martes, 26 de mayo de 2009

REAVIVANDO LOS DONES DEL ESPIRITU

Se aproxima la fiesta de Pentecostés.
Vamos a darle un repaso a los dones del Espíritu Santo y a invocarle con fuerza, para que siga renovando la faz de la tierra.

Reavivando los dones del Espíritu / Autora: Nancy Kellar, SC
PARTE I - EL AMOR



"Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos" (2Tm 1 6). "Porque no nos dió el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sinó de fortaleza, de amor y de templanza".


A. El amor motiva los dones
"Buscad el amor. La caridad fraterna enraizada en el amor de Dios es el camino más perfecto"(1Cor 14 1; 13 1). Creo que con frecuencia hemos oído esa frase como un comentario que degrada los dones. Hemos tomado 1Corintios 12 y 14 sobre los dones y 1Corintios 13 sobre el amor, y los hemos enseñado por separado, como si el capítulo 13 de alguna manera convirtiera a los dones en una alternativa secundaria del amor. Creo que necesitamos tomar el amor y los dones juntos. Buscar el camino más perfecto -el amor- es destacar lo que enciende el deseo de los dones. La falta de deseo suprime los dones.Cuanto más nos enamoramos de Jesús, más deseamos dejar que El nos utilice, a cualquier precio, para traer a otros a conocerle. Cuanto más deseamos ser utilizados, más reconocemos nuestra necesidad de ser dotados con Sus dones para el servicio.Cuanto más amamos a nuestra familia y reconocemos su necesidad de conocer a Jesús, más deseamos estar equipados con los dones del Espíritu para hacer esto. Si no reconocemos nuestra necesidad, no desearemos y si no deseamos no pediremos, y a no ser que pidamos ¡no recibiremos! Cuatro veces en los capítulos 12-14 de 1Corintios, Pablo utiliza una palabra griega, zelonte, con respecto a los dones espirituales. Sugiere un deseo apasionado y una busqueda activa de los dones. Quiere decir que los dones no vienen simplemente de modo automático, sino que tienen que ser anhelados y orados. El amor ha de ser el motivo para "aspirar a los carismas superiores" (1Cor 12 31), los que hacen crecer a la Iglesia. Sin este desinterés, los dones se ven apartados de sus fines por el autointerés, la autoglorificación, y pierden su poder para desarrollar el cuerpo de Cristo.



B. Los dones expresan el amor
Los dones son los medios que el Espíritu nos da para expresar el amor de Cristo de manera concreta y práctica. Jesús dijo, "¿Me amas? Apacienta mis corderos". (Jn 21 15). El amor no es un don carismático, ni el don carismático más grande. La palabra "Carisma" nunca se utiliza en el Nuevo Testamento para describir el amor. Pablo no pone el amor en una lista de carismas. El amor es un fruto del Espíritu, uno de los dones esenciales de la gracia junto con la Fe y la Esperanza que todos pueden recibir. Los dones carismáticos se dan algunos a uno, algunos a otros para el trabajo de servicio. He oído decir: "No necesitamos los carismas porque tenemos el carisma más grande, el amor". Mi respuesta a esto es: si un hombre perdido en el desierto se muere de hambre y de sed no le servirá si simplemente decimos que le amamos. Necesitamos hacer algo concreto: alimentarle. Los dones nos dotan para dar el Pan de Vida a los hambrientos y el Agua Vivificante del Espíritu a los sedientos
.


C. El amor libera y purifica los dones
El amor es una parte clave del modo en que Dios se propone que los dones carismáticos se manifiesten en nosotros: nuestro amor hacia los demás y la unidad de unos con otros. Como advertimos en Jn 15, si las ramas no están en unidad unas con otras, no pueden dar fruto. Lo mismo ocurre con los dones del Espíritu utilizados en nuestros grupos de oración, comunidades, grupos de compartir. Las relaciones no reconciliadas coartan el libre ejercicio de los dones. Donde hay desunión, hay pecado y el salario del pecado es la muerte. Por otro lado, las relaciones más profundas, más comprometidas, que vienen de compartir nuestras vidas dan a la gente la sensación de pertenecer, y el valor para arriesgarse a equivocarse, sin el cuál los dones desaparecen sin ser utilizados. "..todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto" (Jn 15 2). Los dones espirituales necesitan ser sometidos a y discernidos en la comunidad. Nosotros, y la gente a la que dirigimos, estamos preparados para utilizar un don cuando estamos preparados para que lo disciernan en la comunidad. La mayor unidad libera el poder del Espíritu; la desunión y el aislamiento apagan los dones del Espíritu.

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