martes, 16 de octubre de 2012

MÁS SOBRE CHIARA CORBELLA

 
 
" La Cruz es ligera cuando se vive con Cristo"


Enrico, el 21 de septiembre habríais celebrado vuestro cuarto aniversario de bodas. ¿Cómo viviste los últimos meses de tu esposa?

Enrico Petrillo - Fueron dolorosos y a la vez magníficos. A Chiara le dolía todo, pero llegábamos a hacer frente a lo cotidiano juntos. Nuestra vida conyugal, a través de la prueba, no hizo más que profundizar.

El Señor estuvo realmente presente en medio de nosotros. ¡Es tan bello estar acompañado en nuestra cruz por el mismo Cristo! Chiara pudo pasar sus últimas horas con Jesús expuesto ante sus ojos. Yo estaba maravillado al verla tan enamorada de su Esposo divino, su Jesús amado, ¡que la ama mejor que yo!



¿No estás celoso de Jesús?

E. P. - (Risas.) No puedo estar celoso, ¡porque yo también Lo amo! Y es el único esposo que nunca decepciona… Chiara se ha ido junto a Aquél que ella ama. Es de este amor por Cristo de donde ella sacaba su amor conyugal.



Hno. Vito, ¿cómo explicas la alegría que se vivió en el funeral de Chiara, el 16 de junio?

Hno.Vito d’Amato - Como el cumplimiento de una súplica. El 4 de abril, cuando se le anunció que la medicina ya no podía hacer nada más, Chiara volvió a casa y dio la noticia a su familia y amigos. Todo el mundo puso cara de entierro. Entonces Chiara dijo: “Señor, pídeme todo lo que tu quieras, aunque con la cara que ponen ¡no podré hacer nada!” Ella ha sido complacida: nunca he celebrado un entierro tan alegre.



No olvidaréis nunca la misa celebrada en su casa la víspera de su muerte…

H.V.A. - ¡Por supuesto que no! Al final de la misa, Chiara estaba resplandeciente. Estaba como Jesús en la Cruz, cuando dice “Todo está cumplido”. No vimos morir a una mujer serena, sino a una mujer feliz, plenamente feliz. Vimos lo que vio, hace dos mil años, cierto centurión que exclamó: “Él es verdaderamente el Hijo de Dios”. En el momento de la muerte de Chiara, vimos a Jesús vivo en uno de sus hijos.

E.P. – Valía la pena vivir toda una vida por esa misa. Después de la Eucaristía, Chiara le expresó a cada uno su amor. Cada una de sus palabras era para alabar, bendecir, dar gracias.



¿Cuál es, según tú, el secreto de su alegría?

H.V.A. – Su principio de vida: no debemos poseer nada como un mérito, sino recibir todo como un don. Chiara acogía todo como un don… y sabía reconocer al Donante. Atravesó situaciones objetivamente muy difíciles: y las atravesaba gracias a este acto de abandono, por el cual reconocía que había alguien que velaba por ella y que había un designio de amor sobre su vida.

O vives tu existencia como un don y la donas, o vives inmerso en una búsqueda de posesiones cada vez mayor, y por lo tanto, en el miedo a perderlas Es entonces cuando se puede sentir a los otros como una amenaza, incluido tu propio hijo.






¿Qué les diríais a aquellos que no sienten la misma valentía?

H.V.A – Ver cómo Chiara ha acabado su vida terrestre ha sido una inmensa lección para mí. Ella había comprendido que estamos hechos para la vida eterna, y que ésta comienza aquí abajo. Contemplándola, me he dado cuenta de que hay que juzgar una vida a partir de su final. Chiara ha muerto feliz porque ella en su vida, miraba hacia atrás sin lamentarse por ninguna de las elecciones ni direcciones tomadas. Ella, frecuentemente, daba testimonio de que si hubiera abortado a Maria, no habría tenido más que una obsesión: olvidar ese día. Por eso, su nacimiento, como el de David, han supuesto una inmensa alegría.

Es por lo que os deseo una muerte bella, tan bella como la suya. Pues conocer una bella muerte significa haber tenido una buena vida. Os deseo vivir como hijos de Dios para no morir jamás.

E.P. – Yo tenía en el corazón desde hacía tiempo una incertidumbre, esta frase evangélica donde Jesús afirma que su yugo es suave y su carga ligera. La mañana de su último día, hacia las 8h, me atreví a preguntarle a Chiara esta pregunta que me atormentaba: “Amor mío, el yugo del Señor ¿es verdaderamente suave?” A ella le costaba respirar y hablar, pero, sonriendo, respondió claramente: “Sí, Enrico, muy suave”. Murió a mediodía. Y sí, hemos visto morir a una mujer feliz.



¿Amas la Cruz?

E.P. – No, no amo la Cruz, y Chiara tampoco. Amamos a Aquél que está en la Cruz.. La perla preciosa descubierta a lo largo de estos años es que la Cruz se vuelve ligera cuando la vivimos con Cristo. Y no es tan fea como parece si nos une a Él. Si sabes que Dios quiere amarte en el fuego, ¡qué rápido te lanzas al fuego!



Vuestros dos primeros hijos tenían minusvalías y murieron enseguida. ¿Cómo vivisteis esto?

E.P. - Como una prueba y una gracia. Gracias a ellos, descubrimos que no hay una diferencia real entre una vida que dura treinta minutos y una que dura cien años. Tras estas preocupaciones y estos dramas, se escondía una gracia del Señor mayor, que nos hacía crecer en el amor. Así pues, cada vez estábamos más enamorados…



¿Enamorados?

E.P – Enamorados el uno del otro, y enamorados de Jesús. Su amor nunca nos ha decepcionado. Hemos vivido una vida plena y un amor más fuerte que la muerte. La gracia recibida ha sido el no poner límites a su gracia. Hemos dicho que sí, y nos hemos agarrado a Él con todas nuestras fuerzas. Pues lo que nos pedía nos superaba, era más grande que nosotros. No podíamos vivirlo solos.



Rezabais por la curación de Chiara. Ahora bien, ella no se ha curado. ¿No estás enfadado con Dios?

E.P. – Todos los días rezábamos por esta intención, pero con el abandono de no saber qué era lo mejor. Cuando recibimos el diagnóstico final en abril, yo estaba al límite. Chiara me dijo: “Enrico, si supieras que el sacrificio que se te es propuesto puede salvar a diez personas, ¿lo harías? – Sí, lo haría, pero solo con su gracia. – Yo también, Enrico. Es por lo que rezo por mi curación, pero sin realmente desearla”.



Hno. Vito, ¿cómo resumirías el mensaje espiritual de Chiara?

H.V.A. – Yo precisaría: el mensaje de Enrico y Chiara. Chiara se consagró a Jesús a través de su donación a Enrico, y viceversa. Ellos han mostrado la belleza y el límite del matrimonio humano. La belleza: la palabra “cónyuge” en italiano se dice “coniugi”: los que llevan el mismo yugo. Enrico y Chiara han llevado el mismo yugo en Jesús. Hicieron alianza con un aliado muy poderoso: con Él han recorrido sendas inaccesibles por nuestras fuerzas. El límite: el verdadero matrimonio es el del Creador con su creatura. Todos estamos destinados a la unión con Él. Y si Cristo es el Esposo de la Iglesia, lo es también de cada alma. El rito del matrimonio humano insiste sobre el valor del amor humano como icono del amor divino, y subraya hasta qué punto Dios llama a los esposos a amarse para darles parte un día en su amor eterno. Chiara llegó al matrimonio con Dios a través de su matrimonio humano.



E.P. – Cuando, la mañana del 13 de junio, vimos que era el fin, enviamos un SMS a algunos presbíteros y amigos para que rezaran por nosotros en esas últimas horas. Mirando a Chiara, no pude escribir otra cosa que esto: “Nuestras lámparas están encendidas. Esperamos al Esposo”. Estábamos preparados, y el Esposo vino.



Podemos tener la tentación de pensar: “es muy bonito, pero demasiado para mí”.

H.V.A. – Efectivamente, es una gran tentación decirse “Esto es para santos”. Ahora bien, hace falta recordar que Chiara y Enrico llegaron a esto progresivamente, y que el Señor los condujo paso a paso. Ellos habían adoptado la regla de las tres “P”: “pequeños pasos posibles”. A menudo, frente a los acontecimientos que nos superan, pensamos que no seremos capaces de vivirlos. La “técnica” de Chiara era hacer aquello que era capaz de hacer, en este momento, sin dejarse ahogar por el miedo del mañana.

El Señor no nos pide cambiar el agua en vino, sino llenar las tinajas. La Iglesia propone a cada uno la santidad: vivir como un hijo de Dios. Cada uno responde a su modo, paso a paso.



Enrico, ¿cómo le hablas a Francisco de su madre?

E.P. – Recitamos cada mañana, delante de su foto (¡él la llama “mamá”!) la consagración a María que yo decía con Chiara. Más tarde intentaré decirle: “Lo más importante en la vida es dejarse amar, a fin de amar y poder morir feliz. Es esto lo que tu madre vivió plenamente”.Ella se dejó amar y, en cierto modo, creo que está amando al mundo entero.

La siento más viva que nunca. El hecho de verla morir feliz es para mí no solo un consuelo extremo, sino la derrota de la muerte: la certeza de que en el “otro nivel” hay algo sublime que nos espera.


Publicado en el blog "Todo era bueno"

3 comentarios:

RALOLA dijo...

QUÉ MARAVILA, QUÉ TESTIMONIO DE VIDA, QUÉ ESPOSOS TAN MARAVILLOSOS, ESTOY EMOCIONADA... QUÉ EJEMPLO A SEGUIR PARA LOS MATRIMONIOS CRISTIANOS... CUÁNTO NOS QUEDA....

gosspi dijo...

Sabes que segui en un reportaje toda la vida de Chiara?....menuda santa proxima de altar...que maravilla lo que hace Dios con sus hijos....me ha encantado la entrevista y ansio enamorarme asi de mi Esposo celestial y verlo siempre en la Cruz de cada dia...sin este Amor no sé quien soy...me ha encantado!
Gracias Balbi

Anónimo dijo...

Preciosa entrevista, que gran patrona sería para los matrimonios, ójala aprendamos cómo ella a vivir santamente el poco a poco de cada día.
Tere