miércoles, 12 de febrero de 2014

EN LA MUERTE DE NUESTRO HERMANO JOSÉ LUIS

L
La familia López Largo de nuestra parroquia, ha querido compartir con nosotros su testimonio en la muerte de nuestro hermano José Luis.
Descanse en paz y un abrazo fraterno para toda la familia.


“Sólo de oídas de conocía mas ahora te han visto mis ojos.“ Job 42, 5
Recientemente nos ha dejado nuestro esposo, padre, abuelo, hermano, cuñado, primo, amigo… José Luís. Partió de este mundo hacia el Padre el día 2 de febrero de 2014. Todos recordamos su alegría, sus ganas da dar a conocer el contenido de la Biblia, sus trabajos artesanales de los que cada uno tenemos en casa algún recuerdo…
Los últimos días de José Luís a nuestro lado fueron duros, muy duros… ese sufrimiento que mostraba en su rostro, en sus expresiones, en su cuerpo, era a veces difícil de aceptar. Solamente podíamos estar a su lado, intentando animarle, eran momentos en los que le podíamos comparar con los del sufrimiento de Cristo en la Cruz, “Dios mío, Dios mío… ¿por qué me has abandonado?”.
Quizá nos ayuden a entenderlo las palabras del Papa Francisco en su mensaje para la Jornada del Enfermo, 11 de febrero de 2014, diciéndonos: “La Cruz es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerzas para sobrellevarlo: entra también en la muerte para vencerla y salvarnos…”
Han sido para todos momentos muy difíciles, sobre todo para aquellos de los que se despedía en vida cuando le visitaban en casa, en el hospital, posiblemente momentos inolvidables.
Pero, providencialmente, nada más irse, todo eran signos del amor del Padre, ¡qué día tan maravilloso para dejarnos!: el Día de la Luz, domingo, climatológicamente precioso, soleado, con una celebración Eucarística especial, rodeado de toda su familia, sus amigos, acompañado de esos ramos de olivo que tanto mencionaba y de la expresión utilizada con tanta frecuencia por él: PAZ Y BIEN.
Seguro que, desde el Cielo, él ya está intercediendo por nosotros y acompañándonos en estos momentos de soledad y tristeza para transformarlos en momentos de gratitud y alegría sin límites.


LA MUERTE NO ES EL  FINAL   (San Agustín de Hipona)
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. 
Yo soy yo, vosotros sois vosotros. 
Lo que somos unos para los otros, seguimos siéndolo. 
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. 
No toméis un aire solemne y triste. 
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí. 
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra. 
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. 
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? 
Os espero. No estoy lejos, sólo al otro lado del camino. 
¿Veis? Todo está bien. 
No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles  y   verme en medio de ellos! ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen! 
Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas. 

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. AMÉN

1 comentario:

gosspi dijo...

Pues ya tenemos otro intercesor!! Es una alegria saber que la Muerte no tiene la ultima palabra para los que creemos en Cristo Jesus. A toda la familia de Jose Luis mi abrazo y mis oraciones. Ya tienen parte suya en el Padre, y veran sus frutos.