viernes, 13 de febrero de 2009

JOHN PRIDMORE EL MATÓN DE DISCOTECAS QUE SE ENCONTRÓ CON DIOS


¡¡Qué importante resulta para nosotros el testimonio!! Conocemos cómo las primeras comunidades cristianas empezaron a multiplicarse porque según el libro de los Hechos de los Apóstoles, la gente al verles vivir decía: "¡Mirad cómo se aman!". Era su VIDA NUEVA lo que hacía que sus vecinos se preguntaran ¿qué tienen estos, que hace que su vida sea diferente?.

Hoy traemos el testimonio de un jóven que tenía todas las papeletas para acabar muy mal, pero también un ejemplo de cómo la GRACIA de Dios puede sanar, rescatar, renovar y limpiar las vidas, cualquier vida. Su testimonio también pudo escucharse este año pasado en Sidney con motivo de la Jornada Mundial de la Juvetud. Sin más, os presentamos a John.


Extraído de Fe y Razón
Nació en 1964 en el East End de Londres. Con diez años, sus padres se divorciaron. «Decidí inconscientemente no amar nunca más»


"Empecé a robar a los 13 y me encerraron a los 15 en un centro de menores. A los 19 estaba en la cárcel. Me peleaba siempre, y por eso me castigaban en confinamiento. Al salir de prisión, pensé que ya que me gustaba pelear podía usar eso para ganar dinero".
Droga y palizas



John conoció a "unos tipos que parecían tenerlo todo". Le introdujeron en los circuitos de la venta de droga, las palizas por encargo y las tareas de matón de bar y de puerta de discoteca. Trabajaba de "protector". O de "amenazador", depende. Y el dinero fluía. "Pensé que lo que tenía era todo: dinero, poder, chicas, drogas... Pero aún así había algo que faltaba".
Un día dio una paliza a un rival. El padre y el hermano del apalizado vinieron a buscar a John al pub para vengarse. Hubo pelea, y John acuchilló al hermano. Semanas después supo, aliviado, que no había muerto. Pero mientras tanto, con 27 años, dinero y reputación de tipo duro, se hacía preguntas: "¿por qué no soy feliz?, ¿por qué estoy tan furioso?"
La noche que todo cambió


Y una noche, pasó algo.
"Estaba en mi piso, sentado, solo. Me sentía deprimido y vacío. Serían las nueve. Entonces oí lo que solo puedo definir como una voz. Me decía las peores cosas que yo había hecho. Debe ser la TV, pensé, y cambié de canal. Pero la voz seguía allí. Apagué la TV. ¿Es que me estaba volviendo loco? Entonces algo hizo clic en mí: era la voz de Dios, mi conciencia. No podía respirar, era como si me estuviese muriendo. Un miedo terrible me aferró. Me voy al infierno, pensé. Caí de rodillas y las lágrimas asomaron a mis ojos. "Dame otra oportunidad", lloré. De repente, sentí como si las manos de alguien me cogieran por los hombros y me levantaran. Un calor increíble se apoderó de mí y el miedo se evaporó. En ese momento supe, -no sólo creí sino supe-, que Dios es real. Me consumía un sentimiento sobrecogedor de amor. Entendí por primera vez que Dios me amaba. Hasta entonces yo pensaba que mi vida no valía nada".
John necesitaba decírselo a alguien inmediatamente. Al salir de casa, miró su reloj: era la una de la mañana. Lo que le había parecido un minuto eran en realidad cuatro horas. Fue a casa de su madre, acostumbrada a recibirle borracho.
"Mamá, creo que he encontrado a Dios". "¿Qué, a la una y media de la mañana?", dijo ella frotándose los ojos. Su madre llevaba años rezando por él y le confesó que había estado rezado una novena a San Judas, patrón de causas imposibles, a modo de ultimátum a Dios. John abrazó a su madre, "y sentí un amor por ella que no había sentido en mucho tiempo".


Volviendo a la Iglesia
El primer cura con el que habló le dijo que no era el único al que le pasaban estas experiencias. Le animó a confiar en Dios y le invitó a ir a un retiro de cinco días, donde conoció un antiguo heroinómano que había dejado la droga por una experiencia similar a la suya. Le costó unos días cambiar tantos hábitos: librarse de sus cintas de porno, de sus "negocios de droga", cortar una relación inadecuada con una chica.
Por fin se confesó en serio, empezó a trabajar en un comedor para pobres... y acabó en la cárcel 30 días por deudas antiguas que aún tenía pendientes. En prisión aprovechó para rezar, leer, hablar con los capellanes y ayudar a volver a la fe a un gitano compañero de celda. "Parece que Dios me mandó a la cárcel por él", escribió luego.
Los frailes callejeros del Bronx
De nuevo en la calle, a través del padre Stan Fortuna, conoció a los Franciscanos de la Renovación (
www.franciscanfriars.com). Fortuna había sido un músico de rap profesional antes de tomar los hábitos, y evangelizaba en la calle a ritmo de rap. "Los frailes del Bronx", como se les conoce, viven la pobreza callejeando en barrios degradados.
John, con 34 años, fue novicio de los Franciscanos de la Renovación en los peores barrios de Nueva York durante 6 meses. Descubrió que Dios no le quería allí para ser fraile, sino como parte de un proceso de sanación. Volvió a Inglaterra y trabajó en centros de jóvenes conflictivos y en las campañas de Youth2000 (
www.Youth2000.org), un movimiento carismático católico de evangelización para jóvenes.

Un hogar para evangelizar
Finalmente encontró su lugar en la Comunidad de Saint Patrick (
www.stpatrickscommunity.org), un pequeño grupo de laicos que viven juntos en el condado de Leitrim en Irlanda, consagrados a la evangelización. Algunos de ellos, como John, tienen también un pasado complejo: Matthew Beine estuvo años lejos de la fe, entregado a las fiestas nocturnas, Niall Slattery pertenecía a una banda violenta de "hooligans" del fútbol...
Ahora evangelizan mediante retiros de Confirmación, charlas en colegios y encuentros de oración en parroquias. También representan en Irlanda a la ONG "Mary's Meals" (
www.marysmeals.org) , en la que niños de colegios de las Islas Británicas envían "mochilas de comida" a niños del Tercer Mundo. Colaboran con parroquias, con Youth2000, con los Franciscanos de la Renovación...
En Febrero, John está invitado a un viaje por escuelas en Nueva Zelanda, en el que contará su historia en persona a más de 4.000 adolescentes. Su testimonio está en YouTube, en su web (
www.johnpridmore.com) y en dos libros. Viven de la providencia, dedicados a contar al mundo lo que Dios ha hecho en sus vidas.




Hoy es viernes y a las 20.30 en los Salones Parroquiales, continúa el curso sobre S. Pablo.

A las 21.45 Oración en la Parroquia.


Y ahora la presentación de una página, especialmente dirigida a los jóvenes, que han hecho los Salesianos y que seguro que D. Bosco también habría abierto.



1 comentario:

Anónimo dijo...

si,efectivamente,estos testimonios de unas conversiones tan radicales impactan mucho.Y están ahi,más cerca de nosotros de lo que creemos,incluso podemos conocer algún caso.La experiencia fulminante de Dios,llega cuando El quiere,no puedo preguntar por qué.Hay que confiar en que en la sencilla vida de cada dia se producen también en almas rutinarias,esos oscuros destellos de Señor y valga la paraduja.No me manifiesto estrepitosamente,podria decirme,porque siempre he estado contigo.Soy como la luz o el aire que te rodea.No te fijas en ellos porque ves y respiras con naturalidad.Pero están ahi,sin ellos moririas y estás viva.Esta es mi lección de hoy.Un abrazo M.A