lunes, 11 de mayo de 2009

CATECISMO Y BENEDICTO XVI EN TIERRA SANTA



Las vías de acceso al conocimiento de Dios
31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de "argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas.
Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana.
32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.
S.Pablo afirma refiriéndose a los paganos: "Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad" (Rom 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9).
Y S. Agustín: "Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo...interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión ("confessio"). Estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza ("Pulcher"), no sujeto a cambio?" (serm. 241,2).
33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La "semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia" (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios.
34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas "vías", el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, "y que todos llaman Dios" (S. Tomás de A., s.th. 1,2,3).
35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.

El Papa en el estadio Internacional de Amán ayer.
Benedicto XVI rindió homenaje a las mujeres como "portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz" al presidir el acto más multitudinario de su viaje a Jordania, que concluye este lunes, con el que ha comenzado su peregrinación por Tierra Santa.
Ante más de 30 mil personas congregadas en el Estadio Internacional de Ammán, el Santo Padre dedicó un pasaje central de su homilía al Año de la Familia, que está viviendo la Iglesia en Tierra Santa, y en particular a "la particular dignidad, vocación y misión de las mujeres en el plan de Dios".
El discurso era particularmente significativo si se tiene que es pronunciado en un país de mayoría árabe-musulmana, y que en algunos países -el Papa no hizo referencia directa--, se celebraba el día de la madre.
"¡Cuánto debe la Iglesia en estas tierras al testimonio de fe y amor de innumerables madres cristianas, hermanas, maestras y enfermeras, a todas esas mujeres que de maneras diferentes han dedicado su vida a construir la paz y a promover el amor!", comenzó reconociendo el pontífice.
"Desde las primeras páginas de la Biblia, vemos cómo hombre y mujer, creados a imagen de Dios, están llamados a completarse el uno con el otro como administradores de los dones de Dios y como sus colaboradores en comunicar el don de la vida, sea la física como la espiritual, a nuestro mundo", siguió diciendo.
Ahora bien, lamentó el Papa, "desafortunadamente, esta dignidad y misión donadas por Dios a las mujeres no siempre han sido suficientemente comprendidas y estimadas".
"La Iglesia, y la sociedad en su conjunto, han llegado a darse cuenta de la urgencia con la que necesitamos eso que mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, llamaba 'el carisma profético' de las mujeres", expresión tomada de la histórica carta apostólica
Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988), "como portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz, comunicadoras de calor y humanidad a un mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con fríos criterios de explotación y provecho".
El Papa concluyó asegurando que "con su testimonio público de respeto por las mujeres y con su defensa de la connatural dignidad de cada persona humana, la Iglesia en Tierra Santa puede dar una importante contribución al desarrollo de una cultura de verdadera humanidad y a la construcción de una civilización del amor".

No hay comentarios.: