lunes, 18 de marzo de 2013

"EL QUE ME SIGUE, NO CAMINA EN TINIEBLAS"


En el Evangelio de hoy escuchamos estas palabras de Cristo: “Yo soy la luz del mundo”. Son varias la “definiciones” que Jesús hace de sí mismo: “el buen pastor”, “la vid verdadera”, “el pan de vida”,… imágenes todas ellas que nos ayudan a entender como todo lo que podemos desear se encuentra en su persona.

La imagen de la luz se contrapone inmediatamente a la de las tinieblas. En la primera lectura escuchamos un relato que sigue impresionándonos. Unos ancianos lujuriosos calumnian a una joven que se ha negado a satisfacer sus pasiones. A pesar de que la amenazan, ella prefiere caer en manos de ellos que “pecar contra Dios”. En la vida de la casta Susana se nos muestra como la fe en Dios ilumina su vida y es luz para ella. Lo es en el hecho de no ceder a las pretensiones desvergonzadas de aquellos malvados, y lo es también a la hora de mantenerse firme a pesar de que pueden sobrevenirle injustos males por su decisión. Este es un ejemplo de luz. Vemos como no sólo comporta una claridad para ver lo que corresponde hacer en un determinado momento, sino que también conlleva la fuerza para realizarlo.

Por contraste observamos como aquellos ancianos caminan en una oscuridad cada vez mayor. Se muestra en su comportamiento lascivo. Y nos dice la primera lectura que “pervirtieron su corazón y desviaron los ojos, para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes”. Se nos muestran como personas que se apartan de la luz que conocen para adentrarse en la oscuridad. Y emprenden un camino que le conduce, cada vez más, por caminos oscuros. Así primero desean a Susana, después la calumnian y pretenden que sea ajusticiada, finalmente quedan presos en sus propias mentiras.
En el diálogo con los fariseos estos le piden pruebas testimoniales. El paralelismo con la primera lectura nos muestras que intentan desacreditar a Cristo, pero lo hacen desde la oscuridad. No encuentran nada contra el Señor y caen en argumentos absurdos. Jesús les dice que ellos juzgan “según la carne”. En esta expresión de contenido profundo se señala que no están en el camino de la verdad, ni les interesa. En vez de reconocer al Señor, por sus palabras, por su bondad, por sus obras… buscan la manera de mantenerse en la oscuridad de sus interpretaciones. Todo lo que el Señor les dice es un abrirse a la verdad, un dejarse iluminar.

Estos días finales de Cuaresma vienen marcados por la elección del nuevo Papa: Francisco. Dios nos ha dado un nuevo Papa y toda la Iglesia se ha llenado de alegría. Son muchos los feligreses que se han sentido de inmediato cautivados por su sencillez y también por sus palabras. Ahí hay una luz de Dios, que en cada momento de la historia nos habla de una determinada manera. Y hay que aprovechar esa luz que nos llega. Es propio de los católicos una gran adhesión a la persona de Pedro. Secundamos sus enseñanzas magisteriales pero también sentimos cercana su persona y le profesamos un sincero afecto.
Pidamos al Señor que lo llene con su luz para que también él nos ilumine en el seguimiento de Cristo. De hecho, en las pocas palabras que le hemos oído ya nos ha puesto en el seguimiento de Cristo y aferrados a su cruz.

Comentario a la liturgia del día en www.archimadrid.org

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