lunes, 17 de octubre de 2011

SIERVOS DE DIOS, NUESTROS MÁRTIRES

Este próximo jueves, en nuestra Parroquia, se celebrará una Misa funeral por el alma de nuestros mártires, en el setenta y cinco aniversario de su muerte martirial; y el viernes a las 21:30 una Vigilia de oración.
Desde hoy, iremos desgranando sus vidas. Sin duda, cuánto más conocidos, más queridos...
Dieron su vida por amor a Dios, y para nuestra Parroquia su vida y su martirio son un auténtico don por el que debemos dar continuas gracias a Dios.

FRANCISCO SÁNCHEZ RUIZ


Francisco Sánchez Ruiz, nació en Sonseca (Toledo) el 28 de abril de 1910, era el mayor de una familia humilde y numerosa compuesta de siete hermanos. Terminados sus estudios primarios se puso a trabajar con su padre en el taller mecánico que tenía. Colaborador activo en la Parroquia, a través de la Acción Católica, llegó a ser nombrado su presidente.

Conservamos una serie de escritos a raíz de unos ejercicios espirituales que hizo en 1935 y conservamos con mimo, recogimiento y veneración un diario que realizó entre agosto y octubre de 1936, y que fue descubierto en su taller una vez acabada la guerra.

Fue dos veces encarcelado. El 20 de julio de 1936 fue detenido y llevado a una habitación malsana y sombría. Tras 17 días fue puesto en libertad el 5 de agosto. Cuando le soltaron, contaba a su familia: - Cuánto me alegro de haber sufrido, lo que he sufrido por Cristo. Por un bombardeo que ocurrió en Sonseca, se fue al campo durante 8 días.

Finalmente el 20 de octubre de 1936 sería detenido con engaños, después de solicitarle para reparar un coche de los milicianos. Fue detenido junto a otras 30 personas del pueblo. Pasaron entonces las horas más graves. Con el rosario en sus manos se dedicaba a confortar a todos, animándolos a no caer en desánimo y prepararse a la muerte como auténticos mártires. Los camiones acudieron a recogerles para conducirlos a Orgaz donde serían fusilados. Las últimas palabras que escribió en su diario fueron: - Quiero que la paz vuelva a nosotros… ¡Ya!

Francisco Sánchez fue un trabajador incansable. Forjada su inteligencia con la misma constancia que forjaba el hierro y construía maquinarias. Llegó a crear verdaderos prodigios para la industria. Su amabilidad y buen trato para todos, le valía ser estimado y reconocido.

1 comentario:

gosspi dijo...

Estos testigos de Cristo me llenan el alma de Esperanza y ánimo para combatir el buen combate de la Fé....es un aliento enorme para mi encontrarme con los martires de nuestro tiempo.....