domingo, 12 de septiembre de 2010

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO


La mirada de Jesús
He visto en You Tube un vídeo que hace pensar. Sale un tipo del garaje de su casa en el momento en el que pasa un niño en su monopatín. El tipo tiene que frenar y empieza a murmurar: este chico me hace lo mismo todos los días, alguien debería decirle algo... Y sigue así, murmurando: por el atasco, por otro conductor que se cruza en su camino, por una chica que le quita la plaza de aparcamiento, por lo que tardan en servirle un café... Entonces alguien le da un estuche en el que puede leerse: "hazte cargo". En el estuche hay unas gafas, se las pone y empieza a ver lo que pasa en el interior de las personas. Las misteriosas gafas le revelan que el camarero está luchando por vencer una adicción; que aquella mujer que le ha quitado la plaza de aparcamiento trabaja todo el día para mantener a sus hijos... Vuelve a casa y, otra vez, se encuentra con el niño del monopatín, pero ya no murmura; ahora se hace cargo de la situación, ve que ese niño está solo: llama al niño, se pone a su altura y charla con él amablemente; y amablemente le explica que se está jugando la vida.


***


Dice san Pablo que Jesús vino para buscar a los pecadores, y añade: yo soy el primero.
Siempre, debajo de una máscara de respetabilidad hay un pecador. La mirada de Jesús no se detiene en las apariencias; percibe al pecador que hay detrás de la máscara y, lo que es más importante, llega hasta el hombre que hay detrás del pecado y le ayuda, no solo a quitarse la máscara o salir del armario -como ahora se dice-, sino a cambiar su corazón, a salir del pecado.
Así Jesús nos honra a todos. No murmura; no anda diciendo: los hombres son hipocritas y pecadores. Dice: los hombres son mis hermanos a pesar de todo. A pesar de sus apariencias y de sus pecados.
Sí: Jesús ha venido a buscar a los pecadores para encontrar a los hombres y salvarlos. Solamente Él dice que, a pesar de todo, el hombres es digno de amor.
Para ver al hombre como Él lo ve y para vernos a nosotros mismos como Él nos ve, tenenemos que mirar como Él mira. Tenemos que mirarnos a nosotros mismos y mirar al prójimo con los ojos de Jesús y de Santa María.


Javier Vicens Hualde, en su blog ¿Estás contento?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es verda sólo quien sabe mirar sabe amar y con esa misma mirada el Señor nos mira un saludo enCristo Jesus