Este verano el Señor me ha regalado vivir un mes de misión en Moyabamba, nuestra prelatura, con un grupo de 11 cursillistas de cristiandad de Madrid. La misión fue en los barrios de Canaan, Primavera y Tupac Amaru.
El plan de la misión estaba dividido en tres semanas.
La primera semana nos dedicamos principalmente a conocer a la gente de estos barrios, ibamos de dos en dos llamando a las puertas de las casas, presentandonos como misioneros católicos e invitandoles al mes de misión que ibamos a vivir. Durante estas visitas me sorprendían muchas cosas, la buena acogida con la que nos recibían, algunos ya nos esperaban y a la vez veía con dolor el poco número de católicos, lo cual me hizo ser consciente de la urgencia de la misión que estábamos realizando.
La segunda semana ya nos reuníamos en una casa, llamada “casa-misión”, con los vecinos de la zona. Había 8 casas misión; junto con un animador de la parroquia, cada tarde-noche comenzabamos las asambleas rezando, leyendo la Palabra de Dios, anunciando el kerigma y compartiendo nuestra fe con alegría. Para mí, las reuniones en la “casa-misión” fue uno de los mayores regalos, me sorprendía que después de los duros trabajos del día vinieran por la noche con esa fidelidad y alegría. Dios fue haciendo de aquella “casa-misión” una preciosa familia donde Su Amor se derramaba cada día.
En la tercera semana, una vez ya creada la comunidad, desde las 8 casas misión, nos ibamos juntos para reunirnos todos en una capillita a medio construir. Allí, cada noche, cantábamos con fuerza, rezábamos y se daban 2 enseñanzas, también en torno al Kerigma, una impartida por un laico y otra por un sacerdote. Esta capillita se inauguró durante la misión, la primera Eucaristía fue una auténtica fiesta, allí y estoy segura que también en el cielo, Dios estaba deseando hacerse presente entre aquella gente, pobre, humilde y con mucha sed de Dios.
Todo esto no hubiera sido posible sin la fuerza y la ayuda recibida del Señor cada mañana en la Eucaristía y adoración y sin las oraciones de mucha gente que desde aquí nos sostenían, Parroquia, conventos, familiares, amigos, etc.
Algunas vivencias y momentos que el Señor me ha regalado:
- He experimentado como el evangelio se hace VIDA: En el camino desde la “casa-misión” a la Capillita el día de la primera Eucaristía, íbamos todos juntos y venía un señor en silla de ruedas que no había faltado ningún día a las asambleas, pero los caminos hasta llegar a la Capillita no eran fáciles, nos encontramos una pendiente por la que no podía subir y sin decir nada entre 4 hombres lo cogieron a hombros y lo llevaron. Se hizo vida la escena de los amigos que acercan a Jesús al paralítico (Mc, 2).
- He experimentado el Amor de Dios a los pobres. El, que siendo rico se hizo pobre, El, que quiso nacer en una casa del estilo a las que visitábamos. Ha sido un gozo ver cómo el Señor cambia las vidas de aquellos que se dejan amar por El. Y es que ellos, los pobres, se han dejado amar y sanar por el Unico que nos puede dar la verdadera felicidad: CRISTO y es que en medio de la pobreza, Cristo es siempre la esperanza.
- He experimentado el Amor de Dios a mí en mi pobreza, es mucho el amor que he recibido allí de Dios a través de esta gente. Mi corazón se ha quedado con los niños, cómo disfrutaba con cada abrazo, viéndoles sonreir... Hay un niño que no puedo olvidar, Christian, de 12 años, participó de la misión “por casualidad”, él no vívía en ninguno de los barrios de la misión sino más lejos. No faltó ningún día a las asambleas, venía el solito desde bien lejos, incluso algún día que no tenía colegio venía a las Eucaristías de las 8 de la mañana y nos contagiaba a todos su alegría y su deseo de conocer más de Jesús, de la Iglesia, de María, de cantar, de abrazar, de amar… este niño, si Dios quiere, se bautizará y hará su primera comunión en Navidad!! Cuántos regalos de Dios he recibido de a través de este niño.
- Esta gente de Moyabamba, y especialmente los laicos comprometidos me han contagiado algo que necesitaba, la CONFIANZA en Dios. Impresiona el compromiso de los laicos, su fe, su entrega y dedicación, su espíritu de servicio y sacrificio. Julita es una de ellos, es como el “Moisés” de Moyabamba, con su fuerza y su fe va conduciendo al pueblo y lo va sacando de sus esclavitudes. Tiene que trabajar mucho para sacar a su gran familia adelante pero sabe muy bien que no sólo ella cuida de ellos y por eso es capaz de irse cada domingo a las 5 de la mañana a celebrar la Palabra con una comunidad rural, donde la Eucaristía tristemente no llega casi nunca.
- He visto la URGENCIA de la misión. He visto con dolor el gran número de sectas y la poca presencia de la Iglesia, hay muchos sitios donde todavía la Iglesia no está llegando, parece increíble pero es así, “es mucha la mies y los obreros muy pocos” y a la vez grande el hambre de Dios y la fe de esta gente, lo que hace muy fácil a las sectas el camino. Sectas de todo tipo cuyo denominador común es el ataque a la Iglesia católica. Y ahí veía el dolor de Dios por su pueblo y Su deseo de entrar ahí donde no le conocían, que era el deseo que ponía en nuestros corazones de llevarles Su Amor y su Palabra.
Estuvimos haciendo misión en 2 colegios, en una clase de 35 chicos de 15 años, sólo había 3 bautizados y sólo 1 de ellos había hecho la primera comunión, el resto pertenecían a sectas. Y tristemente se entiende, es un barrio donde no había ninguna capilla católica y sí una secta casi por cada manzana.
- He visto la vida totalmente entregada de los sacerdotes que allí están, en ellos no existe ni la pereza ni el cansancio, siempre dispuestos a todo. Recemos mucho por ellos, especialmente en este año sacerdotal, que el Espíritu Santo les de luz, fortaleza y consuelo en las dificultades.
- He experimentado el regalo que es la Iglesia, que tan bien nos ha acogido allí, doy gracias a Dios que en este mes me ha hecho experimentar la comunión entre la Iglesia de Toledo, de la que tanto he recibido a lo largo de mi vida y la Iglesia de Madrid, que tanto me está dando ahora, la comunión con la Iglesia Universal, una gran familia que hace que te sientas como en casa allí donde estés. Y también la comunión con nuestra Iglesia de Sonseca, vivida gracias a la presencia allí de Marta, de D.José María Cabrero, de D. Rafael Escudero. La alegría de toda la Iglesia con la llegada de las primeras monjas contemplativas a Moyabamba, las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote.
Bendigo al Señor por haber estado tan grande con la misión y con nosotros… porque “El, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8, 9), porque GRANDE ES EL AMOR DE DIOS…
Irene M. C.
El plan de la misión estaba dividido en tres semanas.
La primera semana nos dedicamos principalmente a conocer a la gente de estos barrios, ibamos de dos en dos llamando a las puertas de las casas, presentandonos como misioneros católicos e invitandoles al mes de misión que ibamos a vivir. Durante estas visitas me sorprendían muchas cosas, la buena acogida con la que nos recibían, algunos ya nos esperaban y a la vez veía con dolor el poco número de católicos, lo cual me hizo ser consciente de la urgencia de la misión que estábamos realizando.
La segunda semana ya nos reuníamos en una casa, llamada “casa-misión”, con los vecinos de la zona. Había 8 casas misión; junto con un animador de la parroquia, cada tarde-noche comenzabamos las asambleas rezando, leyendo la Palabra de Dios, anunciando el kerigma y compartiendo nuestra fe con alegría. Para mí, las reuniones en la “casa-misión” fue uno de los mayores regalos, me sorprendía que después de los duros trabajos del día vinieran por la noche con esa fidelidad y alegría. Dios fue haciendo de aquella “casa-misión” una preciosa familia donde Su Amor se derramaba cada día.
En la tercera semana, una vez ya creada la comunidad, desde las 8 casas misión, nos ibamos juntos para reunirnos todos en una capillita a medio construir. Allí, cada noche, cantábamos con fuerza, rezábamos y se daban 2 enseñanzas, también en torno al Kerigma, una impartida por un laico y otra por un sacerdote. Esta capillita se inauguró durante la misión, la primera Eucaristía fue una auténtica fiesta, allí y estoy segura que también en el cielo, Dios estaba deseando hacerse presente entre aquella gente, pobre, humilde y con mucha sed de Dios.
Todo esto no hubiera sido posible sin la fuerza y la ayuda recibida del Señor cada mañana en la Eucaristía y adoración y sin las oraciones de mucha gente que desde aquí nos sostenían, Parroquia, conventos, familiares, amigos, etc.
Algunas vivencias y momentos que el Señor me ha regalado:
- He experimentado como el evangelio se hace VIDA: En el camino desde la “casa-misión” a la Capillita el día de la primera Eucaristía, íbamos todos juntos y venía un señor en silla de ruedas que no había faltado ningún día a las asambleas, pero los caminos hasta llegar a la Capillita no eran fáciles, nos encontramos una pendiente por la que no podía subir y sin decir nada entre 4 hombres lo cogieron a hombros y lo llevaron. Se hizo vida la escena de los amigos que acercan a Jesús al paralítico (Mc, 2).
- He experimentado el Amor de Dios a los pobres. El, que siendo rico se hizo pobre, El, que quiso nacer en una casa del estilo a las que visitábamos. Ha sido un gozo ver cómo el Señor cambia las vidas de aquellos que se dejan amar por El. Y es que ellos, los pobres, se han dejado amar y sanar por el Unico que nos puede dar la verdadera felicidad: CRISTO y es que en medio de la pobreza, Cristo es siempre la esperanza.
- He experimentado el Amor de Dios a mí en mi pobreza, es mucho el amor que he recibido allí de Dios a través de esta gente. Mi corazón se ha quedado con los niños, cómo disfrutaba con cada abrazo, viéndoles sonreir... Hay un niño que no puedo olvidar, Christian, de 12 años, participó de la misión “por casualidad”, él no vívía en ninguno de los barrios de la misión sino más lejos. No faltó ningún día a las asambleas, venía el solito desde bien lejos, incluso algún día que no tenía colegio venía a las Eucaristías de las 8 de la mañana y nos contagiaba a todos su alegría y su deseo de conocer más de Jesús, de la Iglesia, de María, de cantar, de abrazar, de amar… este niño, si Dios quiere, se bautizará y hará su primera comunión en Navidad!! Cuántos regalos de Dios he recibido de a través de este niño.
- Esta gente de Moyabamba, y especialmente los laicos comprometidos me han contagiado algo que necesitaba, la CONFIANZA en Dios. Impresiona el compromiso de los laicos, su fe, su entrega y dedicación, su espíritu de servicio y sacrificio. Julita es una de ellos, es como el “Moisés” de Moyabamba, con su fuerza y su fe va conduciendo al pueblo y lo va sacando de sus esclavitudes. Tiene que trabajar mucho para sacar a su gran familia adelante pero sabe muy bien que no sólo ella cuida de ellos y por eso es capaz de irse cada domingo a las 5 de la mañana a celebrar la Palabra con una comunidad rural, donde la Eucaristía tristemente no llega casi nunca.
- He visto la URGENCIA de la misión. He visto con dolor el gran número de sectas y la poca presencia de la Iglesia, hay muchos sitios donde todavía la Iglesia no está llegando, parece increíble pero es así, “es mucha la mies y los obreros muy pocos” y a la vez grande el hambre de Dios y la fe de esta gente, lo que hace muy fácil a las sectas el camino. Sectas de todo tipo cuyo denominador común es el ataque a la Iglesia católica. Y ahí veía el dolor de Dios por su pueblo y Su deseo de entrar ahí donde no le conocían, que era el deseo que ponía en nuestros corazones de llevarles Su Amor y su Palabra.
Estuvimos haciendo misión en 2 colegios, en una clase de 35 chicos de 15 años, sólo había 3 bautizados y sólo 1 de ellos había hecho la primera comunión, el resto pertenecían a sectas. Y tristemente se entiende, es un barrio donde no había ninguna capilla católica y sí una secta casi por cada manzana.
- He visto la vida totalmente entregada de los sacerdotes que allí están, en ellos no existe ni la pereza ni el cansancio, siempre dispuestos a todo. Recemos mucho por ellos, especialmente en este año sacerdotal, que el Espíritu Santo les de luz, fortaleza y consuelo en las dificultades.
- He experimentado el regalo que es la Iglesia, que tan bien nos ha acogido allí, doy gracias a Dios que en este mes me ha hecho experimentar la comunión entre la Iglesia de Toledo, de la que tanto he recibido a lo largo de mi vida y la Iglesia de Madrid, que tanto me está dando ahora, la comunión con la Iglesia Universal, una gran familia que hace que te sientas como en casa allí donde estés. Y también la comunión con nuestra Iglesia de Sonseca, vivida gracias a la presencia allí de Marta, de D.José María Cabrero, de D. Rafael Escudero. La alegría de toda la Iglesia con la llegada de las primeras monjas contemplativas a Moyabamba, las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote.
Bendigo al Señor por haber estado tan grande con la misión y con nosotros… porque “El, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8, 9), porque GRANDE ES EL AMOR DE DIOS…
Irene M. C.
http://prelaturademoyobamba.com/
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