Ayer B16 estuvo en la cárcel de Rebibbia, Roma, y los presos le preguntaron.
La 5ª pregunta que le hicieron fue: “Santidad, me han enseñado que el Señor ve y lee en nuestro interior, me pregunto ¿por qué la absolución está reservada a los sacerdotes? Si yo pidiese de rodillas, estando a solas, dentro de una habitación, dirigiéndome al Señor, ¿me absolvería?, o ¿sería una diferente absolución? ¿Cuál sería la diferencia?”.
Respuesta de B16: “Sí, es una gran pregunta la que usted me presenta. Diré dos cosas. La primera: naturalmente, si usted se pone de rodillas y con verdadero amor de Dios reza que Dios le perdone, él le perdona. Es siempre doctrina de la Iglesia que si uno, con verdadero arrepentimiento, es decir, no solo por evitar la pena, sino por amor al bien, por amor a Dios, pide perdón, éste recibe el perdón de Dios. Esta es la primera parte.
Si yo realmente conozco lo que he hecho mal y si en mi han prevalecido el amor al bien, la voluntad del bien, el arrepentimiento por no responder a este amor, y pido a Dios que es el Bien, el perdón lo da. Pero hay un segundo elemento: el pecado no es solamente una cosa “personal”, individual, entre mi y Dios.
También el pecado tiene siempre una dimensión social, horizontal. Con mi pecado personal, aún sin saberlo ninguno, ha dañado la comunión de la Iglesia, ensuciado a la humanidad. Y por esta dimensión social, el pecado exige que sea absuelto también a nivel de la comunidad humana, de la comunidad de la Iglesia, lo corporal. Por tanto, esta segunda dimensión del pecado que no es solo contra Dios, sino que concierne también a la comunidad, exige el sacramento, que es el gran don en el cual puedo, en la confesión, liberarme de esa cosa y puedo realmente recibir el perdón en el sentido de una total readmisión en la comunidad de la Iglesia viva, del cuerpo de Cristo.
Y así, en este sentido, la absolución necesaria del sacerdote, el sacramento, no limita la bondad de Dios, sino al contrario, es una expresión de la bondad de Dios porqué me demuestra que también concretamente, en la comunidad de la Iglesia, he recibido el perdón y puedo volver a comenzar.
Publicado en "Abrazados a la verdad"
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