Padre mío
Me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo,
Lo acepto todo,
Con tal que tu voluntad se haga en mí
Y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
Con todo el amor de mi corazón.
Porque te amo
Y porque para mí amarte es darme,
Entregarme en tus manos sin medida,
Con una infinita confianza,
Porque tu eres mi Padre.
Carlos de Foucauld nace en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858 en una familia noble; dos días después es bautizado. Huérfano de padre y madre a la edad de seis años, permanece, con su hermana, bajo la tutela de su abuelo el coronel de Morlet. La infancia es triste y desgraciada: pronto se revelan en él rasgos de impaciencia. Empieza sus estudios en Estrasburgo, y desde 1871 en el instituto de Nancy, y un año más tarde hace la primera comunión. En el instituto hay profesores eminentes, pero neutros. De naturaleza inquieta y ardiente, falto de dirección, su juventud es extremadamente disoluta. Pierde la fe a los dieciséis años y permanece en estado de indiferencia durante más de doce años. Al llegar a la mayoría de edad entra en posesión de una rica herencia, que dilapida con su vida licenciosa. Ingresa en la Escuela Militar de Saint-Cyr en 1878; ya subteniente marcha a África. Participa en una expedición a Argelia.
En 1882 solicita licencia para emprender un viaje hacia el Sur, y estudiar a los árabes; no le conceden el permiso y pide la licencia absoluta. Después de una larga preparación, realiza el viaje por Marruecos, disfrazado de rabino judío. En 11 meses recorre casi 3.000 Km., en su mayor parte por terreno desconocido, determinando numerosas altitudes. La Sociedad de Geografía le premia con la medalla de oro. El relato de sus viajes y los datos recogidos fue publicado en su obra "Reconaissance du Maroc" (1883-1884). Empieza un cambio muy serio de su vida. La vida tan dura de esos once meses, le ayuda a purificarse, el contacto con la soledad del desierto y la fe de los musulmanes le impactan y le hacen pensar, la inquietud religiosa no le deja en paz. Lee mucho, reflexiona, reza a su manera. La discreta influencia de su familia, especialmente de su prima Señora de Bondy y la del P. Huvelin (que se convertirá en su director espiritual), secundando la acción de la gracia, le llevan a la conversión. “Tan pronto como creí que había un Dios, me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él”. La lógica de la fe, en el amor, le lleva a emprender, con la ayuda de su director, la búsqueda de un modo de vida de imitación de Jesús.
En diciembre de 1888 va en peregrinación a Tierra Santa. Este viaje lo confirma cada vez más en el propósito de vivir imitando a Jesús en su pobreza; allí descubre el misterio de Nazaret, la vida oculta de Jesús, que será el modelo de vida religiosa que seguirá. En enero de 1890 entra en la Trapa de Ntra. Sra. de las Nieves. Poco después pide ser enviado al priorato de Akbes en Siria, una fundación muy pobre donde pasa seis años. Insatisfecho aún, busca una más auténtica vida de Nazaret. Expone sus inquietudes a sus superiores; le envían a Roma para estudiar teología en el Colegio Romano (octubre 1896). A punto de hacer su profesión perpetua, el padre general de la Trapa aprueba su vocación de vida oculta y lo dispensa de los votos. Una vez fuera de la Trapa, hace votos privados de castidad y pobreza absoluta.
Se traslada a Tierra Santa. Como criado de las Clarisas de Nazaret, viviendo en una caseta del huerto, se entrega completamente a la contemplación y a la pobreza. Trabaja en la redacción de la regla de los Hermanitos del Sagrado Corazón de Jesús. En 1900 intenta, sin éxito establecerse en el monte de las Bienaventuranzas como ermitaño. Y poco después viaja a Francia para ordenarse sacerdote, lo cual tiene lugar el 9 de julio de 1901 en Viviers. Después de su ordenación sacerdotal, piensa establecerse en Maruecos, pero ante la imposibilidad de hacerlo se establece en Beni-Abbés, al sur de Argelia, cerca de la frontera; su primera misa allí es el 30 de octubre de 1901. En su instalación en Beni-Abbés, así como en los sucesivos recorridos por el desierto "en busca de los más abandonados", le será de gran utilidad la amistad de muchos oficiales franceses, antiguos compañeros de su época militar. En Beni-Abbés vive su vocación de Vida de Nazaret, oculta y pobre, al servicio de los hombres.
Pasa largas horas en adoración de la Eucaristía, trabaja en la redacción de los diversos proyectos de fundación, vive como hermano de todos, acogiendo a pobres y enfermos sin distinción de raza o religión. Esta vocación de "Hermano Universal" es un aspecto importante de su espiritualidad: una llamada a encarnar el amor y el servicio entre los más humildes y abandonados, a través de la amistad y el testimonio silencioso. Este amor, llevado a sus últimas consecuencias, exige compartir la condición social de los más pobres, el trabajo manual, el servicio incondicional. Atraído por el deseo de ponerse en contacto con las tribus Tuareg, a las que decide dedicarse, en 1905 se establece en Tamanrasset, en el Ahaggar, en pleno corazón del Sahara. Allí lleva la misma vida que en Beni-Abbés. Para preparar el camino a los futuros misioneros, lleva a cabo, a lo largo de once años, una enorme tarea lingüística, de gran calidad científica, sin abandonar su vida de contemplación y de servicio. Su caridad conquista el corazón de todos, siendo consejero y amigo de los oficiales franceses y de los tuareg y su "amenokal" Moussa Ag Amastane, al mismo tiempo.
Se pone al servicio de todos, especialmente de los pobres, con todas sus capacidades y de todo corazón, creando así una nueva manera de presencia de Evangelio en un medio no cristiano. Además de muchos intentos, sin éxito, para encontrar compañeros, realiza tres viajes a Francia con el fin de poner en marcha una Asociación de laicos con propósitos misioneros. A pesar de todos sus esfuerzos e iniciativas siempre estuvo solo. La guerra de 1914 dejó de sentir su influencia en el Sabara. Los partidismos de las distintas tribus por las diversas potencias dominantes, influyen en las circunstancias de la muerte del Hno. Carlos, así como el hecho de ser extranjero y cristiano. El 1 de diciembre de 1916, traicionado por uno de los que él había ayudado, es apresado y maniatado por una banda de senusistas. Mientras se dedican al saqueo, un muchacho le vigila, y nervioso al creer que llegan soldados, le da muerte de un disparo en la cabeza. Su cuerpo queda en la arena del desierto como un grano de trigo que muere para dar fruto.
Los escritos que se conservan no estaban en principio destinados a la publicación. Son apuntes espirituales totalmente impregnados de espíritu contemplativo y de amor a Cristo: meditaciones sobre el Evangelio, páginas de su diario, proyectos de fundaciones, apuntes de retiros, notas diversas sobre los tuareg. Especialmente importantes son sus cartas de las que escribió miles. Su influencia espiritual no ha cesado de crecer. Su ideal de imitar lo más exactamente posible la vida y las actitudes de Jesús "la imitación es la medida del amor", nos trae la frescura de un Evangelio vivido radicalmente, centrado en el "misterio de Nazaret". Su amor a Cristo “muy Amado hermano y Señor Jesús”, lleno de ternura, le lleva a la contemplación, la adoración silenciosa de la presencia eucarística, herencia preciosa de las Familias que se inspiran en él. Consecuencia de dicho amor es el deseo de imitación de la pobreza, del sufrimiento del abajamiento de Cristo.
El misterio de la Visitación inspira todo su apostolado: llevar a Jesús a las almas por la presencia eucarística. En el momento de la muerte del Hno. Carlos, todos sus proyectos de fundación se habían quedado en letra muerta, excepto una "cofradía", hoy "asociación" para religiosos/as, sacerdotes y laicos, que contaba con unas decenas de adscritos. En 1933 comienzan a constituirse las primeras "FRATERNIDADES". Estas congregaciones religiosas de gran vitalidad espiritual han transmitido el espíritu del Hno. Carlos y han dado a conocer su personalidad, convirtiéndolo en una de las figuras espirituales que más han influido en nuestro tiempo. Nuevas "Asociaciones De Seglares e Institutos Religiosos" siguen surgiendo y creciendo hoy, constituyendo la “Família Espirtual del Hno. Carlos de Foucauld”, con una gran oportunidad en el actual momento de la Iglesia.
Fuente: www.carlosdefoucauld.es
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