Hoy sólo podemos elevar a Dios nuestra acción de gracias por haber puesto en nuestro camino a Benedicto XVI como pastor y guía de su pueblo.
Elevamos también nuestra intercesión sobre él para que el Señor le conforte, consuele y le ayude a caminar en esta nueva etapa que hoy inicia, hacia la meta común: la santidad.
Quiero ensalzarte, Rey mío y Dios mío, y bendecir tu nombre para siempre, Deseo bendecirte cada día y cantarle a tu nombre para siempre, Pues grande es el Señor, digno de recibir toda alabanza, y no puede medirse su grandeza.
Una generación le habla a otra muy bien de tus hazañas, le cuenta tus proezas, Hablan de tu esplendor y de la gloria de tu majestad, nos refieren tus hechos milagrosos. Nos cuentan el poder de tus prodigios, nos narran tus grandezas. Nos harán recordar tu gran bondad, y anunciarán, alegres, tu justicia..
El Señor es clemente y compasivo, lento para enojarse y lleno de bondad Bueno es el Señor para con todos y compasivo con todas sus obras El hace lo que quieren aquellos que lo temen escucha su llamado y los salva. Que mi boca recite en alta voz la alabanza del Señor, que todos los mortales bendigan su santo nombre por los siglos de los siglos. Amén
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