jueves, 19 de diciembre de 2013

"NO TEMAS JOSÉ"

Evangelio (Mt 1,18-24): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

 
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
 
Hoy, la liturgia de la palabra nos invita a considerar el maravilloso ejemplo de san José. Él fue extraordinariamente sacrificado y delicado con su prometida María.
 
No hay duda de que ambos eran personas excelentes, enamorados entre ellos como ninguna otra pareja. Pero, a la vez, hay que reconocer que el Altísimo quiso que su amor esponsalicio pasara por circunstancias muy exigentes.
 
Ha escrito el Papa Juan Pablo II que «el cristianismo es la sorpresa de un Dios que se ha puesto de parte de su criatura». De hecho, ha sido Él quien ha tomado la “iniciativa”: para venir a este mundo no ha esperado a que hiciésemos méritos. Con todo, Él propone su iniciativa, no la impone: casi —diríamos— nos pide “permiso”. A Santa María se le propuso —¡no se le impuso!— la vocación de Madre de Dios: «Él, que había tenido el poder de crearlo todo a partir de la nada, se negó a rehacer lo que había sido profanado si no concurría María» (San Anselmo).
 
Pero Dios no solamente nos pide permiso, sino también contribución con sus planes, y contribución heroica. Y así fue en el caso de María y José. En concreto, el Niño Jesús necesitó unos padres. Más aún: necesitó el heroísmo de sus padres, que tuvieron que esforzarse mucho para defender la vida del “pequeño Redentor”.
 
Lo que es muy bonito es que María reveló muy pocos detalles de su alumbramiento: un hecho tan emblemático es relatado con sólo dos versículos (cf. Lc 2,6-7). En cambio, fue más explícita al hablar de la delicadeza que su esposo José tuvo con Ella. El hecho fue que «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,19), y por no correr el riesgo de infamarla, José hubiera preferido desaparecer discretamente y renunciar a su amor (circunstancia que le desfavorecía socialmente). Así, antes de que hubiese sido promulgada la ley de la caridad, san José ya la practicó: María (y el trato justo con ella) fue su ley.

martes, 17 de diciembre de 2013

LA "ABURRIDA" GENEALOGÍA DE JESUS

Al iniciar las ferias mayores, esta semana intensa espiritual y litúrgicamente de preparación inmediata a la primera venida del Señor en nuestra carne, la Iglesia en el rito romano proclama la genealogía de Jesús. ¡Las caras de los fieles expresan un aburrimiento mortal de necesidad! ¡Tantos nombres raros uno tras otro! Y si hay homilía luego, pocas veces explica el sentido de lo escuchado sino una vaga exhortación navideña... a la solidaridad con la Campaña de alimentos (permítaseme la caricatura).

¿Por qué una genealogía?
 
Y además, ¿dos genealogías tan diversas entre sí, la de Mateo y la de Lucas?
  • Mateo asciende desde Abrahán a Jesús; Lucas baja desde Jesús hasta Adán;
  • Las generaciones no coinciden: Mateo pone 42 y Lucas 77, y ambas listas discrepan entre David y Cristo;
  • Mateo pone 14 generaciones en cada tramo, pero con 14 generaciones no se abarcar períodos de siglos enteros (por ejemplo, el primer período de unos 900 años);
  • se omiten reyes y personas, unos aparecen en Mateo, otros sólo en Lucas...

Habrá que situarse en la mentalidad semita: más que crear un árbol genealógico preciso, simplemente se subrayan períodos y algunos de los antecesores por su valor simbólico desde el punto de vista teológico del evangelista; es resaltar cómo en Jesucristo confluye toda una historia de salvación, y con esa misma intención se proclama en la liturgia (casi ante el asombro de propios y extraños que no entienden a qué viene ese evangelio tan raro).
Por tanto, lo que destaca en la genealogía de Jesucristo es un contenido teológico."¿Cuál sería ese contenido? El cardenal Danielou lo ha señalado con precisión: "Mostrar que el nacimiento de Jesús no es un acontecimiento fortuito, perdido dentro de la historia humana, sino la realización de un designio de Dios al que estaba ordenado todo el antiguo testamento". Dentro de este enfoque, Mateo -que se dirige a los judíos en su evangelio- trataría de probar que en Jesús se cumplen las promesas hechas a Abrahán y David. Lucas -que escribe directamente para paganos y convertidos- bajará desde Cristo hasta Adán, para demostrar que Jesús vino a salvar, no sólo a los hijos de Abrahán, sino a toda la posteridad de Adán" (Martín Descalzo). 

La genealogía de Lucas, además, permite otro matiz más: "Según el sentir de san Lucas, la descendencia davídica interesaba sobre todo a los judíos, pero como Jesús es el salvador del mundo y no solamente el Mesías de los judíos, ha querido subir más allá de David, quiso remontarse hasta el padre del género humano, hasta Adán, que fue de Dios, no como hijo, sino como su criatura. De esta suerte Jesús es un nuevo punto de partida de la humanidad: la redención es una fecha que responde a la de la creación" (P. Lagrange).

 

Grandes y santos nombres aparecen en la genealogía de Cristo, ¡y Éste los supera a todos ellos! "¡Qué elocuentes son estos nombres! A través de ellos surgen de las tinieblas del pasado más remoto las figuras de los tiempos primitivos. Adán, penetrado por la nostalgia de la felicidad perdida del paraíso; Matusalén, el muy anciano; Noé, rodeado del terrible fragor del diluvio; Abrahán, al que Dios hizo salir de su país y de su familia para que formase una alianza con él; Isaac, el hijo del milagro, que le fue devuelto desde el altar del sacrificio; Jacob, el nieto que luchó con el ángel de Dios... ¡Qué corte de gigantes escoltan la espalda de este recién nacido!" (R. Guardini).

 
Pero también, y con sumo realismo de lo que es esta humanidad pecadora que Él asume, otros personajes nada relevantes: Farés, hijo incestuoso de Judá; Salomón, fruto del adulterio de David; las mujeres que aparecen en la genealogía: tres de ellas extranjeras al pueblo elegido, tres eran pecadores, sólo destaca Rut, la moabita, con brillo peculiar de pureza...

Sabiendo todos estos datos, ¿qué quieren decir las genealogías?
 
¿Por qué la Iglesia lee como evangelio de la feria mayor de hoy una genealogía entera?
"Los evangelistas al subrayar esos datos están haciendo teología, están poniendo el dedo en una tremenda verdad que algunos piadosos querrían ocultar pero que es exaltante para todo hombre de fe: Cristo entró en la raza humana tal y como la raza humana es, puso un pórtico de pureza total en el penúltimo escalón -su madre Inmaculada- pero aceptó, en todo el resto de su progenie, la realidad humana total que él venía a salvar. Dios, que escribe con líneas torcidas, entró por caminos torcidos, por los caminos que -¡ay!- son los de la humanidad" (Martín Descalzo).

Por tanto:
  • entra en la humanidad tal como ésta es,
  • no se "disfraza" de hombre, ni juega a ser hombre, ni es más Dios que hombre, sino que es real y perfectamente hombre en su Encarnación,
  • la humanidad de Cristo es real, "total", asumiendo en su carne la humanidad entera, concentrando en su carne santísima el pecado de la humanidad caída (por eso san Pablo dirá que "se hizo pecado", ¡no que se hizo "pecador"!).
La verdad de su encarnación es expresada mediante la genealogía que hoy se lee en el rito romano.
 
¿Superaremos hoy la cara de aburrimiento al escuchar tantos nombres?
¿Descubriremos su santísima humanidad recapitulando todo al encarnarse?

Del blog: Corazón Eucarístico de Jesús

viernes, 13 de diciembre de 2013

LA "PERESTROIKA" DEL PAPA FRANCISCO

El primer documento «cien por cien» del Santo Padre plantea un cambio de rumbo en la Iglesia y la humanidad. Soltar lastre, quiere soltar lastres estructurales y mentales para hacer una Iglesia alegre y preocupada por los pobres. Sin que nadie lo notase, el rumbo de la Iglesia cambió decisivamente unos días antes del Cónclave con el breve discurso de un cardenal que nadie mencionaba como favorito. El mundo lo descubrió el 13 de marzo, cuando vio asomarse al balcón al primer Papa americano de la historia, después de que la conferencia episcopal italiana hubiese felicitado por su elección… ¡al cardenal Scola! Era la primera de muchas sorpresas.
En aquel discurso a puerta cerrada a los cardenales electores, Jorge Bergoglio les advirtió que «cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar, deviene autorreferencial y entonces se enferma». Era el diagnóstico correcto. Las notas de su intervención ocupan poco más de una cara de un folio manuscrito, que entregó a su compañero Jaime Ortega, cardenal de La Habana. El último punto es el perfil que propone para el sucesor de Benedicto XVI. Vale la pena leerlo entero:
«Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración de Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser madre fecunda que vive “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI)». Esta es la revolución del Papa Francisco. La que puso en marcha con sus gestos y su ejemplo. La que ahora presenta como texto «programático» en su poderosa exhortación apostólica de 220 páginas «La Alegría del Evangelio».
La envergadura del primer documento «cien por cien» del Papa Francisco es una sorpresa mayúscula: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación».
El «sueño» de Francisco
El mayor «sueño» del siglo XX había sido el de Martin Luther King, presentado en Washington hace 50 años con su famoso discurso «I Have a Dream» cuando la gran mayoría de los negros de EE.UU. eran pobres y sufrían discriminación racial. Nadie podía imaginar que 45 años más tarde Barack Obama llegaría a la Casa Blanca. El «sueño» de Francisco es mucho más ambicioso: quiere un cambio nada menos que en el rumbo de la Iglesia y la humanidad. Y propone, a quien quiera escucharle, el modo de ponerlo en marcha.
Como siempre ha liderado con el ejemplo, Francisco escribe: «Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio…». «Nada similar había salido de la boca de un Papa en la época moderna», comentó asombrado Luigi Accattoli, el decano de los vaticanistas, en el «Corriere della Sera». Accattoli, autor de numerosos libros, considera el documento del Papa «un mensaje de fraternidad en Cristo como nunca ha propuesto tan radicalmente la Iglesia de Roma desde los tiempos de Constantino».
El veterano vaticanista prevé que la resistencia romana, «que nunca faltó a Juan XXII y a Juan Pablo II, probablemente duplicará su energía después de esta proclama formulada por un hombre que parece decidido a todo». Ningún pontífice se había atrevido a crear comisiones investigadoras de todas las finanzas del Vaticano, o a meter dentro de los muros a dos auditoras multinacionales como Promontory y Ernst & Young. Para colmo, quiere terminar la reforma de la Curia dentro de un año, cuando la de Pablo VI llevó cinco y la de Juan Pablo II, diez… Todo esto mo-
lesta a unos cuantos. Pero al Papa que renunció a los coches blindados no le faltará valor para afrontar contragolpes de la burocracia vaticana o de los poderes financieros mundiales.
La revista Forbes, que le declaró la cuarta persona más influyente del mundo, ha abierto fuego de represalia por su atrevimiento a criticar «la adoración del antiguo becerro de oro» y el «fetichismo del dinero». Pero, sobre todo, por culpar del desequilibrio económico a «ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera».
Es posible que algunos se sientan aludidos cuando lean que «hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua», o cuando el Papa insiste en que «un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral». En cambio, las personas de buena voluntad disfrutarán con un documento de lenguaje sencillo y claro que desborda optimismo desde su primer párrafo.
El documento afronta docenas de temas importantes, desde el papel de la mujer hasta el modo de preparar homilías que no aburran a los fieles o la indiferencia culpable ante los pobres y los explotados. Francisco escribe con valentía y libertad. Quienes lean tranquilamente «La Alegría del Evangelio» se darán cuenta de que es revolucionaria porque propone un regreso a lo estrictamente esencial, tirando por la borda lo que se ha vuelto inútil.
En 1870 hubo también muchos lamentos por la pérdida de los Estados Pontificios. Pero, en realidad, los patriotas italianos liberaron a la Iglesia de un tremendo lastre político, económico, militar y territorial. Desde entonces, los Papas se concentran en su tarea religiosa, y todos han sido ejemplares. Francisco quiere soltar ahora lastres estructurales y mentales. Quiere una Iglesia más espiritual, más preocupada por los pobres, más alegre y más libre.
«No tengamos miedo a revisar normas muy arraigadas»
En el Papa un ejercicio reconoce de que sano algunas realismo, costumbres de la Iglesia «muy arraigadas a lo largo de la historia» han perdido la capacidad de transmitir su mensaje. Y por eso aconseja: «No tengamos miedo a revisarlas».
«Del mismo modo», continúa, «hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida. Santo Tomás de Aquino destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios “son poquísimos”. Citando a San Agustín, Tomás advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con pesada moderación la vida de “para los fieles” no hacer y no convertir esclavitud nuestra cuando religión “la misericor- en una dia de Dios quiso que fuese libre”».
Francisco lamenta que «a veces nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas».
Naturalmente, todo cambio y toda salida a campo abierto implica riesgos, pero Francisco prefiere «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades».
Salir de la rutina mental va a ser muy costoso para algunos. Pero la Iglesia que propone Francisco no sólo es hermosa. Puede ser irresistible.

Juan Vicente Boo

martes, 10 de diciembre de 2013

1ª PREDICACIÓN DE ADVIENTO

Fiel a la cita de cada tiempo fuerte, el P. Cantalamessa ha predicado para toda la casa pontificia su primera meditación de Adviento. Puedes leerla a continuación:

La intención de estas tres meditaciones de Adviento es prepararnos para la Navidad en compañía de Francisco de Asís. De él, en esta primera predicación, quisiera destacar la naturaleza de su vuelta al Evangelio. El teólogo Yves Congar, en su estudio sobre la «Verdadera y falsa reforma en la Iglesia» ve en Francisco el ejemplo más claro de reforma de la Iglesia por medio de la santidad[1]. Nos gustaría entender en qué ha consistido su reforma por medio de la santidad y qué comporta su ejemplo en cada época de la Iglesia, incluida la nuestra.

1. La conversión de Francesco

Para entender algo de la aventura de Francisco es necesario entender su conversión. De tal evento existen, en las fuentes, distintas descripciones con notables diferencias entre ellas. Por suerte tenemos una fuente fiable que nos permite prescindir de tener que elegir entre las distintas versiones. Tenemos el testimonio del mismo Francisco en su testamento, suipsissima vox, como se dice de las palabras que seguramente fueron pronunciadas por Jesús en el Evangelio. Dice:
«El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y de cuerpo; y, después de esto, permanecí un poco de tiempo y salí del siglo»
Y sobre este texto justamente se basan los historiadores, pero con un límite para ellos intransitable. Los históricos, aun los que tienen las mejores intenciones y los más respetuosos con la peculiaridad de la historia de Francisco, como ha sido, entre los italianos Raoul Manselli,no consiguen entender por qué último de su cambio radical. Se quedan - y justamente por respeto a su método - en el umbral, hablando de un «secreto de Francisco», destinado a quedar así para siempre.
Lo que se consigue constatar históricamente es la decisión de Francisco de cambiar su estado social. De pertenecer a la clase alta, que contaba en la ciudad para la nobleza o riqueza, él eligió colocarse en el extremo opuesto, compartiendo la vida de los últimos, que no contaban nada, los llamados «menores», afligidos por cualquier tipo de pobreza.
Los historiadores insisten justamente sobre el hecho que Francisco, al inicio, no ha elegido la pobreza y menos aún el pauperismo; ¡ha elegido a los pobres! El cambio está motivado más por el mandamiento; «Ama a tu prójimo como a ti mismo!, que no por el consejo: «Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, luego ven y sígueme». Era la compasión por la gente pobre, más que la búsqueda de la propia perfección la que lo movía, la caridad más que la pobreza.
Todo esto es verdad, pero no toca todavía el fondo del problema. Es el efecto del cambio, no la causa. La elección verdadera es mucho más radical: no se trató de elegir entre riqueza y pobreza, ni entre ricos y pobres, entre la pertenencia a una clase en vez de a otra, sino deelegir entre sí mismo y Dios, entre salvar la propia vida o perderla por el Evangelio.
Ha habido algunos (por ejemplo, en tiempos cercanos a nosotros, Simone Weil) que han llegado a Cristo partiendo del amor por los pobres y ha habido otros que han llegado a los pobres partiendo del amor por Cristo. Francisco pertenece a estos segundos. El motivo profundo de su conversión no es de naturaleza social, sino evangélica. Jesús había formulado la ley una vez por todas con una de las frases más solemnes y seguramente más auténticas del Evangelio: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16, 24-25)
Francisco, besando al leproso, ha renegado de sí mismo en lo que era más «amargo» y repugnante para su naturaleza. Se ha hecho violencia a sí mismo. El detalle no se le ha escapado a su primer biógrafo que describe así el episodio: «Un día se paró delante de él un leproso: se hizo violencia a sí mismo, se acercó y le besó. Desde ese momento decidió despreciarse cada vez más, hasta que por la misericordia del Redentor obtuvo plena victoria»[2].
Francisco no se fue por voluntad propia hacia los leprosos, movido por una compasión humana y religiosa. «El Señor, escribe, me condujo entre ellos». Y sobre este pequeño detalle que los historiadores no saben -ni podrían- dar un juicio, sin embargo, está al origen de todo. Jesús había preparado su corazón de forma que su libertad, en el momento justo, respondiera a la gracia. Para esto sirvieron el sueño de Spoleto y la pregunta sobre si prefería servir al siervo o al patrón, la enfermedad, el encarcelamiento en Perugia y esa inquietud extraña que ya no le permitía encontrar alegría en las diversiones y le hacía buscar lugares solitarios.
Aún sin pensar que se tratara de Jesús en persona bajo la apariencia de un leproso (como harán otros más tarde, influenciados por el caso análogo que se lee en la vida de san Martín de Tours[3]), en ese momento el leproso para Francisco representaba a todos los efectos a Jesús. ¿No había dicho él: «A mí me lo hicisteis? En ese momento ha elegido entre sí y Jesús. La conversión de Francisco es de la misma naturaleza que la de Pablo. Para Pablo, a un cierto punto, lo que primero había sido una «ganancia» cambió de signo y se convirtió en una «pérdida», «a causa de Cristo» (Fil 3, 5 ss); para Francisco lo que había sido amargo se convirtió en dulzura, también aquí «a causa de Cristo». Después de este momento, ambos pueden decir: «Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí».
Todo esto nos obliga a corregir una cierta imagen de Francisco hecha popular por la literatura posterior y acogida por Dante en la Divina Comedia. La famosa metáfora de las bodas de Francisco con la señora Pobreza que ha dejado huellas profundas en el arte y en la poesía franciscanas puede ser engañosa. No se enamora de una virtud, aunque sea la pobreza; se enamora de una persona. Las bodas de Francisco han sido, como las de otros místicos, un desposorio con Cristo.
A los compañeros que le preguntaban si pensaba casarse, viéndolo una tarde extrañamente ausente y luminoso, el joven Francisco respondió: «Tomaré la esposa más noble y bella que hayáis visto». Esta respuesta normalmente es mal interpretada. Por el contexto parece claro que la esposa no es la pobreza, sino el tesoro escondido y la perla preciosa, es decir Cristo. «Esposa, comenta el Celano que habla del episodio, es la verdadera religión que él abrazó; y el reino de los cielos es el tesoro escondido que él buscó»[4].
Francisco no se casó con la pobreza ni con los pobres; se casó con Cristo y fue por su amor que se casó, por así decir «en segundas nupcias», con la señora Pobreza. Así será siempre en la santidad cristiana. A la base del amor por la pobreza y por los pobres, o hay amor por Cristo, o lo pobres serán en un modo u otro instrumentalizados y la pobreza se convertirá fácilmente en un hecho polémico contra la Iglesia o una ostentación de mayor perfección respecto a otros en la Iglesia, como sucedió, lamentablemente, también a algunos seguidores del Pobrecillo. En uno y otro caso, se hace de la pobreza la peor forma de riqueza, la de la propia justicia.

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lunes, 9 de diciembre de 2013

ANGELUS EN EL DÍA DE LA INMACULADA

Queridos hermanos y hermanas. Este segundo domingo de Adviento cae en la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, y entonces nuestra mirada es atraída por la belleza de la madre de Jesús, nuestra madre.

Con gran alegría la iglesia contempla "llena de gracia" (LC 1,28), así como Dios miró desde el primer momento de amor en su diseño. Maria nos apoya en nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de Adviento en previsión de la llegada del Señor.

Él Evangelio de San Lucas nos presenta a una muchacha de Nazaret en Galilea, un pequeño pueblo en las afueras del imperio romano y en Israel. En ella ha puesto los ojos el Señor y la ha elegido para ser la madre de su hijo. En vista de esta maternidad, María fue preservada del pecado original, es decir, de la ruptura de la comunión con Dios, con los demás y con las profundas heridas que creó en todos los seres humanos. Pero esta ruptura fue curada por adelantado en la madre de Él que vino a liberarnos de la esclavitud del pecado. María Inmaculada se inscribe en el plan de Dios; es el fruto del amor de Dios que salva al mundo.

Y la Virgen no ha alejado nunca de ese amor: su vida, todo su ser es un "Sí" a Dios. Cuando el ángel llama su "llena de gracia" (LC 1,28), ella se siente "muy turbada". Pero el ángel la conforta: «No temas  María, que has encontrado favor con Dios. Y he aquí, que concebiras a un hijo... y le pondrás por nombre Jesús "(v. 30). Este anuncio es una sorpresa mayor, porque aún no está casada con Joseph; Pero el ángel agrega: "el Espíritu Santo vendrá sobre ti... Por lo tanto, el que nazca será Santo y será llamado hijo de Dios "(v. 35). María Escucha, obedece interiormente y responde: "He aquí la esclava del Señor: Hágase en mí según tu palabra" (v. 38).

El misterio de esta muchacha de Nazaret, que está en el corazón de Dios, no es desconocido. De hecho Dios fija su mirada de amor en cada hombre y cada mujer. El apóstol San Pablo dice que "Dios la ha elegido antes de la Fundación del mundo para ser Santa e Inmaculada» (Ef 1,4). Nosotros también, siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una vida Santa, libre de pecado. Se trata de un proyecto de amor que Dios nos renueva cada vez que nos acercamos a él, especialmente en los sacramentos.

En esta fiesta, entonces, contemplando a nuestra madre Inmaculada, reconocemos nuestro verdadero destino, nuestra vocación más profunda: al ser amado, ser transformado por el amor, por la belleza de Dios.

Mirémosla, para aprender a ser más humilde y valiente para seguir la palabra de Dios; para acomodar el tierno abrazo de su hijo Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz.

jueves, 5 de diciembre de 2013

EL ADVIENTO DE MARÍA

Llega la fiesta de la Inmaculada Concepción en el corazón del Adviento. El Adviento de María, esperando el nacimiento de su Hijo, es para nosotros escuela donde aprendemos a disponer nuestro espiritu y nuestro cuerpo a la venida del Salvador; escuela donde contemplamos la belleza de María, proclamando las maravillas que Dios ha hecho en Ella; escuela donde aprendemos a respetar la figura de la esposa, de la madre, de la mujer, en el matrimonio, en la familia, en la vida.

María de Nazaret, de nuestra carne y de nuestra raza, se nos presenta hoy como la mujer que se abre de verdad al misterio de Dios Salvador. La "llena de gracia", con su respuesta de fe, es la respuesta primigenia de la liberación del pecado y de toda culpa. Fue el amor divino el que la cautivó para la humanidad. Ella, con la docilidad de la humilde esclava, fue transformada por el amor de Dios, y a lo largo de los siglos, la hemos llamado "Bienaventurada", la hemos felicitado "todas las generaciones", porque ha llegado a la plenitud. En Ella, todos estamos llamados a "ser en plenitud y a vivir eternamente". En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo.

Hoy, muchos hombres y mujeres, incluso, a veces, cristianos y católicos, pasan por las tinieblas y la confusión, consecuencia de tantos pecados personales y sociales. Que la Virgen Inmaculada despierte las conciencias, ilumine las mentes, enfervorice los corazones para que sean muchos los que vuelvan su mirada a María y vuelvan a caminar con ilusión, sorteando dificultades y solucionando problemas.

Hoy, necesitamos un regazo que nos acoja, un rostro que nos sonría, unas manos que nos acaricien, una palabra suave, tierna y materna, que nos anime y aliente. María, la Madre de Jesús, es nuestra Madre. Y siempre nos espera... La fiesta de la Inmaculada nos invita a luchar por esa limpieza interior que nos hace mirar de frente, valorar con criterios rectos, elegir nuestros caminos con serenidad, conseguir metas luminosas. Necesitamos una oleada de pureza, es decir, de rectitud en todos loa ámbitos de nuestra sociedad, que limpie a fondo lacras, esclavitudes, engaños, oscuridades y heridas.

Antonio Gil para ReL

martes, 3 de diciembre de 2013

ORACIÓN, ALABANZA Y CARIDAD

Ciudad del Vaticano,
Prepararse para la Navidad con la oración, la caridad y la alabanza: con el corazón abierto para dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva. Estas son las palabras del papa Francisco en su homilía de este primer lunes del tiempo de Adviento en la Casa Santa Marta.

   Comentando el pasaje del Evangelio de hoy, en el que el centurión romano pide con gran fe a Jesús que cure a su siervo, el santo padre ha recordado que en estos días “empezamos un nuevo camino”, un “camino de la Iglesia … hacia la Navidad”. Vayamos al encuentro del Señor, “porque la Navidad –ha precisado- no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita”:
“La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en la palabra que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que el tenia. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!”
Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor – ha subrayado el pontífice – es importante “dejarnos encontrar por Él”:
“Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo, entre comillas – los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe de este centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!”
Pero se necesita un corazón abierto: “un corazón abierto, ¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!”
En este camino hacia la Navidad – ha concluido el papa – nos ayudan algunas actitudes: “La perseverancia en la oración, rezar más; la laboriosidad en la caridad fraterna, acercarnos un poco más a los que están necesitados; y la alegría en la alabanza del Señor”. Por tanto: “la oración, la caridad y la alabanza”, con el corazón abierto “para que el Señor nos encuentre”.


lunes, 2 de diciembre de 2013

ESTO ES ADVIENTO

Estamos iniciando la primera semana de este tiempo precioso de Adviento. El corazón está expectante ante la llegada del Mesías anunciado por los profetas.
Este vídeo nos ayuda a situarnos en este tiempo de espera, y nos anima a practicar el silencio, en el cual Dios se manifiesta.



sábado, 30 de noviembre de 2013

DOMINGO I DE ADVIENTO

Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Mateo 24, 37-44

Después de la clausura del Año de la fe, acaecida en toda la Iglesia el pasado domingo, comenzamos el nuevo Año litúrgico con la celebración del primer Domingo de Adviento. En el Evangelio, el Señor Jesús nos anima a estar en vela proponiéndonos una tensión espiritual que la liturgia de la Iglesia recoge de un modo muy sugerente en el prefacio tercero del Adviento. En él se nos invita a mirar hacia el futuro en el que se vislumbra la venida definitiva del Mesías, a la vez que nos compromete en el presente, con esta incisiva frase: «El Señor viene a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento».
La invitación a estar en vela, Jesús la propone, expresamente, al considerar la historia de los hombres. La descripción que hace de los contemporáneos de Noé, puede muy bien valer para lo que sucede al hombre de hoy. Entonces vivían apegados a lo inmediato: Comían, bebían y se casaban, olvidando aspectos trascendentes y necesarios en la búsqueda de la plenitud personal.
El evangelio de San Mateo, ante la venida del Señor que preparamos durante el Adviento, nos advierte que podemos caer en la misma dejadez interior. Tenemos una certeza: que el Señor vino en Belén, que vendrá en la parusía y que sigue viniendo en cada persona, especialmente en los pobres, y en cada acontecimiento. Esta presencia no debe ser indiferente, ni para la Humanidad en su conjunto, ni para cada uno de nosotros en particular. Es de tal importancia, que debemos mantenernos en vela para percibir una presencia que puede convertirse en un acontecimiento que lo trasforme todo, que todo lo haga nuevo, aunque no sepamos ni el día ni la hora.
El Adviento nos introduce en un tiempo de espera y de esperanza. En un momento de tensión interior y de asombro ante el misterio; de salir de lo cotidiano y de confrontarnos con nosotros mismos para descubrir, a la luz de Su presencia, de lo que somos realmente capaces, de las posibilidades tan grandes que el Señor nos regaló y que espera no dejemos de lado. A la hora que menos penséis, el Señor viene.
En este tiempo fuerte, la Iglesia nos recuerda esa inminente llegada, con la intención de que nos mantengamos en vela, de que estemos atentos y con el corazón despierto para descubrir un horizonte nuevo y renovado, que se convierta para nosotros en camino de plenitud.
No dejemos que el paso del Señor nos deje indiferentes, a pesar de su constante empeño en encontrarse con nosotros. Si así ocurriese, estaríamos permitiendo que el ladrón abriese un boquete en nuestra casa y correríamos el riesgo de que nos prive de lo mejor que tenemos. Y el creyente sabe que eso no sólo le afecta a él, sino a toda la Iglesia y a toda la sociedad.
Hagamos nuestra la invitación de este Evangelio: Estad también vosotros preparados.
+ Carlos Escribano Subías
obispo de Teruel y Albarracín

martes, 26 de noviembre de 2013

PAVEL FLORENSKI

Pavel Florenski ha sido uno de los grandes eruditos que ha dado Rusia en los últimos siglos aunque el odio y las verdades destapadas por este polifacético pensador sobre la existencia de Dios irritara de tal modo a Stalin que ordenó que fuera enviado al gulag, fusilado y borrado de la historia.
Señalado por algunos como "el Leonardo Da Vinci ruso", Florenski fue científico, matemático, inventor, escritor, pintor, poeta, crítico, lingüista, docente y sacerdote.

Erudito en distintos saberes muy dispares entre sí vivió una conversión desde el ateísmo más radical a una fe de tal calibre que le llevó a ser uno de los teólogos que de manera más profunda ha penetrado en el misterio de la Santísima Trinidad, tal y como recogía un artículo de L´Osservatore Romano.

Esta tenaz lucha por la Verdad en la vida le llevó a conocer a Dios y también a dar su vida por él pues nunca renunció ni dejó de buscarla, ni durante la persecución en la Unión Soviética.
 
Ejemplo puesto por el Papa
Sin embargo, este hombre con una historia y biografía tan extensa y peculiar también tuvo una conversión a la altura de su vida. En la audiencia de los miércoles, poco antes de renunciar, Benedicto XVI le citaba como un ejemplo y aseguraba que “el Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen tragados por la secularización, como le ha sucedido al ruso ortodoxo, Pavel Florenski.

Después de una educación  completamente agnóstica, hasta el punto de sentir verdadera hostilidad hacia las enseñanzas religiosas impartidas en la escuela, el científico Florenski termina exclamando: ‘¡No se puede vivir sin Dios!’, y cambia completamente su vida, para convertirse en sacerdote”.

Por las matemáticas, hacia Dios
Y esta conversión se dio gracias precisamente a las matemáticas. Fue a raíz de esta ciencia dónde encontró a Dios y lo que le llevó hacía Él. En el orden que implican vio a un ser creador y precisamente vio claramente a la Santísima Trinidad.  Fue precisamente aplicando las matemáticas como llegó a esta conclusión.

El diario vaticano explica la teoría del pensador ruso, que no veía en los estudios matemáticos no sólo los números en sí mismos, sino sus relaciones. Por ello, se pregunta cuáles son las relaciones que existen entre cosas que no tienen vida.
Y se responde afirmando que éstas únicamente existen entre personas y si estos informes quieren ser eternamente válidos estas personas deben ser eternas, y así son sólo las tres personas divinas en un Dios.
 
Su búsqueda de Dios
Una vez que tuvo este encuentro con Dios y siendo ya un eminente matemático y científico entró en la Academia Eclesiástica y se licenció en Teología en 1908. Dos años más tarde se casaba y en 1911 era ordenado sacerdote en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
 
Durante esos años tuvo gran influencia entre los universitarios moscovitas por su pensamiento filosófico, artístico, científico y teológico. 

Florenski seguía mostrando a Dios a través de las ciencias y también se empeñaba en responder la pregunta que hizo Pilatos a Jesús en el patíbulo: ¿qué es la verdad?


Para este ruso, “la verdad revelada es el amor, porque esto es Jesucristo y esta es la identidad de nuestro Dios: porque Dios es amor. Por eso, también el bien, si no se realiza como belleza, es decir, como el amor realizado, se convierte en un fanatismo que es capaz de aplastar al hombre e imponer  a la perfección del individuo como vanagloria, como orgullo. La verdad revelada es el amor y el amor realizado es la belleza”. Para Florenski la verdad realmente bella es la Iglesia, “comunión en Cristo muerto y resucitado”.
 
En la URSS seguía con el hábito
Mientras seguía con este apostolado llegó la llamada Revolución rusa y el triunfo del comunismo. A diferencia de otros científicos e intelectuales, Florenski no quiso dejar Rusia y prefirió estar junto a su pueblo. De hecho, él seguía vestido de sacerdote pese a las dificultades que podría causarle, y que años más tarde se consumaron.
 
Con dotes proféticos, en 1917 ya auguraba lo que se avecinaba: “tengo fe en que el nihilismo, cuando esté agotado mostrará su incapacidad, todo el mundo estará harto y se despertará el odio.  Y entonces, después de que esta ignominia haya fracasado, los corazones y las mentes, ya renovados, se dirigirán hacía la idea rusa, sin volver la vista atrás, hambrientos…”.
 
Durante estos años siguió con su obra teológica e investigadora. Se centró en el arte, la geometría y las matemáticas. De hecho, fue inventando cosas e incluso participó en la electrificación de Rusia.

Su alejamiento de la política le mantenía  a salvo pero su fe y la influencia de ésta en sus trabajos sí que le costaron muy caro.
 
La obra que le llevó al gulag
Durante esos años publicó entre otras cosas monografías sobre Dieléctricos y Arte Ruso Antiguo e incluso fue el autor del texto base para estudiar ingeniería eléctrica que se utilizó durante décadas. Pero fue más tarde cuando publicó su obra más importante, Los números imaginarios de la Geometría, en el que da una interpretación geométrica de la teoría de la relatividad de Einstein.

Ahí defendía que cualquier cuerpo que se moviera a mayor velocidad de la luz formaba parte de la geometría del reino de Dios. Este fue el pretexto para que fuera detenido, pues había muchos que le tenían muchas ganas.
 
Aunque había sido detenido ya en varias ocasiones de manera intermitente esta vez fue la definitiva. Incluso para salvar a otros detenidos junto a él se autoinculpó inventándose que había conspirado con el Vaticano.

Era 1933 y fue enviado a un gulag en las islas Solovetski.  Allí pasó cuatro años durísimos antes de que fuera fusilado sin juicio y sin pretexto en Leningrado.

Únicamente, había sido acusado de vulnerar el artículo 25 del Código Penal Soviético por “publicación de materiales contrarios al sistema soviético”.


 
Sin embargo, ni el gulag pudo con él. Durante sus años prisionero allí consiguió importantes descubrimientos científicos. En él tuvo la oportunidad de estudiar los hielos perpetuos y la cristalización del hielo lo que le permitió diseñar una cámara especial para su microscopio, convirtiéndose de este modo en uno de los pioneros de la microfotografía.
 
Unas cartas llenas de amor y esperanza
A pesar del control soviético, Florenski dejó también un increible legado con las numerosas cartas que envió a su familia desde el gulag. Cartas llenas de amor y de esperanza. De esperanza en un Dios, uno  y trino, que no es otra cosa que Amor. En ellas también habla a su hija de la Eternidad que a todos nos aguarda.
 
Florenski fue fusilado en 1937. Nunca se encontró su cuerpo y la URSS borró todo signo de este importante pensador, del Leonardo Da Vinci de siglo XX. No quedó ni su partida de bautismo.

Pero el comunismo no consiguió acabar con su legado. Sus discípulos y su familia lo guardaron y la prolífica obra de este fervoroso buscador de la Verdad quedó al descubierto tras la caída del muro y el fin de la URSS. Es ahora cuando se puede disfrutar de su amor a Dios y al hombre.

Publicado en Religión en Libertad

lunes, 25 de noviembre de 2013

CLAUSURA DEL AÑO DE LA FE

Ayer fue clausurado el año de la fe por el Papa Francisco en la plaza de S. Pedro. Hoy traemos la homilía del santo padre, al mismo tiempo que elevamos nuestra acción de gracias a Dios que ayer estuvo grande con nuestra comunidad parroquial; ochenta y cuatro de sus miembros, recibieron el sacramento de la Confirmación. ¡¡Bendito sea Dios!! Que El encuentre corazones abiertos para manifestar su gloria.


La solemnidad de Cristo Rey del Universo, coronación del año litúrgico, señala también la conclusión del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, a quien recordamos ahora con afecto y reconocimiento por este don que nos ha dado. Con esa iniciativa providencial, nos ha dado la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia. Un camino que tiene como meta final el encuentro pleno con Dios, y en el que el Espíritu Santo nos purifica, eleva, santifica, para introducirnos en la felicidad que anhela nuestro corazón.

Dirijo también un saludo cordial y fraternal a los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias orientales católicas, aquí presentes. El saludo de paz que nos intercambiaremos quiere expresar sobre todo el reconocimiento del Obispo de Roma a estas Comunidades, que han confesado el nombre de Cristo con una fidelidad ejemplar, pagando con frecuencia un alto precio.

Del mismo modo, y por su medio, deseo dirigirme a todos los cristianos que viven en Tierra Santa, en Siria y en todo el Oriente, para que todos obtengan el don de la paz y la concordia.

Las lecturas bíblicas que se han proclamado tienen como hilo conductor la centralidad de Cristo. Cristo está al centro. Cristo es el centro. Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia.

1. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, tomada de la carta a los Colosenses, nos ofrece una visión muy profunda de la centralidad de Jesús. Nos lo presenta como el Primogénito de toda la creación: en Él, por medio de Él y en vista de Él fueron creadas todas las cosas. Él es el centro de todo, es el principio. Jesucristo, el Señor. Dios le ha dado la plenitud, la totalidad, para que en Él todas las cosas sean reconciliadas (cf. 1,12-20). Señor de la Creación, Señor de la reconciliación.

Esta imagen nos ayuda a entender que Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. Es así, nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo. Nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo. En cambio, la pérdida de este centro, al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo.

2. Además de ser centro de la creación y centro de la reconciliación, Cristo es centro del pueblo de Dios. Y precisamente hoy está aquí, al centro de nosotros. Ahora está aquí, en la Palabra, y estará aquí, en el altar, vivo, presente, en medio de nosotros, su pueblo. Nos lo muestra la primera lectura, en la que se habla del día en que las tribus de Israel se acercaron a David y ante el Señor lo ungieron rey sobre todo Israel (cf. 2S 5,1-3). En la búsqueda de la figura ideal del rey, estos hombres buscaban a Dios mismo: un Dios que fuera cercano, que aceptara acompañar al hombre en su camino, que se hiciese hermano suyo.

Cristo, descendiente del rey David, es precisamente el «hermano» alrededor del cual se constituye el pueblo, que cuida de su pueblo, de todos nosotros, a precio de su vida. En Él nosotros somos uno: un solo pueblo; unidos a él, participamos de un solo camino, un solo destino. Solamente en Él, en Él como centro, tenemos la identidad como pueblo.

3. Y, por último, Cristo es el centro de la historia de la humanidad y también el centro de la historia de todo hombre. A Él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el Evangelio de hoy.

Mientras todos los otros se dirigen a Jesús con desprecio -«Si tú eres el Cristo, el Mesías Rey, sálvate a tí mismo bajando de la cruz»- aquel hombre, que se ha equivocado en la vida hasta el final pero se arrepiente, se agarra a Jesús crucificado implorando: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino» (Lc 23,42). Y Jesús le promete: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v. 43): su Reino. Jesús sólo pronuncia la palabra del perdón, no la de la condena; y cuando el hombre encuentra el valor de pedir este perdón, el Señor no deja jamás de atender una petición como esa. Hoy todos nosotros podemos pensar a nuestra historia, a nuestro camino. Cada uno de nosotros tiene su historia; cada uno de nosotros también tiene sus errores, sus pecados, sus momentos felices y sus momentos oscuros. Nos hará bien, en esta jornada, pensar a nuestra historia y mirar a Jesús y desde el corazón repetirle tanta veces, pero con el corazón, en silencio, cada uno de nosotros: "¡acuérdate de mí, Señor, ahora que estás en tu Reino!". Jesús, acuérdate de mí, porque yo tengo ganas de ser bueno, tengo ganas de ser buena, pero no tengo fuerza, no puedo: ¡soy pecador, soy pecador! Pero acuérdate de mí, Jesús: ¡Tú puedes acordarte de mí, porque Tú estás al centro, Tú estás precisamente en tu Reino! ¡Qué bello! Hagámoslo hoy todos, cada uno en su corazón, tantas veces. "¡Acuérdate de mí Señor, Tú que estás al centro, Tú que estás en tu Reino!"

La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la oración que la ha solicitado. El Señor siempre da más de lo que se le pide, es tan generoso, da siempre más de lo que se le pide: ¡le pides que se acuerde de tí y te lleva a su Reino! Jesús está precisamente al centro de nuestros deseos de alegría y de salvación. Vayamos todos juntos por este camino.

jueves, 21 de noviembre de 2013

"EL PAPA SE CONFIESA CADA QUINCE DÍAS"

Reproducimos a continuación el texto de las palabras del Papa, en la  Audiencia General de ayer miércoles 20 de Noviembre.

Hoy a las 20:15 tendrán lugar las confesiones para quienes recibirán la Confirmación el próximo domingo y para sus familiares.
Rezamos para que sea ocasión de encuentro gozoso con Jesús Misericordioso.


Queridos hermanos y hermanas:
¡Buenos días!

El pasado miércoles hablé de la remisión de los pecados, referida especialmente al Bautismo. Hoy proseguimos con el tema de la remisión de los pecados, pero refiriéndose al llamado “poder de las llaves” que es un símbolo bíblico de la misión que Jesús dio a los Apóstoles.

Antes que nada debemos recordar que el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. ¡Él es el protagonista! En su primera aparición a los Apóstoles, en el Cenáculo, Jesús resucitado hizo el gesto de soplar sobre ellos diciendo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23). Jesús, transfigurado en su cuerpo, es el hombre nuevo, que ofrece los dones pascuales fruto de su muerte y resurrección. ¿Cuáles son estos dones? La paz, la alegría, el perdón de los pecados, la misión; pero sobre todo da el Espíritu Santo que es la fuente de todo esto. Del Espíritu Santo vienen todos estos dones. El soplo de Jesús, acompañado por las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la vida nueva regenerada por el perdón.

Pero antes de hacer este gesto de soplar y dar el Espíritu, Jesús muestra sus llagas, en las manos y en el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios “pasando a través” de las llagas de Jesús. Estas llagas que Él ha querido conservar, incluso en este momento en el Cielo, Él le hace ver al Padre las llagas con las que nos ha rescatado. Por la fuerza de estas llagas nuestros pecados son perdonados, así Jesús ha dado su vida por nuestra paz, por nuestra alegría, por la gracia de nuestra alma, por el perdón de nuestros pecados y ¡esto es muy bello! Mirar a Jesús de esta manera.

Y llegamos al segundo elemento: Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados ¿Cómo es esto? Es un poco difícil de entender que un hombre pueda perdonar los pecados. Jesús da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves. De abrir o cerrar, de perdonar. Dios perdona a todos los hombres en su soberana misericordia, pero Él mismo ha querido que todos los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón mediante los ministros de la comunidad. A través del ministerio apostólico, la misericordia de Dios me alcanza, mis culpas son perdonadas y se me da la alegría. De este modo, Jesús nos llama a vivir la reconciliación también en la dimensión eclesial, comunitaria. Y esto es muy bello. La Iglesia, que es santa y a la vez necesitada de penitencia, acompaña nuestro camino de conversión para toda la vida.

La Iglesia no es dueña del poder de las llaves, no es dueña, sino que es sierva del ministerio de la misericordia y se alegra de todas las veces que puede ofrecer este don divino. Muchas personas hoy no entienden la dimensión eclesial del perdón, porque domina siempre el individualismo, el subjetivismo, y también nosotros los cristianos nos resentimos. Cierto, Dios perdona a todos los pecadores arrepentidos, personalmente, pero el cristiano está vinculado a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Para nosotros los cristianos hay otro don además, y también una obligación más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial. Y esto debemos valorarlo, es un don, también es una cura, una protección y también la seguridad de que Dios me ha perdonado. Yo voy al hermano sacerdote y digo: padre, he hecho esto; y él dice: “Yo te perdono y Dios te perdona”, y yo estoy seguro en este momento de que Dios me ha perdonado. ¡Esto es bello! Esto es tener la seguridad de lo que nosotros decimos siempre: Que Dios nos perdona siempre. No se cansa de perdonar. Nosotros no debemos cansarnos de ir a pedir perdón. “Pero Padre, a mí me da vergüenza ir a decir mis pecados…”. Mira, nuestras madres, nuestras abuelas decían que es “mejor rojo una vez que mil amarillo”. Te pones rojo una vez, te perdonan los pecados y… ¡adelante!

Finalmente, un último punto: el sacerdote, instrumento para el perdón de los pecados. El perdón de Dios que se nos da en la Iglesia nos es transmitido por medio del ministerio de un hermano nuestro, el sacerdote; un hombre, que como nosotros necesita misericordia, se convierte verdaderamente en instrumento de misericordia, dándonos el amor sin límites de Dios Padre. También los sacerdotes deben confesarse, también los obispos, todos somos pecadores. También el Papa se confiesa cada quince días, porque el Papa también es un pecador. El confesor escucha lo que le digo, me aconseja y me perdona. Todos necesitamos este perdón.

A veces escuchamos a quien dice que se confiesa directamente con Dios. Sí, como decía antes, Dios nos escucha siempre, pero en el Sacramento de la Reconciliación te manda a un hermano.
A veces encuentras a alguno que prefiere confesarse directamente con Dios…. Sí, como decía antes: Dios te escucha siempre, pero en el sacramento de la Reconciliación manda un hermano a traerte el perdón, la seguridad del perdón en nombre de la Iglesia.
       
El servicio que el sacerdote presta como ministro, de parte de Dios, para perdonar los pecados es muy delicado, es un servicio muy delicado y exige que su corazón esté en paz, que el sacerdote tenga el corazón en paz, que no maltrate a los fieles, sino que sea humilde, benévolo y misericordioso; que sepa sembrar esperanza en los corazones y, sobre todo, sea consciente de que el hermano o la hermana que se acerca al sacramento de la Reconciliación busca el perdón y lo hace como se acercaban tantas personas a Jesús para que los curara. El sacerdote que no tenga esta disposición de espíritu es mejor que, hasta que se corrija, no administre este Sacramento. Los fieles penitentes tienen el deber, ¡no! Tienen el derecho, todos tenemos el derecho de encontrar en los sacerdotes servidores del perdón de Dios.

Queridos hermanos, como miembros de la Iglesia, ¿somos conscientes de este don que nos ofrece Dios mismo? ¿Sentimos la alegría de este cuidado, de esta atención materna que la Iglesia tiene hacia nosotros? ¿Sabemos valorarla con sencillez y asiduidad? No olvidemos que Dios no se cansa nunca de perdonarnos; mediante el ministerio del sacerdote, nos abraza en un nuevo abrazo que nos regenera y nos permite volvernos a levantar y volver a retomar de nuevo el camino. Porque esta es nuestra vida, levantarnos y retomar el camino.

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En este momento debemos recordar a las víctimas del reciente aluvión de Cerdeña. Recemos por ellos, por sus familiares, y seamos solidarios con los que han sufrido daños. Ahora recemos en silencio y después rezaremos a la Virgen para que bendiga y ayude a todos los hermanos y hermanas sardos. Ahora recemos en silencio.

martes, 19 de noviembre de 2013

PILDORA DEL DÍA DESPUÉS ¿QUÉ SABES DE ELLA?

Les traemos el día de hoy un material que hemos preparado acerca de la llamada “anticoncepción de emergencia”. Sino te es familiar este término, quizá alguno de estos te sea más conocido, “la pastilla del día después”, “la píldora del día siguiente”, el “Plan B”, entre otros. Todos estos términos confluyen en  la misma realidad. Un mecanismo muy actual – no por ello muy nuevo – que se ha ido difundiendo e imponiendo con mucha fuerza en algunos países como una propuesta para evitar una situación social que a muchos les preocupa como son los embarazos no deseados y la alta incidencia de aborto a la cual esta circunstancia ha llevado.
Elementos apostólicos
A veces nos conformamos con lo que “se dice”, pero ¿es esa la verdad? Y en este tema es fundamental ahondar en la realidad, en lo que de verdad sucede y no sólo las ideas que se venden.
Se ha comprobado que muchas personas que aprueban o hacen uso de estas píldoras no conocen la manera cómo actúan, conocen una parte o tienen creencias erróneas.
Enumeraré algunas ideas que me parece importante que veamos para aproximarnos más a lo real. Muchos de estos, son los principales puntos que están en la discusión de esta situación tan debatida. Debate que no sólo involucra a la comunidad científica y a los expertos en ética y moral sino a los que hacen la legislaciones, los educadores, los padres de familia, los jóvenes y en general a todos.
 
1. “Es una pastilla inofensiva”. Creo casi imposible decir que algún medicamento se escape de tener efectos secundarios. Esta pastilla no es la excepción. Incluso vale la pena comprender que está hecha en base a comprimidos de hormonas sexuales y que una sola pastilla contiene hasta 30 a 50 veces lo que contienen una pastilla de anticonceptivos convencionales (hechos de las mismas hormonas). Numerosos estudios han demostrado los múltiples efectos secundarios de las pastillas anticonceptivas tradicionales, cuantos más no traerán estas que son el mismo efecto multiplicado en esta alta proporción; además teniendo en cuenta que no se toma esporádicamente dado que muchas mujeres lo están usando no sólo como una segunda opción, sino como medida  constante y frecuente.  Lo anterior, mencionando los efectos físicos en quien las toma, también puede llevar a efectos relacionados con una conducta sexual desordenada y promiscua – aspecto que ya se ha demostrado –debido a que se considera un “respaldo” para tener una vida sexual más segura, no previendo por ejemplo los riesgos de infecciones.
Otro factor que cuestiona es que no se esté restringiendo la venta de estas mismas. NO se necesita fórmula médica para adquirirlas en muchas partes; en algunos países NO tienes que ser mayor de edad para adquirirla. ¿Es eso seguro? ¿Cuántas veces no hay quienes rechazan la automedicación?
2. “es una salida de emergencia”. Una emergencia es un evento que compromete la vida y ante lo cual hay que actuar inmediatamente. ¿No es acaso una manera de sugestionar e incentivar a que se consuma un producto? De ahi sus nombres sugestivos como “Plan B”: es decir, “si te falló tu método, si no previste una seguridad, te ofrecemos un escape, una manera fácil de salir de tu problema”
3. “La anticoncepción de emergencia es una solución a los abortos” Esta ha sido el argumento bajo el cual se ha promovido esta propuesta. Sin embargo, se ha demostrado que no ha incidido objetivamente en disminuir la tasa de abortos, incluso se han aumentado.
4. “No es un anticonceptivo abortivo”: En este punto me parece conveniente explicar los mecanismos por los cuales actúan estas píldoras:
-          Anovulatorio: puede evitar la ovulación.
-          Anticonceptivo: creando condiciones hostiles para que los espermatozoides no fecunden el óvulo.
-          Antiimplantatorio: tiene la capacidad de impedir la implantación de un óvulo fecundado. La pastilla no es únicamente “del día después”. Se vende dando las posibilidades que se tome incluso de hasta 72 horas. Es importante saber que los espermatozoides pueden fecundar entre horas y unos 5 días, con lo cual estaríamos diciendo que hay la posibilidad de que un óvulo pueda ser fecundado y por la acción de esta pastilla no llegue a implantarse en el útero. Lo que se denominaría un aborto o microaborto como algunos lo llaman. (Estamos teniendo en cuenta que un óvulo fecundado es un nuevo ser, ya tiene un nuevo ADN con toda la información para madurar en un nuevo ser)
La manera como venden y presentan estas pastillas es explicando los dos primeros efectos. No se dice ni explica el último efecto. Sin embargo en la patente y en la información contenida en la formulación de cada químico SI lo dice.
5. “Sin embargo si llegara a impedir la implantación, tampoco sería abortivo”Supongamos que se acepte que produce el tercer mecanismo explicado. Igual, muchos seguirán cerrándose a la posibilidad que sea abortivo, pues ponen en duda que el fruto de la concepción sea un ser. Si se relativiza cuándo empieza una nueva vida será difícil aceptar la realidad.
6. “Por una vida sexual más segura y feliz”. Es uno de tantos slogan e ideas que están detrás de este proyecto. ¿No es este un fruto visible de una mentalidad abiertamente relativista, hedonista y propia de una cultura de muerte? Con apariencia de bien y con la ilusión se engañan a muchas personas. No es extraña ni nueva esta mentalidad anticonceptiva, para la cual tener un hijo es una frustración y un obstáculo para una vida más plena.
7. “Todo es invento y mentira de la Iglesia”: La Iglesia, consciente de las necesidades del ser humano busca responder a sus inquietudes, proponiendo aquello que esté de acuerdo a la Verdad y al Bien, aquello que Cristo quisiera para cada uno de nosotros. En este sentido, sus propuestas no son meras invenciones o argumentos en contra de nuestra libertad o bien; pues están fundamentadas en la realidad, incluso basadas en lo que la misma ciencia puede decir.
Conclusión
Habría que seguir profundizando en muchos elementos más. Sin embargo lo que me parece importante es informarse y formarse bien para tener más criterios a la hora de opinar y de tomar una postura adecuada y recta.
 
Fuente: Catholic-link



lunes, 18 de noviembre de 2013

VIDAS CON LUZ

José Manuel Domínguez Prieto, doctor en Filosofía y titulado en Psicología. Es hermano del querido Pablo Domínguez, sacerdote fallecido en Moncayo y al que recordaréis por la peli basada en su vida "La Ultima Cima". Absolutamente recomendable que escuchéis su testimonio:


sábado, 16 de noviembre de 2013

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Muchos vendrán usando mi nombre, diciendo: Yo soy, o bien: El momento está cerca; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida». Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre; así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, parientes, hermanos y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras almas.

Lucas 21, 5-19
 
 
La perseverancia hasta el final es la puerta de la salvación. El camino a Jerusalén toca a su fin. Está próximo el momento en que el cumplimiento de la voluntad del Padre encontrará en el misterio de la Cruz su expresión plena. Llega la hora en que el Hijo será glorificado y Él dará gloria al Padre revelando el Amor más grande. Necesario es que los discípulos reconozcan la grandeza de este amor en la belleza escondida del Calvario. La mirada debe habituarse al nuevo rostro de la belleza. El templo de Jerusalén es el orgullo del pueblo elegido: los judíos admiran su hermosura y ven en sus exvotos la expresión visible del culto invisible debido sólo a Dios. Pero Jesús anuncia que de eso no quedará nada. La belleza admirada no será más la del edificio espléndido que alberga la presencia soberana de Dios, sino la del Corazón traspasado del Redentor, elevado en la cruz ignominiosa para abrir a toda la Humanidad la puerta de la dicha eterna. Para llegar a contemplar en la derrota de la cruz la victoria definitiva del amor infinito de Dios, habrá que preservar la mirada y aprender a ver. La luz de la fe permite hallar belleza donde parece vencer el horror. En el Evangelio de este domingo, Jesús anuncia la destrucción del Templo, la rebeldía de la creación que se volverá contra el hombre, el enfrentamiento bélico entre pueblos, la persecución extrema a sus seguidores, el abandono de los propios familiares y el odio de todos hacia quienes le sigan. ¿Cómo descubrir la belleza que salva en tal situación?
Al hablar del fin del mundo, Jesucristo previene a sus discípulos de los peligros que pondrán en apuros la fe de muchos. La superación de esos peligros se llama perseverancia hasta el final. Jesús la exige para aquellos a los que aguarda la salvación eterna. Persevera quien permanece; alcanza el final quien reconoce la meta; recibe la salvación quien acoge al Salvador. Las enseñanzas de Jesús sobre el fin del mundo son invitación a la vigilancia: anuncio de calamidades por fuera y promesa de auxilio por dentro. Al horror exterior se sobrepondrá quien permanezca en el amor interior.

 Los discípulos preguntan por el momento del fin del mundo, Jesús, sin embargo, responde por la preparación a ese momento. Conocer el cuándo no es lo importante; lo determinante es estar preparados. La perseverancia requiere certeza del fin, aunque se ignore su hora. El fin que Cristo anuncia es la salvación, es decir, la victoria de la armonía creada sobre la revuelta de la naturaleza, de la paz sobre la guerra, de la convivencia sobre la persecución, del amor sobre el odio; en definitiva, el triunfo del reinado de Dios sobre el desorden introducido por el pecado. Para perseverar, Jesucristo invita a mantenernos en su Palabra, a permanecer en su amor, a cumplir sus mandamientos, a extender su misión evangelizadora y a no dejarnos arrebatar la esperanza.

Cuando está próxima la celebración de la conclusión del año litúrgico, la Iglesia nos invita a recoger las enseñanzas del Señor, que nos ayudan a proteger la mirada de la fe y a custodiar la esperanza. Nos anima la certeza de un Amor que es más fuerte que los efectos de las catástrofes naturales, que el enfrentamiento entre pueblos, que la persecución de los enemigos o que el odio, incluso, de los más cercanos. La belleza que contempla la fe resplandece en el amor todopoderoso de Dios. Quien permanece en él alcanza la perseverancia que salva.

 
+ José Rico Pavés
obispo auxiliar de Getafe