domingo, 5 de diciembre de 2010

VERBUM DOMINI III

5. EL PRÓLOGO DEL EVANGELIO DE JUAN COMO GUÍA

Con esta Exhortación apostólica postsinodal, deseo que los resultados del Sínodo influyan eficazmente en la vida de la Iglesia, en relación con las Sagradas Escrituras, en su interpretación en la liturgia, en la catequesis, así como en la investigación científica, para que la Biblia no quede como una palabra del pasado, sino como algo vivo y actual. A este propósito, me pronpongo presenta y profundizar los resultados del Sínodo en referencia constante al Prólogo del Evangelio de S. Juan (Jn 1,1-18), en el que se nos anuncia el fundamento de nuestra vida: el Verbo que desde el principio está junto a Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). Se trata de un texto admirable que nos ofrece la síntesis de toda la fe cristiana. Juan, a quien la tradición señala como "el discípulo al que Jesús amaba" (Jn. 13,23;20,2;21,7.20), sacó de su experiencia personal de encuentro y seguimiento de Cristo, una certeza interior: Jesús es la Sabiduría de Dios encarnada, su Palabra eterna que se ha hecho hombre mortal.
Que aquel que "vió y creyó" (Jn. 19,34) nos ayude también a nosotros a reclinar nuestra cabeza sobre el pecho de Cristo (Jn. 13,25) del que brotaron sangre y agua (Jn. 19,34), símbolo de los sacramentos de la Iglesia.
Siguiendo el ejemplo del apóstol Juan y de otros autores inspirados, dejémonos guiar por el Espíritu Santo para amar cada vez más la Palabra de Dios.

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