viernes, 28 de octubre de 2011

EN ASÍS

Ante trescientos jefes y representantes de las Iglesias y comunidades eclesiales y de las religiones del mundo, el Papa comenzó su discurso evocando el primer encuentro interreligioso Asís, convocado por Juan Pablo II en 1986 durante un momento crítico de la Guerra Fría. Celebró que “tres años después, el muro de Berlín cayó sin derramamiento de sangre” y dijo que "desde entonces, “los enormes arsenales que había tras el muro perdieron su capacidad de aterrorizar”, pero que la situación en que hoy vivimos no es tampoco de paz, pues “el mundo está desafortunadamente lleno de discordia”.

"No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo", precisó.



Dos tipologías de nuevas formas de violencia

En su intervención, el Santo Padre planteó identificar "más de cerca los nuevos rostros de la violencia y la discordia", señalando que, a su juicio y "a grandes líneas", se pueden identificar "dos tipologías diferentes de nuevas formas de violencia, diametralmente opuestas por su motivación, y que manifiestan luego muchas variantes en sus particularidades".

1. El terrorismo... incluyendo el religioso
"Tenemos ante todo el terrorismo, en el cual, en lugar de una gran guerra, se emplean ataques muy precisos, que deben golpear destructivamente en puntos importantes al adversario, sin ningún respeto por las vidas humanas inocentes que de este modo resultan cruelmente heridas o muertas".

El Papa señaló que que el terrorismo es a menudo "motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del ´bien´ pretendido". Aquí, -añadió- "la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia".

La religión, ¿causa de la violencia?
A partir de la Ilustración, la crítica de la religión ha sostenido reiteradamente que la religión era causa de violencia, y con eso ha fomentado la hostilidad contra las religiones. En este punto, que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente. De una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia también allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros. Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción.

"Llenos de vergüenza"
Más adelante, admitió que "sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza" y señaló que "es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo".

La ausencia de Dios y la pérdida de humanidad
Para el Papa existe también una segunda tipología de violencia que tiene una motivación "exactamente opuesta" a la religiosa "es la consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad".

"El ´no´ a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios".

Benedicto XVI se refirió también a la "decadencia" del hombre" como consecuencia de la cual se produce de manera silenciosa, y por tanto más peligrosa, un cambio del clima espiritual".

El tener, el poder y el poder
"La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal. El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo. La violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo"

"La ausencia de Dios lleva al decaimiento del hombre y del humanismo", sentenció.

Los que no creen pero buscan la verdad y a Dios
Junto a estas dos formas de religión y anti-religión, el Papa resaltó que existen también "personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios", personas a las que calificó de "peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz".

Sobre que ellos no logren encontrar a Dios, el Papa dijo que "depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios". "Su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios – el verdadero Dios – se haga accesible", apuntó.

Finalmente, el Pontífice aseguró ante los presentes que "la Iglesia católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo".
Publicado en ReL

Aquí está el discurso completo

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