martes, 31 de agosto de 2010

LA VERDADERA GUERRA


Si no puedes ver que nuestra entera civilización está en guerra, entonces es que ya eres una víctima de ella. Hoy estamos comprometidos en la más seria guerra que el mundo ha conocido jamás. Muchos sabios lo han venido advirtiendo durante años, pero sobre todo nuestros Papas: León XIII, Pío IX y Pío X, y especialmente Juan Pablo II el Grande, el mejor hombre en el peor siglo. Fue más osado que quienes llamaron a la Unión Soviética “el imperio del mal”; este Papa llamó a los Estados Unidos: “la cultura de la muerte”. Una cultura tan poderosa y globalizada que ha conseguido invertir la carga de la prueba, y ahora es la vida quien debe justificar su excelencia para ser permitida
Bienvenidos de la luna, niños.
No, no será la civilización occidental quien morirá porque no es eso lo que está en juego en esta guerra. Eso es un poco trivial. Lo que está en juego es la vida eterna de millones, es decir si nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos verán a Dios alguna vez.. Por eso debemos despertarnos y oler las almas podridas.
Saber que estamos en guerra es el primer requisito para ganarla. Lo siguiente es saber quién es nuestro enemigo.
No lo son los protestantes. Ni los judíos. Ni los musulmanes. .. Nuestros enemigos tampoco son los fanáticos anticatólicos que quieren crucificarnos, comunistas chinos totalitarios o terroristas musulmanes sudaneses que esclavizan y torturan. Tampoco los teólogos en los llamados Departamentos de Teología Católica que han vendido su alma por treinta monedas de beca y prefieren los aplausos de sus pares al elogio de Dios. Ni siquiera lo son los pocos realmente malos sacerdotes y obispos. Ellos son nuestros pacientes, no nuestra enfermedad

Nuestros enemigos no son los medios de comunicación de la cultura de la muerte, ni siquiera Ted Turner, Flynt, Howard Stern, Disney, Time-Warner. Ellos también son víctimas, aunque causando alboroto contra el hospital, envenenando a otros pacientes. Pero los envenenadores son nuestros pacientes también. Lo mismo puede decirse de los activistas homosexuales, las brujas feministas y los abortistas. Ellos son a quienes tratamos de salvar. Nuestra palabra para ellos es la de Cristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Debemos entrar en las zanjas y recoger a los espiritualmente moribundos y besar a aquellos que nos escupen, si somos células en el Cuerpo de nuestro Señor.

¿Quién es, entonces, nuestro enemigo?
Hay dos respuestas. Todos los santos y papas a través de la historia de la Iglesia han dado las mismas dos respuestas, que provienen de la Palabra de Dios. Sin embargo apenas son reconocidas. Nuestros enemigos son los demonios. Los ángeles caídos. Los espíritus malignos.
Esto dice Jesucristo: “No temáis a aquellos que matan el cuerpo y que luego no tienen más poder sobre vosotros. Yo os diré a quien temer. Temed a aquél que tiene el poder de destruir el cuerpo y el alma en el infierno.”
Lo mismo dice San Pedro, el primer papa: “El diablo, como un león rampante, va por el mundo buscando la ruina de las almas. Resistidles firmes en la fe.”
Lo mismo dice San Pablo: “Luchamos no contra el cuerpo, sino contra los principados y poderes de maldad en altos lugares.”
Lo mismo dice el papa León XIII, quien recibió una visión sobre el siglo XX que la historia a probado terriblemente verdadera. Vio a Satán, al comienzo del tiempo, al que se le permitía un siglo en el cual pudiese hacer su peor trabajo, y eligió el vigésimo. Este Papa con el nombre y el corazón de un león se vio tan dominado por el terror de su visión que cayó en trance. Cuando se despertó, compuso una oración para toda la Iglesia para que se usase para atravesar el siglo XX. La oración era ampliamente conocida y rezada luego de misa –hasta los ’60: exactamente cuando la Iglesia fue golpeada por ese incomparablemente rápido desastre al cual aún no se le ha dado un nombre (pero al cual los futuros historiadores se lo darán), ese desastre que destruyó a un tercio de nuestros sacerdotes, dos tercios de nuestras monjas y nueve décimos del conocimiento teológico de nuestros hijos; ese desastre que convirtió a la fe de nuestros padres en las dudas de nuestros detractores, el vino del Evangelio en el agua de la charlatanería pseudo psicológica. Promoviendo un genocidio creciente contra los más débiles.
El segundo enemigo es la pesadilla de convertirse en un demonio.
El pecado es lo que nos convierte en demonios, porque es permitir al Diablo actuar en nosotros. Y lo hacemos. Esa es la única puerta por la cual él puede entrar, primero en nosotros y a traves nuestro en el mundo; Dios ya ha salvado el mundo y no se lo permitiría sin nuestro libre consentimiento. Esta es la razón por la cual el mundo está muriendo: porque permitimos actuar al Diablo porque no nos resistimos a él, porque…. no somos santos.
Y aquí tenemos nuestra tercera Cosa Necesaria: el arma que ganará la guerra y derrotará a nuestro enemigo.
Todo lo que se necesitan son santos.
¿Puedes imaginar lo que harían doce Madres Teresas por el mundo? ¿Puedes imaginar lo que pasaría si hoy tan sólo doce personas ofrecieran a Cristo 100% de sus corazones sin guardarse nada, absolutamente nada?
No, no puedes imaginarlo,
No puedes imaginarlo, pero puedes hacerlo. Puedes convertirte en santo. Absolutamente nadie ni nada pueden detenerte. Es tu libre elección. Si miraras en tu propio corazón con completa honestidad, deberías admitir que hay una y tan sólo una razón por la cual no eres santo: no quieres serlo por el temor de pagar su precio.
El precio es todo: el 100%. El precio es aceptar un martirio peor que el lazo o la estaca. El martirio de morir diariamente, morir a todos tus deseos y planes, incluyendo tus planes sobre cómo convertirte en santo. Un cheque en blanco para Dios. Sumisión completa, “islam”, “fiat” –lo de María. Mirá lo que esa simple palabra de María hizo 2000 años atrás: Bajó a Dios y salvó el mundo.
Se pensó así para que continúe.
Si hacemos lo que María –y sólo si hacemos eso– entonces “funcionará” nuestra misión, nuestra paternidad o maternidad, nuestra enseñanza y estudio, alimentación y trabajo… todo.
Un obispo preguntó a uno de sus sacerdotes de su diócesis buscando recomendaciones para incrementar las vocaciones. El sacerdote respondió: “La mejor manera de atraer a los hombres en esta diócesis al sacerdocio, Su Excelencia, sería su canonización.”
¿Por qué no la tuya?
(Párrafos extraídos de un trabajo de Peter Kreeft) y publicado en el 5º B

lunes, 30 de agosto de 2010

EN LA DESPEDIDA DE D. DAVID SÁNCHEZ


"¡Qué bondad tan grande reservas Señor para tus fieles!"

Muy querido D. José y David Casas, hermanos sacerdotes, queridos Daniel, Manuel seminaristas, queridos monaguillos y queridos sonsecanos y casalgordeños, y hermanos todos en el Señor.
¡Qué bondad tan grande reservas para tus fieles! Esta antífona de comunión de la Misa de hoy expresa lo que dentro de mi pobre corazón de sacerdote se da al dirigirme hoy por penúltima vez (porque nunca se puede decir que sea la última) a vosotros mis queridos hijos que durante casi dos años me habéis tenido que aguantar y soportar en tantas actividades.

Pensando hace ya varias semanas qué debería deciros en esta tarde al tener que dejaros con todo el dolor de mi corazón, la verdad es que me ha resultado muy difícil no porque uno no sepa qué decir sino porque le sabe a poco, porque es tanto lo que ha de agradecer que decir gracias es estrecho, me siento incapaz de saber agradeceros todo lo que he p odido recibvir de vosotros a lo largo de este minsiterio, es como si quisiera meter, tomo ejemplo de S. Agustín, todo el océano en un pobre agujero, todo lo que quiero transmitiros en una pobre palabra: Gracias. A esto se unen muchos sentimientos encongtrados: dar gracias, pero con una gran ttristeza en el corazón, mostrarme alegre por haber podido estar con vosotros, pero a la vez triste por tener que dejaros. Por lo que sólo se me ocurre una manera de poder agradecéroslo y es con lo más grande que tengo, La Eucaristái, de ofrecer la Santa Misa por vosotros, en acción de gracias a Dios por haberme concedido poder estrenar mi ministerio y desarrollarlo durante casi dos años entre vosotros. Gracias de corazón.
Ayer, mientras se bailaba la bandera y se cantaba el himno a la Virgen de los Remedios, me venían a la mente dos ideas que ahora quisiera compartir con vosotros y en las que espero ser breve, sobre todo por los seguidores del equipo filial del Atleti, el Real Madrid. Al bailar la bandera que lleva inscrita la imagen de nuestra Patrona, hay un pase en el cual quien la baila se la pasa de una mano a otra, tapándose la cara con la bandera, pero al mismo tiempo mostrando a los demás la imagen de la Virgen. Pues bien, esto me iluminaba para intentar expresar lo que he intentado fuera mi ministerio entre vosotros, porque el sacerdote porta en sí no una bandera, sino los dones de la gracia de Dios, e intenta usarlos siempre de la mejor manera posible, pero a quien se tiene que ver no es a fulanito o menganito, sino al mismo Cristo, al igual que al bailar la bandera en el apse ya referido no se ve la cara de quien la baila sino la imagen de la Virgen. Así el sacerdocio, no se tien que ver quién la baila, quien lo ejerce, sino el único que merece la pena y a quien toda rodilla se ha de doblar: Nuestro Señor Jesucristo.

La segunda idea viene en el himno. Cantamos a la Virgen "De Sonseca es Madre amante la misma Madre de Dios, por eso yo cada instante le entrego mi corazón y la suplico anhelante, que me lleve de sí en pos", cada instante le entrego mi corazón, es decir, mi ser, incluida mi voluntad. Y eso es el sacerdote, hombre que ha entregado a Dios todo su ser, toda su voluntad, no es suya, sino de Dios y a El le pertenece. Por eso el sacerdote promete obediencia porque ya no se sabe suyo sino de Dios y quiere hacer lo que El le pida. Al enterarme del cambio tened por seguro que no ha sido fácil aceptarlo, de hecho una de las oraciones que más me costaba rezar era el Padre Nuestro (hágase tu voluntad), pero resonaban en mi corazón las palabras que un 6 de Julio de 2008, a las 12:50 aproximadamente se me preguntaban ¿prometes respeto y obediencia a mi y a mis sucesores? Y esto es lo que ahora me toca, llevar a cabo lo que prometí.
Pero he de reconocer que gracias a esta obediencia un 31 de Agosto de 2008 dios me regalaba mi comunidad de Sonseca, mi querida Parroquia. Por ello quiero darle gracias a Dios y a vosotros. Doy gracias a Dios por el don del sacerdocio, el mayor don que ningún hombre puede recibir jamás. Gracias a la Virgen María pro haberme protegido y acompañado durante estos dos años. Gracias por concederme estrenar mi ministerio aquí en Sonseca.

Gracias también a Ud. D. José cuya labor oculta y silenciosa se muestra fructífera. Gracias por haber sido para conmigo como un padre, callado, paciente con las novatadas de este sacerdote recién estrenado, comrpensivo sobre todo con los estudios en Toledo, antento siempre en todo y a todas las necesidades. Gracias a D. David casas por su acompañamiento en estos años. Me acogiste como a un hermano y así me he podido sentir, gracias por tus atenciones, consejos, acompañamiento. Gracias a D. Primitivo y D. Martín que son un ejemmplo de entrega hasta el final. Perdón a vosotros mis hermanos sacerdotes por las faltas que haya podido tener para con vosotros, orgullos, incomprensiones, flaquezas, perdón de todo corazón.

Dar también las gracias por los seminaristas que son siempre un aliciente en la tarea del sacerdote. Dios se ha querido mostrar generoso de nuevo regalando a esta parroquia una nueva vocación, Pablo. Seguid adelante chicos, con al mirada puesta no en el mundo sino en Cristo que es quien os ha llamado y llenaros de su amor para luego pdoer darlo a los demás. Gracias a los monaguillos y a los ayudantes de sacristía Carlos y Domingo, por vuestro cuidado de todas las cosas en relación al trato con el Señor, por vuestra compañía y cariño fraterno.

Quisiera daros las gracias a todos de corazón, pero comprenderéis que no pueda ir nombrandoos uno por uno, porque se haría eterno, pero a todos os tengo dentro guardo muchos recuerdos maravillosos de todos. Gracias al Ayuntamiento que ayer me hacía entrega del monumento y que en cierta medida os representa a todos vosotros, gracias de todo corazón por vuestra cercanía y cariño. Antser de venir por primera vez a Sonseca, un hombre de mi Parroquia me decía muy contento: "me alegro de que vayas a solnseca, allí hay muy buena gente". Pues bien ahora no sólo es algo que me hayan dicho, sino que he vivido en primera persona. Desde el primer momento me he sentido querido y amado por vosotros, no me he sentido extraño sino que siempre me habéis acogido como auno más de la familia, abriéndome las puertas de vuestras casas y familia, conversando sobre problemas, confiando secretos... gracias por vuestro cariño y amor, Dios os lo pague. De manera especial quisiera dar las gracias a los enfermos y ancianos que he podido visitar, perdón por no haber tenido la suficiente atención y gracias por vuestra hospitalidad. Acordáos de ofrecer vuestros dolores y soledades al Señor por la santificación de este poñbre sacerdote. Gracias a los miembros de las distintas secciones de Acción Católica, vuestra disponibilidad a cualquier actividad de la Parroquia es signo de gran amor a la Iglesia. Seguid siempre en unión a los obispos, y con gran ilusión, sin pesismismos, sabiendo que la obra es de Dios y no nuestra. Gracias a los matrimonios por vuestra generosidad y con quien hemos compartido no sólo ceremonia de boda, sino cursillos y amistad. Gracias a las dos compañías de alabarderos que he acompañado en estos dos años, la de Juanma y la de Miguel Angel Gracias por vuestar acogida inmediata y cariño manifiesto: la Virgen de los Remedios os lo premie.

Gracias también a los distintos grupso que configuráis la pastoral de la parroquia: consejo económico, grupo Magnificat, patronato, cofradías y hermandades, grupo de limpieza, Adoración nocturna, catequistas, coros parroquiales que animáis las distintas celebraciones litúrgicas embelleciéwndolas con vuestros cantos. Sin vuestra labor la parroquia se vería gravemente resentida. Graciaspo rlos cuidados que habéis tenido para con el Señor y para con mi persona. Dios sabrá premiároslo.

Gracias a todos vosotros también de parte de mis padres, porque ellos bien lo saben y han notado vuestro cariño y afecto y sabían bien que su hijo quedaba a buen recaudo.

Gracias a todos por vuestra disponibilidad para cualquier cosa, incluso para la mudanza. Tan sólo una petición y ya estaba todo hecho y no faltaba gente. Gracias de corazón.
Y no penséis que me he olvidado de dos grupos que he deseado dejar al final: mis niños y mis jóvenes. Mis queridos niños, nunca jamás estaré lo suficientemente agradecido al Señor por haberme dado el privilegio de poder acompañaros en este tiempo, en tantas actividades: coro parroquial, catequesis, semana de la infancia, convivencias, campamentos. Gracias por vuestra dulzura, cercanía, sencillez e inocencia. Nunca, nunca la perdáis. Para mi habéis sido un regalazo del Señor y le estaré eternamente agradecido por ello. ahora no nos unirá la presencia física, pero si la espiritual. Por eso cuando el sacerdote eleve la hostia consagrada sabed que al otro lado, yo estaré, y también cuando yo la eleve sabré que vosotros os encontráis al otro lado. Gracias porque habéis sido para mi un regalazo del Señor. No me voy porque no os quiera, no sino por obediencia. Y tened por seguro que una de las cosas que más me cuesta dejar de Sonseca sois vosotros. Gracias por los campamentos, y aquí introduzco a las mamás margaritas, seguid trabajando por ellos y adelante.

Gracias también a los jóvenes, muchos monitores de campamentos; en Sonseca el concepto jóven es muy amplio, abarca desde los jóvenes que se preparan a la Confirmación, como los de Post, como los de Post-Post, así hasta los matrimonios. Gracias por vuestra perseverancia, por haber compartido tantas cosas: convivencias, campamentos desde vuetra figura de monitor, oraciones, etc. Sois el futuro de Sonseca, seguid amando a Cristo y a su Iglesia.

Perdón si a alguien lo he dejado fuera, que se siente incluido en alguno de estos grupos porque ese es mi deseo. A tgodos os llevo en el corazón. A todos gracias y perdón por todos mis defectos y deficiencias, orgullos o soberbias, si en algo os he podido resultar escandaloso os ruego perdón y lo borréis de vosotros y os lleve a pedir más por mi. Sigamos trabajdno unidos por el Reino de Dios. Gracias por estos dos años, Dios os pague todos los beneficios recibidos.

Ahora marcho a Roma, allí estaré para lo que necesitéis. Os llevo en el corazón."
David Sánchez Ramos, sacerdote.

domingo, 29 de agosto de 2010

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO


El libro del Eclesiástico aconseja: Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad... hazte pequeño en las grandezas humanas.
Y Jesús, en el evangelio: Cuando te inviten a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan invitado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a este". Y entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
En las dos lecturas se recomienda la humildad. Sin embargo, de lo que se está hablando en ellas no es tanto de la humildad cuanto de la prudencia.
La prudencia es la primera de las virtudes cardinales. Cuantos más caballos tiren de un carro, más peso podrá llevar el carro. Pero hará falta también un cochero más hábil para dirigirlos. Eso es la prudencia; es la virtud que dirige a las demás y las conduce hacia la meta. Por eso la primera pregunta no es "¿qué tengo que hacer?" sino "¿quién soy?". Y la segunda: ¿Cuál es mi fin? ¿A dónde quiero ir?
En Alicia en el País de las Maravillas cuando Alicia le dice al gato de Cheshire, sólo quiero saber qué camino debo tomar, el gato le responde con mucha lógica: eso depende de dónde quieras ir.


***
-¿Quién eres? ¿Eres Dios?
-No, soy solamente un hombre. Y un hombre con limitaciones y defectos. Bastante débil a decir verdad.
-¿Quieres hacer el ridículo?
-No, por cierto.
-Entonces, hijo mío, procede en tus asuntos con humildad. Si quieres tener éxito en los asuntos humanos y sabes que no eres Dios, que ni siquiera eres un gran hombre, hazte pequeño en las grandezas humanas.
Así habla la prudencia para quien la humildad no es un fin sino el modo de avanzar por el camino. La humildad no es la meta, ni siquiera el camino. Es el modo de caminar que aconseja la prudencia al caminante. Es el modo más inteligente de caminar.
-¿Quién eres? ¿Eres el novio?
-No, solo soy su amigo. En realidad soy uno de tantos invitados a la fiesta.
-¿Quieres ser bien recibido por el que ha invitado a todos a la fiesta?
-Naturalmente.
-Entonces sé prudente, sé discreto, no pretendas ser el centro de la fiesta y serás bien recibido. Deja que se luzca el novio.
Decía Santa Teresa que la humildad es andar en verdad. Tiene mucho que ver con la sabiduría y con la prudencia y nada que ver con el encogimiento del pusilánime.
-Quien eres?
-Solamente un hombre.
-¿A qué aspiras?
-Quisiera ser feliz en esta vida y en la eterna.
-Si ese es tu negocio no andes estirándote para parecer más alto, al contrario, reconoce tus limitaciones y confiesa tus faltas. No andes buscando honores y aplausos y, si llegan, no te entretengas demasiado con ellos. Busca más bien esa Cruz de cada día que es la altura exacta que cada día debes alcanzar para llegar un día al Cielo y ser feliz en la tierra.
Así habla la prudencia. La sabiduría de la Cruz. Recomienda no hacer mucho caso a los aplausos ni a los insultos; dar las gracias al que aplaude, sonreír al que insulta y seguir adelante. Aprovechar el éxito y el fracaso sin detenerse en ellos. Quizá por eso decía Chesterton que la humildad es una virtud tan práctica que parece un vicio.
La astucia habla de otra manera. Es la guía del imprudente que ni sabe quién es ni sabe a dónde va pero corre que se las pela por llegar antes que nadie. El astuto es un tipo muy necio. A menudo se cree muy listo y se ríe pensando: Je, je; voy a llegar antes que nadie y voy a coger el mejor puesto. Pero unas veces hace el ridículo porque otro, más astuto, se le ha adelantado. Otras veces hace el ridículo porque, habiendo llegado el primero, le quita el sitio otro de más categoría. Y siempre hace el ridículo porque buscando el mejor puesto corre más que nadie, se fatiga más que nadie y solamente al final se entera de que la fiesta estaba en otra parte.
Santa María, Virgen Prudentísima, Domina Virtutum, enséñanos esa sabiduría de la Cruz.
Javier Vicens Hualde, sacerdote.

sábado, 28 de agosto de 2010

HOY ES S. AGUSTÍN




Patrón de nuestros alabarderos, con una vida sobradamente conocida que no viene mal releer...


Una de las autobiografías más famosas del mundo, las Confesiones de San Agustín, comienza de esta manera: “Grande eres Tu, Oh Señor, digno de alabanza … Tu nos has creado para Ti, Oh Señor, y nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti” (Confesiones, Capítulo 1). Durante mil años, antes de la publicación de la Imitación de Cristo, Confesiones fue el manual más común de la vida espiritual. Dicho libro ha tenido más lectores que cualquiera de las otras obras de San Agustín. El mismo escribió sus Confesiones diez años después de su conversión, y luego de ser sacerdote durante ocho años. En el libro, San Agustín se confiesa con Dios, narrando el escrito dirigido al Señor. San Agustín le admite a Dios: “Tarde te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé” (Confesiones, Capítulo 10). Muchos aprenden a través de su autobiografía a acercar sus corazones al corazón de Dios, el único lugar en donde encontrar la verdadera felicidad … ¿Quién fue este ‘pecador que llegó a ser un santo’ en la Iglesia?

Los primeros años

San Agustin nació en Africa del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. El tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.

Patricio, el padre de San Agustín fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se guardaban mutua fidelidad. Un niño llamado Adeodatus nació de su unión, quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los 19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material.

La conversión de San Agustín

A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el Cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un gran efecto en el para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8). Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14: “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una madre que tenía una profunda fe y convicción.


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viernes, 27 de agosto de 2010

CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO

jueves, 26 de agosto de 2010

D. MARCELO: TRES VECES HIJO


Cuando hablo de un cristiano cabal cuya biografía es significativa para una generación y para las venideras, siempre digo que debe tener tres filiaciones indispensables: ser hijo de Dios, ser hijo de la Iglesia y ser hijo de su tiempo. Son tres referentes que mutuamente se reclaman y enriquecen, y van justamente por ese orden.

Es lo que me sale espontáneo al pensar en la figura del Cardenal Marcelo González Martín, nuestro entrañable y querido Don Marcelo. Porque este fue el testimonio que desde el primer momento percibí en él cuando me acogió en su seminario toledano para iniciar mi formación sacerdotal, tan gozosamente deudora de su figura y de su obra.

Ser hijo de Dios, es lo que primeramente destacaba trasluciendo con sabiduría y belleza la piedad filial que tenía hacia el Señor, hacia María y hacia los santos. Fueron muchas las homilías que le pude escuchar o leer, en las que esa condición de hijo de Dios quedaba manifiesta en la hondura y la ternura con la que nos hablaba de Él despertando en nosotros, en mí, un sincero deseo de amar al "Amor no amado", como decía San Francisco de Asís, de amar a la Virgen María y a los santos que se nos dan como dulce compañía, de amar la Palabra de Dios, la liturgia y los sacramentos.

Pero Don Marcelo fue hijo de Dios siendo de modo exquisito y profético un fiel hijo de la Iglesia, no a su margen o en su contra. Debo reconocer que en aquellos años de mi formación sacerdotal destacaba esta filiación eclesial en la incondicional fidelidad al magisterio pontificio, a la gran tradición cristiana y a la verdadera teología. En momentos de confusión y desvarío, emergía su figura fuerte pero no rígida, en la que el amor a la Iglesia se convertía en el gran test de la identidad cristiana y católica, aunque ello supusiera quedarse solo y navegar contracorriente.

En tercer lugar, este gran Cardenal Primado no vivió su relación con Dios y su comunión con la Iglesia de un modo abstracto o atemporal. Ser hijo de una época significa tener luz y audacia para mirar el tiempo que Dios nos da, en el que Él nos sitúa, y acertar a escribir ahí precisamente la página que nos corresponde. Es aquí donde veía yo al hombre responsable y libre que jamás tuvo miedo a ser profeta impopular ni la pretensión de granjearse el aplauso de la lisonja. Las contradicciones de una cultura emergente, la ambigüedad de unas políticas familiares o educativas, o el ataque frontal al cristianismo desde leyes y gobiernos, hizo de Don Marcelo un respetuoso rebelde evangélico ante el absurdo, el sinsentido y la confusión.

Mi estima personal y la deuda que tengo con este gran hijo de la Iglesia, se ha ido acrecentando con el tiempo, según iban transcurriendo los años e iba teniendo una perspectiva más precisa de lo que supuso su figura en un momento muy delicado de la historia de España y de la historia de la Iglesia.

Fue uno de los Obispos que participó en las sesiones del Concilio Vaticano II. Ello le valió para ser un intérprete e introductor de la sabia doctrina conciliar. Muchos apelaban al Vaticano II para encontrar ahí una extraña complicidad que avalase los proyectos que ese gran Concilio no tutelaba. En nombre del Vaticano II se han escrito, se han dicho y se han realizado tantas cosas inexactas o incluso falsas, como luego ha ido demostrando la historia reciente.

Pero Don Marcelo no fue un teórico de las ortodoxias, sino que tuvo la rara virtud de amar apasionadamente a Dios y a su Iglesia, sin hacerlo a costa de los hombres. Así se explica su excelente formación humanística y teológica, que se plasmaba en su cualidad bellísima de saber hablar con hondura, con unción, con arte... dejándote siempre en tu corazón oyente una siembra de bien, de verdad y de paz. Pero juntamente con esto, estuvo atento también a las necesidades de los pobres de aquellos años difíciles de una larga postguerra nacional y más tarde europea también. Allí, en el Valladolid de sus primeras andanzas sacerdotales ayudaría a construir nada menos que una barriada popular para beneficio de los más desheredados. Su lema episcopal hablaba precisamente de esa pasión del Señor por los últimos, que Don Marcelo no dudaría en asumir también preferencialmente: pauperes evangelizantur, los pobres son evangelizados. No se limitaba a darles un pan o unos derechos sin la gracia de Dios y su Evangelio, como tampoco les dio sólo Evangelio sin pan. Se volcó con los pobres, para anunciarles de tantos modos la esperanza de Dios y de su Iglesia.

En mi mocedad de seminarista, en mis primeros años de fraile franciscano y de sacerdote, me impresionaba la tremenda libertad con la que juzgaba las cosas, la libertad propia de los hijos de Dios. Agarrado a la verdadera tradición de la Iglesia, no dudaría en abrazar y testimoniar lo que en esos momentos era más urgente. No cayó en la fácil cantinela de un oportunismo barato y a la moda. Todavía resuenan como un auténtico aldabonazo algunas de sus cartas pastorales en las que claramente tomaba posición cuando la dignidad del hombre, la libertad de la Iglesia o la gloria de Dios podrían entrar en entredicho. Recuerdo con particular afecto y gratitud su decidida apuesta por un seminario en donde se formasen verdaderos sacerdotes de cuerpo entero: en su espíritu, en su corazón, en su inteligencia y en su entrega.

Eran años fáciles para el despiste o la reducción, eran años muy propicios para confundirse ante el bazar del "vale todo". Y Don Marcelo supo indicarnos lo que valía y lo que era solamente una pantomima ideológica de progresismo estéril y vaciador.

A él también me encomiendo en estos primeros pasos como Arzobispo para que acierte a amar al hombre y sus preguntas, como él lo amó desde el Señor y con la Iglesia. Fui bendecido con su afecto paternal, sus consejos personales, con su magisterio que me sigue acompañando, y con el precioso testimonio esa triple filiación de quien ha sido un gran hijo de Dios, hijo de la Iglesia e hijo de su tiempo.
Mons. Sanz Montes
Arzobispo de Oviedo
para La Tribuna de Toledo

miércoles, 25 de agosto de 2010

TESTIMONIO DE LOS MINEROS ATRAPADOS EN CHILE


Testimonios de fe de los mineros sepultados en Chile, familiares, ciudadanos y autoridades
*"Estoy bien, gracias a Dios, paciencia y fe. Dios es grande. La ayuda de nuestro Dios que nos avaló" dice Nicolás Gómez Heredia, uno de los 33 atrapados, en un mensaje a a su esposa

* Luis Urzúa, otro de los mineros que está esperando ser rescatado en el yacimiento San José, aseguró al ministro de Minería, Laurence Golborne, en la primera conversación que mantuvieron de más de cinco minutos que “nosotros hemos estado orando día a día y hemos tenido la fe necesaria para poder aguantar mejor este tiempo acá”

El contacto con los 33 mineros chilenos atrapados a 700 metros de profundidad fue producto del "trabajo y de la ayuda de Dios", dijo el presidente de Chile, Sebastián Piñera, mientras mostraba el mensaje enviado por ellos desde la entraña de la mina de Copiapó, con el mensaje: "Estamos bien en el refugio, los 33 mineros". Todos los trabajadores, uno de ellos boliviano y los demás chilenos, fueron atrapados por un derrumbe en la mina San José de Copiapó. Están allí desde hace 18 días y recién este domingo una sonda logró llegar hasta ellos y constatar que siguen vivos. Las tareas de rescate demorarán de dos a tres meses, mientras son alimentados a través de una perforación y una sonda.

Los signos de fe en torno a la búsqueda han sido permanentes y el propio subsecretario de Minería, Pablo Wagner, ha dicho a la CNN: "Cuando recibí la noticia del derrumbe, hace 18 días en mi despacho, solo a las 8 de la noche, recé para tener la fuerza de estar ahí".

El obispo de Copiapó, Gaspar Quintana, celebraba una misa con los familiares, rescatistas y funcionarios. A metros de allí, el presidente Piñera leyó la carta enviada por la sonda por el minero Mario Nicolás Gómez Heredia, de 63 años, dirigida a su esposa Lila: "Estoy bien, gracias a Dios, paciencia y fe. Dios es grande. La ayuda de nuestro Dios que nos avaló".

El mismo mensaje de fe dio el obispo de Copiapó, Gaspar Quintana Jorqueran, quien acudió al lugar luego de la misa del mediodía por los 33 mineros, uno de ellos boliviano, Carlos, señalando que la eucaristía de esta noche sería para agradecer. Recordó que se pedirá más ayuda divina, pues el rescate puede demorar varias semanas, pero con la ventaja de la certeza de vida de los mineros y de la posibilidad de enviarle hidratación, alimentación y medicamentos.

En la primera conversación que tuvieron los mineros atrapados en el yacimiento San José con el ministro de Minería, Laurence Golborne, expresaron que están con ánimo y fe para esperar el rescate. El dialogo con el minero Luis Urzúa duró más de cinco minutos, quien dijo en un primer momento que “estamos bien, con ánimo, esperando que nos rescaten”, y que “hemos estado bebiendo algo de agua”.

Urzúa narró el momento en que quedaron atrapados y explicó que “nosotros hemos estado orando día a día y hemos tenido la fe necesaria para poder aguantar mejor este tiempo acá”, agregó. La conversación de los mineros con el ministro concluyó entonando el himno nacional y palabras de agradecimiento de los mineros a sus familiares que les esperan y a las autoridades por todas las gestiones que se han hecho “para que nosotros estemos bien”.

La fe de un pueblo que ha invocado a Dios

El Episcopado de Chile calificó como un "triunfo de la vida" en una declaración titulada "Gracias, Señor, por la vida", el hallazgo con vida de 33 mineros atrapados hace 18 días en una mina de Copiapó.

La declaración fue publicada en su página de Internet. Por su parte, el cardenal primado Francisco Errázuriz, quien se encontraba en Argentina como enviado papal por el centenario de la Basílica de Nuestra Señora del Valle de Catamarca, recordó que antes del contacto con los obreros, "a lo largo del país, éramos una gran familia acongojada y triste, mientras compartíamos la esperanza en la oración".

Errázuriz, ya en el avión que lo traía desde Córdoba, Argentina, a Santiago de Chile, pidió al piloto que comunicara la buena nueva al resto de los pasajeros, que estallaron en un aplauso. "La sobrecogedora noticia ha llenado de alegría a todo el país, y de gratitud a Dios, como también a la Virgen de la Candelaria, su venerada patrona", en declaraciones al diario El Mercurio.

Por su parte, la Conferencia Episcopal destacó y agradeció "la fe de nuestro pueblo, por la invocación espontánea del nombre de Dios que hemos oído este domingo en tantas personas. Agradecemos el inmenso amor a Jesús que tanta gente sencilla ha demostrado en estos días, también en sus expresiones de devoción a la Virgen María, a san Lorenzo y otros santos".

Con la firma del presidente del Episcopado, Alejandro Goic, obispo de Rancagua, la cúpula eclesiástica recordó las promesas de "procurar condiciones más dignas para tantos trabajadores que se desempeñan en condiciones precarias". " Cuando la vida es un milagro, alabamos y bendecimos al Señor de la Vida", señaló.

Para el cardenal Errázuriz corresponde agradecer "la Providencia sabia y poderosa de Dios, que inspiró los pasos de los mineros de manera que no estuvieran en el lugar mismo del derrumbe cuando éste ocurrió, que apresuraran su caminar hacia el refugio, que colaboraran unidos los encargados del rescate". Destacó también que los obreros "en el fondo de la mina nunca perdieran ni la disciplina interior y social que exigía la situación por la cual atravesaban, ni la esperanza en Dios, su Padre y Pastor, y en la comunidad, que harían todo lo posible para que se produjera el reencuentro con sus familiares, y sus compañeros".

Las cadenas de televisión muestran a los familiares señalando su agradecimiento a Dios y su alegría inmensa. Piñera recorrió la zona acompañando a los familiares, junto a sus funcionarios, dejó un mensaje de su esposa que hoy vive el duelo de la pérdida de su padre, y entonó el himno desde la altura que domina la entrada al socavón. Y desde el martes, permanece junto a la mina San José, una imagen de la Virgen de la Candelaria, hallada por un arriero hace 200 años y es venerada en Copiapó con el cariñoso sobrenombre de "La Chinita".

Maglio Cicardini, alcalde de Copiapó, confesó que llegó al lugar "un poquito tarde porque no podía dejar de pasar frente a la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, a agradecer este verdadero milagro". Señaló que espera que el rescate sea menor a los dos o tres meses previstos.
El ducto para el rescate será cavado con una enorme máquina trasladada desde una mina en el centro del país, perteneciente a la estatal cuprífera Codelco. Se calcula que avanzará sólo unos 15 metros por día. El convoy que trasladó la máquina fue saludado con vítores y banderas chilenas al atravesar algunos pueblos en su trayecto. Los ingenieros comenzaron de inmediato a montar la máquina, un proceso que tomará tres días. Los suministros se envían en tubos de 1,6 metros de largo que tardan una hora en bajar y otro tanto en volver.

Los primeros envíos incluyen también un cuestionario a los mineros, para detectar su estado. En las próximas horas quedarán instalados pequeños micrófonos para las comunicaciones. Una diminuta cámara de televisión ya los mostró en el fondo de la mina, incluyendo rostros en primer plano de algunos, y las linternas de sus cascos. Ya se encuentran avanzadas otras dos perforaciones similares a la que permitió el hallazgo, lo que aumentará las posibilidades de contacto.

Cristian Tapia, alcalde de Vallenar, municipio en el que se encuentra la mina, abogó porque "cosas como esta no ocurran más y Chile sea un país minero como debe ser", aludiendo a las medidas de prevención y de seguridad indispensables para este trabajo.

El obispo acompaña a familiares y rescatistas

Las oraciones junto a las carpas de los familiares y rescatistas se sucedieron durante los 18 días transcurridos, siempre con la presencia del obispo Quintana, quien hoy no podía ocultar su enorme satisfacción por el contacto logrado con los mineros atrapados a través de una sonda que llegó al refugio donde se encuentran, al parecer en buen estado de salud.

El martes, el obispo Gaspar Quintana Jorqueran acompañado de sacerdotes y diáconos de toda la diócesis, y con las imágenes de Nuestra Señora de la Candelaria y de San Lorenzo, celebró con una misa junto a la mina, el día del minero. Allí manifestó su preocupación y cercanía con los mineros y sus familiares. Ante una asamblea que superó las mil personas, entre las que se contaba la Primera Dama, los invitó a no dejarse vencer por la angustia y la incertidumbre. También señaló que este terrible accidente debe dejarnos lecciones en todos los niveles, tanto a las autoridades, como a los empresarios y trabajadores.

El Obispo dijo que lo ocurrido es un llamado de atención, ya que no es posible en un país que quiere ser desarrollado, que los trabajadores, y de manera especial los mineros, realicen sus faenas sin las medidas de seguridad necesarias. "El desarrollo de un pueblo no son sólo las estadísticas económicas -dijo el Obispo-, sino el pasar de una situación menos humana a una de mayor dignidad". Agregó que "el trabajo no es una mercancía que se compra por un determinado valor, sino que es una expresión de la persona humana; las personas tienen derecho al trabajo, y a un trabajo realizado con márgenes de seguridad reales".

Lamentando profundamente este nuevo accidente minero, señaló que "los seres humanos no somos bestias de carga, sino hijos de Dios, dotados de dignidad, por eso todos merecemos que se nos resguarde nuestra integridad física, emocional y sicológica".

Las sentidas palabras del Obispo continuaron en la línea de pedir a Dios la fortaleza para las familias de los mineros, y la protección de la Virgen de la Candelaria, para que los acompañe y les dé esperanza y fuerza ante los distintos escenarios que se abren en esta etapa de la tarea de rescate. También pidió oración por las autoridades y parlamentarios, "para que el Señor les ilumine en las grandes responsabilidades que tienen" y por los rescatistas, "para que puedan llevar adelante esta tarea con prontitud y con el final que todos deseamos, de encontrar a nuestros hermanos con vida y en buenas condiciones".

El Pastor agradeció las múltiples muestras de solidaridad y cariño desde distintas partes del país, aprovechando de transmitir el mensaje de aliento de Monseñor Alejandro Goic, y de las personas, como Monseñor Carlos Camus, que a través de las redes sociales han manifestado su cercanía y oración con los familiares de los mineros atrapados.

Para la celebración de esta eucaristía, el rector del Santuario, P. Fernando Vega, trasladó la pequeña imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, que fue encontrada hace más de 200 años por un arriero de la zona, desde el templo hasta el yacimiento minero, y al finalizar la Misa se anunció que esta imagen permanecerá en el lugar hasta que los mineros sean rescatados. Esto trajo alegría a las personas, que como familias mineras, en su gran mayoría son devotas de "la chinita".

martes, 24 de agosto de 2010

EL ROSARIO


El rosario es más que una oración y la piedad que lo pronuncia. El rosario es la biografía de la Madre de Dios, la historia de su vocación y la delicadeza de su trato. El rosario significa entrar en el Corazón Inmaculado de María. El rosario es la insistencia en la ternura. El rosario es el punto álgido de la humanidad y del universo, cuando Dios mismo Se engendra para sacarnos del aprieto y hacernos hijos Suyos. El rosario es acariciar, cuenta a cuenta, la santidad como destino del hombre. El rosario es un lenguaje único e inefable que Dios inventó para Su Madre. El rosario es la pedagogía divina del Amor, de Su entidad divina. El rosario es el regazo y la mano y los labios y el alma de la Virgen. El rosario es un milagro que cabe en el bolsillo. El rosario es recordarle a Dios que somos Su familia. El rosario es adentrarse en el significado más profundo de nuestras vidas. El rosario es el himno de los ángeles y la melodía preferida de la Santísima Trinidad. El rosario es el prefacio de la Misa, su entraña y su acción de gracias. El rosario es la Cruz y es la Gloria y es el Poema y es la Luz. El rosario es la liturgia del Cielo en la tierra. El rosario es el movimiento y la belleza de todas las galaxias. El rosario es la pureza y la fortaleza del alma y de la Iglesia. El rosario es la madurez espiritual de ser niño. El rosario es la brújula que nos orienta en el camino. El rosario es el recorrido que nos queda hasta alcanzar la paz del corazón y del planeta Tierra. El rosario es el signo de los justos y la esperanza de todos los que vamos por detrás. El rosario es la misericordia que Dios Se lleva entre manos...

viernes, 20 de agosto de 2010

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO


Existe un interrogante que siempre ha agobiado a los creyentes: ¿son muchos o pocos los que se salvan? En ciertas épocas, este problema se hizo tan agudo que sumergió a algunas personas en una angustia terrible. El Evangelio de este domingo nos informa de que un día se planteó a Jesús este problema: «Mientras caminaba hacia Jerusalén, uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?"». La pregunta, como se ve, trata sobre el número, sobre cuántos se salvan: ¿muchos o pocos? Jesús, en su respuesta, traslada el centro de atención de cuántos se salvan a cómo salvarse, esto es, entrando «por la puerta estrecha».

Es la misma actitud que observamos respecto al retorno final de Cristo. Los discípulos preguntan cuándo sucederá el regreso del Hijo del hombre, y Jesús responde indicando cómo prepararse para esa venida, qué hacer en la espera (Mt 24, 3-4). Esta forma de actuar de Jesús no es extraña o descortés. Sencillamente es la manera de obrar de alguien que quiere educar a sus discípulos para que pasen del plano de la curiosidad al de la verdadera sabiduría; de las cuestiones ociosas que apasionan a la gente a los verdaderos problemas que importan en la vida.

En este punto ya podemos entender lo absurdo de aquellos que, como los Testigos de Jehová, creen saber hasta el número preciso de los salvados: ciento cuarenta y cuatro mil. Este número, que recurre en el Apocalipsis, tiene un valor puramente simbólico (12 al cuadrado, el número de las tribus de Israel, multiplicado por mil) y se explica inmediatamente con la expresión que le sigue: «una muchedumbre inmensa que nadie podría contar» (Ap 7, 4.9).

Además, si ese fuera de verdad el número de los salvados, entonces ya podemos cerrar la tienda, nosotros y ellos. En la puerta del paraíso debe estar colgado, desde hace tiempo, como en la entrada de los aparcamientos, el cartel de «Completo».

Por lo tanto, si a Jesús no le interesa tanto revelarnos el número de los salvados como el modo de salvarse, veamos qué nos dice al respecto. Dos cosas sustancialmente: una negativa, una positiva; primero, lo que no es necesario, después lo que sí lo es para salvarse. No es necesario, o en cualquier caso no basta, el hecho de pertenecer a un determinado pueblo, a una determinada raza, tradición o institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador. Lo que sitúa en el camino de la salvación no es un cierto título de propiedad («Hemos comido y bebido en tu presencia...»), sino una decisión personal seguida de una coherente conducta de vida. Esto está más claro aún en el texto de Mateo, que contrapone dos caminos y dos entradas, una estrecha y otra ancha (Mateo 7, 13-14).

¿Por qué a estos dos caminos se les llama respectivamente el camino «ancho» y el «estrecho»? ¿Es tal vez el camino del mal siempre fácil y agradable de recorrer y el camino del bien siempre duro y fatigoso? Aquí hay que estar atentos para no caer en la frecuente tentación de creer que todo les va magníficamente bien, aquí abajo, a los malvados, y sin embargo todo les va siempre mal a los buenos.

El camino de los impíos es ancho, sí, pero sólo al principio; a medida que se adentran en él, se hace estrecho y amargo. Y en todo caso es estrechísimo al final, porque se llega a un callejón sin salida. El disfrute que en este camino se experimenta tiene como característica que disminuye a medida que se prueba, hasta generar náusea y tristeza. Ello se ve en ciertos tipos de ebriedades, como la droga, el alcohol, el sexo. Se necesita una dosis o un estímulo cada vez mayor para lograr un placer de la misma intensidad. Hasta que el organismo ya no responde y llega la ruina, frecuentemente también física. El camino de los justos en cambio es estrecho al comienzo, cuando se emprende, pero después se transforma en una vía espaciosa, porque en ella se encuentra esperanza, alegría y paz en el corazón.
P. Raniero Cantalamessa ofm

LA OVEJA PERDIDA

La parábola cantada y contada...


jueves, 19 de agosto de 2010

LOS MILAGROS EXISTEN

Emociónate con la gota de rocío que se posa en los cristales de tu ventana, con el ramillete de estrellas que engalanan el cielo, la sonrisa del niño que se siente acogido y querido, la compasión del hombre que no se deja llevar por el odio y la revancha, la grandeza de la naturaleza que engendra la vida, la magia del fuego en la intimidad de tu chimenea, la maravilla serena de un paisaje contemplado en la altura de la montaña, la rebeldía de los jóvenes que se resisten a resignarse a este mundo tan poco dado a querer...

¡Si, la vida misma no necesita de milagros extraordinarios!
¡”No le pidamos a Dios más maravillas, sino más capacidad para maravillarnos” (M. Menapace)! ¡La vida misma es un milagro!

Francisco Baena




miércoles, 18 de agosto de 2010

UNA MADRE DE FAMILIA, CAMINO DE LOS ALTARES


Amparo Portilla Crespo nació en Valencia el 26 de Mayo de 1925, siendo la mayor de cuatro hermanos. A la edad de 12 años, la muerte de su padre en la guerra civil, le hace madurar anticipadamente y aceptar la vida austera que dicha pérdida supuso.

Estudió bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón de Godella (Valencia), donde el 25 de Mayo de 1943 le fue impuesta la medalla de Hija de María, eligiendo como lema "Aparta Madre de mí, lo que me aparte de Tí", al que fue delicadamente fiel durante toda su vida.
Siempre mantuvo gran cariño y relación con las Religiosas a quienes estaba muy agradecida por el afecto y formación que le habían dado. Mayo -mes de la Virgen- estuvo muy vinculado a ella, en él nació, fue bautizada, hizo la Primera Comunión, celebraba su santo y en él falleció.

Estudió Magisterio y Puericultura. Participó e impulsó la catequesis en la Parroquia de la Santa Cruz, barriada humilde de Valencia, mostrando su predilección por los niños marginados por la pobreza.

Se fue a vivir a Madrid en 1950 tras casarse con Federico Romero. Fue un matrimonio enamorado y feliz del que nacieron once hijos. Dedicada a su familia, madre cariñosa, paciente y abnegada, trabajadora infatigable, siempre alegre y generosa, dando a los demás permanente ejemplo de vida cristiana. Diariamente agradecía al Señor los dones cotidianos que decía no merecer y ofrecía las adversidades por quienes estaban en peor situación.

Siempre preocupada y volcada hacia las necesidades de los demás, con especial amor por los más desprotegidos, pobres, enfermos o apartados de Dios, a los que, sin aceptar el pecado, defendía como personas, resaltando sus cualidades y disculpando los defectos. Nunca tuvo rencor a nadie, aunque le hubieran perjudicado en algo, sino que perdonaba y se esmeraba con ellos dándoles más cariño.

En febrero de 1994 aceptó con serenidad cristiana el diagnóstico de su cáncer de pulmón, considerando su enfermedad como instrumento de acercamiento al Señor para ella y para todos los que estaban a su alrededor. Luchó contra su enfermedad, diciendo que había generado una explosión de cariño en todos los que le rodeaban, familia y amigos. No dejó de interesarse por los problemas de los demás ni de los acontecimientos mundiales, políticos y sociales.

Soportó y ofreció con alegría las numerosas intervenciones médicas que se le practicaron, sin queja alguna, animando y dando cariño a los que le trataban, a su familia y conocidos.

Falleció en su casa, en Madrid, la madrugada del 10 de Mayo de 1996, mirando en sus últimos días una imagen de la Virgen de los Desamparados, dejando en todos los que la conocieron el poso de su profunda y auténtica vida cristiana.


Puedes conocer más sobre Amparo en su página

martes, 17 de agosto de 2010

ALEXIS CARREL

La ciencia y la fe se encontraron a los pies de la Virgen: Alexis Carrel

Alexis Carrel nació en Lyon en 1873, de familia rica de comerciantes. Habiéndose quedado huérfano de padre, a los cinco años tuvo que dejar la ciudad de Lyon para ir a vivir en el campo con su madre. Años después regresará a Lyon para hacer los estudios secundarios y posteriormente asistir a la Facultad de Medicina. Precisamente en aquellos años de estudios universitarios abandonó las convicciones religiosas que había recibido en familia y abrazó la filosofía materialista y positivista.

Sin embargo, siempre mantuvo una profunda nostalgia de las certezas de su infancia, sobre todo se daba cuente de la ansiedad que le causaban sus nuevas creencias positivistas, pues eran incapaces de dar una respuesta convincente a la pregunta sobre el sentido de la vida y la muerte. Él mismo, después de su conversión, escribió sobre aquella época (hablando de sí en tercera persona): “absorbido por los estudios científicos, fascinado por el espíritu de la crítica alemana, [Carrel] se había convencido poco a poco que más allá del método positivo, no hay certeza alguna. Y sus ideas religiosas, destruidas por el análisis sistemático, lo habían abandonado, dejándole el recuerdo dulce de un sueño delicado y hermoso. Por ello había encontrado refugio en el escepticismo indulgente (…) La búsqueda de las esencias y las causas parecía vana, sólo el estudio de los fenómenos era interesante. El racionalismo satisfacía totalmente su mente, pero en el fondo de su corazón se escondía un dolor secreto, la sensación de ahogo en un círculo demasiado pequeño, esto es, la insaciable necesidad de certeza.”

En esos años, en los círculos médicos franceses, tema común de discusión era Lourdes y los milagros que allí ocurrían. Había quienes creían y quienes eran profundamente escépticos. En 1894, el famoso escritor Emile Zola, después de haber estado en Lourdes y haber sido testigo de acontecimientos inexplicables, escribió un libro en el que negaba rotundamente la veracidad de las apariciones. También Carrel, en su positivismo, estaba convencido de que los de Lourdes eran sólo falsos “milagros”, que en realidad eran curaciones fruto de la autosugestión.

Pero quería ir a ver por ti mismo y, en 1902, decidido participar como médico en una peregrinación, una oportunidad que le ofrecido un colega médico que por un contratiempo tuvo que abandonar en el último minuto. De este viaje de Alexis Carrel surgió un libro que tendría el título de “Viaje a Lourdes”.

Nuestro protagonista viajaba de incógnito. Pocos sabían su identidad, pues él solamente quería constatar lo que allí ocurría y ayudar a los pacientes que pudiese. En su compartimiento del tren había una mujer, Marie Ferrand (así la llama él en su libro, pero en realidad su nombre real era Marie Bailly), cuyo estado era de extrema gravedad: tenía el vientre hinchado, la piel traslúcida, las costillas que le sobresalían, una bolsa de líquido que ocupaba la región umbilical, fiebre alta, hinchazón de las piernas, el corazón acelerado, etc. Se trataba de una peritonitis tuberculosa, que le producían a la paciente dolores terribles.

En el tren el doctor Carrel le puso una inyección de morfina y le preguntó: “¿Usted tiene padres?“, a lo que ella contentó que no, habían muerto los dos años antes de tuberculosis. Ella era tuberculosa desde la edad de los 15 años y los médicos que la conocían le habían dicho que estaba en las últimas. Sabiendo que ya no había nada que hacer, decidió ir a Lourdes, convencida de que la Virgen le concedería, si no la salud, al menos la fuerza para morir en paz.

Al llegar a Lourdes, Carrel se encontró con un viejo compañero de colegio, católico practicante, del cual solo pone en el libro las iniciales A.B., y le preguntó: “¿Sabes si esta mañana algún paciente se ha curado en las piscinas?” A lo que él respondió negativamente, pero le contó un prodigio que había ocurrido delante te la gruta: Una religiosa que caminaba con muletas llegó, se hizo el signo de la cruz, bebió el agua de la fuente milagrosa y de pronto se le iluminó el rostro, tiró las muletas y caminó ágilmente hacia la gruta, donde se arrodilló ante la Virgen. “¿Curada?” respondió Carrel “Un caso interesante de autogestión”.

Su amigo le preguntó “¿Y con qué curación te convencerías de la existencia de los milagros?” El respondió que la curación imprevista de una enfermedad orgánica, como una pierna cortada que vuelve a crecer, un cáncer que desaparece, una deformidad congénita que de pronto desparece, etc. “Entonces sí que creería, si se me concediese ver un fenómeno de tal magnitud, sacrificaría todas mis teorías e hipótesis, pero no tengo miedo de llegar a ese punto… Hay una chica, Marie Ferrand, que he tenido que atender muchas veces durante el viajes y cuya vida peligra, tiene una peritonitis tuberculosa y su estado es crítico, temo que se me muera entre los brazos. Si ella se curase, sería un verdadero milagro, yo creería todo y me haría sacerdote” Ahí quedó la conversación.

En la sala de la Inmaculada, reservada a los enfermos más graves, habían puesto a Marie esperando poderla meter en las piscinas. El doctor Carrel se acercó a su camilla, la examinó y vio que su corazón no podía más, se acercaba el final. Le puso una inyección de cafeína y dijo a los médicos presentes: “Es una peritonitis pulmonar en el último estadio. Ella es hija de padres muertos de tuberculosis cuando eran jóvenes y ella ha sido tísica desde los 15 años. Puede vivir todavía algún día, pero se acerca su fin”. Otro médico del lugar confirmó el diagnóstico y las pocas esperanzas de vida. No fue posible meterla en las piscinas, solamente le lavaron el vientre con el agua de allí y la llevaron ante la gruta, con un aspecto que ya era cadavérico. Eran las 14’30.

De pronto a Carrel le pareció que el rostro estaba más normal, menos lívido. Le parecía una alucinación, siguió observándola. La examinó y la respiración se estaba regularizando, parecía que mejoraba. Pero lo gordo vino entonces: Alexis Carrel vio como la sábana que la cubría se deshinchaba por el vientre. En media hora toda la hinchazón de la paciente había desaparecido y el médico no podía da crédito a sus ojos.

Se acercó a ella, observó la respiración y comprobó que el corazón latía ya sin aceleración. Le preguntó “¿Cómo se siente?”, a lo que ella contestó: “Muy bien, siento poca fuerza, pero creo que estoy curada”. Carrel escribió sobre este momento, en tercera persona: “El médico no podía hablar, ni pensar. El hecho que estaba ocurriendo era contrario a cualquier previsión. Se levantó, cruzó las filas de los peregrinos que rezaban y se fue. Eran casi las 16. Había ocurrido lo inesperado, el milagro”

Marie Ferrand, curada, fue llevada al hospital dirigido por el doctor Boissaire, un científico que defendía la veracidad de Lourdes. Carrel la visitó varias veces esa tarde con otros médicos y constató que la curación era completa. Llegó la noche y nuestro protagonista se acercó a la Basílica, donde vio a su amigo A.B., quien le dijo: “¿Te convences ahora, filósofo incrédulo? Ahora te tendrás que meter a cura” Carrel se quedó solo en la basílica y pronunció aquella oración que se ha hecho famosa: “Dulce Virgen que socorres a los infelices, protégeme. Creo en ti (…) Tu nombre es más dulce que el sol de la mañana. Toma a este pecador inquieto de corazón atormentado que se consume en la búsqueda de quimeras.”

El médico positivista, convertido en creyente, no se hizo sacerdote, sino que siguió dedicando toda su vida a la ciencia. Se trasaladó a Estados Unidos y colaboró con la Universidad de Chicago y el Rokefeller Institute. Recibió el Premio Nobel de medicina en 1912 por el descubrimiento de un específico punto de sutura que permitió el transplante de vasos sanguíneos y órganos. En su ancianidad, fue acusado de colaboracionismo con el gobierno pronazi de Vichy lo derrumbó, dicen que esta fue la causa del infarto que lo condujo el 5 de noviembre de 1944 a la muerte. A él se debe la famosa frase: “Poca observación y mucho razonamiento conducen al error, mucha observación y poco razonamiento conducen a la verdad”
Alberto Royo para ReL

lunes, 16 de agosto de 2010

LA PEQUEÑA BOLA BLANCA

Sólo son diez minutos...


domingo, 15 de agosto de 2010

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


La lectura del Evangelio resulta siempre muy ilustrativa para la vida y para nuestro camino. De hecho, hoy, comienza diciéndonos que «María se puso en camino». Y así ocurre en nuestra vida: toda nuestra historia consiste en estar en camino, en camino hacia algún lugar, en camino hacia Dios, en camino hacia el encuentro definitivo con Aquél que nos amó primero.

Lucas nos recuerda la tarea pedagógica de María, pues además de narrarnos el viaje que la iba a conducir a visitar a su prima Isabel, aprovecha también para enseñarnos a salir de nuestra propia realidad e ir al encuentro del otro. El viaje de María al encuentro de Isabel nos enseña a nosotros a salir al encuentro del hermano que está en cualquier tipo de necesidad.

Isabel era una mujer mayor, estaba encinta, sin duda el embarazo no debía ser muy fácil y sobre todo a su edad debía resultar bastante fuera de lo que estaba ella misma habituada. María fue a su encuentro. Se puso en camino para ir a visitar a su prima Isabel, estar con ella, ayudarla, acompañarla. El viaje de María es una invitación para nosotros: para que salgamos de nuestro engranaje, de nuestra situación personal, de nuestra realidad interior para ir al encuentro del otro para servirle, para acompañarle, para ayudarle.

Y justo en este tiempo, en que todo propende a que cada uno sea el centro del Universo, la Madre del Señor nos vuelve a explicar con su propia vida, de manera sencilla como una madre enseña a sus hijos, nos vuelve a explicar que el centro de la vida no es nuestra propia historia, no somos nosotros mismos, que el centro de la vida sigue siendo el Señor y aquel en quien el Señor se manifiesta o aquel en quien el Señor nos visita.

Salir de nosotros mismos se convierte así en una llamada de la Madre de Dios para ayudar, para socorrer, para atender al hermano para anunciarle y explicar al hermano, de una manera simple quien es Dios. Cuando María canta el Magníficat no entona solamente un cántico de alabanza, sino que va haciendo también una preciosa catequesis que inicia con descripción de Dios Padre. Va explicando quien es Dios, y va explicando las razones que Ella tiene para amar a Dios con todas sus fuerzas. No es simplemente un canto de alabanza es un resumen de esa contemplación que María tenía de Dios Padre y una manera simple de explicarlo y de compartirlo con Isabel.

«Proclama mi alma la grandeza del Señor».

Nosotros quizás marcaríamos el acento más en nuestra acción, en nuestra constancia, en cómo nosotros, en cómo hemos descubierto la oración y cómo alabamos a Dios y cómo necesitamos alabarlo … María, sin embargo, pasa por encima de su proclamación para convertir a Dios, la grandeza de Dios, en el centro de su manifestación, en el centro de su dialogo, proclama la grandeza del Señor.

«Mi espíritu se alegra porque Dios es mi Salvador».

María va incide en ese rostro del Señor grande, que salva, que se preocupa de los humildes, de los pequeños. Ese rostro de Dios a quien no le importa tanto que seas poderoso, sino que seas sencillo, humilde y vivas con Dios.

«Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes»

Nos muestra el rostro de Dios que cuida de todos y cada uno de los hombres que pueblan la tierra, que tiene buen cuidado de que a nadie le falte nada y al que tiene le enseña a compartir. Ese Rostro que nos muestra que Dios nos ama por entero a cada uno de los hombres, a quienes conduce por el camino de la humildad porque el humilde está más fácilmente dispuesto, no tiene nada que defender, no tiene nada que guardar. Por eso derriba del trono a los poderosos hace humildes a los poderosos y a los poderosos los hace capaces de responder, capaces de acoger el amor de Dios.

En cada una de las afirmaciones del Magníficat encontramos esa pincelada de Dios, esa descripción de Dios que si un pintor lo plasmara en un lienzo, lograría expresarlo con bastante cercanía.

La Madre del Señor, lo que pretende comunicar es aquello que Ella contempla y aquello que tiene grabado en su corazón: el rostro de Dios, el Padre, que se abaja hasta el hombre, que siendo poderoso se hace humilde, que siendo Dios se hace hombre y que Ella puede experimentar en su propio seno.

El Grande se hace pequeño. Ella se lo explica a Isabel y nos lo explica a nosotros. La importancia de que seamos pequeños, de que seamos humildes, de que contemplando el rostro de Dios, vayamos dejándonos configurar por El, vayamos dejándonos impregnar de su amor y llenar de El.

Como ella en camino hacia Ain Karen, nos muestra el camino hacia el hermano para que en él el Señor nos vaya configurando y contemplando el rostro de Dios. Porque Dios vive y se me muestra en mi hermano; porque es mi hermano quien me hace vida y hace posible que sea verdad en mí el Evangelio.

María nos muestra una vez más que la enseñanza de Dios no es una teoría, un relato sin más, sino que es una acción poderosa de Dios que interviene, que se hace cercano. Y esto es una experiencia de vida que María anuncia y que la lleva evidentemente a cantar porque la experiencia de Dios siempre encierra esa armonía y esa perfección de la belleza que la lleva a proclamarlo, cantarlo, gritarlo y hacerlo sensible a través nuestro.

No es María la que atrae la atención de Isabel, aún siendo tan querida y muy bien recibida. Es Juan quien, en el seno de su madre, experimenta la presencia de Dios, la presencia de Jesús.

María nos enseña que viviendo de esa manera y viviendo así, Dios se hará presente a través nuestro aunque nosotros no nos demos cuenta.

Dios busca, espera, quiere hacerse presente a través nuestro, como en el caso de María, a base de vivir en la intimidad con el Señor, a base de contemplar su rostro y de explicar quién es Dios a los que le rodean. Dejar que los demás lo escuchen y dejar que los demás lo experimenten. La escucha será por nuestra palabra, la experiencia será por la misma acción de Dios. Dios se dejará sentir.

Por otra parte, en esta celebración, como en tantos otros momentos, es la Madre de Dios la que nos enseña y nos explica las cosas de Dios y nos da la dichosa oportunidad de rogarle que insista en recordarnos las cosas de Dios, que no se desanime con nosotros, que aunque muchas veces nos quejamos, nos lamentamos o nos escapamos del entorno, no se canse de nosotros, que tenga paciencia con nosotros. Y que más allá de nuestras torpezas, que nos enseñe, que nos muestre el rostro de Dios, para que este rostro de Dios quede grabado en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestra mirada. Y entonces nosotros podamos vivir y encontrar cada día a Dios que cada día nos busca. Y entonces los hombres que están cercanos a nosotros puedan también experimentar la presencia de ese Dios que nos busca porque nos ama y quiere conducirnos al Reino.

Hoy en la Tradición de la Iglesia, Jesús toma a su Madre, asciende con Ella, la lleva a Ella al cielo.

Roguémosle también al Señor que de igual manera que hizo el camino con la Madre, también haga el camino con nosotros. Y roguémosle al Señor también fortaleza, firmeza. Que no nos entretengamos ni nos despistemos con las cosas pequeñas, sin importancia. Que busquemos y miremos de verdad siempre las cosas del cielo. Que no distraiga nuestra atención lo que ya hemos oído y sabemos de muchas veces. Que no nos creamos que con saber las cosas vivimos la vida.

Pidámosle al Señor que nos lleve, como hizo con la Madre de Dios, a entender que la urgencia siempre es vivir cada día la novedad del Evangelio, porque cada día la Palabra del Señor es nueva, es distinta, es diferente, es Dios. Y aún cuando creemos que ya sabemos todo sobre Dios, porque desde niños hemos estado cerca de El, no nos engañemos. Aunque viviéramos miles de años nuestra mirada y nuestra inteligencia, nuestra mente, nunca llegaría a conocer enteramente a Dios, hasta que crucemos el umbral de la muerte y nos sentemos con El en el Reino.

Digámosle al Señor que nos conduzca a conocerle, que nos lleve a descubrirlo cada día y a vivirlo cada día para darnos cuenta de que Dios es una eterna novedad en la experiencia de la vida, aunque los conceptos los conozcamos, pero la vida no es un concepto, gracias a Dios.

Hoy el Señor asciende con la Madre al cielo y Ella deja caer su cinturón -cuenta la Tradición- para que Tomás no se quede sin su recuerdo.

Roguémosle también que nos eche su cinturón para ser más humildes, más sencillos, para no tener a veces ese genio interior que nos lleva a romper la armonía. Pidámosle al Señor que nos permita alcanzar ese cinturón de la Madre de Dios. El cinturón de la humildad, por el que nos reconozcamos necesitados de Dios y tanto más necesitados cuanto con más frecuencia nos olvidamos de El.

Y no tengamos miedo en mirar hacia el cielo y en fijar en él nuestra mirada. Agarrémonos fuerte al Señor como hizo María Magdalena el día de la Resurrección. Agarrémonos fuerte al Señor para que El nos lleve a vivir con un corazón limpio y siempre dispuesto porque en ello siempre encontraremos la vida.






sábado, 14 de agosto de 2010

CÁRITAS YA HA LLEGADO ALLÍ

Cáritas atiende a 5.000 familias en Pakistán
La situación en el país asiático es cada día más
Cáritas invertirá casi cuatro millones y medio de euros en la reconstrucción de Pakistán
"La prioridad es asegurar que la gente tenga comida, agua, cobijo y asistencia médica"Cáritas con Pakistán
Cáritas cubrirá los sectores de agua, saneamiento, nutrición y protección de las personas desplazadas en Pakistán mediante la representación de Cáritas Estados Unidos, Holanda e Irlanda, prestando ayuda a 5.000 familias en las cinco diócesis afectadas de Multan.

La ONG solicita donaciones con el fin de paliar las necesidades básicas de los más de 14 millones de afectados dado que afirma que la situación en el país asiático es cada día más apremiante.

"La prioridad es asegurar que la gente tenga comida, agua, albergue y asistencia médica. Muchísimas personas están en serias dificultades. Es una situación muy difícil para aquellos que lo han perdido todo y tiene que depender de otros hasta para tener un poco de agua para beber", afirma la secretaria ejecutiva de Cáritas Pakistán.

Así, la organización está trabajando con las comunidades para identificar infraestructuras, como carreteras, puentes y acequias que haya que reconstruir, con el fin de que los habitantes de la zona recuperen la normalidad.

Además, está prestando especial atención en que no se vulneren sus condiciones básicas de vida y que los niños puedan recuperar los juegos que las aguas les han arrancado a muchos de ellos.

Cáritas, que lleva en la zona más de cinco años, planea seguir con el fin de conseguir la ayuda necesaria para desarrollar la reconstrucción que se ha planteado y que tiene, en principio, un presupuesto de cuatro millones y medio de euros. .



Campaña "CÁRITAS CON PAKISTAN"

Cómo colaborar:

Teléfono de donaciones: 902.33.99.99

www.caritas.es

SANTANDER

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LA CAIXA

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Y EN LAS CUENTAS DE LAS CARITAS DIOCESANAS

viernes, 13 de agosto de 2010

LA PERFECTA ALEGRÍA


Recuerdo siempre con cariño el pasaje de las Florecillas de S. Francisco en el cual el santo de Asís desafía al Hermano León para que defina lo que es la perfecta y más profunda alegría. En esa historia, el hermano le expuso al santo diferentes escenarios que intentaban definir lo que teóricamente sería ese estado ideal de perfecta alegría. Los que conocen la historia se acordarán de su chocante final, a los que no la conozcan prefiero no hacerles una versión recalentada y les invito encarecidamente a que le pregunten al omnisciente Google y la lean por internet. Pues bien, en este post quería compartir con los lectores del blog uno de esos momentos privilegiados de iluminación espiritual que me dan a entender dónde se esconde de verdad la perfecta alegría.

Ya que durante la semana uno pasa sentado más tiempo del que le gustaría y eso todos sabemos que no es bueno para la salud, tengo la costumbre de hacer una buena caminata durante el fin de semana. Era un sábado, volvía de hacer una de mis rutas entre casas, campos de cultivos y pequeños arroyos. Estaba ya casi para concluir mi periplo cuando oigo detrás de mí una voz de mujer que va cantando y que, entre estrofa y estrofa, va saludando a los viandantes que se encuentra. A decir verdad, llevaba mucho tiempo sin oír a nadie cantar con tal afán y alegría. Seguí caminando y, como la voz todavía estaba detrás de mí, me puse a pensar qué aspecto tendría la parienta. En los pocos segundos que tuve, dejé volar mi imaginación, hasta el momento en el que dejé que esa mujer, que caminaba a buen ritmo, me adelantara.

Cuál no sería mi sorpresa cuando puedo ver claramente que la mujer en cuestión no tiene orejas, ni nariz, ni labios... Sin duda alguna es una de las miles de víctimas del infame Ejército de Resistencia del Señor, un grupo que sembró el terror en toda esta región del Norte de Uganda hasta hace pocos años. A falta de un programa político, parecía como si este grupo se regodeara de manera especial en causar el mayor dolor posible a los pobres desgraciados que se encontraban en su camino. Hoy día, un vasto número de personas terriblemente mutiladas han continuado sus vidas con esas discapacidades inducidas, después de haber caído en las manos de estos temibles y sanguinarios elementos.

Quizás ella no lo supiera, pero el mensaje que me dio esa mujer con su alegría de vivir y con su vitalidad no lo puedo describir en pocas palabras. Esta persona sin comerlo ni beberlo ha pagado en sus propias carnes por la locura de la violencia, ella más que nadie tendría razones miles para deprimirse, para venirse abajo, para colgarse del árbol más próximo o encerrarse de por vida fuera de las miradas inquisitivas e incluso burlonas de su entorno. Su aspecto casi fantasmagórico bien podría contribuir a que fuera una nueva “leprosa” estigmatizada cuyo contacto evitan todas las personas de bien y cuya fama sirve perfectamente para atemorizar a niños díscolos y traviesos. Después de todo, ¿qué papel podría tener este ser deformado en una sociedad que valora tanto la apariencia, la sensualidad de formas y de proporciones 90-60-90 o el glamour de los “cuerpos danone”? Pues sí, tendría muchísimas razones para vivir como una infeliz una vida triste y amargada pero mira por dónde que en vez de autocompadecerse, su voz y su alegría dan testimonio de que la violencia y el odio habrán deformado su cuerpo, pero no han podido doblar o someter su espíritu. Aunque haya perdido algunos de sus miembros en el intento, ese odio ciego no le ha podido arrebatar lo más importante: su autoestima y sus ganas de vivir.

Menuda lección para un mundo “civilizado” en el que nos va tan de miedo: a pesar de las dificultades económicas y laborales existentes ahora y asociadas a la crisis, hay que reconocer que en general nos va muy bien. Hay una sanidad pública, más acceso a servicios, hay un cierto bienestar, un subsidio de desempleo, se vive mucho mejor que hace 30 años, hay democracia y una razonable libertad para decir lo que se quiera sin que nadie te parta la cara por ello... y sin embargo cada vez que voy a Europa me encuentro a la gente más deprimida, más amargada y con un espíritu cada vez menos combativo. Es un misterio para mí: parece como si el bienestar material que nos rodea nos hiciera más vulnerables psicológica o socialmente y, cuanto más privilegiadas y consentidas están las nuevas generaciones con mejores avances sociales y técnicos, menos preparadas están para afrontar la frustración, la adversidad o los problemas vitales de cada día. Ante esa incapacidad e inmadurez psicológica, sigo encontrando en África ejemplos únicos de coraje y de vitalismo que me ayudan a fortalecer mi espíritu, a crecerme y reconocer las muchas cosas que tengo y que la mayoría de los casos apenas valoro.

Para mí, esta mujer anónima que me encontré aquel día en un polvoriento camino del África profunda es el símbolo por excelencia de una lucha – total, encarnizada y a calzón quitado – contra la desesperanza, la no-vida y los peores elementos adversos, es sin duda la victoria del bien sobre el mal y un ejemplo de la sublime superación a la que puede llegar la naturaleza humana. Sí, queridos lectores, quizás esto que les digo les suene a ñoña moralina o a lección pía de la Hermana San Sulpicio, pero no puedo dejar de compartir con ustedes lo que he visto y aprendido: el que te jodan la vida, la cara y el futuro a base de machetazos y de cuchilladas, el que en un par de minutos unos desalmados te hagan “chof, chof” y te dejen monstruosamente marcado de por vida como un animal y a pesar de todo uno no pierda la sonrisa, la fe en la humanidad, el buen ánimo y las ganas de vivir... eso es la perfecta y más profunda alegría. Lo demás, como dirían mis paisanos más castizos, “son chominás”.


AE para la sección de Religión de "Periodista Digital"

jueves, 12 de agosto de 2010

SALMO 50

SALMO 50


Catequesis de Juan Pablo II sobre este salmo penitencial


1. Hemos escuchado el "Miserere", una de las oraciones más célebres del Salterio, el Salmo penitencial más intenso y repetido, el canto del pecado y del perdón, la meditación más profunda sobre la culpa y su gracia. La Liturgia de las Horas nos lo hace repetir en las Laudes de todos los viernes. Desde hace siglos y siglos se eleva hacia el cielo desde muchos corazones de fieles judíos y cristianos como un suspiro de arrepentimiento y de esperanza dirigido a Dios misericordioso.

La tradición judía ha puesto el Salmo 50 en labios de David, quien fue invitado a hacer penitencia por las palabras severas del profeta Natán (cf. versículos 1-2; 2Samuel 11-12), que le reprochaba el adulterio cometido con Betsabé y el asesinato de su marido Urías. El Salmo, sin embargo, se enriquece en los siglos sucesivos con la oración de otros muchos pecadores que recuperan los temas del "corazón nuevo" y del "Espíritu" de Dios infundido en el hombre redimido, según la enseñanza de los profetas Jeremías y Ezequiel (cf. v. 12; Jeremías 31,31-34; Ezequiel 11,19; 36, 24-28).

2. El Salmo 50 presenta dos horizontes. Ante todo, aparece la región tenebrosa del pecado (cf. versículos 3-11), en la que se sitúa el hombre desde el inicio de su existencia: "Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre" (versículo 7). Si bien esta declaración no puede ser asumida como una formulación explícita de la doctrina del pecado original tal y como ha sido delineada por la teología cristiana, no cabe duda de que es coherente: expresa de hecho la dimensión profunda de la debilidad moral innata en el hombre. El Salmo se presenta en esta primera parte como un análisis ante Dios del pecado. Utiliza tres términos hebreos para definir esta triste realidad que procede de la libertad humana mal utilizada.

3. El primer vocablo "hattá" significa literalmente "no dar en el blanco": el pecado es una aberración que nos aleja de Dios, meta fundamental de nuestras relaciones, y por consiguiente también nos aleja del prójimo. El segundo término hebreo es "awôn", que hace referencia a la imagen de "torcer", "curvar". El pecado es, por tanto, una desviación tortuosa del camino recto; es la inversión, la distorsión, al deformación del bien y del mal, en el sentido declarado por Isaías: "¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad" (Isaías 5, 20). Precisamente por este motivo, en la Biblia la conversión es indicada como un "regresar" (en hebreo "shûb") al camino recto, haciendo una corrección de ruta.

La tercera palabra con la que el Salmista habla del pecado es "peshá". Expresa la rebelión del súbdito contra su soberano, y por tanto constituye un desafío abierto dirigido a Dios y a su proyecto para la historia humana.

4. Si por el contrario el hombre confiesa su pecado, la justicia salvífica de Dios se demuestra dispuesta a purificarlo radicalmente. De este modo, se pasa a la segunda parte espiritual del Salmo, la luminosa de la gracia (cf. versículos 12-19). A través de la confesión de las culpas se abre de hecho para el orante un horizonte de luz en el que Dios actúa. El Señor no obra sólo negativamente, eliminando el pecado, sino que vuelve a crear la humanidad pecadora a través de su Espíritu vivificante: infunde en el hombre un "corazón" nuevo y puro, es decir, una conciencia renovada, y le abre la posibilidad de una fe límpida y de un culto agradable a Dios.

Orígenes habla en este sentido de una terapia divina, que el Señor realiza a través de su palabra mediante la obra sanadora de Cristo: "Al igual que Dios predispuso los remedios para el cuerpo de las hierbas terapéuticas sabiamente mezcladas, así también preparó para el alma medicinas con las palabras infusas, esparciéndolas en las divinas Escrituras... Dios dio también otra actividad médica de la que es primer exponente el Salvador, quien dice de sí: "No tienen necesidad de médico los sanos; sino los enfermos". Él es el médico por excelencia capaz de curar toda debilidad, toda enfermedad" ("Omelie sui Salmi" --"Homilías sobre los Salmos"--, Florencia 1991, páginas 247-249).

5. La riqueza del Salmo 50 merecería una exégesis detallada en todas sus partes. Es lo que haremos cuando vuelva a resonar en las Laudes de los diferentes viernes. La mirada de conjunto, que ahora hemos dirigido a esta gran súplica bíblica, nos revela ya algunos componentes fundamentales de una espiritualidad que debe reflejarse en la existencia cotidiana de los fieles. Ante todo se da un sentido sumamente vivo del pecado, percibido como una decisión libre, de connotaciones negativas a nivel moral y teologal: "contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces" (versículo 6).

No menos vivo es el sentimiento de la posibilidad de conversión que aparece después en el Salmo: el pecador, sinceramente arrepentido (cf. versículo 5), se presenta en toda su miseria y desnudez ante Dios, suplicándole que lo le rechace de su presencia (cf. versículo 13).

Por último, en el "Miserere", se da una arraigada convicción del perdón divino que "borra", "lava", "limpia" al pecador (cf. versículos 3-4) y llega incluso a transformarlo en una nueva criatura de espíritu, lengua, labios, corazón transfigurados (cf. versículos 14-19). "Aunque nuestros pecados fueran negros como la noche --afirmaba santa Faustina Kowalska--, la misericordia divina es más fuerte que nuestra miseria. Sólo hace falta una cosa: que el pecador abra al menos un poco la puerta de su corazón... el resto lo hará Dios... Todo comienza en tu misericordia y en tu misericordia termina" (M. Winowska, "L'icona dell'Amore misericordioso. Il messaggio di suor Faustina" --"Icono del Amor misericordioso. El mensaje de sor Faustina"--, Roma 1981, p. 271).


Audiencia del Miércoles 24 de octubre 2001