sábado, 16 de mayo de 2009

UNA MANO DISPARÓ; OTRA DESVIÓ LA BALA



El 13 de mayo, el Santo Padre había desayunado con el Profesor Lejeune, su esposa y otro invitado, luego, con toda tranquilidad se dirigió a la Plaza de San Pedro. Al dar la vuelta por la plaza, cerca de la puerta de bronce, el turco Mehmet Ali Agja le disparó, hiriéndolo en el abdomen, en el codo derecho y en el índice de la mano izquierda.
Nadie creía que esto hubiese podido ocurrir. Yo estaba detrás del Santo Padre, aturdido, no lograba comprender nada. El ruido en la plaza era ensordecedor. Todas las palomas alzaron el vuelo. Alguien había disparado, pero quién podría ser? Me di cuenta que el Santo Padre estaba herido; pero no veíamos señales de sangre. Entonces, le pregunté, ¿dónde? Y él me respondió: en el vientre. Tiene dolor, añadí y asintió, sí. El iba en el auto apoyado en mí; de ahí pasamos a una ambulancia. Su Santidad llevaba los ojos cerrados, se notaba que sufría mientras repetía algunas oraciones breves. Sobre todo, si mal no recuerdo: " ¡María, madre mía. María, madre mía!"
El Dr Buzzonetti y la hermana Camila iban con nosotros en la ambulancia que corría veloz, ningún tipo de policía nos acompañaba. La sirena comenzó a sonar un centenar de metros más tarde. El trayecto que normalmente se hace en media hora nosotros lo hicimos en ocho minutos en plena circulación de Roma. Tiempo después, el Santo Padre me dijo que había guardado consciencia hasta su llegada al hospital y que siempre estuvo convencido de que las heridas no serían mortales.


Doscientos polacos trajeron de Polonia una imagen de N. S. de Chestokova y la colocaron en el suelo frente a la silla del Papa, mientras oraban con mucho fervor.La operación duró cinco horas y veinte minutos. El estado del herido era considerado como muy grave. La tensión la tenía bajísima. Monseñor Dziwisz le dio la extremaunción. "Al principio todo era angustia; pero la esperanza volvió gradualmente durante la operación. Luego, se supo que ningún órgano vital había sido tocado y que tenía posibilidades de salir con vida". Había perdido tres cuartos de su sangre y la transfusión sanguínea vino a transmitirle un virus. Pasó mucho tiempo en reanimación, pero cinco días después del atentado, aludiendo a un proverbio polaco, declaró: "Una mano disparó, otra desvió la bala".
Él le había pedido al obispo de Fátima, entonces en Roma, que viniera a su lecho de enfermo a hablarle del mensaje de la Virgen y después del Ángelus del domingo siguiente. En un mensaje grabado en su habitación del hospital, el Santo Padre le confiaba al Corazón Inmaculado de María toda la humanidad. Un año más tarde, el 13 de mayo de 1982 rindió gracias a la Virgen de Fátima y una de las balas sería incrustada en la corona de la Virgen. El 25 de marzo de 1984 junto con los obispos del mundo entero celebra la consagración al Corazón Inmaculado de María solicitado por la Virgen y Rusia sería liberada del comunismo poco después, sin derramamiento de sangre.
El 13 de mayo del 2000, en Fátima, durante la beatificación de los dos pastorcitos, Jacinta y Francisco, revela el contenido de la última parte del mensaje de Fátima que hablaba de los sufrimientos de la Iglesia y del "obispo vestido de blanco", herido de "dos disparos de arma de fuego", señalando que veía en ese mensaje el anuncio del atentado del 13 mayo de 1981. Siempre frente a la estatua de Fátima, el 8 de octubre del 2000, durante el Jubileo de los obispos, el Papa pronuncia en la Plaza de San Pedro el Acto solemne de confianza con el que ponía el III milenio bajo la protección de la Virgen.

Testimonio de Monseñor Stanislas Dziwisz,Citado por André Frossard en "N'ayez pas peur. Dialogue avec Jean-Paul II"(Robert Laffont, París, 1982) - p.333 a 345)

El Papa Benedicto XVI se despidió de Tierra Santa junto al Santo Sepulcro


Benedicto XVI lanzó un profundo mensaje de esperanza para el futuro de la Iglesia al visitar en la mañana de este viernes el Santo Sepulcro, lugar, según la tradición, de la crucifixión, sepultura y resurrección de Cristo, última meta de su peregrinación a los santos lugares.
"Aquí la historia de la humanidad cambió definitivamente", afirmó el pontífice en un discurso ante la tumba vacía del Salvador, que se convirtió en una meditación sobre el misterio central del cristianismo, su resurrección al tercer día de su muerte.
Poco antes de las diez de la mañana, Benedicto XVI entró andando en la plaza del Santo Sepulcro. Al llegar a la plaza y enfrente de la puerta de la Basílica el Santo Padre fue acogido por los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, junto a los representantes del Patriarcado greco-ortodoxo y de la Iglesia apostólica armenia, en representación de las tres iglesias que, en virtud del "statu quo", el decreto imperial emitido por el sultán turco en 1852, son las tres principales responsables de la organización del culto de las seis comunidades cristianas presentes en la Basílica.
Dentro del templo, el Papa besó y rezó unos momentos ante la piedra donde, según la tradición, fue embalsamado Cristo, antes de ser enterrado.
Tras las palabras de bienvenida del custodio de Tierra Santa, el padre Pierbattista Pizzaballa, se entonó el Te Deum y el Papa se dirigió al templete del Santo Sepulcro, que se encuentra dentro de la basílica, donde se conserva la piedra en la que, según la tradición cristiana, fue depositado el cuerpo de Cristo crucificado.
Tras unos momentos de oración en silencio, el Papa regresó a la basílica para escuchar la bienvenida del patriarca latino, Su Beatitud Fouad Twal.En su meditación, el Santo Padre constató cómo "aquí Cristo, el nuevo Adán, nos ha enseñado que el mal nunca tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte, que nuestro futuro y el de la humanidad está en las manos de un Dios providente y fiel"."La tumba vacía nos habla de esperanza --reconoció--, la misma que no defrauda, porque es don del Espíritu Santo, que nos da la vida (cf. Romanos 5, 5). Este es el mensaje que hoy deseo dejaros, al concluir mi peregrinación a Tierra Santa".
"¡Que la esperanza se eleve nuevamente, por la gracia de Dios, en el corazón de cada persona que vive en estas tierras!", deseó.
Al final, el papa se dirigió a la Capilla de las Apariciones para adorar al santísimo Sacramento, antes de subir al Gólgota para recogerse en silencio en oración ante el lugar del Calvario.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo pido al papa Juan Pablo ll su ayuda en esta hora tan indigna y desgraciada en nuestra España.El Papa amaba y defendia la vida poderosamente.Aqui se decide dobre ella en la frialdad de un consejo de ministros.En nuestra patria,se ha restablecido la pena de muerte para los que no tienen derecho a nada.Esa es la cruda verdad.Lo de los 16 años,con ser terrible,no es lo peor.Será seguramente una concesión en los retoques.Lo terrible es que no va a ser punible nada,después de las 22 semanas,se puede matar hasta momentos antes del parto,no nos equivoquemos.Que la Santa Virgen,amor de los amores de aquel papa,nos ayude ¿que va a ser de nosotros?.Se rien de la vida,se burlan de ella ¿que nos queda?.M.A

javier dijo...

alguien me podría decir por favor, de dónde es el cuadro del Papa Juan Pablo 2 y la virgen que lo abraza?, es que se casan mis mejores amigos polacos y les quiero hacer una copia.

Un saludo y gracias
javier de zaragoza

Estaesnuestracasa dijo...

Hola Javier:
No podemos darte la información que solicitas, porque no disponemos de ella.
Trata de seguir buscando en internet y si nosotros, encontramos algo, te lo dejaremos aquí mismo escrito.
Un saludo.