Liturgia de la Palabra: Dt 4, 1-2. 6-8; Sal 14; St 1, 17-18. 21b-22. 27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23)
La Palabra: -«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. (Dt)
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» (Mc)
Meditación
Los mandatos del Señor no son formulaciones morales, para que al cumplirlas obtengamos la conciencia de ser perfectos; para nosotros son la consecuencia de habernos encontrado con Dios y haber descubierto el camino que nos hace felices, en paz y en convivencia con toda la creación.
La práctica cristiana se desnaturaliza cuando se reduce a cumplir unas normas, sin conservar la razón esencial de haber sentido la relación y mantenerla con quien es el modelo de comportamiento, Jesucristo.
Quienes identifican el cristianismo con un código ético o moral pueden reducirlo, en el mejor de los casos, a una doctrina con principios de sabiduría, más o menos semejantes que los de las grandes religiones, y desde ahí relativizar o cosificar el Evangelio.
Con eso no se quiere hacer ideología, porque como dice el Apóstol Santiago, “la religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo”. La enseñanza de Benedicto XVI respecto a lo que es el cristiano y el cristianismo es luminosa: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.” (Benedicto XVI, Deus Caritas est 1)
Se hace urgente distinguir una proyección de la religión natural, que algunos la discuten, de la gracia de creer en la persona del Señor como Salvador, amigo, compañero de camino. Quienes lo descubren sienten el privilegio de la fe y la llamada a expandirla.
Oración
“Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia” (Sal 14)
Por Angel Moreno de Buenafuente
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