lunes, 24 de septiembre de 2012

SEDUCIDA POR LA ALEGRÍA DE LA FE


Paula ha vuelto este verano a Madrid. Esta holandesa de 25 años ha venido al lugar donde, hace un año, vivió una intensa experiencia de fe, durante la JMJ, para participar en una convivencia. España fue también el escenario de su conversión. Igualmente en aquella ocasión estaba presente Benedicto XVI. Paula había decidido acompañar a unas amigas en el Camino de Santiago, en el momento en que llegaba el Papa peregrino

Paula, todavía no convertida al catolicismo,
se enfunda la bandera vaticana, ante la llegada
del Papa a Santiago, en 2010
A los 19 años, Paula se bautizó protestante, la fe de sus padres. De ellos, aprendió a «a amar a Dios, a trabajar duro y a querer a la gente de mi alrededor». Su vida de fe parecía resuelta, pero pronto pegaría un brusco giro.
Entró en una residencia católica de estudiantes mientras estudiaba la carrera. «Hasta ese momento -afirma-, nunca había conocido a nadie que fuera católico de verdad». Le llamó la atención «la alegría de la gente, el espíritu de servicio y el interés que todos mostraban por mí», aunque «duró unos cuantos años hasta que entendí que esa alegría tenía su origen en la fe». Un año después, no le costaría reconocerse en aquellas palabras de Benedicto XVI, al final de la JMJ: «Comunicad a los demás la alegría de la fe».
En la residencia, empezó a interesarse por el catolicismo, «pero simplemente por curiosidad, porque era algo que no conocía». Pero el interés iba a más: se compró el Catecismo de la Iglesia católica, leía muchos libros y hacía muchas preguntas a sus compañeras, como: «¿Por qué te arrodillas cuando entras a una iglesia?; ¿por qué rezáis el Rosario?; ¿cómo es eso de los santos?» Esa curiosidad -está convencida ahora- le venía de la gracia, «porque nunca me he podido explicar el motivo por el cual yo quería saber tanto sobre la fe católica».
La joven holandesa llegó a dedicar muchas horas de estudio a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Ésta es una de las grandes diferencias con los protestantes, y Paula no entendía nada. De nuevo la gracia de Dios actuó y la joven holandesa pensó: «Si realmente quiero entender que Jesús está presente en la Eucaristía, si quiero experimentar su presencia, sentirla y entenderla con toda mi voluntad..., para eso tengo que creerlo». Y empezó a rezar pidiendo fe a Dios y la valentía necesaria para tomar la decisión adecuada.
Conversión en Santiago
Todavía siendo protestante, en 2010, Paula acompañó a Galicia a sus compañeras para hacer el Camino de Santiago. La llegada coincidía con la visita del Papa, en noviembre de 2010. Pero ya antes, mientras recorrían el norte de España, Paula tuvo tiempo para hablar con sus amigas sobre la fe, la Eucaristía, María... Al llegar a Santiago, se colocaron en un punto del recorrido del Papa: «Yo nunca le había visto y no sabía muy bien lo que tenía que parecerme todo aquello. Pensaba: Bueno, ya veremos qué pasa. Pero me sorprendió enormemente el entusiasmo de la multitud. Para mi sorpresa, estaba muy conmovida por la presencia del Papa. De una manera o de otra, me daba cuenta de que no era simplemente un hombre; era realmente el pastor de la Iglesia». Y esa conciencia «fue el comienzo de mi intenso camino de búsqueda hacia la fe católica, que medio año más tarde resultó en mi acogida en la Iglesia».
Cuatro meses después de su viaje a España, se confesó por primera vez, y continuó preparándose para su Primera Comunión. Cuando llegó el día, «estaba bastante nerviosa», pero, al terminar, «sentía que una vida nueva empezaba para mí en ese momento, con Jesús muy cerca de mí, porque le podía recibir cada día». En su segunda comunión, un lunes por la tarde, recuerda que «estaba tan llena por dentro por el hecho de que había podido recibir a Jesús, ¡que me sentía intensamente feliz!»
De nuevo, en España
No tardaría en volver a España, para participar en la JMJ de Madrid 2011. «Me pareció muy bonito ver a tantos jóvenes reunidos. Recibí de esa manera una imagen muy bella de la universalidad de la Iglesia. Además me hizo darme cuenta de que nosotros, como creyentes, somos la Iglesia. No un edificio, no un instituto, sino nosotros somos la Iglesia. Esto es algo muy bello, porque se transforma en algo muy personal, pero además nos da una misión: cuidar de que nosotros sigamos creciendo en la fe para permanecer fieles, hacer que nuestra familia cristiana se haga más numerosa y sentirnos responsables de la vida espiritual de nuestros hermanos y hermanas».
José Calderero
Traducción: Carmen Álvarez
Publicado en Alfa y Omega

1 comentario:

gosspi dijo...

Ay que gozo ver la conversion de Paula...y tantos en la Iglesia que aunque reciben los Sacramentos no sienten esa Alegria.....
Pido para que la Fuerza del Espiritu llegue a estas personas y no falte en mi Casa nunca! un beso