Tiene una agenda imposible, pero «cruzará el charco» para estar en Madrid el próximo 17 de octubre y defender con su presencia la vida del no nacido, según confirman a ALBA los organizadores de la marcha. Norma McCorvey critica el aborto y lo hace con conocimiento de causa, porque durante muchos años fue su máxima defensora y la imagen de su despenalización en Estados Unidos. Décadas después personaliza una de esas historias de renglones torcidos y subraya convencida que abortar es sinónimo de matar.
En 1973 hizo famosa como Jane Roe, joven embarazada sin recursos y sin formación que fue «arropada» por las ambiciosas abogadas feministas Sarah Weddington y Linda Coffe, que estaban convencidas de que la mujer «debe controlar su propio sistema reproductivo». Su caso se utilizó como punta de lanza para despenalizar el aborto en Estados Unidos y aunque la sentencia llegó tarde y Jane tuvo a su hija (a la que dio en adopción), se convirtió en la Roe del caso «Roe contra Wade» que abrió la puerta a la matanza legal de no nacidos. Entonces ella era partidaria del aborto;tanto que llegó a «vivir, respirar y pensar por y para el aborto».
Durante décadas vivió una vida de drogas, alcohol y depresiones; trabajó en clínicas abortistas -como administrativa y como colaboradora, atendiendo a las mujeres que llegaban tristes- hasta que el grupo pro vida Operación Rescate se instaló delante de su trabajo.
Dos personas -Flip Benham, líder del grupo, y Emily Mackey, hija de una de las voluntarias- fueron ablandando la coraza de Jane Roe hasta llegar al corazón de Norma McCorvey. Recuperó no sólo su verdadero nombre, sino también un nuevo sentido en su vida. Ella misma cuenta que cuando supo que Emily estuvo a punto de ser abortada, comprendió que «su ley», como orgullosamente se refería a la sentencia despenalizadora del aborto, había costado la vida a muchos niños de carne y hueso. «El aborto ya no era un derecho abstracto; ahora tenía cara, la de una niña llamada Emily».
Ni plazos ni trimestres
Norma comprendió que «daba igual hablar de plazos, de meses y de trimestres. Hablar de aborto era hablar de niños asesinados en el vientre de sus madres».
Su vida dio un giro de 180 grados. En 1995 se unió al bando de los rescatadores, al bando de la última esperanza de los no nacidos, justo en la puerta de las clínicas abortistas. Sus antiguos amigos eran ahora sus enemigos, pero Norma tenía claro que estaba haciendo lo correcto. «Ahora soy cien por cien pro vida», subraya.
El 15 de junio de 1998 Norma anunció su intención de ser bautizada en la Iglesia Católica. El bautizo se realizó el 17 de agosto de 1998 por el director de Priests for Life, el Padre Frank Pavone. Preguntada entonces sobre qué mensaje daría a una mujer que quiere abortar, McCorvey dijo: «Le diría que hablara con su corazón y su sacerdote; después, que busque a una mujer que haya abortado y que le pregunte qué tal le fue. Trato con muchas mujeres que abortaron y todas me dicen lo mismo: si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora, no lo habríamos hecho».
Desde aquel lejano 1995 la nueva Norma es habitual de las concentraciones pro vida, ha creado su propia plataforma -Roe No More- e incluso ha estado detenida en más de una ocasión. La última, el pasado 15 de julio, cuando irrumpió en el Senado de los Estados Unidos e interrumpió las audiciones sobre la postulación de Sonia Sotomayor como juez de la Corte Suprema, ya que su nombramiento facilitaría aún más el aborto en Norteamérica.
Religión en Libertad
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