" Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Pues no recibísteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibísteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar:
Pues no recibísteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibísteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar:
¡ Abbá, Padre!"
(Romanos 8, 14-15)
La Piedad era entendida, cuando se incluyó entre los dones, no como la entendemos ahora, sino como la virtud que un hijo tiene hacia su padre, la "piedad filial". Antes que otra cosa es sentirse hijo.
Todos hemos oido cien veces que somos "hijos de Dios", pero como todo lo que se oye mucho, es posible no haber entrado nunca en lo que, en lo profundo, significa.
" en infinitas circunstancias de la vida, ante el dolor y el sufrimiento, ¿qué nos ha ocurrido? Que no hemos podido acoger el poder de Dios, la fortaleza de Dios para nosotros; nuestro dolor nos ha podido, nuestro dolor ha sido como una acusación contra Dios, nuestro Padre.- "Tú ¿no dices que eres mi Padre? entonces ¿ por qué este sufrimiento?, ¿ por qué este dolor?". Si en ese momento de dolor, tú puedes acoger la fuerza de Dios, se produce el don de Piedad."
Es totalmente cierto que todo lo que Dios hace o permite en la vida será, al final bueno, muy bueno, contra toda lógica humana, contra toda sabiduría humana, pero...vivir eso es muy dificil, mejor dicho, no es difícil, es imposible, si el Espíritu Santo no lo revela y lo produce; y entonces es más fuerte que cualquier dolor, porque permite que actue la fortaleza de Dios.
Cuando el Espíritu te revela, en lo profundo del corazón, hasta remover tus entrañas, que eres hijo, entonces ya no hay amargura, resentimiento, ni acusación contra Dios: dejas de ser esclavo de tu sufrimiento, te abandonas, eres liberado.
"El don de Piedad no consiste en otra cosa que en ser introducido en la casa del Padre" y entrar en la voluntad de Dios es acoger el don. Eso es lo que nos sana, de ahí viene toda sanación.
Mientras no se vive en el don de Piedad somos como los hijos de la parábola del hijo pródigo; el que se fue viene diciendo "no soy digno de ser hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos": no se ha enterado de que es hijo, hijo de verdad y su Padre siempre lo introducirá en su casa. Y si somos "cumplidores" entonces como el hijo mayor pensaremos "mi padre no es justo, no recompensa mi esfuerzo" y es que ni el uno ni el otro oyen que su padre les dice : "hijo, todo lo mio es tuyo" y si eso es así " ¿por qué quieres tener, tú, cosas? ¿ por qué quieres hacer, tú, meritos? ¿ por qué quieres hacer y tener tu propia santidad y tu propia perfección si todo lo mio es tuyo?...No soy el hijo abandonado que está lejos, sino el hijo que está en la presencia de Dios, en la vida de Dios, en el mismo Dios".
" vió que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de
paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos:
" Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"
(Marcos 1, 10-11)
(Romanos 8, 14-15)
La Piedad era entendida, cuando se incluyó entre los dones, no como la entendemos ahora, sino como la virtud que un hijo tiene hacia su padre, la "piedad filial". Antes que otra cosa es sentirse hijo.
Todos hemos oido cien veces que somos "hijos de Dios", pero como todo lo que se oye mucho, es posible no haber entrado nunca en lo que, en lo profundo, significa.
" en infinitas circunstancias de la vida, ante el dolor y el sufrimiento, ¿qué nos ha ocurrido? Que no hemos podido acoger el poder de Dios, la fortaleza de Dios para nosotros; nuestro dolor nos ha podido, nuestro dolor ha sido como una acusación contra Dios, nuestro Padre.- "Tú ¿no dices que eres mi Padre? entonces ¿ por qué este sufrimiento?, ¿ por qué este dolor?". Si en ese momento de dolor, tú puedes acoger la fuerza de Dios, se produce el don de Piedad."
Es totalmente cierto que todo lo que Dios hace o permite en la vida será, al final bueno, muy bueno, contra toda lógica humana, contra toda sabiduría humana, pero...vivir eso es muy dificil, mejor dicho, no es difícil, es imposible, si el Espíritu Santo no lo revela y lo produce; y entonces es más fuerte que cualquier dolor, porque permite que actue la fortaleza de Dios.
Cuando el Espíritu te revela, en lo profundo del corazón, hasta remover tus entrañas, que eres hijo, entonces ya no hay amargura, resentimiento, ni acusación contra Dios: dejas de ser esclavo de tu sufrimiento, te abandonas, eres liberado.
"El don de Piedad no consiste en otra cosa que en ser introducido en la casa del Padre" y entrar en la voluntad de Dios es acoger el don. Eso es lo que nos sana, de ahí viene toda sanación.
Mientras no se vive en el don de Piedad somos como los hijos de la parábola del hijo pródigo; el que se fue viene diciendo "no soy digno de ser hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos": no se ha enterado de que es hijo, hijo de verdad y su Padre siempre lo introducirá en su casa. Y si somos "cumplidores" entonces como el hijo mayor pensaremos "mi padre no es justo, no recompensa mi esfuerzo" y es que ni el uno ni el otro oyen que su padre les dice : "hijo, todo lo mio es tuyo" y si eso es así " ¿por qué quieres tener, tú, cosas? ¿ por qué quieres hacer, tú, meritos? ¿ por qué quieres hacer y tener tu propia santidad y tu propia perfección si todo lo mio es tuyo?...No soy el hijo abandonado que está lejos, sino el hijo que está en la presencia de Dios, en la vida de Dios, en el mismo Dios".
" vió que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de
paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos:
" Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"
(Marcos 1, 10-11)
Pedro Reyero O.P.
1 comentario:
La imagen de la Piedad nos muestra a una mujer -Virgen y Madre- sosteniendo en sus brazos el cuerpo muerto de su Hijo.
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