La fuente del amor no somos nosotros, eso es la más pura de las evidencias, pero esa fuente ni siquiera es el Hijo, sino el Padre; de él es de donde procede nuestro amor y de él es de donde procede el amor que el Hijo nos tiene. Por eso puede él permanecer en el amor que nos tiene, y nosotros podemos permanecer en el amor que le tenemos a él. Pero hay una prueba de que ese amor permanece en nosotros: cuando cumplimos lo que es su voluntad para nosotros. Juan dice cuando él, y nosotros con él, cumplimos los mandamientos de nuestro Padre. Pero, cuidado, no nos confundamos. No es un conjunto de reglas y preceptos que Dios nos ha impuesto y debemos cumplir. Incluso no podemos olvidar que los diez mandamientos se enuncian de modo negativo: no matarás, sin con ello, en principio, decirnos qué debemos hacer, aunque, es claro, nuestro comportamiento deber ser tal que lleve a nunca matar; hay un hecho, el matar, y todo un ámbito de vida que girará en torno a lo que podría llevarnos a matar, en donde deberemos ser extremadamente cuidadosos.
El mandamiento será, pues, una cuestión de cuidado: de cuidadoso cuidado. Debemos ser fieles en nuestro cuidado del otro para no matar. No podemos ocultarnos del Señor, como Caín, para matar a Abel. Y el cuidado es, a su vez, cuestión de amor. Mas la plenitud del amor nos viene del Padre, de donde procede la torrentera de ese amor que para él es su mismo modo de ser, ser en completud.
Una torrentera de amor que, procediendo del Padre, nos llega por medio del Espíritu Santo. Ahora, pues, precisamente ahora, es cuando, habiendo subido Jesús, el Hijo, al seno del Padre, nos va a enviar el Espíritu con la fuerza de la gracia de Dios que nos santifica. Una fuerza, pues, que llega a nosotros por nuestra fe en quien muriera por y para nosotros en la cruz. Esa torrentera de amor que nos llega tiene en nosotros una puerta: nuestra fe en Jesús, el Cristo; en que en él se ha cumplido lo anunciado desde antiguo: que el Señor está con nosotros para siempre.
Tenía la Iglesia tal confianza en el Espíritu, que echaron a suertes.
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1 comentario:
Pues que privilegio es estar alimentandome en su Iglesia de todo lo que de Ella recibo!!
Solo agradecimiento es lo que siente mi Corazón!! Gracias Balbi
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