La familia López Largo de nuestra parroquia, ha querido compartir con nosotros su testimonio en la muerte de nuestro hermano José Luis.
Descanse en paz y un abrazo fraterno para toda la familia.
Recientemente
nos ha dejado nuestro esposo, padre, abuelo, hermano, cuñado, primo, amigo… José
Luís. Partió de este mundo hacia el Padre el día 2 de febrero de 2014. Todos
recordamos su alegría, sus ganas da dar a conocer el contenido de la Biblia, sus
trabajos artesanales de los que cada uno tenemos en casa algún recuerdo…
Los
últimos días de José Luís a nuestro lado fueron duros, muy duros… ese
sufrimiento que mostraba en su rostro, en sus expresiones, en su cuerpo, era a
veces difícil de aceptar. Solamente podíamos estar a su lado, intentando
animarle, eran momentos en los que le podíamos comparar con los del sufrimiento
de Cristo en la Cruz, “Dios mío, Dios mío… ¿por qué me has abandonado?”.
Quizá
nos ayuden a entenderlo las palabras del Papa Francisco en su mensaje para la
Jornada del Enfermo, 11 de febrero de 2014, diciéndonos: “La Cruz es la certeza
del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro
sufrimiento y nos da fuerzas para sobrellevarlo: entra también en la muerte
para vencerla y salvarnos…”
Han
sido para todos momentos muy difíciles, sobre todo para aquellos de los que se
despedía en vida cuando le visitaban en casa, en el hospital, posiblemente
momentos inolvidables.
Pero,
providencialmente, nada más irse, todo eran signos del amor del Padre, ¡qué día
tan maravilloso para dejarnos!: el Día de la Luz, domingo, climatológicamente
precioso, soleado, con una celebración Eucarística especial, rodeado de toda su
familia, sus amigos, acompañado de esos ramos de olivo que tanto mencionaba y
de la expresión utilizada con tanta frecuencia por él: PAZ Y BIEN.
Seguro
que, desde el Cielo, él ya está intercediendo por nosotros y acompañándonos en
estos momentos de soledad y tristeza para transformarlos en momentos de
gratitud y alegría sin límites.
LA MUERTE NO ES EL FINAL (San Agustín de Hipona)
La
muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy
yo, vosotros sois vosotros.
Lo que
somos unos para los otros, seguimos siéndolo.
Dadme
el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis
hecho. No uséis un tono diferente.
No
toméis un aire solemne y triste.
Seguid
riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi
nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase,
sin señal de sombra.
La vida
es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por
qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de
vuestra vista?
Os
espero. No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis?
Todo está bien.
No
lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si
pudierais oír el cántico de los Ángeles
y verme en medio de ellos! ¡Si
pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos
senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la
belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
Creedme:
Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me
encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a
este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel
que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus
ternuras purificadas.
Volveréis
a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando
con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con
embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. AMÉN
1 comentario:
Pues ya tenemos otro intercesor!! Es una alegria saber que la Muerte no tiene la ultima palabra para los que creemos en Cristo Jesus. A toda la familia de Jose Luis mi abrazo y mis oraciones. Ya tienen parte suya en el Padre, y veran sus frutos.
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