sábado, 31 de octubre de 2009

TREINTA MINUTOS MÁS


El CEU ha celebrado la I edición de los Premios Nacionales «La Puerta del Recuerdo» en homenaje a las víctimas del terrorismo. Uno de estos premios rubricado como «Coraje cívico» fue otorgado a José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones que estuvo encerrado en un zulo 532 días a manos de los terroristas de ETA.

Fue el presidente Aznar el encargado de entregarle el galardón. Durante su intervención, Aznar narró que en aquella noche de tensa espera ante la búsqueda del lugar en que estaba secuestrado Ortega, recibió la llamada del entonces Ministro del Interior Jaime Mayor Oreja. Este le informó que lamentablemente las pesquisas de la Guardia Civil no tenían fruto. El presidente respondió, mejor dicho, rogó que se permitiera a los guardias civiles media hora más para seguir buscando. Durante aquellos oportunos 30 minutos de una interminable y a la vez vertiginosa madrugada, la Benemérita dio finalmente con el zulo que aprisionaba a Ortega Lara.

A unos cientos de kilómetros del lugar de la liberación, en Lerma, provincia de Burgos, en el Convento de las Clarisas, para más señas, las hermanas rezaban por el buen fin de la operación policial, a ruego de un buen amigo de la comunidad como era a la sazón el Director General de la Policía, Juan Cotino. Dicen que algunas, vencidas ya por el sueño, hicieron amago de retirarse a sus celdas. Una de ellas insistió en seguir un poco más con las plegarias. Media hora más. Treinta minutos más. Mil ochocientos segundos más para la esperanza y para la vida.

La oración es el medio privilegiado para que se desarrolle el dinamismo espiritual y la relación con Dios. Es lo que nos procura el encuentro con el Señor. Pero es también el temple de nuestra serena intransigencia con el mal. Nunca menospreciemos la gracia de la oración.

viernes, 30 de octubre de 2009

¿QUÉ ES Y QUE CELEBRA HALLOWEEN?




Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.


Orígenes

La celebración del Halloween se inició con los celtas, antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.

El año céltico concluía en esta fecha que coincide con el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años juntamente con la adoración a su dios el "señor de la muerte", o "Samagin", a quien en este mismo día invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que se mezclara. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folclor popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.

El 31 de octubre por la noche, en los países de cultura anglosajona o de herencia celta, se celebra la víspera de la fiesta de Todos los Santos, con toda una escenografía que antes recordaba a los muertos, luego con la llegada del Cristianismo a las ánimas del Purgatorio, y que ahora se han convertido en una ensalada mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas similares.

En cambio, en los países de cultura mediterránea, el recuerdo de los difuntos y la atención a la muerte se centra en el 2 de noviembre, el día siguiente a la celebración de la resurrección y la alegría del paraíso que espera a la comunidad cristiana, una familia de "santos" como la entendía San Pablo.
Diversas tradiciones se unen, se mezclan y se influyen mutuamente en este comienzo de noviembre en las culturas de los países occidentales. En Asia y Africa, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como en nuestra cultura.

Más sobre Halloween AQUÍ

jueves, 29 de octubre de 2009

KYRIE, FILÔ-SE

Nuestro alejamiento de las lenguas clásicas —un barco a la deriva que se va hundiendo irreparablemente— nos impide disfrutar de delicadezas como la que Benedicto XVI resalta en un pasaje de su último libro, Los apóstoles y los primitivos discípulos de Cristo (Espasa), dedicado a Pedro.
En griego existen dos verbos que designan la acción de amar: filéo, que expresa el amor de la amistad, tierno y entregado, pero no totalizador; y agapáo, que significa amar sin reservas, con una donación completa e incondicional a la persona amada.
El evangelista Juan, cuando refiere el episodio de la aparición de Jesús resucitado a Pedro a orillas del lago Tiberíades, emplea ambos de un modo muy significativo y dilucidador. Podemos imaginarnos ese episodio como el encuentro de dos viejos amigos conscientes de la herida que se ha abierto en su relación, pero dispuestos a restañarla sinceramente, dispuestos a recibir y dar perdón, para que esa herida no ensombrezca el futuro de su amistad.
Pedro sabe que, apenas unos días antes, cuando su amigo más lo necesitaba, lo ha traicionado por cobardía o por mero instinto de supervivencia, negándolo hasta tres veces después de prometerle lealtad absoluta.
Y Jesús, por su parte, sabe que esa traición ha sido consecuencia de la debilidad de su amigo, consecuencia pues de la propia naturaleza humana; y sabe también que su amigo está avergonzado y mohíno por su falta de coraje. Entonces Jesús, dispuesto a olvidar ese desliz, le pregunta a bocajarro: «¿Me amas?».


El evangelista escribe agapâs-me; esto es: «¿Me amas con un amor completo e incondicional?». Es como si Jesús demandara a Pedro un amor superior al que hasta entonces le ha profesado, un amor que excluya las debilidades y que proclame una adhesión entusiasta, acérrima, tal vez sobrehumana.
Nada hubiese resultado más sencillo para Pedro que responder agapô-se («te amo incondicionalmente»), satisfaciendo esa demanda de amor absoluto que Jesús le lanza; pero, consciente de sus limitaciones, consciente de que lo ha traicionado y de que en el futuro tal vez vuelva a hacerlo (aunque, desde luego, nada más alejado de su propósito), Pedro le responde con pudorosa y escueta humildad: Kyrie, filô-se; esto es: «Señor, te quiero al modo humano, con mis limitaciones».
Podemos imaginar que la respuesta de Pedro por un segundo defraudaría a Jesús: ha ofrecido a su amigo su perdón sincero y algo más que su perdón, a cambio de que nunca más le vuelva a fallar; pero su amigo no desea defraudarlo con esperanzas vanas, no desea que Jesús le atribuya virtudes sobrehumanas.
Entonces Jesús insiste y vuelve a usar el verbo agapáo: «¿Me amas más que éstos?», refiriéndose a los discípulos que se hallan junto a Pedro a orillas del lago. Esta segunda pregunta de Jesús debió de incorporar un matiz perentorio, incluso exasperado, algo así como: «Oye, te estoy preguntando que si me amas a muerte, no me vengas con medias tintas».
Pedro sin duda captó ese tono requirente, tal vez incluso enojado de Jesús; y algo debió de temblar dentro de él, tal vez el miedo a decepcionar a su amigo; y no parece improbable que su respuesta tuviese un tono compungido, desfalleciente, lastimado, temeroso de recibir una reprimenda. Pero así y todo volvió a emplear el verbo filéo: «Señor, te quiero a mi pobre y defectuosa manera, con todas mis fragilidades a cuestas».
Entonces Jesús vuelve a interpelarlo por tercera vez, como tres habían sido las veces que su amigo lo había negado, en la noche amarga; pero, para sorpresa de Pedro, que ya estaría esperando un chaparrón de maldiciones e invectivas, Jesús emplea ahora el mismo verbo al que Pedro se había aferrado antes: Fileis-me?
Es un momento de gran fuerza conmovedora, porque Jesús se da cuenta de que no puede exigirle a su amigo algo que no está en la frágil naturaleza humana; y, olvidándose de esa exigencia sobrehumana, se adapta, se amolda a la debilidad de Pedro, a la frágil condición humana, porque entiende que en su amor renqueante que tropieza y cae y sin embargo se vuelve a levantar dispuesto a proseguir sin titubeos su camino puede haber un ímpetu, una alegría de andar superior incluso a la de un amor que se cree vacunado contra todos los tropiezos.
Entonces Pedro, gratificado por el perdón de su amigo que lo acepta como es, que lo abraza también en el tropiezo y en la caída, afirma con alivio, con decisión, con alborozo: «Sabes que te quiero» (filô-se).
Y fueron amigos para siempre. Tal vez porque el amor más exigente e incondicional es el que brindamos a quien no nos viene con demasiadas condiciones y exigencias.



Publicado en "El Semanal" Autor: Juan M. de Prada

miércoles, 28 de octubre de 2009

SOBRE EL BUEN HUMOR

En la imágen Sto. Tomás Moro

En las próximas semanas ofreceremos cada miércoles estas pequeñas reflexiones sobre la virtud del buen humor.




(A propósito de una oración de Santo Tomás Moro)
Autores: Salvatore Moccia y Tomás Trigo


Santo Tomás Moro (1478-1535), Lord Canciller de Inglaterra, fiel servidor de su país y de la Iglesia, decapitado por orden de su amigo, Enrique VIII, por haberse opuesto a su divorcio con Catalina de Aragón y a su intento de convertirse en cabeza de la Iglesia en Inglaterra, no perdió el buen humor ni a la hora de la muerte. Cuando, en la madrugada del 6 de julio de 1535, le comunican que lo van a llevar al sitio del martirio, se pone su mejor vestido y pide su abrigo: “porque doy mi vida, pero un resfriado sí que no me quiero conseguir”.
Antes de subir al cadalso, se le acerca su hijo y le pide la bendición. Después le dice al oficial que dirige la ejecución: “¿Puede ayudarme a subir?, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo”. Una vez arriba, recita arrodillado el salmo 50: “Apiádate de mí, Señor, según tu gran misericordia…”
El verdugo le pide perdón de rodillas –como era costumbre-, y Moro le dice: “¡Ánimo, hombre!, no tengas miedo a cumplir con tu oficio. Mi cuello es muy corto. Ándate, pues, con tiento y no des de lado, para que quede a salvo tu honradez”.
El ejecutor quiere vendarle los ojos, pero Moro se los cubre él mismo, tapándose la cara con un pañuelo que trae. Se reclina despacio, colocando la cabeza sobre el tajo. Al quedarse prendida la barba entre el cuello y el madero, advierte al verdugo: “Por favor, déjame que pase la barba por encima del tajo, no sea que la cortes”.
“Éstas fueron las últimas palabras de Tomás Moro. Supo burlarse de sí mismo y colocar sus asuntos, su propia muerte, bajo la lente de lo absurdo. Y es que ante Dios, única realidad para la que merece la pena vivir, nuestra muerte tampoco es importante. Hay que tener el alma de un niño y tomar con fuerza la mano del Padre, para poder hacer bromas ante la propia muerte” (Tadeusz Daiczer).
El 31 de octubre de 2000, Tomás Moro fue proclamado por Juan Pablo II Patrono de los gobernantes y de los políticos.
En algún momento de su vida –no sabemos cuándo-, compuso esta oración:

Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro,
para que no se asuste ante el pecado,
sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos
y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás.
Amén.

Algunos párrafos de esta oración han inspirado las reflexiones que expondremos.
De todas formas, antes de entrar en profundas reflexiones, pensamos que es muy recomendable rezar esta simpática y realista oración, especialmente cuando atravesemos un mal momento en el trabajo o en los negocios de la vida; cuando las cosas se nos compliquen o cuando, al faltar la actividad, nos quiera adormecer el aburrimiento y el tedio; cuando sintamos que estamos sufriendo debido a ese ser dominante que se llama YO o cuando, debido al cansancio, “ya no estamos para bromas”. Es el momento de pararse un minuto, respirar profundamente, cerrar los ojos y rezar la oración del buen humor.

martes, 27 de octubre de 2009

¿POR QUÉ REZO EL ROSARIO?

De izda. a dcha., Poveda, Bustillo, Caviezel, Vallejo, Aranguren y Requero
Es una plegaria que ha salvado vidas incluso de la bomba atómica y ha convertido a comunistas anticlericales. En el mes de octubre, la Iglesia nos invita a contemplar con más devoción los principales episodios de la vida de Cristo a través de las 50 avemarías de un rosario.Arma poderosa, cada día rezan el rosario miles de personas en todo el mundo, sobre todo en octubre, aunque también en mayo, mes de María. El 7 de octubre de 1571, el Papa san Pío V atribuyó la victoria de Lepanto a la intercesión de María a través de esta oración, cuando la cristiandad era amenazada por lo turcos musulmanes. Por eso instituyó esta fecha como el día de la Virgen del Rosario.
Sobrevivir a Hiroshima
Desde entonces no son pocas las personas que afirman deberle la vida a esta poderosa oración: el Padre jesuita Hubert Schiffer, sobreviviente de la bomba atómica de Hiroshima, aseguró que la Virgen le salvó de la masacre.
Schiffer fue examinado por más de 200 científicos que fueron incapaces de explicar como él y sus compañeros jesuitas habían sobrevivido sin daños estando su casa en medio de la explosión. “En esa casa hubo una sola cosa diferente: rezábamos el rosario diariamente”, explicó en varias ocasiones.Y como el Padre Schiffer hay muchos más que hacen del rosario una devoción diaria. Por ejemplo, el escritor Miguel Aranguren, que lo reza “porque es costumbre de cristiano viejo, porque lo ha pedido la Virgen con insistencia y porque en sus cuentas deposito todas mis inquietudes con enorme confianza”.
El magistrado José Luis Requero lo hace “por la misma razón por la que quiero a mi mujer, a mis hijos, a mi madre…; por la misma razón por la que se habla con la gente a la que se quiere y por razones tan humanas como pedir ayuda, por las de los demás, etc. La vida de piedad es algo muy humano -es una relación con Alguien que se quiere y que te quiere- y a la vez muy divino”.
Otra escritora, María Vallejo Nágera, asegura que el rosario se ha convertido en un arma poderosísima en su vida. “Es el bastión que soporta mis cruces y desalientos. Cada vez que oro con él siento casi físicamente un inmenso amor sobrenatural en mi interior, me acerca a Dios, me sana. Siento que a Él le gusta que nos acerquemos a su corazón de esa manera. Sé que todo un Dios abre los oídos a mi súplica cuando rezo con el rosario.
”El productor del programa radiofónico El Larguero, Carlos Bustillo, reza siempre el que le regaló su mujer: “Lo llevo en el dedo. Me lo mandó hacer a medida en una joyería, hace un montón de años, cuando éramos novios. Procuro rezarlo todos los días. Alguna vez que el Real Madrid ha ganado en el último minuto, De la Morena ha dicho: “Ése ha sido Bustillo, que estaba con las cuentas del rosario, dándole, dándole”.El actor Jim Caviezel comenzó a rezarlo a diario cuando preparaba su papel como Jesucristo en La Pasión y el médico Jesús Poveda, lo hace porque le “va bien; lo rezaba con mis padres y hermanos; en Fátima y en Lourdes la Virgen lo pidió a los videntes; sé que a las mujeres les gusta que las ronden contándoles cosas bonitas; los santos han rezado mucho y bien el rosario”.Su origenLa palabra rosario viene del latín rosarium, “corona de rosas”, flores utilizadas en la Edad Media para adornar imágenes de María.
La tradición de la Iglesia atribuye esta devoción a Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos. La Virgen se le apareció en 1208 cuando le suplicaba ayuda para frenar una herejía de la época. Ella le mostró una bella guirnalda de rosas, pidiéndole que rezara diariamente el rosario y que enseñara a la gente a rezarlo.
Extraído de Alba

lunes, 26 de octubre de 2009

CATECISMO


I "Mira, Señor,la fe de tu Iglesia"


168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor ("Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia", cantamos en el Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romanum, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".


169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, Spir. 1,2). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.

domingo, 25 de octubre de 2009

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, ten compasión de mí».Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí».Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo».Llamaron al ciego diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama».Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver».Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Marcos 10, 46-52


«Señor, que vea»


La curación de un ciego.


Siempre me ha impactado Jericó. En mis viajes a Tierra Santa aparece como un vergel en medio del desierto. Los pasajes del evangelio de Jesús en Jericó tienen siempre la importancia de la cercanía a los pecadores, a los que sufren, a los que no tienen esperanza, es decir, a cada uno de nosotros.El mendigo ciego Bartimeo está sentado en el camino de la vida. Entonces los caminos eran los lugares de paso; por tanto, todos los que deseaban encontrarse con la gente iban a los caminos. Jesús camina con nosotros. Al oír que pasaba Jesús, lo llama por su nombre: Jesús, Hijo de David. Los ciegos, los sordos, los cojos sabían que el Mesías ejercía la misericordia de Dios y tendría compasión de los pobres. En el fondo, Bartimeo le dice: Ejercita conmigo lo que eres. Apiádate de mí, ciego y hambriento en los caminos de la vida. Me sorprende en el Evangelio que los sufrientes siempre llaman a Jesús por su nombre, como este ciego, o como el buen ladrón.

A Teresa de Calcuta le encantaba llamarle sencillamente Jesús.

Jesús se acerca, a pesar de que la gente trata de alejar al ciego del Señor. Casi siempre el obstáculo para el encuentro con Dios viene de los que aparentemente están más cerca de nosotros.Me sorprende más todavía la pregunta de Jesús. Parece que se pasa respetando nuestra libertad, ¿qué va a querer el ciego, sino ver? Pero Jesús se lo pregunta porque su Amor nunca impone nada. Éste es nuestro drama, que el Señor no hará nada sin contar con nosotros. Nuestro drama, porque, al respetar tanto, ¡es tan fácil quedarnos en nuestras mediocridades!...Señor, que vea: ésta es la actitud del corazón creyente. Es el camino de la vida. Ciego por la incomprensión, quiero ver. Ver todo aquello que me cuesta para encontrarte en los hermanos. Verte en mi complicado mundo. Palparte en todas las historias que me acontecen diariamente. Saber que estás más cerca que nunca, aunque aparentemente te vea muy lejos.Señor, que vea se convierte en la súplica de todos los cristianos de la Historia. Sólo tenemos un camino, el camino humilde de pedir la fe, para vivir en una plena esperanza de que nos concedes tu Luz.
+ Francisco Cerro-Chavesobispo de Coria-Cáceres

sábado, 24 de octubre de 2009

DE LA RAQUETA A LA CRUZ

Tras una vida de búsqueda, Javier dio el paso definitivo hacia Dios.
Tres de la mañana. Una noche lluviosa y lúgubre de julio. Después de más de dos horas subiendo el abrupto camino, en plena oscuridad, un peregrino se detiene ante la puerta de madera del milenario Santuario de la Virgen de Lord, a 1.180 metros de altitud, en el prepirineo leridano. El peregrino golpea la pesada aldaba una y otra vez hasta que los sorprendidos habitantes de la Comunidad abren la puerta. “¿Cómo te llamas?” preguntan. “Javier” contesta el peregrino. “¿Javier qué?” insiste el monje. “Sólo Javier”. Sin apellidos, sin pasado. Esa noche, después de toda una vida de búsqueda, Javier dio el paso definitivo hacia sí mismo, hacia el silencio, hacia Dios.
Javier Sartorius Milans del Bosch era un joven extrovertido, apuesto, de noble cuna, carismático y deportista. El ‘zurdo de oro’. Legendarios eran sus partidos de tenis con su hermano Fernando en Zarauz y Madrid; y el día que ambos arrebataron dos juegos a la pareja Casal-Sánchez Vicario, el Tenis de San Sebastián rebosó de pancartas y vociferantes ‘hooligans’ rendidos ante la azaña de sus héroes. Juntos, Javier y Fernando, marcharon a EEUU a estudiar Empresariales, carrera que abandonaron casi al empezar para dedicarse a surfear las olas de California, ganar campeonatos de pádel, dar clase a las estrellas de Hollywood y, de paso, ingresar unos dólares vendiendo aspiradoras a domicilio o cuidando jardines. Sol, playas, diversión, chicas, deporte. Javier lo tenía todo. O no.
Un gimnasio en el monasterio
Fue precisamente en Los Angeles donde comenzó a sentir una creciente inquietud por la vida espiritual, un poco confusa al principio (llegó a pasar por el Hare Krisna). En 1989 fue Campeón USA de pádel; el año siguiente, misionero en Cuzco con Los Siervos de los Pobres del Tercer Mundo. Fue tal el shock espiritual que provocó la vida de pobreza y sacrificio absolutos, que decidió entrar en el seminario, en Toledo. Pero Javier no estaba hecho para estudiar (”ni siquiera se puede copiar”, decía) y tampoco para el sacerdocio. A él le iba más la vida contemplativa, la oración, incluso la soledad, a pesar de su personalidad extrovertida. Un compañero de seminario le habla entonces de la Comunidad de Lord y es allí donde encamina su vida, dejando todo su pasado atrás.
Decía Pablo Neruda:”Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”. Ese día resultó ser una lluviosa noche de julio de 1992; cualquier lugar, el Santuario de Lord. Y no fue la más amarga, sino la más feliz de sus horas. Y aunque dejó su pasado al otro lado de la puerta, su personalidad entró con él. Javier revolucionó, a su manera, la tranquila y silenciosa vida de los monjes.
“Tenéis el cuerpo abandonado”, sentenció, y montó un gimnasio, bastante primitivo. Incluso llegó a ‘conquistar’ a las monjitas de clausura, cuyas puertas se abrieron por primera vez a un varón en mil años de historia. “Vamos a hablar con ‘Sor Javier’”, decían en el recreo, a pesar del estricto silencio impuesto. También revolucionó su vida: de la raqueta a la azada; de las fiestas playeras al estricto régimen de estudio y oración; de entrenar a las estrellas de Hollywood a pastorear un rebaño con más de cien ovejas; del cálido sol californiano a los 10 grados bajo cero de su celda.
“Ahora lo entiendo todo”
Él era feliz así, viendo a Dios en lo cotidiano, con su trabajo, su oración, su soledad, su Cruz desnuda, como la de Cristo. No necesitaba nada más (”había una persona tan pobre, tan pobre, tan pobre que sólo tenía dinero”, le encantaba decir). Su familia lo apoyó devotamente; excepto su padre, que no llegó a entenderle. Entregándose a todos, robusteciendo su fe, Javier pasó los siguientes años en Lord. Disciplinado y perfeccionista, aceptó volver al seminario en Barcelona, que esta vez superaría con brillantes calificaciones, incluido el latín, aunque sin pretender en ningún momento abandonar su vida monástica cuando recibiera las sagradas órdenes.
Ya en 2006, una dolencia gástrica acabó convirtiéndose en su verdadera cruz, primero de dolor y finalmente de muerte. El 21 de junio moría en el monasterio cisterciense de San Miguel de Dueñas, donde era tratado de su enfermedad. Tenía 44 años. En el silencio, sólo mitigado por el tenue cántico de los monjes, ante el cuerpo inerte de su hijo, el padre de Javier sollozó: “Ahora lo entiendo todo”.
A pesar de haber elegido la vida monacal, solitaria, de espaldas al mundo, Javier dejó su impronta en las almas de miles de personas a lo largo de su vida y después de su muerte. Tenía una energía especial, contagiosa, que legó a todos los que le conocieron y quisieron. Y que aún hoy llega con fuerza a todos los que le rezan.

viernes, 23 de octubre de 2009

IRENE EN MOYOBAMBA

Este verano el Señor me ha regalado vivir un mes de misión en Moyabamba, nuestra prelatura, con un grupo de 11 cursillistas de cristiandad de Madrid. La misión fue en los barrios de Canaan, Primavera y Tupac Amaru.
El plan de la misión estaba dividido en tres semanas.
La primera semana nos dedicamos principalmente a conocer a la gente de estos barrios, ibamos de dos en dos llamando a las puertas de las casas, presentandonos como misioneros católicos e invitandoles al mes de misión que ibamos a vivir. Durante estas visitas me sorprendían muchas cosas, la buena acogida con la que nos recibían, algunos ya nos esperaban y a la vez veía con dolor el poco número de católicos, lo cual me hizo ser consciente de la urgencia de la misión que estábamos realizando.
La segunda semana ya nos reuníamos en una casa, llamada “casa-misión”, con los vecinos de la zona. Había 8 casas misión; junto con un animador de la parroquia, cada tarde-noche comenzabamos las asambleas rezando, leyendo la Palabra de Dios, anunciando el kerigma y compartiendo nuestra fe con alegría. Para mí, las reuniones en la “casa-misión” fue uno de los mayores regalos, me sorprendía que después de los duros trabajos d
el día vinieran por la noche con esa fidelidad y alegría. Dios fue haciendo de aquella “casa-misión” una preciosa familia donde Su Amor se derramaba cada día.
En la tercera semana, una vez ya creada la comunidad, desde las 8 casas misión, nos ibamos juntos para reunirnos todos en una capillita a medio construir. Allí, cada noche, cantábamos con fuerza, rezábamos y se daban 2 enseñanzas, también en torno al Kerigma, una impartida por un laico y otra por un sacerdote. Esta capillita se inauguró durante la misión, la primera Eucaristía fue una auténtica fiesta, allí y estoy segura que también en el cielo, Dios estaba deseando hacerse presente entre aquella gente, pobre, humilde y con mucha sed de Dios.
Todo esto no hubiera sido posible sin la fuerza y la ayuda recibida del Señor cada mañana en la Eucaristía y adoración y sin las oraciones de mucha gente que desde aquí nos sostenían, Parroquia, conventos, familiares, amigos, etc.

Algunas vivencias y momentos que el Señor me ha regalado:
- He experimentado como el evangelio se hace VIDA: En el camino desde la “casa-misión” a la Capillita el día de la primera Eucaristía, íbamos todos juntos y venía un señor en silla de ruedas que no había faltado ningún día a las asambleas, pero los caminos hasta llegar a la Capillita no eran fáciles, nos encontramos una pendiente por la que no podía subir y sin decir nada entre 4 hombres lo cogieron a hombros y lo llevaron. Se hizo vida la escena de los amigos que acercan a Jesús al paralítico (Mc, 2).
- He experimentado el Amor de Dios a los pobres. El, que siendo rico se hizo pobre, El, que quiso nacer en una casa del estilo a las que visitábamos. Ha sido un gozo ver cómo el Señor cambia las vidas de aquellos que se dejan amar por El. Y es que ellos, los pobres, se han dejado amar y sanar por el Unico que nos puede dar la verdadera felicidad: CRISTO y es que en medio de la pobreza, Cristo es siempre la esperanza.
- He experimentado el Amor de Dios a mí en mi pobreza, es mucho el amor que he recibido allí de Dios a través de esta gente. Mi corazón se ha quedado con los niños, cómo disfrutaba con cada abrazo, viéndoles sonreir... Hay un niño que no puedo olvidar, Christian, de 12 años, participó de la misión “por casualidad”, él no vívía en ninguno de los barrios de la misión sino más lejos. No faltó ningún día a las asambleas, venía el solito desde bien lejos, incluso algún día que no tenía colegio venía a las Eucaristías de las 8 de la mañana y nos contagiaba a todos su alegría y su deseo de conocer más de Jesús, de la Iglesia, de María, de cantar, de abrazar, de amar… este niño, si Dios quiere, se bautizará y hará su primera comunión en Navidad!! Cuántos regalos de Dios he recibido de a través de este niño.
- Esta gente de Moyabamba, y especialmente los laicos comprometidos me han contagiado algo que necesitaba, la CONFIANZA en Dios. Impresiona el compromiso de los laicos, su fe, su entrega y dedicación, su espíritu de servicio y sacrificio. Julita es una de ellos, es como el “Moisés” de Moyabamba, con su fuerza y su fe va conduciendo al pueblo y lo va sacando de sus esclavitudes. Tiene que trabajar mucho para sacar a su gran familia adelante pero sabe muy bien que no sólo ella cuida de ellos y por eso es capaz de irse cada domingo a las 5 de la mañana a celebrar la Palabra con una comunidad rural, donde la Eucaristía tristemente no llega casi nunca.
- He visto la URGENCIA de la misión. He visto con dolor el gran número de sectas y la poca presencia de la Iglesia, hay muchos sitios donde todavía la Iglesia no está llegando, parece increíble pero es así, “es mucha la mies y los obreros muy pocos” y a la vez grande el hambre de Dios y la fe de esta gente, lo que hace muy fácil a las sectas el camino. Sectas de todo tipo cuyo denominador común es el ataque a la Iglesia católica. Y ahí veía el dolor de Dios por su pueblo y Su deseo de entrar ahí donde no le conocían, que era el deseo que ponía en nuestros corazones de llevarles Su Amor y su Palabra.
Estuvimos haciendo misión en 2 colegios, en una clase de 35 chicos de 15 años, sólo había 3 bautizados y sólo 1 de ellos había hecho la primera comunión, el resto pertenecían a sectas. Y tristemente se entiende, es un barrio donde no había ninguna capilla católica y sí una secta casi por cada manzana.
- He visto la vida totalmente entregada de los sacerdotes que allí están, en ellos no existe ni la pereza ni el cansancio, siempre dispuestos a todo. Recemos mucho por ellos, especialmente en este año sacerdotal, que el Espíritu Santo les de luz, fortaleza y consuelo en las dificultades.
- He experimentado el regalo que es la Iglesia, que tan bien nos ha acogido allí, doy gracias a Dios que en este mes me ha hecho experimentar la comunión entre la Iglesia de Toledo, de la que tanto he recibido a lo largo de mi vida y la Iglesia de Madrid, que tanto me está dando ahora, la comunión con la Iglesia Universal, una gran familia que hace que te sientas como en casa allí donde estés. Y también la comunión con nuestra Iglesia de Sonseca, vivida gracias a la presencia allí de Marta, de D.José María Cabrero, de D. Rafael Escudero. La alegría de toda la Iglesia con la llegada de las primeras monjas contemplativas a Moyabamba, las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote.

Bendigo al Señor por haber estado tan grande con la misión y con nosotros… porque “El, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8, 9), porque GRANDE ES EL AMOR DE DIOS…


Irene M. C.
http://prelaturademoyobamba.com/

jueves, 22 de octubre de 2009

ANGLICANOS DE VUELTA A CASA


Los obispos conservadores británicos miran a Roma como «Tierra Prometida»

Son anglicanos conservadores y están hartos de obispos homosexuales, de obispas liberales, de que se niegue la resurrección de Cristo o la virginidad de María y de que se justifique el aborto. Muchos abandonaron la Comunión Anglicana y la primacía de Canterbury para fundar sus propias iglesias bajo la etiqueta de «anglicanos de continuación» («continuing»). Otros crearon el año pasado la Iglesia Anglicana de Norteamérica: 720 parroquias conservadoras de Estados Unidos y Canadá, que se iban agobiadas por la hegemonía liberal y pretendían línea directa con Canterbury. Su primado, Robert Duncan, se alegra de la propuesta del Papa para recibir anglicanos en el catolicismo, espera los detalles de la Constitución Apostólica. Aunque cree que sólo una minoría de su rebaño volverá a Roma, afirma que bendice «a quienes quieran participar en esta propuesta». El más agradecido y emocionado es John Hepworth, líder de la Comunión Tradicional Anglicana, con sólo 18 parroquias en Inglaterra pero con 400.000 fieles en el mundo, la mayoría en países del Tercer Mundo. En 2007 sus comunidades en bloque pidieron entrar en la Iglesia católica. «La respuesta del Papa supera lo que nos atrevíamos a soñar con nuestra petición. Éste es un momento de gracia, quizá de historia, no porque se deshaga el pasado sino porque el pasado se transforma».Pero la reacción más importante en Inglaterra es la del obispo anglicano Andrew Burnham, líder de 120 parroquias conservadoras, y la de su colega Keith Newton, que pastorea otras 90. «Hemos elegido el 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de Pedro, como un día apropiado para que los sacerdotes y la gente tomen una decisión inicial». Estos obispos, que a día de hoy aún pertenecen a la Comunión Anglicana y la Iglesia de Inglaterra, aseguran que muchos anglicanos «empezarán a formar una caravana, como Israel en el desierto, en busca de la Tierra Prometida». Cuando en mayo se beatifique en Birmingham al cardenal John Henry Newman, intelectual anglicano que se convirtió al catolicismo en el siglo XIX, acudirán ya como católicos miles de ex anglicanos. Los obispos de la Comunión Tradicional Anglicana habían explicado al Papa que ese era su deseo. Onda expansiva mundialAlgunos analistas han apuntado que provincias enteras de la Comunión Anglicana en África y Asia se podrían pasar a Roma en los próximos años, a medida que se sientan cada vez más lejos del anglicanismo liberal inglés y norteamericano y su promoción del homosexualismo, considerado «antiafricano». En muchos países remotos, si se les permite mantener su liturgia, no cambiaría gran cosa por mirar a Roma en vez de a Inglaterra. Afirma en su blog Dwight Longenecker, sacerdote católico, ex pentecostal y ex pastor anglicano, que provincias anglicanas pequeñas, como la de Nueva Guinea, serían las primeras en tomar una decisión así.Otro tema importante es el de los edificios: los grupos que se fueron del anglicanismo liberal hace años, hoy tienen sus propios edificios y no les cuesta «pasar a Roma». En cambio, si unos parroquianos anglocatólicos ven que su obispado liberal reclama el edificio, les costará más.


Publicado en "Fe y Razón"

miércoles, 21 de octubre de 2009

CREO EN LA IGLESIA


Credo: “Creo en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica” Francisco-Manuel JIMÉNEZ GÓMEZ (Sacerdote diocesano de Ciudad Real)

Sí, por pura gracia de Dios pertenezco a la Iglesia católica. Para mí es un motivo de alegría llevar ese hermoso nombre, pertenecer a esa Iglesia, que habitada por el Espíritu Santo, es en el mundo presencia viva del Crucificado-Resucitado. Creo en la Iglesia que plantaron los Apóstoles Pedro y Pablo y Juan y Andrés, y Tomás y Felipe y Bartolomé… aquellos que bebieron el cáliz del Señor y lograron ser amigos de Dios. La misma Iglesia que, desde sus comienzos se reúne para partir el pan y escuchar las enseñanzas de los apóstoles; la que por caminos diversos se congrega en una unidad admirable: ¡la única Iglesia de Cristo!


Creo en la Iglesia, en cuyo seno bautismal fui gestado a la Vida, en cuya mesa se sirve el pan Eucarístico, en cuya espacio no hay fronteras ni naciones, ni lenguas ni culturas porque caben todas y a todas purifica. Creo en la Iglesia, la de los mártires y los santos, la de aquellos que fueron fieles incluso cuando tuvieron que beber la amargura del cáliz; la de los que también lo bebieron en el silencio de cada día, en la entrega de cada hora, en la generosidad derramada sin distinguir identidades.

Creo en la Iglesia, la criticada y calumniada, la pecadora y la santa; la de la historia bimilenaria de claroscuros y ambivalencias; la que me da ojos para ver y corazón para entender; la del contraste entre el pecado y la misericordia, la que pese a sus miserias siempre está ahí para vendar heridas, para acoger pródigos, para perderse en los arrabales del mundo.

Creo en la Iglesia, en la visible y en la que no se quiere ver, la que conserva el Vaticano y la que da esperanza en los pueblos y las aldeas; la experta en humanidad porque es consciente de sus debilidades; la que se acerca al enfermo y la que defiende la vida; a la que no estorba el dolor ni lo cubre con falsas compasiones.

Y creo en la Iglesia, aunque no esté de moda, con humildad y sin complejos, porque aunque reniegue de ella, tengo la certeza de que siempre estará ahí esperándome como una madre. Por eso hoy, fiesta de la Virgen del Pilar, pedimos al Señor, al único Señor de la Iglesia, que nos conceda vivir de tal modo en su Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la doctrina de los apóstoles, tengamos un solo corazón y una sola alma, arraigados firmemente en la fe y en su amor.

martes, 20 de octubre de 2009

EN LA BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL SANCHA

Eran poco antes de las 8 de la mañana del pasado domingo cuando salíamos un grupo personas de la parroquia para asistir a la beatificación del cardenal Sancha en la Catedral de Toledo, minutos antes lo había hecho otra expedición más numerosa en autobús encabezada por nuestro párroco.
Una vez allí tras esperar unos minutos para acceder a la catedral, se podía experimentar la grandeza y sencillez de Dios, por una lado, a través de la maravillosa arquitectura interior, majestuosamente iluminada y totalmente restaurada que pretende, siguiendo el sentido de su estilo, el gótico, comunicar lo terreno con lo divino; y por otro en la celebración a través de los ritos, la liturgia, la música.

En clima de oración y recogimiento comenzó la celebración de la Eucaristía, presidida por Ángelo Amato Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y representante del Papa en esta ocasión, acompañado de medio centenar de obispos y algunos cardenales. Al principio de la celebración fue proclamado beato el cardenal Ciarico María Sancha y en ese mismo instante se destapó un lienzo, que presidía el altar, con la figura del cardenal rodeado de niños mendigos, algunos de ellos, imagen tierna con la que se ha querido representar al “padre de los pobres”.

Esta preciosa imagen del ya beato, es también la imagen de Dios, que nos quiere, que nos acaricia, que vela por nosotros, que nos guía, que nos protege, que nos perdona. En el óleo se observa a los niños alegres, llenos de confianza al sentirse queridos y protegidos, sin miedo, porque nada les puede suceder. Así también nos quiere Dios, como niños para que nos refugiemos en Él, sin miedo, estando bajo su protección y sólo pretende, y en ello nos va la felicidad, que correspondamos a ese amor, empapándonos de él y transmitiéndoselo a los demás.

Pudimos, como en otra ocasiones, donde en comunidad alabamos y damos a gracias a Dios, pregustar el cielo, y darnos cuenta de lo realmente importante y llevar los quehaceres diarios, los problemas, las dificultadas con otra mirada y con la esperanza puesta en Dios que nos protege y nos quiere, como un Padre. El cardenal Sancha no exento de dificultades y necesidades, “vivió pobre y murió paupérrimo”, como reza en su tumba, pero puso su mirada y esperaza en Dios y por eso es modelo a seguir. Que desde el cielo interceda por nuestra parroquia.
Javier Rodríguez-Malo


Algunos de los sonsecanos asistentes al acto, con Monseñor Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que presidió como representante del Papa, el acto de la beatificación.

lunes, 19 de octubre de 2009

CATECISMO


III Las características de la fe

La fe es una gracia


153 Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido "de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos" (Mt 16,17; cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por él, "Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede `a todos gusto en aceptar y creer la verdad'" (DV 5).

La fe es un acto humano

154 Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por él reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad "presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela" (Cc. Vaticano I: DS 3008) y entrar así en comunión íntima con El.

155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia" (S. Tomás de A., s.th. 2-2, 2,9; cf. Cc. Vaticano I: DS 3010).

domingo, 18 de octubre de 2009

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO y BEATIFICACIÓN EN TOLEDO


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir».Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís; ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»Contestaron: «Lo somos».

Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizareis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado».Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso; el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».


Nos encanta a todos ser los primeros, los más importantes, estar en el lugar privilegiado. Es curioso, pero siempre buscamos escaparnos del común de los mortales y buscamos el enchufe, es decir, no queremos ser tratados como todos y buscar privilegios, aunque sea a costa de hundir a los demás.El Señor es claro. Su doctrina apasionante. Lo entienden sólo aquellos que han descubierto que el único privilegio del amo es amar. Que el único privilegio de seguir a Cristo es servir. Que el único privilegio de un cristiano es ponerse a los pies de la Humanidad que sufre sin esperar nada a cambio, más que el gozo y la alegría de saber lo que dice Jesús: «Nadie tiene amor más grande que el que da su vida».


Este texto deberíamos meditarlo, y casi saberlo de memoria, los que tenemos autoridad. Todos aquellos que siguen buscando en la vida escaparse del camino ordinario, por el que tenemos que pasar todos. Comprendo a los Zebedeos; comprendo todas las miserias humanas que habitan en nuestro corazón, pero me quedo con el Sí, podemos, porque en el fondo es saber que, con la fuerza de Cristo, toda la vida cambia. No es bueno poner todo en nuestras cualidades y sabidurías; el seguimiento de Cristo exige el camino humilde de la confianza que se abre a la esperanza, porque verdaderamente con Él, por Él y en Él sí, podemos.Realmente, bebieron el cáliz del Señor, se unieron en la entrega de sus vidas; pero no desde lo que ellos creían.

Al final, el privilegio, lo original, fue que verdaderamente consiguieron lo que pedían, porque alcanzaron la palma del martirio. Éste es el gran privilegio y el gran enchufe que debemos anhelar, la identificación con la cruz, en el seguimiento de Cristo.El único privilegio del cristiano, común a todos, del que no se escapa ninguno, es la identificación con el sufrimiento de Cristo, pero sabemos que podemos si partimos de nuestra pobreza y debilidad, que, vivida desde Cristo, nos abre a la esperanza.
+ Francisco Cerro-Chaves

obispo de Coria-Cáceres

sábado, 17 de octubre de 2009

viernes, 16 de octubre de 2009

EL CURA QUE CONFESÓ A JUAN PABLO II


Un cura mendigo, que había abandonado el sacerdocio, confesó a Juan Pablo II

Hace unos días, en el programa de televisión de la Madre Angélica en los Estados Unidos (EWTN), relataron un episodio inédito de la vida de Juan Pablo II.
Un sacerdote norteamericano de la archidiócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.
El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.
Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa, a quien podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno, sintió el impulso de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.
Un día después recibió una invitación del Vaticano para cenar con el Pontífice, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.
Confesó al Papa
El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «una vez sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero», insistió en mendigo, que recibió como respuesta: «Yo soy el Obispo de Roma, me puedo encargar de eso».
El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchará su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente de párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos
.

jueves, 15 de octubre de 2009

SANTA TERESA DE JESÚS

Virgen y Doctora de la Iglesia(1515-1582)

Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena recibe este título.


Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".
Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión".Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Puedes seguir leyendo su vida AQUÍ


Hoy recordamos en nuestra oración a toda la familia de el Carmelo y muy especialmente a la hermana M. Teresa del Sagrado Corazón, sonsecana que desde hace ya 25 años, vive su vocación contemplativa, como Carmelita Descalza en el Monasterio de La Encarnación (Avila).

miércoles, 14 de octubre de 2009

CATECISMO


II "Yo sé en quién tengo puesta mi fe"(2 Tim 1,12)


Creer solo en Dios
150 La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf. Jr 17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4).


Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios
151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en aquel que él ha enviado, "su Hijo amado", en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Señor mismo dice a sus discípulos: "Creed en Dios, creed también en mí" (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado" (Jn 1,18). Porque "ha visto al Padre" (Jn 6,46), él es único en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).

Creer en el Espíritu Santo
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque "nadie puede decir: 'Jesús es Señor' sino bajo la acción del Espíritu Santo" (1 Cor 12,3). "El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios...Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Cor 2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.
La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

martes, 13 de octubre de 2009

"HE VENIDO A PRENDER FUEGO A LA TIERRA"

Con este lema, la Renovación Carismática Católica en el Espíritu ha celebrado su Encuentro Nacional. Ha predicado el P. Raniero Cantalamessa y hoy compartimos la entrevista que ha publicado Alba Digital.

Nuestra Parroquia también ha estado presente en este encuentro con la asistencia al mismo, del grupo carismático "Magnificat". Se reunen en oración de Alabanza todos los jueves a las 21.30 en la Parroquia.

Raniero Cantalamessa, fraile capuchino, fue ordenado sacerdote en 1958. Es doctor en Teología y Literatura, y durante muchos años fue profesor de Orígenes del Cristianismo en la Universidad Católica de Milán. En 1977 experimentó el fenómeno que la Renovación Carismática llama «la efusión del Espíritu», un ardor de fe que transformó su vida religiosa. En 1980 Juan Pablo II le nombró Predicador de la Casa Pontificia. Por este cargo, cada viernes de Semana Santa y Adviento predica en Roma al Papa, los cardenales y obispos de la Curia y a los superiores de las órdenes religiosas. Sus libros de evangelización y espiritualidad están traducidos a docenas de lenguas.
- Padre Cantalamessa, suele decirse que los carismáticos alaban y rezan mucho pero hacen poca acción social...
- En la Iglesia no todos tienen que hacer de todo. Hay movimientos con una mayor llamada a lo social y político. Otros están más llamados a lo espiritual, a la Palabra, la Evangelización... Lo importante es que respetemos esta diversidad, la vocación de los otros. Claro que todos debemos luchar contra la pobreza, por ejemplo. Pero la Renovación Carismática insiste en cambiar primero a la persona de forma profunda, antes de pasar a lo social. La Renovación ha dado origen a iniciativas sociales muy eficaces, aunque a menudo poco visibles. La Renovación, como san Francisco de Asís, busca descubrir a los pobres a través de Cristo. Otros, como Simone Weil, hacían al revés, descubrir a Cristo a través de los pobres. A mí me gustan cosas de la Teología de la Liberación, pero es evidente que sin una renovación del corazón es fácil caer en la mera política, buscando eficacia.

- Usted habla mucho de la alegría, la esperanza...
- La alegría de los cristianos en esta vida es como la del que está animado esperando una fiesta. Hay muchos deprimidos, tristes, porque les falta esperanza, tienen horizontes cerrados. Cristo es quien da esperanza, es nuestro horizonte, da la alegría.

- Usted es un intelectual, pero se dice que los carismáticos son sencillos, o incluso simples...
- En la televisión italiana, la RAI, donde tengo un programa, me dicen que explico cosas profundas con un lenguaje accesible. Quizá me ayuda el haber dado clases en la Universidad, quizá es un don natural que Dios me dio. Mi experiencia en televisión también ayuda. Pero al predicar en el Espíritu Santo, lo que funciona es la simplicidad. No se requieren palabras complicadas. Hay que tocar a la gente, afectarle, y para eso hay que usar el lenguaje del pueblo. Jesús lo hacía, era el predicador más televisivo que se pueda imaginar, usando siempre imágenes para el pueblo.

- ¿El catolicismo actual no tiene una fuerte tendencia pelagiana, de salvarse sobre todo mediante obras y esfuerzos?
- El pelagianismo es un peligro continuo, porque siempre queremos hacer cosas, desarrollar nuestra personalidad. Es muy difícil ser pasivo, receptivo, esperar y recibir lo que Dios da. La Renovación insiste en que no puedes dar si antes no recibes de Dios. Debes transmitir lo que Dios da. Si no, lo que transmites son solo tus problemas, dudas... no el don de Dios.

- ¿Cómo es predicar ante Benedicto XVI, y antes frente a Juan Pablo II?
- Ambos dan ejemplo de gran humildad al escuchar a un simple sacerdote. El cardenal Ratzinger, antes de ser Papa, siempre asistía a las predicaciones en primera línea. Juan Pablo II no se saltaba ni una. Una vez que faltó dos días, me pidió perdón por la ausencia. ¿Se imaginan a los parroquianos pidiendo perdón a su cura por faltar un día? Eso hizo el Papa. Benedicto XVI es un gran teólogo, pero no me asusta predicar ante él y los cardenales porque yo no predico mis ideas, sino simplemente la Palabra de Jesús.

- ¿Hay poco Cristo en las homilías?
- Es curioso que hablen tanto de Jesús en las novela, como «El Código Da Vinci», y en películas, teleseries, y sin embargo en muchas cosas de fe, en la Iglesia, esté tan poco presente.

- Su video de la RAI con las numerosísimas jóvenes clarisas de Lerma está arrasando en Internet, con decenas de miles de visitas…
- ¡Pobrecitas! Ellas no querían salir en Internet. Me dejaron filmar un capítulo para mi serie de la televisión italiana sobre raíces cristianas en España sólo porque somos amigos y se lo pedí. Les impartí una semana de ejercicios hace un tiempo y nos hicimos amigos. En Italia y Europa se piensa que España ha rechazado su raíz cristiana. Yo quería mostrar que no es del todo así. Filmamos en Silos, filmamos catedrales, queríamos filmar el camino de Santiago...

Pero lo que más me impresionó fue Lerma. Uno de mis cámaras, que no es hombre de Iglesia, quedó conmocionado, casi lloraba. Veía a todas esas monjas jóvenes, sus caras de alegría profunda, sincera, tan distinta de la alegría superficial del fin de semana, y le impactaba.

- ¿Cómo ve usted la predicación?
- Lo que cuenta es tener una relación profunda con Jesús. Si se tiene, hasta un cura poco elocuente lo transmite. La gente se da cuenta.

Predicador de la Casa Pontificia
El Predicador de la Casa Pontificia, llamado también Predicador Apostólico, tiene cada viernes, en Adviento y en Cuaresma, una meditación en presencia del Papa, Cardenales, Obispos, Prelados y Superiores Generales de las Órdenes Religiosas. El título y el oficio de Predicador Apostólico se remontan a Pablo IV (1555-1559). Benedicto XIV, con el breve Inclytum Fratrum Minorum de 1743, reservó exclusivamente este cargo a la Orden de Hermanos Menores Capuchinos. Actualmente las prédicas se tienen en la Capilla Redemptoris Mater. El Predicador Apostólico habita en la Curia General de los Hermanos Capuchinos.



Puedes escuchar la predicación del P. Raniero en el Encuentro Carismático, en este enlace http://www.frayescoba.info/

Y este es el vídeo con las Clarisas de Lerma que se menciona en la entrevista


lunes, 12 de octubre de 2009

NUESTRA SEÑORA DEL PILAR


Fiesta de Nuestra Señora del Pilar


Según documentos del siglo XIII, posteriormente a la Ascensión del Señor Jesús, los apóstoles, fortalecidos por el Espíritu Santo, predicaban el evangelio. El Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan, en aquel entonces, viajó a predicar en España. Aquellas tierras se encontraban atadas al paganismo, porque aún no recibían el evangelio. La tradición dice que al despedirse el Apóstol Santiago a predicar la fe de Jesucristo, le prometió la Virgen que en aquel lugar donde más se convirtieran a su Hijo se le manifestaría ella. Y una noche la Virgen María se le apareció en un Pilar. Los documentos dicen textualmente que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso". El 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba en profunda oración con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal en Palestina, le pidió a Santiago que en aquel lugar se le construyese una iglesia, y que el altar estuviese en torno al pilar donde ella estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". La Iglesia ha sobrevivido a grandes invasiones de pueblos y guerras, una de ellas es la guerra de 1936-1939, donde le cayeron tres bombas y ninguna explotó. También se cree que la Virgen le dio al Apóstol la pequeña estatua de madera.


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domingo, 11 de octubre de 2009

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO



Se puede uno creer muy religioso, como el joven rico, y, sin embargo, no vivir correctamente el seguimiento de Cristo. Jugárselo todo por Jesús es siempre nuestra asignatura pendiente.Aquel joven se acerca a Jesús y lo llama Maestro bueno. Es la bondad de Jesús la que conquista su corazón. La autoridad de Jesús no tiene nada que ver con la de otros que enseñan, pero no lo hacen con el ejemplo de su vida. Jesús le manda que cumpla los Mandamientos. Es curioso, pero Jesús le remite a los Mandamientos que hablan de la relación con los demás, con el prójimo: «No matarás; no robarás; honra a tu padre y a tu madre...» ¿Por qué no le pregunta de su relación con Dios? Sencillamente, porque su problema no estaba en su relación con Dios. Su asignatura pendiente es la relación con los hermanos, con los demás. Es lo que le pasa a este muchacho que cumple los Mandamientos, pero su corazón no es absolutamente bueno, como el de Jesús.Jesús le miró con cariño. Valoró su gran esperanza. El Señor a nosotros, a los jóvenes, siempre, nos mira con cariño, cuando nos presentamos delante de Él. Jesús le dice que tiene que dar un salto, hacer una locura: venderlo todo, darlo a los pobres y seguirlo. Aquello le hizo entrar en crisis. Era demasiado. ¿Venderlo todo? ¡A quién se le puede ocurrir tal locura! Y se fue triste, porque la tristeza es la patria de los que no siguen a Jesús. Se quedó solo con su tristeza y no fue capaz de dar el salto para dejarlo todo, que en el fondo no es más que negarse a uno mismo, hacer trizas su proyecto y vivir en el Amor de la entrega total. Si pudiésemos volver a casa con el joven, ¿cuáles serían sus preguntas?; ¿sería feliz? Yo estoy seguro de que, a lo mejor, aumentó sus prácticas religiosas, pero no se planteó entregar su vida al Señor. Pensó seguir como siempre, pero no seguir amando como Jesús hasta el extremo. No tuvo la valentía de san Francisco de Asís, de fiarse de un Padre que nos cuida siempre y nos ama más, mucho más que al átomo y a la rosa. Los que tienen el corazón así, no han descubierto que la vida con Jesús es otra cosa; que no es cuestión de cantidad, sino de calidad; que se puede dar mucho, pero no tener el corazón abierto a los planes de Dios, y vivir en la tristeza común de tantos corazones, como el joven rico, que viven siempre en la insatisfacción en su relación con Dios, porque no vivieron en la generosidad de fiarse siempre del amor de Dios: ellos se lo perdieron, porque, en estos momentos, de este joven no sabemos ni su nombre, en cambio sí que sabemos el nombre de los que siguieron a Cristo: Pedro, Juan, Andrés, María Magdalena, Pablo...


+ Francisco Cerro Chaves


obispo de Coria-Cáceres


HOY LA IGLESIA SE VISTE DE FIESTA, porque nuevos santos serán proclamados desde la Cátedra de S. Pedro.

Añadimos a la reflexión habitual del Domingo, la carta que del Card. Arzobispo de Madrid ha escrito con ocasión de este acontecimiento de gracia para toda la Iglesia, y muy especialmente para la española.


España, tierra de santos
Bajo el título Los santos de España, y a propósito de la canonización de los Beatos Francisco Coll, dominico, y Rafael Arnáiz Barón, trapense, el cardenal arzobispo de Madrid escribe, en su Exhortación pastoral de esta semana:


A Juan Pablo II le gustaba dirigirse a España llamándola Tierra de María. Su palabra cálida, y tantas veces ardiente, nos conmovía y hasta nos enardecía. Sí, María había sido, era y es venerada por los españoles con una unanimidad de fe en su maternidad divina, de esperanza puesta en Ella como Madre de la Iglesia y de amor volcado en Ella, la Madre de Jesucristo y Madre nuestra, tan excepcional, que se explica bien esa caracterización mariana de España por parte del Papa, cuya vida estaba marcada también por su entrega singular a María como Totus Tuus: ¡Todo tuyo! Pero, igualmente, se podría llamar a España, con toda razón histórica, Tierra de santos. ¿Tendrá que ver un hecho histórico con el otro? ¿Cómo no va a producir frutos de santidad, en cualquier lugar donde esté implantada la Iglesia, la devoción a Aquella que es Madre del Santo de los Santos y, por ello, Virgen Santísima? En España, Tierra de María, desde los orígenes apostólicos de su bimilenaría historia cristiana, la Iglesia ha florecido con un número incontable de fieles, proclamados santos. No es aventurado afirmar que no hay un solo siglo en el devenir de la Iglesia, a través del itinerario hispánico de su historia, en el que no hayan sido reconocidos por el pueblo cristiano y por la autoridad de sus pastores, públicamente, como modelos de vida de fiel y heroico seguimiento de Cristo, hijos e hijas preclaros de España. Lo mismo ha ocurrido con llamativa frecuencia en su más reciente pasado, el siglo XX, y ocurre ahora al comienzo del siglo XXI. De nuestra memoria no se han borrado todavía los recuerdos de la emocionante canonización de los cinco santos españoles por Juan Pablo II en la Plaza de Colón, de Madrid, el 4 de mayo de 2003 (san Pedro Poveda, san José María Rubio, santa Ángela de la Cruz, santa Genoveva Torres y santa Maravillas de Jesús). El próximo domingo, nuestro Santo Padre Benedicto XVI volverá a declarar santos a dos españoles de nuestro tiempo: al Beato Francisco Coll, nacido en 1811 y fallecido en 1875, y al Beato Rafael Arnáiz Barón, cuya joven vida transcurre entre 1911 y 1938.
Dos nuevos santos
Fray Francisco Coll, dominico, fundador de las Dominicas de la Anunciata, fue un misionero popular, celoso de la recuperación cristiana, desde su tierra de origen -Cataluña-, de aquella España atribulada por las masivas exclaustraciones, consecuencia del forzado e implacable proceso de desamortización de los bienes de la Iglesia, acaecido ya avanzado el siglo XIX. Proceso político, no sólo muy grave en lo material, sino también funesto en lo espiritual, con demoledores efectos religiosos, sociales, culturales y morales. Al padre Francisco Coll, infatigable predicador, educador y director de almas, no se le ahorró la cruz de una ceguera incurable en los últimos años de su vida. El Hermano Rafael Arnáiz Barón fue un joven nacido en Burgos en el seno de una familia muy culta y profundamente cristiana, el 21 de abril de 1911. Murió el 26 de abril del año 1938, en la Trapa de San Isidro de Dueñas. ¡Una vida entre Pascua y Pascua de Resurrección! Todo un bello simbolismo para la comprensión espiritual de Rafael, un joven de aquella generación del primer tercio del siglo XX tentada fuertemente por propuestas de vida en las que la exultación del superhombre, contrario de Dios y contrario a Dios, domina a amplios segmentos de la sociedad, la cultura, la universidad y la política. Abrirse a la luz de Dios, a la experiencia honda y total de Cristo, es la aspiración que mueve la vida de aquel joven, que lo dejó todo -¡todo lo del mundo!- para responder al amor del que dio todo por nosotros en la Cruz. Rafael se quedó con sólo Dios y, por ello, pudo ofrecer su vida por la Iglesia y por los jóvenes de España. ¿Sus frutos?: los caminos de conversión y de santidad que quedaron abiertos y que no han cesado de ensancharse y prolongarse hasta hoy mismo.¡Dos nuevos santos de España! No son explicables ni en sus años de la tierra, ni ahora, en el tiempo de su reconocimiento público y solemne como santos para toda la Iglesia por el Romano Pontífice, sin la referencia viva a la Madre Iglesia, fecunda en el solar humano y espiritual de la España de ese tiempo -el moderno y el contemporáneo-, que también es el nuestro. La figura del Hermano Rafael, a quien Juan Pablo II propuso a los jóvenes del mundo, en la Eucaristía final de la JMJ del año 1989, en Santiago de Compostela, como modelo de extraordinaria y ejemplar actualidad para vivir la vida -¡la vida joven!- en el alba del tercer milenio como una vocación para la santidad, se nos presenta en su más profundo y renovado atractivo cuando nos preparamos para celebrar en Madrid, en agosto del año 2011, la JMJ con Benedicto XVI. El Hermano Rafael fue un fino y fiel devoto de María, la Madre del Señor. De él podemos aprender nosotros -sobre todo, los jóvenes de Madrid- cómo valorar y sentir lo que es una auténtica piedad mariana. ¡Cómo vivir nuestra devoción a la Virgen de La Almudena! A Ella nos encomendamos al comienzo de este mes que la Iglesia ha dedicado desde hace siglos al rezo diario del Santo Rosario. A Ella le encomendamos los frutos de la peregrinación de la Cruz de la JMJ, que acaba de comenzar.
+ Antonio Mª Rouco Varela