En este artículo vemos como la
construcción del retablo de la iglesia
de San Juan Evangelista por fin llega a su fin.
1587.- 25 de Junio. Viendo
que la obra del retablo se ha ido concluyendo, se acuerda que la Iglesia se limpiase y se
aderezase y previendo que para asentar el retablo que en gran parte aun estaba
en el suelo, se iba a hacer mucho ruido y golpes en la Iglesia , se pidió licencia
al vicario de Toledo para que el Santísimo Sacramento se pasase a la iglesia de
la Vera Cruz ,
adonde se llevó en procesión el día 26, quedando en la custodia antigua del
primer retablo. Luego se empezó a limpiar la iglesia y a juntarse andamios muy
grandes y suntuosos y se comenzó a asentar, por parte del sonsecano Mateo Hernández,
cosa que se concluyo el sábado 18 de
Julio.
Al día
siguiente el domingo 19,
“…habiéndose aderezado las calles, lo mejor que fue posible en dicho lugar, con
muchos recibimientos y actos triunfales entre las 8 y las 9 de la mañana, con
una grande y solemne procesión y con pompa y gran reverencia e mucha devoción,
se paso el Santísimo Sacramento de la dicha iglesia de la
Santa Vera Cruz a la dicha iglesia del
Señor San Juan… “, acompañado del párroco, su teniente, el mayordomo de la
fabrica, tres clérigos presbíteros de Sonseca, y “…otros muchos frailes y
religiosos que hubo a la sazón en dicho lugar que eran forasteros, y con mucha
música de voces y menestriles y danzas con sumo contento y alegría, y se puso
en la custodia del altar mayor donde estaba el nuevo retablo, y luego se
comenzó a decir la misa mayor…”, y acabado el ofertorio el párroco hizo una
larga homilía acerca de la importancia , desde muy antiguo, del culto a las
imágenes y agradecía grandemente al pueblo de Sonseca el gran esfuerzo que
todos habían puesto en la realización del retablo, que había costado 7000
ducados.
Sigue
explicando el escribano que luego por la tarde, “… queriendo mas regocijar esta
fiesta se hicieron autos y representaciones en la plaza, y llegada la noche
salieron muchos jinetes a caballo y con lumbres y luminarias corrieron todo el
pueblo hasta la medianoche, dando gracias
y alabanzas a Dios nuestro Señor por haberles dejado ver acabada una
obra tan Santa y digna de memoria…” , y especialmente en unos años tan
estériles como estos en los que la fanega de trigo llegó a valer “…treinta
reales y a tres ducados…”. Todo lo cual que va dicho relató y firmó el
escribano Pablo Álvarez.
Extraído de Anales de Sonseca de Francisco Gil Gallego
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