, que miremos al final. Muchas ves nos da cierto “repelús” hablar del cielo, como si fuera el consuelo de los tontos. Pero si no miramos el cielo no miraremos nuestra vida. Ojalá contemplásemos el cielo muchas veces y tengamos verdaderos deseos de estar allí, con Jesús, junto a Dios Padre y el Espíritu Santo, justo a la Virgen y todos los santos, junto a nuestros seres queridos y al lado de todos aquellos han llegado justo alSeñor porque Él ha querido servirse de nuestras pobres vidas. Contemplar el cielo y tener ganas de él. El otro día veía la última película sobre San Felipe Neri y como, ante las distintas circunstancias de la vida, respondía: “Prefiero el paraíso”.Pues nosotros hoy también tenemos que preferir el paraíso, y para eso hay que tener ganar de llegar.
Hoy es un día para disfrutar. Contemplar el cielo y echarle imaginación y decirle a Jesús: “¡Yo quiero estar allí!”. Y con ese deseo ni tentaciones, ni pasado, ni dificultades, ni obstáculos, ni miserias personales me van a desviar del camino. Ten la certeza que es lo que Dios quiere y está deseando que lo consigas. Tenemos toda su ayuda. ¡A por ello!
Hoy no me da tiempo a más. De la mano de la Virgen hagamos hoy nuestra escapada al cielo.
Publicado en www.archimadrid.org
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