miércoles, 10 de abril de 2013

"NO ME CAMBIARÍA POR NADIE"




“Para un enfermo grave como yo, lo razonable es dejarse cuidar, no pedir la eutanasia“, afirma Luis de Moya, médico y sacerdote tetrapléjico.
  • ¿Se puede vivir y ser feliz con una desgracia inmensa? Millones de personas se hacen esta pregunta en estos días que conmemoran la tortura y muerte de Jesús.

  • Se siente como “un millonario que ha perdido mil pesetas” (o seis euros, para los más jóvenes). En esas metafóricas “mil pesetas” se encuentran su movimiento, sus piernas, sus manos y todo su cuerpo del mentón hacia abajo.
    Con la barbilla maneja su silla de ruedas desde aquel día de 1991, cuando un accidente de tráfico le dejó tetrapléjico en plena juventud. Gracias a esta silla y a sus amigos íntimos del Opus Dei -”hermanos”, los llama él- puede desplazarse para celebrar misa, confesar, predicar, tomar el aire y visitar a los amigos. Entre ellos se encontraba Ramón Sampedro, el paralítico gallego que decidió suicidarse y que el director de cine Alejandro Abenámar catapultó a la fama con a la película “Mar adentro”.
    ¿Eutanasia? No gracias, responde él: “Está comprobado que jamás la pide aquel enfermo que ha recibido el tratamiento paliativo y psiquiátrico adecuado”.
    Quien así habla fue médico antes que cura. El testimonio de Luis de Moya (Ciudad Real, 1953) cobra más sentido que nunca en estos días en que millones de personas en el mundo se hacen la pregunta del millón: ¿qué sentido tienen el dolor y el sufrimiento? Visto de otro modo: ¿Qué secreto guarda este tetrapléjico que afirma, sin presunción pero con seguridad: “Soy tremendamente feliz y no me cambiaría por nadie del mundo”?
    Flagelación, tortura, crucifixión… ¿La Iglesia glorifica el dolor?
    En absoluto: la Iglesia quiere que quitemos el dolor en la medida de lo posible. Pero cuando el dolor resulta inevitable, nos recuerda que contamos con la ayuda de Dios para afrontarlo. El dolor se puede llevar si no olvidamos que somos hijos suyos. Esa esa mi experiencia personal, desde una discapacidad grande.
    ¿Entiende que mucha gente pida la eutanasia para evitar el dolor?
    Cuando un enfermo incurable recibe el tratamiento paliativo y psicológico adecuado no pide la eutanasia. Eso está estadísticamente comprobado y publicado. Una persona se quiere morir cuando no encuentra sentido para seguir viviendo. Pero para superar esas dificultades existe una ciencia llamada psiquiatría.
    “NEGARSE A SER AYUDADO NO ES UN ACTO DE LIBERTAD, SINO DE SOBERBIA”
    No todo el mundo quiere que le ayuden…
    Cierto, hay gente que se niega a ser ayudada, porque le humilla tremendamente sentirse cuidada. Bueno, somos libres, pero hay que reconocer que quien actúa así no ejerce su libertad, sino su soberbia. Negarse a recibir ayuda cuando es evidente que la necesitas no tiene nada de virtud.
    Seamos claros: en mayor o menor medida, el hombre es un ser dependiente de otros siempre. Y así seguirá siendo. Yo sé que soy muy dependiente. ¿Qué es lo razonable, en mi caso? Pues aceptarlo y dejarse cuidar.
    Quizá hay gente que no es cuidada igual que usted.
    Sí, y ése es un problema mucho más grave que mi lesión medular: no tener cerca a personas maravillosas como las que me rodean a mí en todo momento.
    Pero no me ha contestado. ¿Por qué cree que hay gente que pide la eutanasia?
    Porque dan una importancia excesiva al problema que padecen. Se pasan el día repasando la lista de lo mucho que podían hacer y ahora no pueden. Yo les diría: “¡mira todas cosas que todavía puedes hacer!”. Los avances científicos han mejorado nuestra calidad de vida con mucha rapidez.
    ¿Cómo ha mejorado en su caso? Póngame un ejemplo.
    Cuando me accidenté no existían programas de ordenador controlados por la voz. Ahora sí: hablas y el programa pone por escrito lo que dices. Eso permite hacer muchas cosas.
    A una persona que se encuentre en mi situación yo le diría: “no tienes derecho a quejarte… ¡aprovecha las cosas maravillosas que tienes delante!”. Todos estos adelantos serán mejores y más numerosos en el futuro, ¡seguro!
    “LA PELÍCULA ‘MAR ADENTRO’ NO CONTÓ LA VERDAD DE MI VISITA A RAMÓN SAMPEDRO”
    ¿Ha visto la película “Mar Adentro”?
    Me hablaron tanto de ella que al final pedí que me la alquilasen y la vi.
    Muchos dieron por hecho que el cura que aparece en la película tratando de convencer a Sampedro de que no se suicide, y que al final sale escaldado, es usted.
    Una película no tiene por qué ceñirse exactamente a la verdad de los hechos. Su director tiene libertad para contar la historia que quiera. Si la escena que usted menciona se inspiró en mi visita a Ramón Sampedro, la cual efectivamente sucedió, desde luego desfiguró expresamente los hechos.
    Mi conclusión tras ver “Mar adentro” es que esa película se corresponde para nada con la realidad. Dibuja a un Ramón Sampedro que no tal como lo muestran. Tampoco mi visita a Ramón se corresponde con lo que aparece en esa escena de cinco minutos. (A continuación, el momento de la película referido).
    ¿Por qué le visitó y qué sucedió realmente?
    Yo había acudido a Galicia a dar una conferencia y aproveché para llamarle; quedamos en vernos. Nos conocíamos por cartas y por teléfono. Le llevaba unos regalos, pero cuando llegué a su casa comprobé que me sería imposible hablar con él. Su habitación estaba en un primer piso, al que se accedía por una escalera estrecha en curva por donde no cabía mi silla. Así que ni siquiera conseguí comunicarme. Ni siquiera salí de mi coche. Tampoco pude transmitirle mis saludos, porque no había nadie en la casa. Él estaba solo. En la película aparece acompañado siempre por otras personas. Pero en verdad no fue así.
    ¿Qué impresión le produjo ver dicha escena?
    Parece evidente que trata de ridiculizar el mensaje que defiende la Iglesia Católica. El único momento que la película provoca una carcajada del público está protagonizado por un cura. Podía haber sido un psiquiatra, un fisioterapeuta, un enfermero… pero no: fue un cura.
    “CONOZCO A TETRAPLÉJICOS QUE HAN CONSEGUIDO MONTAR MULTINACIONALES”
    ¿Cuál es la verdad que usted conoció de Ramón Sampedro?
    La que luego se ha sabido. La que él mismo escribió en su libro “Cartas desde el infierno” (para leer el libro, hacer clic aquí). Se trata de una relación de quejas, de un Ramón Sampedro que sólo piensa en su desgracia, en lo mucho que ha sufrido, en lo que ya no puede hacer… Es un libro para argumentar por qué nadie tiene que decirle lo que debe hacer. Conclusión: como estaba convencido que no podía mejorar, quería morirse. Eso es todo.
    ¿Es cierto que no podía mejorar?
    ¡Claro que sí podía! Si hubiese querido hacer rehabilitación, habría podido mover los brazos, usar un teléfono, un teclado, conducir un coche… la lesión de Ramón era menos grave que la mía o la de un joven ingeniero que conocí en San Sebastián, el cual llegó a montar una empresa multinacional, con sedes hasta en la India, dando trabajo muchas personas. Este ingeniero sabía que su lesión no le permitiría ser ser jugador de baloncesto o pianista, pero sí otras muchas cosas estupendas y útiles. Cualquier lesionado de médula espinal puede corroborar lo que digo sobre Ramón.
    Sampedro decidió suicidarse. ¿Y usted cómo afronta el futuro?
    De la manera más realista que puede haber: consciente de estar en las manos de Dios. Lo menos realista es vivir como si Él no existiera, o como si nadie fuera de mí mismo pudiera ayudarme. Dios no va consentir que me encuentre en una situación imposible, sobrehumana o que supere mis fuerzas, porque soy hijo suyo. Quizá me lo ponga difícil, pero nunca imposible.
    “SÍ: EL MISMO DIOS QUE CONSINTIÓ MI ACCIDENTE ES ALGUIEN MARAVILLOSO”
    Supongo que se habrá hecho esta pregunta: “Si Dios es bueno, ¿por qué permite que pasen cosas tan malas?
    Si realmente crees que Dios es bueno, la frase termina ahí: “Dios es bueno”. Punto final. Lo que parece terrible desde nuestro punto de vista no es tan terrible desde el punto de vista de Dios. Yo no me cambiaría por nadie, porque tengo la experiencia de lo maravilloso que es Dios. Él consintió que me durmiera conduciendo, pero también me ha dado ayuda humana para sobrellevar esta situación. Dios consiente el mal, pero no nos abandona en él.
    ¿Y qué hace una persona que no tiene fe?
    ¡Pues que la pida! Tan sencillo como decir: “Señor, dame la Fe”. Verá cómo la recibe. Estamos en el año de la Fe. No estoy diciendo nada absurdo. Hay cantidad de cosas en esta vida que no entendemos y que nos resultan incomprensibles o imposibles. Quizá deberíamos empezar por caer en la cuenta de que no podemos solucionarlo todo. Esa esa la realidad de la situación. Por eso puedo decir que me siento como un millonario que ha perdido mil pesetas.
    ¿Una limitación como la suya ayuda o perjudica para conocer el auténtico interior de las personas?
    No sé… no tengo una bola de cristal. Lo que puedo decir es que he dedicado mucho tiempo a pensar en todo lo que hemos hablado en esta entrevista.
     
    Juan Bosco Martín Algarra.
    Esta es la página que dirige el P. Luis de Moya www.fluvium.org
     

    1 comentario:

    eligelavida dijo...

    Pienso que es una gracia de Dios vivir así el sufrimiento. Desde luego es también un ejemplo, especialmente para los que nos quejamos por nada. Un saludo!