sábado, 25 de agosto de 2012

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

Liturgia de la Palabra: Jos 24, 1-2a. 15-17. 18b; Sal 33; Ef 5, 21-32; Jn 6, 60-69

La Palabra
“- Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir (…)
-«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios”.

-«¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: -«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Meditación

Está próximo el mes de septiembre. Posiblemente, después de un tiempo de vacaciones,la Palabra de este domingo invita a un ejercicio de discernimiento.

Cuando se ha tenido la posibilidad de gozar de unos días distendidos, en espacios donde se ha podido vivir de manera anónima y relajada, es el momento de averiguar hasta qué punto la identidad creyente ha determinado el comportamiento.

Sólo cuando se siente la libertad de actuar sin que se arriesgue el buen nombre, cabe descubrir si el comportamiento personal es coherente con la fe que se profesa.

No se trata sólo de actuar con honradez y honestidad, que ya es un signo de coherencia, sino de averiguar si se ha permanecido en el propio interior y ante la sociedad como creyentes en Dios, cristianos que testimonian que Jesucristo es el único Señor.

La propuesta de Josué a los israelitas sobre su opción de permanecer como pueblo de Dios cuando ya no necesitaban el maná, y la confesión de Pedro en los momentos en que se produjo una desbandada de los discípulos, escandalizados por las palabras de Jesús, reflejan muy bien la coyuntura que ofrece el tiempo de vacaciones para manifestar libremente la pertenencia cristiana y la firmeza de la fe.

En este tiempo es fácil distinguir lo que es transitorio de lo que es permanente, la relación que se agota de la que perdura, lo que dan de sí las cosas y ciertas ofertas de lo que da Dios, no para volverse escéptico, sino para permanecer afianzados en quien es el único Dios.

Oración

“Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.”

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