El domingo, 26 de abril, el Papa Benedicto XVI ha presidido en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, una Eucaristía solemne en la que ha canonizado a cinco beatos europeos, tres hombres y dos mujeres: el sacerdote Arcangelo Tadini (1846-1912), el abad Bernardo Tolomei (1272-1348), el carmelita Nuno de Santa Maria Àlvares Pereira (1360-1431), y a las religiosas Gertrude Comensoli (1847-1903) y Caterina Volpicelli (1839-1894).
Ante una plaza colmada de fieles y peregrinos, una multitud llegada de Portugal, Brasil y todas partes de Italia, el Santo Padre ha resaltado en su homilía como “la luz del rostro de Cristo resucitado resplandece hoy sobre nosotros particularmente a través de los rasgos evangélicos de los cinco beatos que en esta celebración se inscriben en el catálogo de los santos”.
Para el Pontífice, las situaciones humanas y espirituales de los nuevos santos “nos muestran la renovación profunda que obra en el corazón del hombre el misterio de la resurrección de Cristo“, ha asegurado.
Es en la Eucaristía donde la Iglesia reconoce de forma privilegiada a Cristo Resucitado; donde obtiene el perdón y la vida de Jesús, ha recordado el Papa.
Así, el Pan Eucarístico fue el secreto de la “misión de amor evangélico” de los nuevos santos, ha insistido.
El Santo Padre ha presentado a algunos de ellos como un ejemplo ético ante la actual “grave crisis económica” mundial.
Al término de la Santa Misa, Benedicto XVI ha pronunciado su habitual alocución, previa al rezo del Regina Coeli, en la que ha pedido que “Cristo, Buen Pastor, afiance en nosotros la alegría por haber recobrado, a través de su resurrección, nuestra adopción filial y nos llene de esperanza en nuestro caminar hacia la vida eterna“.
El Papa ha confiado esta intención a la protección de la Virgen María y a la intercesión de los cinco nuevos santos, que hoy ha propuesto a la veneración de la Iglesia Universal.
Lo que hace especialmente señaladas estas canonizaciones es que cuatro de los cinco elevados a los altares por el Pontífice fueron fundadores.
San Arcangelo Tadini fundó la Congregación de las Hermanas Obreras de la Santa Casa de Nazaret, con presencia misionera en Brasil y Burundi.
Asimismo, san Bernardo Tolomei fundó en la Edad Media la Congregación de Santa María del Monte Oliveto, adscrita a la Orden Benedictina y a su regla.
Por su parte, santa Gertrude Comensoli fue la fundadora del Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento, con una fuerte presencia misionera en varios países de África y América Latina.
Santa Caterina Volpicelli fundó la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón con misiones en Panamá, Brasil e Indonesia.
Finalmente, san Nuno de Santa Maria Àlvares Pereira, reconocido héroe nacional en Portugal, se convirtió en religioso carmelita tras la muerte de su esposa.
En estos cuatro años de pontificado, el Papa Benedicto XVI ha proclamado 573 beatos y 23 santos.
Ante una plaza colmada de fieles y peregrinos, una multitud llegada de Portugal, Brasil y todas partes de Italia, el Santo Padre ha resaltado en su homilía como “la luz del rostro de Cristo resucitado resplandece hoy sobre nosotros particularmente a través de los rasgos evangélicos de los cinco beatos que en esta celebración se inscriben en el catálogo de los santos”.
Para el Pontífice, las situaciones humanas y espirituales de los nuevos santos “nos muestran la renovación profunda que obra en el corazón del hombre el misterio de la resurrección de Cristo“, ha asegurado.
Es en la Eucaristía donde la Iglesia reconoce de forma privilegiada a Cristo Resucitado; donde obtiene el perdón y la vida de Jesús, ha recordado el Papa.
Así, el Pan Eucarístico fue el secreto de la “misión de amor evangélico” de los nuevos santos, ha insistido.
El Santo Padre ha presentado a algunos de ellos como un ejemplo ético ante la actual “grave crisis económica” mundial.
Al término de la Santa Misa, Benedicto XVI ha pronunciado su habitual alocución, previa al rezo del Regina Coeli, en la que ha pedido que “Cristo, Buen Pastor, afiance en nosotros la alegría por haber recobrado, a través de su resurrección, nuestra adopción filial y nos llene de esperanza en nuestro caminar hacia la vida eterna“.
El Papa ha confiado esta intención a la protección de la Virgen María y a la intercesión de los cinco nuevos santos, que hoy ha propuesto a la veneración de la Iglesia Universal.
Lo que hace especialmente señaladas estas canonizaciones es que cuatro de los cinco elevados a los altares por el Pontífice fueron fundadores.
San Arcangelo Tadini fundó la Congregación de las Hermanas Obreras de la Santa Casa de Nazaret, con presencia misionera en Brasil y Burundi.
Asimismo, san Bernardo Tolomei fundó en la Edad Media la Congregación de Santa María del Monte Oliveto, adscrita a la Orden Benedictina y a su regla.
Por su parte, santa Gertrude Comensoli fue la fundadora del Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento, con una fuerte presencia misionera en varios países de África y América Latina.
Santa Caterina Volpicelli fundó la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón con misiones en Panamá, Brasil e Indonesia.
Finalmente, san Nuno de Santa Maria Àlvares Pereira, reconocido héroe nacional en Portugal, se convirtió en religioso carmelita tras la muerte de su esposa.
En estos cuatro años de pontificado, el Papa Benedicto XVI ha proclamado 573 beatos y 23 santos.
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