domingo, 1 de noviembre de 2009

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Los anticrisis
Bienaventurados los que tienen el corazón ilimitadamente bueno como el de Cristo. Las Bienaventuranzas reflejan una persona, un corazón, el de Cristo.

A través de las Bienaventuranzas, descubrimos el fruto que debe dar nuestra vida si vivimos el Bautismo, raíz de donde nace nuestra santidad.

La santidad que reflejan las Bienaventuranzas es el proyecto de nuestra vida, porque, como dice san Bernardo, el único error que tiene consecuencias infinitas en nuestra vida es no ser santo.

El corazón manso y humilde de Cristo, misericordioso, que llora, limpio, justo, es el objetivo que debe impregnar toda nuestra vida. No somos inmensamente felices porque no somos santos, porque no reflejamos en nuestra vida el amor de Cristo. Lo verdaderamente esencial es vivir, hasta los últimos poros de nuestra existencia, la identificación con el Corazón ilimitadamente bueno de Cristo, fuente de una felicidad desbordante, es decir: vivir las Bienaventuranzas.

Un autor actual cuenta que en su país, que se caracterizaba por estar cerrado al cristianismo, promocionaron una obra de teatro en la que, desde el principio hasta el final, ridiculizaban a Cristo. Durante la obra de teatro se reían de todo lo humano y lo divino. En un momento de la obra, aquel Cristo profanado se puso a recitar las Bienaventuranzas para seguir provocando la risa, pero, de pronto, sucedió algo inaudito y extraño: la gente entendió el mensaje y muchos comenzaron a llorar. Aquel mensaje les resultaba Buena Noticia a los que habían ido a reírse de Jesús. La obra de teatro consiguió lo contrario de lo que pretendía.

Los santos han sido los que han vivido las Bienaventuranzas a tope. Ha sido el programa de su vida, reflejado en el camino del Señor. No se han ido por las ramas. Existe una santidad que es para todos; seguramente, muchos de los que ya no están con nosotros, o que caminan a nuestro lado, la viven con auténtica sencillez y alegría. Los santos son siempre los que nos sacan de todas las crisis; los que encuentran el camino de salida. Son aquellos hombres y mujeres que nos han descubierto cómo sabe Dios, y han reflejado las actitudes que nunca pasan de moda. En las Bienaventuranzas, el Señor nos descubre el secreto del cristianismo, el verdadero sentido de la vida, aquello a lo que tenemos que aspirar porque ahí nos lo jugamos todo. Son reflejo de que el cristianismo no es al estilo del mundo, que llama felices a los ricos, a los poderosos, a los incrédulos, a los duros de corazón, a los que no carecen de nada. Por una paradoja que sólo entienden los sencillos, se puede ser feliz aunque tengamos dificultades, aunque lloremos, aunque no nos salgan bien las cosas en la vida, aunque seamos perseguidos. Porque nuestra felicidad brota del verdadero amor que reflejan las Bienaventuranzas y que, cuando uno lo ha descubierto, estrena cada día una felicidad que no se achanta con nada y que está al alcance de todos. Esa felicidad se llama Jesús y se refleja en las Bienaventuranzas.
+ Francisco Cerro Chaves

obispo de Coria Cáceres


Jesús confía en nosotros. Y nos considera capaces de hacer realidadlas actitudes que nos presenta.
Jesús nos dice desde el monte:
"Hay en ti más posibilidades de las que piensas.
En el fondo de tu alma sabes muy bienque a tu deseo más profundocorresponde ser pobre de espíritu,ser libre de toda dependencia,ser manso y justo, misericordioso, limpio y puro,trabajar por la paz y ser fiel a tu vida recta,aunque seas perseguido.
Si permaneces en la quietud y penetras en tu interior,te percatarás perfectamentede que tu verdadera felicidad consiste en llegar a ser persona según la imagen de Dios,en realizar en ti lo que Dios te ha regalado".Jesús nos considera capaces de seguir nuestro deseode una vida en plenitud y de poner en practica cada vez máslas actitudes que suscita en nosotros a través de sus palabras.

Anselm Grün

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