somos conscientes de haber tocado en cierto sentido el corazón mismo de la vida cristiana, en continuidad
con la anterior Asamblea sinodal sobre la Eucaristía como fuente y culmen de la vida y de la misión
de la Iglesia. En efecto, la Iglesia se funda sobre la Palabra de Dios, nace y vive de ella.
A lo largo de toda su historia, el Pueblo de Dios ha encontrado siempre en ella su fuerza, y la comunidad eclesial crece también hoy en la escucha, en la celebración y en el estudio de la Palabra de Dios.
Hay que reconocer que en los últimos decenios ha aumentado en la vida eclesial la sensibilidad
sobre este tema, de modo especial con relación a la Revelación cristiana, a la Tradición viva y a
la Sagrada Escritura.
A partir del pontificado del Papa León XIII, podemos decir que ha ido creciendo el número de intervenciones destinadas a aumentar en la vida de la Iglesia la conciencia sobre la importancia de la Palabra de Dios y de los estudios bíblicos, culminando en el Concilio Vaticano II, especialmente con la promulgación de la Constitución dogmática Dei Verbum, sobre la divina Revelación. Ella representa un hito en el camino eclesial: « Los Padres sinodales... reconocen con ánimo agradecido los grandes beneficios
aportados por este documento a la vida de la Iglesia,en el ámbito exegético, teológico, espiritual,pastoral y ecuménico ». En particular, ha crecido en estos años la conciencia del « horizonte trinita-
rio e histórico salvífi co de la Revelación », en el que se reconoce a Jesucristo como « mediador y plenitud de toda la revelación ».
De todos es conocido el gran impulso que la Constitución dogmática Dei Verbum ha dado a la evalorización de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, a la reflexión teológica sobre la divina revelación y al estudio de la Sagrada Escritura. En los últimos cuarenta años, el Magisterio eclesial se ha pronunciado en muchas ocasiones sobre estas materias. Con la celebración de este Sínodo, la Iglesia, consciente de la continuidad de su propio camino bajo la guía del Espíritu Santo, se ha sentido llamada a profundizar nuevamente sobre el
tema de la Palabra divina, ya sea para verificar la puesta en práctica de las indicaciones conciliares,
como para hacer frente a los nuevos desafíos que la actualidad plantea a los creyentes en Cristo.
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