Los judíos, en su afán por estudiar y cumplir perfectamente la Ley, concluyeron que Dios había dado a Moisés 613 mandamientos, 365 negativos (uno por cada día del año) y 248 positivos (uno por cada miembro del cuerpo).
David los redujo a 11:
“Salmo. De David.
Señor, ¿quién puede morar en tu Tienda? ¿Quién puede habitar en tu monte santo?
—
El que camina con
integridad, el que practica la justicia, el que habla con corazón
sincero,
no calumnia con su
lengua, no hace mal a su hermano, ni levanta infamia contra su
prójimo;
el que tiene por
vil al réprobo y honra a los que temen al Señor; el que no se desdice aunque
jure en propio daño,
el que no presta a
usura su dinero, ni acepta soborno contra el inocente. El que obra así no
vacilará jamás.”
(Ps
15,1–5)
Isaías los redujo a 6
“En Sión los
pecadores tienen miedo, un temblor se apodera de los impíos. ¿Quién de nosotros
podrá vivir con fuego devorador, quien de nosotros podrá vivir con llamas
perpetuas?
El que camina con
justicia y habla con rectitud, el que rechaza el lucro de la rapiña, el que
sacude sus manos para no recibir soborno, el que se tapa el oído para no oír de
crímenes, el que cierra los ojos para no ver la maldad;”
(Isa
33,14–15)
Micah los redujo a 3
“¡Hombre! Ya se te
indicó lo que es bueno, lo que el Señor quiere de ti: practicar la justicia,
amar la caridad y conducirte humildemente con tu Dios.”
(Mic
6,8)
Isaías, de nuevo, los redujo a 2
“Esto dice el
Señor: «Guardad el derecho y practicad la justicia, que pronto va a llegar mi
salvación y a revelarse mi justicia».”
(Isa
56,1)
Amós los redujo a uno.
“Porque así dice
el Señor a la casa de Israel: «Buscadme a Mí y viviréis.”
(Amos
5,4)
Habacuc lo redujo a uno.
“Se derrumbará el
que no tiene alma recta, pero el justo vivirá por su fidelidad.”
(Hab
2,4)
Cf. R. Simlai (ca. 250 d C, en bMak
23b-24a).
Y Jesús...
Ah...
Eso ya lo sabéis.
“Jesús respondió:
— El primero es: Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”
(Mark
12,29–31)
Saberlo nos hace estar cerca del Reino de Dios.
Pero para entrar hay que practicarlo. Arrojarse.
Del blog: "Todo era bueno"
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