sábado, 16 de enero de 2010

LEVÁNTATE, VEN A SOCORRERNOS


¿Por qué Dios ha callado?

“Despierta Señor ¿Por qué duermes?¡Levántate, no nos rechaces para siempre! ¿Porqué ocultas tu rostro y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?¡levántate, ven a socorrernos! (salmo 44)
¿El silencio de Dios?Es un silencio que nos molesta , sobretodo ante el dolor que lacera los cuerpos y las almas de los inocentes. Nos turba la idea de un Dios que esté lejano, impasible, sentado sobre “un cómodo sofá”, que se deleita con el espectáculo. El Abbá, el Dios papá de corazón maternal parece esfumarse sobre el horizonte tenebroso de la maldad humana y del sufrimiento que nace.
Echar sobre la espalda de Dios, el peso de la responsabilidad, es una elección cómoda donde nuestra conciencia descansa.
Dios nunca ha dejado de hablar. Sus palabras suenan en nuestras iglesias, es proclamada desde nuestros púlpitos, es ampliamente difundida por los medios de comunicación, pero… ¿dónde están los cristianos? ¡¿Dónde estamos? ¿Por qué estamos en silencio?
Hoy los gobiernos mundiales, sacrifican a millones de inocentes, en nombre de las ganancias acumuladas en las manos de unos pocos. Numerosas personas viven hoy en una gran miseria, donde los dramas se suceden sin parar. Suburbios abandonados, cárceles inhumanas, hambre, torturas, persecuciones, aborto,eutanasia,etc. Donde al dolor físico se añade muchas veces el abandono.
¿Dónde está esa humanidad, ante la maldad de hoy? ¡Silencio! Disimula no ver.Se nos hacen cercanas las tragedias que la naturaleza causa, pero la furia causada por la actividad humana se borran.

No es el silencio de Dios que debe escandalizarnos. Es nuestro silencio el que debe preocuparnos.
Hoy en día, lamentablemente, muchos cristianos no buscan un nuevo estilo de vida basado en los valores del Evangelio, sino que buscan el alivio y la solución a sus problemas existenciales. No buscan mandamientos, sino consolaciones, no quieren perdón, sino una explicación a sus angustias y dificultades. Es la dictadura del “yo”. El otro importa, en la medida en la que me sirve. El individulismo produce desinterés y éste genera silencio. Se es locuaz, cuando se trata de defender sus derechos y silencioso cuando hay que abogar por los demás.
Hablamos y discutimos sobre la maldad del pasado. Total la culpa es de los demás. En lugar de preocuparse por el silencio de Dios, es necesario romper nuestro silencio, asumiendo el silencio de Dios, que habla de amor, solidaridad, ternura y servicio, sin hacer tanto ruido.
Evangelizar es urgente para llevar la buena noticia. Evangelizar es poner al hombre en contacto con Dios, tomar decisiones que El ya ha cumplido. La opción preferencial por los más pobres y abandonados, que lo ha llevado a hacer de la pobreza un estilo solidario.
Antes de atacar el silencio de Dios, examinemos nuestros silencios como hijos.
De "Siete en familia"

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