sábado, 9 de julio de 2011

EVANGELIO DEL PRÓXIMO DOMINGO

EVANGELIO

Aquel día, Jesús salió de su casa y se sentó a la orilla del lago. Acudió a él tanta gente, que subió a sentarse en una barca, y toda la gente quedó en la playa. Y les dijo muchas cosas en parábolas:
—Salió el sembrador a sembrar y, al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en un pedregal, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque la semilla no tenía profundidad en la tierra; pero al salir el sol la abrasó y, por no tener raíz, se secó. Otra cayó entre zarzas; las zarzas crecieron y la ahogaron. Otra parte cayó en tierra buena, y dio frutos; una ciento, otra sesenta, otra treinta. ¡El que tenga oídos que oiga!
Los discípulos se le acercaron y le preguntaron:
—¿Por qué les hablas en parábolas?
—Y él les respondió:
—A vosotros se os ha dado conocer los misterios del reino de Dios, pero a ellos no. Pues al que tiene se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por esto les hablo en parábolas, porque miran y no ven, escuchan y no oyen ni entienden. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
Oiréis pero no entenderéis, miraréis pero no veréis.
Porque la mente de este pueblo está embotada,
tienen tapados los oídos y los ojos cerrados,
para no ver nada con sus ojos ni oír con sus oídos,
ni entender con la mente ni convertirse a mí para que yo los cure.

»¡Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
»Así que vosotros entended la parábola del sembrador. Si uno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo sembrado en el corazón. Éste es lo sembrado junto al camino. El pedregal es el que oye la palabra de momento y la acepta con alegría; pero no tiene raíz, es inconstante y, cuando llega la prueba o la persecución a causa de la palabra, inmediatamente se viene abajo. Lo sembrado entre zarzas es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y la seducción de la riqueza ahogan la palabra y queda sin fruto. Lo sembrado en tierra buena es el que oye la palabra y la entiende y da fruto, ciento, sesenta y treinta por uno.


La parábola del sembrador tiene una fuerza especial. Resulta muy sugerente por la gran cantidad de imágenes que incluye, por tratar temas que nunca pasarán de moda, por su tremenda actualidad: Viene la palabra a ti, y tú ¿qué haces con ella?
Hoy nos encantan las tipologías, las clasificaciones, las ordenaciones de tipos de cosas, de tipos de personas… La parábola del sembrador nos plantea cuatro actitudes, nos las pone delante para que nos reflejemos en ellas como en un espejo y nos descubramos en una, o varias, de ellas.
Pero antes de las diferencias, es importante ver los elementos comunes. El sembrador siembra por igual; Jesús ofrece su palabra a todos, sin excepción, sin discriminación; todos, además, la escuchan, así que nadie tiene excusa, nadie puede hacerse el despistado. La palabra de Dios ha llegado a los oídos de todos, ahora la pelota está en su tejado. ¿Qué harán? Esa es la cuestión:
Unos escuchan y no entienden; en el fondo no les interesa. Si algo nos importa de verdad, ya buscamos la manera de comprenderlo, de hacerlo nuestro, de que alguien nos ayude.
Otros escuchan y hasta aceptan con alegría, pero mientras todo funcione bien; en cuanto llegan las dificultades… si te he visto no me acuerdo. Y es que hay dos tipos de alegría, una es superficial, pasajera, efímera, la otra es auténtica, la que brota de las convicciones profundas, de las decisiones tomadas con firmeza. Seguir a Jesús no es un camino fácil, él nunca nos ha engañado con publicidad falsa. Las cartas están boca arriba sobre la mesa: la resurrección pasa por la cruz.
Una tercera actitud es la de quien mide las cosas por interés. En un plato de la balanza pone a Jesús y su mensaje, en el otro las riquezas, el poder, la comodidad… Según qué balanza usemos, se inclinará hacia un lado o el otro. No es fácil descubrir que seguir a Jesús lleva a una felicidad más honda y mejor.
En cuarto lugar está la tierra buena. Todos han escuchado la Palabra, pero solo algunos deciden complicarse la vida para entenderla y vivirla. No es que sean superiores a los demás, quizá solo han tenido un oído más despierto. Estos producen fruto, es decir, se mojan, transforman la sociedad, enriquecen la vida de los que les rodean.
Posiblemente, todos tengamos un poco de cada grupo. La parábola se nos pone delante para que nos revisemos y tomemos nuestra opción.
La Palabra viene a ti, ¿qué haces con ella?

1 comentario:

LAH dijo...

Me han gustado mucho las lecturas de hoy, y pido al Señor ser buena tierra, pero aunque no lo fuera se que la Palabra está Viva y actúa siempre si estás atenta y en alerta. un abrazo.