miércoles, 27 de mayo de 2009

DON DE TEMOR


"En el temor del Señor no existe mengua,
con él no hay que buscar ayuda.
El temor del Señor como un paraiso de bendición,
protege él más que toda gloria. "
(Eclesiástico 40, 26-27)
El temor de Dios no tiene nada que ver con una cosa- muy fea y desgraciada- que es el miedo a Dios. El principio del verdadero don de temor es esa reverencia hacia la grandeza, ese asombro ante la majestad que te embarga al contemplar por ejemplo el océano, o una inmensa montaña coronada de nieve...pero ese no es todavía el don del Espíritu Santo, porque los dones son para los hijos de Dios y el verdadero don de Temor es algo mucho más familiar, mucho más hogareño: es el temor del niño a separarse de su Padre, a perderle.
El padre Congar decía: "la fe es vivir a costa de Jesucristo" y esa es la clave del don de Temor. El niño no se siente poderoso, no se siente autosuficiente, no cree nunca que no necesita a su Padre, se siente desamparado solo con perderle de vista. Nosotros, desgraciadamente nos hemos hecho "mayores" en el mal sentido y no vivimos, con frecuencia, pendientes del Padre y "a costa" del Padre como vivió Jesús. Si quieres vivir de ti mismo y de tu fuerza, pierdes el espíritu de niño para acoger en pobreza el don de Dios que necesitas y sin el cual no puedes ni oir, ni entender, ni acoger nada que sea realmente el Reino de Dios.
"El que es guiado por el don de temor como tiene espíritu de niño y al niño se le da todo, lo que hace es alabar: si todo es gratuito yo te alabo."
El don de Temor es hacerse niño, es vivir en profundidad la pobreza que lo recibe todo y en todo se siente necesitada y por eso actua como el niño que se aferra a los faldones de su Padre porque sabe que allí tiene todo lo que necesita y lejos se moriría.
"El don de temor es no alejarse de las fuentes de la gracia " y el que tiene el don de Temor vive paradojicamente sin temor, sin temor al estilo del mundo que quiere ser fuerte en todo y de todo tiene miedo, y puede decir:
" en paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo,
porque tú solo, Señor, me asientas en seguro"
(Salmo 4,9)

" mantengo mi alma en paz y silencio
como niño destetado en el regazo de su madre,
como niño destetado está mi alma en mí.
¡Espera Israel en Yahveh
Desde ahora y por siempre!"
(Salmo 130,2-3 )


Pedro Reyero O.P.

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