martes, 21 de julio de 2009

ENTRE LOS PLANOS TAMBIÉN ANDA DIOS



Etsuro Sotoo: “La Sagrada Familia es un catecismo de piedra”
10/07/2009 Gonzalo Altozano Alba Digital

"Tenemos que afrontar la realidad como si fuéramos niños"
A Europa llegó desde Japón (donde era profesor de Bellas Artes) para estudiar los “orígenes de la piedra”. Su primer trabajo aquí fue como restaurador en Alemania. Pero conoció la Sagrada Familia de Barcelona y pidió ser empleado allí, aunque fuera de picapedrero. Sus planes para unos meses se prorrogaron hasta hoy, treinta años después. Y lo que le queda. A lo largo de la entrevista, Etsuro habla con generosidad de Antonio Gaudí y de la Sagrada Familia, su maestro y su escuela en la fe, claves de una conversión labrada a piedra (el sello de Sotoo bien podría ser una cruz, un martillo y un cincel). Bonito homenaje a la universalidad de la Iglesia que la construcción de la Sagrada Familia la inició un español de Reus en 1882 y entre sus continuadores se cuente hoy este simpático y curiosísimo japonés de Fukuoka.
-¿Qué le llevó a Europa, el azar o la providencia?
-La providencia. ¡Todo es providencia!
-Y ya en Europa, Barcelona. ¿Le costó entender a Gaudí la primera vez que visitó la Sagrada Familia?
-Ya entonces, aunque no era católico, quería serle fiel a Gaudí, entender su esencia. Pero me di cuenta de que, por mucha que fuera mi voluntad, sólo podría llegar hasta cierto punto.
-Sin embargo…
-Aprendí que debía mirar no a Gaudí, sino hacia donde miraba Gaudí. Porque hay mucha diferencia entre ser católico y no serlo. Si no lo eres, navegarás por la superficie de un mar llamado Gaudí. Si lo eres, descenderás hasta el fondo de ese mar.
-¿No se ahoga?

-No. Es como entrar en otra dimensión.
-Su conversión al catolicismo, ¿influyó en su manera trabajar?
-Se volvió más fácil, más segura. Ahora trabajo con menos dudas, con más libertad, porque percibo inmediatamente el sentido de lo que hago.
-¿Quiere eso decir que para usted la Sagrada Familia no tiene secretos?
-Aún hoy -¡treinta años después!- descubro cosas. Gaudí quería hacer un catecismo de piedra en el que la gente pudiera, precisamente, aprender todos los días, siempre.
-¿Con qué fin?
-Con el de que la gente que la visitara volviese. Porque no hay mejor iglesia que aquella que se revisita.
-Objetivo cumplido: la Sagrada Familia es de los monumentos más visitados -y revisitados- de España.
-Porque los que la visitan buscan algo, da igual si lo saben como si no. La Sagrada Familia es un punto donde es posible encontrar lo que se busca.
-Tanto turista ¿no le desagrada?
-¡No! Me encanta ver sus bocas abiertas, sus ojos de sorpresa.
-Y cuando reza, ¿no le distraen?
-En la oración, aunque haya mil personas alrededor, sólo estáis Cristo y tú.
-O sea, que la gente no le molesta, no es usted el típico artista estirado.
-La Sagrada Familia es más fácil que la entienda un niño o una ama de casa que un arquitecto moderno.
-¿Por qué?
-Porque muchos arquitectos construyen no para mejorar la vida de la gente, sino para homenajearse a sí mismos. Todo lo contrario que Gaudí.
-Para usted el arte no es sólo una fuente de ingresos, de fama.
-Ha de ser, sobre todo, y como cualquier disciplina humana, un vehículo (a veces un Alfa Romeo, a veces un Doscaballos) que conduce a la Verdad.
-Y en ese camino, su guía ha sido…
-Gaudí.
-A su maestro le preguntaban con frecuencia cuándo iba a estar lista la Sagrada Familia.
-Y él respondía: “El cliente no tiene prisa”. El cliente, claro, era -y sigue siendo- Dios.
-¿Y usted? ¿Tiene prisa?
-Pienso que cuanto más tardemos, mejor.
-¿Por qué?
-Porque mientras la construimos tenemos ocasión de aprender. Sin embargo, una vez construida…
-¿Tanto se aprende?
-Gaudí no construyó la Sagrada Familia. ¡Fue la Sagrada Familia la que construyó a Gaudí! Lo mismo nos pasa a los que trabajamos en ella.
-En algún momento tendrán que inaugurarla. ¿Le entristece?
-No, porque sé que al día siguiente empezaremos a trabajar en su restauración, que será también la nuestra.
-Propone que la Sagrada Familia sea la catedral de Europa.
-Es una ilusión, un sueño. Pienso que tenemos que afrontar la realidad con humildad, sin prejuicios ni ideologías, como si fuéramos niños, eternos hijos de Dios.
-¿Y la oración? ¿Entra usted en ella como un niño?
-Yo, cuando rezo, le pido a Dios que me haga mejor persona. Es mi lucha diaria. Y cuando venzo, aunque sólo sea por un momento, doy gracias.

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