lunes, 8 de noviembre de 2010

TESTIMONIO DE LA VISITA DEL PAPA A ESPAÑA

El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, ha asegurado este lunes que la visita del Papa Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona, ha sido "un testimonio impresionante de claridad en su magisterio", pero "también de ternura y cariño", según señaló en un comunicado el Arzobispado.

Respecto a las manifestaciones del Pontífice en el avión que le llevaba a España, en las que abogó por "el encuentro entre fe y laicidad", monseñor Osoro manifestó que el Papa "nunca ha tenido posiciones de enfrentamiento, al contrario, siempre busca la fraternidad, la colaboración, la comunión" y precisó que "la prueba más evidente de ello es que todos los gestos que le hemos visto y que hace continuamente son de vida y de comunión".


Además, añadió que Benedicto XVI "de alguna manera nos ha renovado ese encargo que tiene España para la recristianización por herencia y por fe", sobre todo ante la "tentación actual de esconder a Dios, o de eliminarlo de la historia".
La Iglesia española "es una Iglesia viva, que se revitaliza, que percibe las cosas que dice el Papa y que siente la necesidad de salir de sí misma e ir al mundo para anunciar a Jesucristo con todas sus consecuencias", destacó el titular de la archidiócesis de Valencia.
Monseñor Osoro destacó, además, "la cercanía que ha vuelto a demostrar" Benedicto XVI durante su visita. "Es un Papa que ya con su mirada nos dice todo, nos acerca, nos da el afecto, el ánimo, la esperanza, la ilusión, en todos sus gestos, pero sobre todo en su mirada, que no se nos olvidará nunca".

El Mundo
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1 comentario:

javier dijo...

Usted puede creerme o no creerme, pero yo digo y digo que en este vídeo de Rome Reports que usted ha puesto en su blog he visto por primera vez imágenes de la visita del Papa a España. Así que tengo que darle a usted las gracias.
A primera vista parece que la ceremonia fue típicamente española: caótica y alegre. El Papa se mueve con exactitud litúrgica y los obispos con esa especie de familiaridad incorregible que los seminaristas muestran con el ceremonial.