viernes, 22 de mayo de 2009

RAFAEL COLEGIAL



Iniciados sus estudios en la Merced de Burgos, poco tiempo permaneció en la ciudad castellana, porque habiendo ascendido su padre en el escalafón, se trasladó a Oviedo con toda su familia en 1922, fijando allí su residencia definitiva.
Rafael continuaría su formación en el colegio de san Ignacio de la misma ciudad, dejando en él gratísimo recuerdo: "Desde el primer momento se echó de ver en él -habla el prefecto de estudios- al muchacho acostumbrado a la vida de colegio de la Compañía. Venía entonces del externado de Burgos, encajando sin dificultad en la marcha del nuevo para él, que le admitía a cursar el segundo año de bachillerato. Niño inteligente, constan sus notas de aplicación en el libro de matriculados, destacándose por su buena disposición para matemáticas, no tanto en letras, precisamente donde más tarde tanto había de lucir, como demuestran sus diarios
intimos, que, si son los de un hombre que, ilustrado por Dios descubre su altura de aspiraciones en la unión con El, ellos reflejan luces de inspiración artística".
Añade que pronto se captó la simpatía de los demás muchachos, sobre todo hace resaltar su formalidad y piedad intensa que le grangeó el distintivo de pertenecer a la directiva de la Congregación Mariana. Pero estas alabanzas no obstan para reconocer que Rafael -además de inteligente y alegre-, era algo "travieso en los juegos". Esto quiere decir que se parece bastante a nosotros, que sin duda hemos hecho lo mismo. No lo podía remediar: estaba lleno de vitalidad, resultado proféticas las alabanzas con que termina su informe: "Joven Elegante, espíritu selecto, artista; alegría de cielo en el que pensaba a través de la Trapa con fe viva y ardiente deseo de poseerlo, entrando su vida precaria en salud con el mismo ardor que el robusto religioso la entrega a la observancia".
La sólida formación impartida por los hijos de san Ignacio, fue completada en el hogar paterno, por haberse sentido siempre Rafael arropado y protegido tanto por sus padres como por sus hermanos. Tal arropamiento, junto con la paz y armonía reinantes en aquel hogar privilegiado -a pesar de que todos los hermanos fueron educados en una gran libertad de espíritu- contribuyeron a que Rafael y dos de ellos eligieran la mejor parte: se consagraran a Dios en la vida religiosa, según hemos de ver muy pronto.

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