domingo, 10 de mayo de 2009

DOMINGO V DE PASCUA y BENEDICTO XVI EN EL MONTE NEBO



Estamos destinados a reproducir la imagen de Jesucristo / Autor: Raniero Cantalamessa, ofmcap.

V Domingo de Pascua - B
Hechos 9, 26-31; I Juan 3, 18-24; Juan 15, 1-8

Todo sarmiento que da fruto, lo poda
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo poda, para que dé más fruto».
En su enseñanza Jesús parte con frecuencia de cosas familiares para cuantos le escuchan, cosas que estaban ante los ojos de todos. Esta vez nos habla con la imagen de la vid y los sarmientos.
Jesús expone dos casos. El primero, negativo: el sarmiento está seco, no da fruto, así que es cortado y desechado; el segundo, positivo: el sarmiento está aún vivo y sano, por lo que es podado. Ya este contraste nos dice que la poda no es un acto hostil hacia el sarmiento. El viñador espera todavía mucho de él, sabe que puede dar frutos, tiene confianza en él. Lo mismo ocurre en el plano espiritual. Cuando Dios interviene en nuestra vida con la cruz, no quiere decir que esté irritado con nosotros. Justamente lo contrario.
Pero ¿por qué el viñador poda el sarmiento y hace «llorar», como se suele decir, a la vid? Por un motivo muy sencillo: si no es podada, la fuerza de la vid se desperdicia, dará tal vez más racimos de lo debido, con la consecuencia de que no todos maduren y de que descienda la graduación del vino. Si permanece mucho tiempo sin ser podada, la vid hasta se asilvestra y produce sólo pámpanos y uva silvestre.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Vivir es elegir, y elegir es renunciar. La persona que en la vida quiere hacer demasiadas cosas, o cultiva una infinidad de intereses y de aficiones, se dispersa; no sobresaldrá en nada. Hay que tener el valor de hacer elecciones, de dejar aparte algunos intereses secundarios para concentrarse en otros primarios. ¡Podar!

Esto es aún más verdadero en la vida espiritual. La santidad se parece a la escultura. Leonardo da Vinci definió la escultura como «el arte de quitar». Las otras artes consisten en poner algo: color en el lienzo en la pintura, piedra sobre piedra en la arquitectura, nota tras nota en la música. Sólo la escultura consiste en quitar: quitar los pedazos de mármol que están de más para que surja la figura que se tiene en la mente. También la perfección cristiana se obtiene así, quitando, haciendo caer los pedazos inútiles, esto es, los deseos, ambiciones, proyectos y tendencias carnales que nos dispersan por todas partes y no nos dejan acabar nada.

Un día, Miguel Ángel, paseando por un jardín de Florencia, vio, en una esquina, un bloque de mármol que asomaba desde debajo de la tierra, medio cubierto de hierba y barro. Se paró en seco, como si hubiera visto a alguien, y dirigiéndose a los amigos que estaban con él exclamó: «En ese bloque de mármol está encerrado un ángel; debo sacarlo fuera». Y armado de cincel empezó a trabajar aquel bloque hasta que surgió la figura de un bello ángel.

También Dios nos mira y nos ve así: como bloques de piedra aún informes, y dice para sí: «Ahí dentro está escondida una criatura nueva y bella que espera salir a la luz; más aún, está escondida la imagen de mi propio Hijo Jesucristo [nosotros estamos destinados a «reproducir la imagen de su Hijo» (Rm 8, 29. Ndt)]; ¡quiero sacarla fuera!». ¿Entonces qué hace? Toma el cincel, que es la cruz, y comienza a trabajarnos; toma las tijeras de podar y empieza a hacerlo. ¡No debemos pensar en quién sabe qué cruces terribles! Normalmente Él no añade nada a lo que la vida, por sí sola, presenta de sufrimiento, fatiga, tribulaciones; sólo hace que todas estas cosas sirvan para nuestra purificación. Nos ayuda a no desperdiciarlas
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Benedicto XVI lanzó este sábado un llamamiento a superar los obstáculos para la reconciliación entre judíos y cristianos desde el Monte Nebo, la puerta de la Tierra Santa, donde según la tradición murió Moisés.
Con la visita a la antigua Basílica del Memorial de Moisés en el Monte Nebo, atendida por la Custodia Franciscana de Tierra Santa, en el segundo día de su visita a Jordania, el Papa comenzó su peregrinación espiritual, disfrutando de la misma visión, desde una altura de 800 metros, que pudo apreciar el profeta después de 40 años de Éxodo desde Egipto.
"Que este encuentro --dijo el Papa-- inspire en nosotros un renovado amor por el canon de la Sagrada Escritura y el deseo de superar todos los obstáculos a la reconciliación entre cristianos y judíos, en el respeto recíproco y en la cooperación al servicio de aquella paz a la que la Palabra de Dios nos llama".
El obispo de Roma fue recibido en la Basílica, que se remonta al siglo IV, por el ministro general de la Orden de los Hermanos Menores, fray José Rodríguez Carballo, a quien el Santo Padre agradeció en nombre de la Iglesia su presencia secular en estas tierras, en fidelidad al carisma de san Francisco.
"Es justo que mi peregrinación comience en esta montaña, donde Moisés contempló desde lejos la Tierra Prometida", aseguró
El Papa se asomó al mirador desde el que en esta ocasión no pudo llegar a ver Jerusalén a causa de la niebla, aunque pudo apreciar otros muchos lugares bíblicos.
"Sobre estas alturas --reconoció--, la memoria de Moisés invita a 'elevar los ojos' para abrazar con gratitud no sólo las obras maravillosas de Dios en el pasado, sino también a mirar con fe y esperanza al futuro que tiene reservado para nosotros y para el mundo entero"."Sabemos, como Moisés que no veremos el pleno cumplimiento del plan de Dios en nuestra vida", advirtió.
"Y, sin embargo --aclaró--, estamos convencidos de que, llevando a cabo nuestra pequeña parte y siendo fieles a la vocación que cada uno ha recibido, contribuiremos a enderezar los caminos del Señor y saludar el alba de su reino".
"Siguiendo las huellas de los innumerables peregrinos que nos han precedido a lo largo de los siglos, estamos llamados a apreciar cada vez más el don de nuestra fe y a crecer en aquella comunión que trasciende todos los límites de lengua, raza y cultura", concluyó.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco a una persona que ama profundamente a Dios,que se confia a El en todo y que ha sufrido mucho,perder a su única hija entre otras cosas.Siempre dice que teme "la poda",no es para menos.Quitar lo que le sobra al marmol para sacar de él,la belleza...podemos descubrir que sin cruces añadidas,si algo sobra,una mano muy amorosa lo va a elimunar.Descubrir que podar,puede ser elegir y dejar que el Señor lo haga por nosotros porque somos incapaces de no dispersarnos.Si no soy capaz de entenderlo asi,y es muy dificil a veces,no puedo tener confianza.Un abrazo M.A

David Sánchez Ramos, Sacerdote de Jesucristo dijo...

"separados de mí no podéis hacer nada". Permanezcamos siempre junto a él, junto a la Vid, sólo así todo, todo en nuestra vida tendrá y dará fruto: las amistades, el grupo, las actividades... todo tendrá fruto si partimos desde Él; más aún, solo desde Él todo tiene solución. Amándole a Él ya nos estaremos amando entre nosotros,y a los demás. La vid está viva, y nosotros bebiendo de esa sabia también estaremos vivos. qDtb+