Los obispos conservadores británicos miran a Roma como «Tierra Prometida»
Son anglicanos conservadores y están hartos de obispos homosexuales, de obispas liberales, de que se niegue la resurrección de Cristo o la virginidad de María y de que se justifique el aborto. Muchos abandonaron la Comunión Anglicana y la primacía de Canterbury para fundar sus propias iglesias bajo la etiqueta de «anglicanos de continuación» («continuing»). Otros crearon el año pasado la Iglesia Anglicana de Norteamérica: 720 parroquias conservadoras de Estados Unidos y Canadá, que se iban agobiadas por la hegemonía liberal y pretendían línea directa con Canterbury. Su primado, Robert Duncan, se alegra de la propuesta del Papa para recibir anglicanos en el catolicismo, espera los detalles de la Constitución Apostólica. Aunque cree que sólo una minoría de su rebaño volverá a Roma, afirma que bendice «a quienes quieran participar en esta propuesta». El más agradecido y emocionado es John Hepworth, líder de la Comunión Tradicional Anglicana, con sólo 18 parroquias en Inglaterra pero con 400.000 fieles en el mundo, la mayoría en países del Tercer Mundo. En 2007 sus comunidades en bloque pidieron entrar en la Iglesia católica. «La respuesta del Papa supera lo que nos atrevíamos a soñar con nuestra petición. Éste es un momento de gracia, quizá de historia, no porque se deshaga el pasado sino porque el pasado se transforma».Pero la reacción más importante en Inglaterra es la del obispo anglicano Andrew Burnham, líder de 120 parroquias conservadoras, y la de su colega Keith Newton, que pastorea otras 90. «Hemos elegido el 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de Pedro, como un día apropiado para que los sacerdotes y la gente tomen una decisión inicial». Estos obispos, que a día de hoy aún pertenecen a la Comunión Anglicana y la Iglesia de Inglaterra, aseguran que muchos anglicanos «empezarán a formar una caravana, como Israel en el desierto, en busca de la Tierra Prometida». Cuando en mayo se beatifique en Birmingham al cardenal John Henry Newman, intelectual anglicano que se convirtió al catolicismo en el siglo XIX, acudirán ya como católicos miles de ex anglicanos. Los obispos de la Comunión Tradicional Anglicana habían explicado al Papa que ese era su deseo. Onda expansiva mundialAlgunos analistas han apuntado que provincias enteras de la Comunión Anglicana en África y Asia se podrían pasar a Roma en los próximos años, a medida que se sientan cada vez más lejos del anglicanismo liberal inglés y norteamericano y su promoción del homosexualismo, considerado «antiafricano». En muchos países remotos, si se les permite mantener su liturgia, no cambiaría gran cosa por mirar a Roma en vez de a Inglaterra. Afirma en su blog Dwight Longenecker, sacerdote católico, ex pentecostal y ex pastor anglicano, que provincias anglicanas pequeñas, como la de Nueva Guinea, serían las primeras en tomar una decisión así.Otro tema importante es el de los edificios: los grupos que se fueron del anglicanismo liberal hace años, hoy tienen sus propios edificios y no les cuesta «pasar a Roma». En cambio, si unos parroquianos anglocatólicos ven que su obispado liberal reclama el edificio, les costará más.
Son anglicanos conservadores y están hartos de obispos homosexuales, de obispas liberales, de que se niegue la resurrección de Cristo o la virginidad de María y de que se justifique el aborto. Muchos abandonaron la Comunión Anglicana y la primacía de Canterbury para fundar sus propias iglesias bajo la etiqueta de «anglicanos de continuación» («continuing»). Otros crearon el año pasado la Iglesia Anglicana de Norteamérica: 720 parroquias conservadoras de Estados Unidos y Canadá, que se iban agobiadas por la hegemonía liberal y pretendían línea directa con Canterbury. Su primado, Robert Duncan, se alegra de la propuesta del Papa para recibir anglicanos en el catolicismo, espera los detalles de la Constitución Apostólica. Aunque cree que sólo una minoría de su rebaño volverá a Roma, afirma que bendice «a quienes quieran participar en esta propuesta». El más agradecido y emocionado es John Hepworth, líder de la Comunión Tradicional Anglicana, con sólo 18 parroquias en Inglaterra pero con 400.000 fieles en el mundo, la mayoría en países del Tercer Mundo. En 2007 sus comunidades en bloque pidieron entrar en la Iglesia católica. «La respuesta del Papa supera lo que nos atrevíamos a soñar con nuestra petición. Éste es un momento de gracia, quizá de historia, no porque se deshaga el pasado sino porque el pasado se transforma».Pero la reacción más importante en Inglaterra es la del obispo anglicano Andrew Burnham, líder de 120 parroquias conservadoras, y la de su colega Keith Newton, que pastorea otras 90. «Hemos elegido el 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de Pedro, como un día apropiado para que los sacerdotes y la gente tomen una decisión inicial». Estos obispos, que a día de hoy aún pertenecen a la Comunión Anglicana y la Iglesia de Inglaterra, aseguran que muchos anglicanos «empezarán a formar una caravana, como Israel en el desierto, en busca de la Tierra Prometida». Cuando en mayo se beatifique en Birmingham al cardenal John Henry Newman, intelectual anglicano que se convirtió al catolicismo en el siglo XIX, acudirán ya como católicos miles de ex anglicanos. Los obispos de la Comunión Tradicional Anglicana habían explicado al Papa que ese era su deseo. Onda expansiva mundialAlgunos analistas han apuntado que provincias enteras de la Comunión Anglicana en África y Asia se podrían pasar a Roma en los próximos años, a medida que se sientan cada vez más lejos del anglicanismo liberal inglés y norteamericano y su promoción del homosexualismo, considerado «antiafricano». En muchos países remotos, si se les permite mantener su liturgia, no cambiaría gran cosa por mirar a Roma en vez de a Inglaterra. Afirma en su blog Dwight Longenecker, sacerdote católico, ex pentecostal y ex pastor anglicano, que provincias anglicanas pequeñas, como la de Nueva Guinea, serían las primeras en tomar una decisión así.Otro tema importante es el de los edificios: los grupos que se fueron del anglicanismo liberal hace años, hoy tienen sus propios edificios y no les cuesta «pasar a Roma». En cambio, si unos parroquianos anglocatólicos ven que su obispado liberal reclama el edificio, les costará más.
Publicado en "Fe y Razón"
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