“El Señor es un liante”
Aquella noche volvieron a darle las tantas de la madrugada en el banco. Volvía conduciendo a casa cuando tuvo un accidente. Por poco no lo cuenta. Supo entonces que no estaba preparado para morir, así que decidió cambiar de vida. Empezó visitando el refugio para enfermos de sida que las monjas de la madre Teresa de Calcuta tienen en Madrid.
Luego, una temporada en Cuzco, trabajando con los niños de la calle. A la vuelta, tuvo claro que tenía que hacer algo por los demás. Pero ¿qué? Después de muchas mañanas de sábado peregrinando al santuario de Schönstatt -de la parada de metro de Lago a Pozuelo- supo exactamente qué.
-En aquel entonces, la Casa de Campo, daba igual el día o la hora…
-Estaba llena de prostitutas: africanas, de Europa del Este, sudamericanas… Yo les daba una imagen de la Virgen de Schönstatt.
-¿Qué hacían ellas?
-Sonreían. Aprendí que Dios es tan respetuoso que no se cuela donde no le llaman. Ahora, como vea una señal… Y aquellas sonrisas eran el signo que estaba esperando para entrar en sus corazones.
-Rezaba con ellas.
-En corro, sí, cogidos de la mano. Y los clientes ahí, esperando. Nunca he vuelto a tener oraciones tan sentidas.
-E iban con usted a misa.
-Alguna terminó apuntada a catequesis. No sabe el fervor con que rezaban. Entonces entendí que ellas nos precederán en el reino de los cielos.
-Otro pasaje del Evangelio: el del joven rico.
-En una ocasión, me pidieron un artículo sobre eso. Yo escribí que Dios es el mejor banquero, pues te ofrece el ciento por uno, mientras los demás el tres por ciento.
-Le pregunto por el joven rico porque usted también lo fue: buen sueldo, coches caros, trajes a medida…
-Los trajes los conservo, sólo que remendados. Los coches ya no me interesan. Y los ahorros los he ido gastando en la fundación.
-Mire que el dinero no crece en los árboles.
-Cuando se acabe, se acabó, como en La lista de Schindler. Luego Dios dirá.
-¿Por qué lo dejó todo?
-Porque tuve la peregrina idea de ofrecerme al Señor. Y lo peor es que estas cosas, nosotros quizás no, pero Él las toma en serio. Sólo que no te dice cuándo, simplemente te pilla por sorpresa.
-¿Ha tratado de escabullirse?
-Sí, pero Dios es un liante que no te deja escapatoria. Cuando quieres tirar la toalla, te llama una madre y te pone al teléfono a su hijo de tres años: “Conrado, te quiero”.
-Por lo menos habrá mejorado su calidad de vida.
-Sigo saliendo a las tantas y trabajo los fines de semana. Eso sí, antes vivía con miedo: a ganar menos, a perder el trabajo… Ahora, en cambio… No sé, debo de ser un inconsciente.
-Un inconsciente que sigue durmiendo poco. ¿Dónde carga las pilas?
-En la adoración. No pasa un día sin que vaya. De ahí obtengo claridad de ideas y paz. Me descansa más que dormir.
-O sea, que sin oración no podría hacer lo que hace.
-Si no rezamos, caeremos en el activismo. Y perderemos eficacia. Porque una persona agitada, empeñada en imponerse, no contagia las ganas de vivir.
-¿De eso se trata?
-Si queremos salvar vidas, tenemos que transmitir vida, y eso sólo te lo da el trato con el sumo hacedor de la misma, Dios.
-¿Usted qué le pide?
-Un conocimiento más profundo del corazón de las jóvenes embarazadas, para poder ayudarlas.
Aquella noche volvieron a darle las tantas de la madrugada en el banco. Volvía conduciendo a casa cuando tuvo un accidente. Por poco no lo cuenta. Supo entonces que no estaba preparado para morir, así que decidió cambiar de vida. Empezó visitando el refugio para enfermos de sida que las monjas de la madre Teresa de Calcuta tienen en Madrid.
Luego, una temporada en Cuzco, trabajando con los niños de la calle. A la vuelta, tuvo claro que tenía que hacer algo por los demás. Pero ¿qué? Después de muchas mañanas de sábado peregrinando al santuario de Schönstatt -de la parada de metro de Lago a Pozuelo- supo exactamente qué.
-En aquel entonces, la Casa de Campo, daba igual el día o la hora…
-Estaba llena de prostitutas: africanas, de Europa del Este, sudamericanas… Yo les daba una imagen de la Virgen de Schönstatt.
-¿Qué hacían ellas?
-Sonreían. Aprendí que Dios es tan respetuoso que no se cuela donde no le llaman. Ahora, como vea una señal… Y aquellas sonrisas eran el signo que estaba esperando para entrar en sus corazones.
-Rezaba con ellas.
-En corro, sí, cogidos de la mano. Y los clientes ahí, esperando. Nunca he vuelto a tener oraciones tan sentidas.
-E iban con usted a misa.
-Alguna terminó apuntada a catequesis. No sabe el fervor con que rezaban. Entonces entendí que ellas nos precederán en el reino de los cielos.
-Otro pasaje del Evangelio: el del joven rico.
-En una ocasión, me pidieron un artículo sobre eso. Yo escribí que Dios es el mejor banquero, pues te ofrece el ciento por uno, mientras los demás el tres por ciento.
-Le pregunto por el joven rico porque usted también lo fue: buen sueldo, coches caros, trajes a medida…
-Los trajes los conservo, sólo que remendados. Los coches ya no me interesan. Y los ahorros los he ido gastando en la fundación.
-Mire que el dinero no crece en los árboles.
-Cuando se acabe, se acabó, como en La lista de Schindler. Luego Dios dirá.
-¿Por qué lo dejó todo?
-Porque tuve la peregrina idea de ofrecerme al Señor. Y lo peor es que estas cosas, nosotros quizás no, pero Él las toma en serio. Sólo que no te dice cuándo, simplemente te pilla por sorpresa.
-¿Ha tratado de escabullirse?
-Sí, pero Dios es un liante que no te deja escapatoria. Cuando quieres tirar la toalla, te llama una madre y te pone al teléfono a su hijo de tres años: “Conrado, te quiero”.
-Por lo menos habrá mejorado su calidad de vida.
-Sigo saliendo a las tantas y trabajo los fines de semana. Eso sí, antes vivía con miedo: a ganar menos, a perder el trabajo… Ahora, en cambio… No sé, debo de ser un inconsciente.
-Un inconsciente que sigue durmiendo poco. ¿Dónde carga las pilas?
-En la adoración. No pasa un día sin que vaya. De ahí obtengo claridad de ideas y paz. Me descansa más que dormir.
-O sea, que sin oración no podría hacer lo que hace.
-Si no rezamos, caeremos en el activismo. Y perderemos eficacia. Porque una persona agitada, empeñada en imponerse, no contagia las ganas de vivir.
-¿De eso se trata?
-Si queremos salvar vidas, tenemos que transmitir vida, y eso sólo te lo da el trato con el sumo hacedor de la misma, Dios.
-¿Usted qué le pide?
-Un conocimiento más profundo del corazón de las jóvenes embarazadas, para poder ayudarlas.
Alba Digital
2 comentarios:
Maravilloso.Enhorabuena a Conrado que encontró,a tiempo,el tesoro escondido.M.A
¿este señor será el de las perfumerias?¡vaya!vamos a tener que "perfumarnos" a su costa mas a menudo.
Esther
Publicar un comentario