Pese a estar oficialmente jubilado, Tosatti, de 63 años, mantiene una influyente bitácora de información religiosa en La Stampa. Aunque en un primer momento le sorprendió la llamada de un periodista español, poco tardó en aceptar con gusto volver a hablar de su conversión. La conversación tuvo lugar el mes pasado en la sede romana del diario propiedad de la familia Agnelli.
Con su labia veloz -más italiana imposible-, Tosatti empieza hablando de su infancia, trágicamente mutilada por la muerte de su padre -un famoso periodista deportivo- en 1949 en la catástrofe aérea de Superga, en Turín, en la que pereció toda la plantilla del Torino, por entonces uno de los mejores equipos de fútbol de Europa. Tenía año y medio.
Persona antirreligiosaHijo de madre católica, fue monaguillo hasta los once o doce años; en la adolescencia se distanció de forma radical de la Iglesia y de la religión. Como tantos otros de su generación. “Llegué a ser una persona sustancialmente antirreligiosa”, admite.
Periodista de raza, durante años escribió sobre temas tan dispares como sucesos, información política, crónica parlamentaria y asuntos educativos. En esta última sección estaba cuando, en 1981, La Stampa le propuso suceder a Lamberto Furno como vaticanista del diario. “Me dije a mí mismo: ¿por qué no? Era un mundo que no trataba desde hacía tiempo, tuve que volver a estudiarlo”.
Durante más de una década cubrió los acontecimientos de Juan Pablo II y de su Curia “bajo un prisma muy laico. No era creyente, si bien me interesaba la espiritualidad en sentido amplio, especialmente las religiones orientales y el islam”. Y no sentía ningún afecto especial por el Papa Wojtyla. “Era una relación estrictamente profesional”.
Sin embargo, a mediados de los años 90, se produce un punto de inflexión. “Me impresionaba la forma de rezar del Papa. Me di cuenta de que era de una humanidad extraordinaria, de una gran inteligencia, y su trayectoria no era en absoluto clerical: no había ido al seminario, era un actor de teatro”, afirma.Y algo más espiritual habría, se supone. “Cuando le observaba, me daba cuenta de que su fe era como la de un niño, muy sencilla, incluso algo candorosa. Desde entonces, volví a la oración”.
Es el principio de un largo proceso “que aún sigue, porque (se produce un largo silencio) mi fe no está desprovista de dudas. Es una paradoja algo extraña, ya que ahora me parece tan evidente tener que creer en algo....”.
Porque Cristo resucitóPara Tosatti, la larga duración de este proceso también se debe a “una tensión y hay un tipo de estudio que nunca había experimentado”. ¿Qué significa esto? “Significa que cuanto más leo la historia del cristianismo, más me doy cuenta de que nuestra fe no es genérica, sino que está vinculada a hechos históricos y a creer no sólo en Dios, sino también en los testimonios de los que han pagado y siguen pagando por su fe”.
Prosigue: “El hecho sociológico que más me ha impactado fue cuando uno de los apóstoles -el que más tarde lideraría la Iglesia- traicionó a Jesús en el momento más crítico. Y, poco tiempo después, él y el resto estaban dispuestos a morir por decir que le habían visto resucitar”.
La Resurrección es, pues, el principal motivo de la conversión de Tosatti. “Es el punto central de nuestra fe porque a Dios se le puede creer por lo que demostró. Es decir, por morir y resucitar. Sólo después de ver esto, sucede algo en la cabeza y en el corazón. Históricamente es inexplicable”.El informador que lleva dentro vuelve a escena cuando se le pregunta cómo su conversión ha influido en su trabajo. “Ha influido en el sentido de que sentí la necesidad de profundizar más. Si pude haber sido superficial -y lo fui-, ahora mi responsabilidad es ser preciso. Porque mi primer deber es informar. Primero soy periodista y luego viene el resto”.
Obviamente, no olvida a Juan Pablo II, cinco años después de su muerte, e insiste en decir que “no fue un hombre de Gobierno sino un gran místico y una figura cuyo cometido era galvanizar a la Iglesia y hacer redescubrir al mundo la belleza de ser cristiano”. Con Tosatti, sin quererlo, lo consiguió.Su trayectoria de vuelta a la fe sería incompleta sin mencionar el ascendiente que sobre él ha tenido Camino, el libro de san Josemaría Escrivá. “Una obra que tiene una gran riqueza de amor, de las que ayudan en la existencia de uno”. ¿Pero no hasta el punto de adherirse al Opus Dei ? “No”, dice mientras sonríe. “No sé qué harían con un numerario o supernumerario como yo”.
Alba Digital
Con su labia veloz -más italiana imposible-, Tosatti empieza hablando de su infancia, trágicamente mutilada por la muerte de su padre -un famoso periodista deportivo- en 1949 en la catástrofe aérea de Superga, en Turín, en la que pereció toda la plantilla del Torino, por entonces uno de los mejores equipos de fútbol de Europa. Tenía año y medio.
Persona antirreligiosaHijo de madre católica, fue monaguillo hasta los once o doce años; en la adolescencia se distanció de forma radical de la Iglesia y de la religión. Como tantos otros de su generación. “Llegué a ser una persona sustancialmente antirreligiosa”, admite.
Periodista de raza, durante años escribió sobre temas tan dispares como sucesos, información política, crónica parlamentaria y asuntos educativos. En esta última sección estaba cuando, en 1981, La Stampa le propuso suceder a Lamberto Furno como vaticanista del diario. “Me dije a mí mismo: ¿por qué no? Era un mundo que no trataba desde hacía tiempo, tuve que volver a estudiarlo”.
Durante más de una década cubrió los acontecimientos de Juan Pablo II y de su Curia “bajo un prisma muy laico. No era creyente, si bien me interesaba la espiritualidad en sentido amplio, especialmente las religiones orientales y el islam”. Y no sentía ningún afecto especial por el Papa Wojtyla. “Era una relación estrictamente profesional”.
Sin embargo, a mediados de los años 90, se produce un punto de inflexión. “Me impresionaba la forma de rezar del Papa. Me di cuenta de que era de una humanidad extraordinaria, de una gran inteligencia, y su trayectoria no era en absoluto clerical: no había ido al seminario, era un actor de teatro”, afirma.Y algo más espiritual habría, se supone. “Cuando le observaba, me daba cuenta de que su fe era como la de un niño, muy sencilla, incluso algo candorosa. Desde entonces, volví a la oración”.
Es el principio de un largo proceso “que aún sigue, porque (se produce un largo silencio) mi fe no está desprovista de dudas. Es una paradoja algo extraña, ya que ahora me parece tan evidente tener que creer en algo....”.
Porque Cristo resucitóPara Tosatti, la larga duración de este proceso también se debe a “una tensión y hay un tipo de estudio que nunca había experimentado”. ¿Qué significa esto? “Significa que cuanto más leo la historia del cristianismo, más me doy cuenta de que nuestra fe no es genérica, sino que está vinculada a hechos históricos y a creer no sólo en Dios, sino también en los testimonios de los que han pagado y siguen pagando por su fe”.
Prosigue: “El hecho sociológico que más me ha impactado fue cuando uno de los apóstoles -el que más tarde lideraría la Iglesia- traicionó a Jesús en el momento más crítico. Y, poco tiempo después, él y el resto estaban dispuestos a morir por decir que le habían visto resucitar”.
La Resurrección es, pues, el principal motivo de la conversión de Tosatti. “Es el punto central de nuestra fe porque a Dios se le puede creer por lo que demostró. Es decir, por morir y resucitar. Sólo después de ver esto, sucede algo en la cabeza y en el corazón. Históricamente es inexplicable”.El informador que lleva dentro vuelve a escena cuando se le pregunta cómo su conversión ha influido en su trabajo. “Ha influido en el sentido de que sentí la necesidad de profundizar más. Si pude haber sido superficial -y lo fui-, ahora mi responsabilidad es ser preciso. Porque mi primer deber es informar. Primero soy periodista y luego viene el resto”.
Obviamente, no olvida a Juan Pablo II, cinco años después de su muerte, e insiste en decir que “no fue un hombre de Gobierno sino un gran místico y una figura cuyo cometido era galvanizar a la Iglesia y hacer redescubrir al mundo la belleza de ser cristiano”. Con Tosatti, sin quererlo, lo consiguió.Su trayectoria de vuelta a la fe sería incompleta sin mencionar el ascendiente que sobre él ha tenido Camino, el libro de san Josemaría Escrivá. “Una obra que tiene una gran riqueza de amor, de las que ayudan en la existencia de uno”. ¿Pero no hasta el punto de adherirse al Opus Dei ? “No”, dice mientras sonríe. “No sé qué harían con un numerario o supernumerario como yo”.
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