domingo, 23 de noviembre de 2014

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?
Y el rey les dirá: Os aseguro que, cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Y entonces dirá a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
Entonces también éstos contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él replicará: Os aseguro que, cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.
Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».
Mateo 25, 31-46

Creo en la resurrección de la carne
y en la vida eterna.
Así acaba el Credo. Y el apóstol San Pablo escribía a los corintios:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Todos volverán a la vida, dice San Pablo. Pero ¿quienes son todos? Jesús ya ha resucitado. Santa María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma. Todos los demás que han muerto y todos los que mueran hasta el final de los tiempos resucitarán.
Es muy importante que entendamos esto: vamos a vivir eternamente, para siempre. Esta vida se acaba y pensamos ¡qué pena! Pero viene Jesús y nos dice: ¡No tengáis pena! ¡No tengáis miedo! Yo he venido para que no se pierda ni el más pequeñito de vosotros. Ni un pajarito cae al suelo sin que lo sepa mi Padre Dios y vosotros -hasta el más pequeño de vosotros- vale más que un pajarito. 
Y también es muy importante que entendamos esto: en esta vida ser ricos o pobres, estar sanos o estar enfermos, ser hijos de un rey o de un mendigo no depende de nosotros. A todos nos gustaría ser millonarios y guapos y listos o jugar al tenis como Don Rafael Nadal, pero, por mucho que digamos “¡ojalá!” no va a cambiar nada. ¡Que pena! ¿Verdad? ¡Qué pena que unos hayan venido al mundo guapos, listos y ricos y que otros hayan venido feos, tontos y pobres! ¡Qué pena que no podamos decidir lo que queremos ser! Decimos esto y viene Jesús y nos dice: ¡No tengáis pena! ¡No tengáis miedo! Yo he venido para que no se pierda ni el más pequeñito de vosotros. ¿Has nacido pobre? Yo también nací pobre. ¿Se ríen de ti porque no sabes jugar al fútbol, o porque estás enfermo? También se rieron de mí cuando estaba en la Cruz. ¿Nunca has podido jugar al tenis o al golf? Yo tampoco pude. No tengas pena por eso. Yo he venido a decirte que, si en esta vida no puedes elegir lo que eres, puedes elegir lo que serás en la vida eterna. He venido a decirte que mi Padre Dios ha preparado un reino para los pobres de espíritu, para los sufridos, para los que lloran, para los que tienen hambre y sed de justicia.
Queridos amigos: esto es lo que nos ha dicho Jesús. Nos ha dicho que -por mucho que nos esforcemos- no podemos crecer un centímetro pero que podemos entrar en el Reino de los Cielos y reinar con Él. Nos ha dicho que busquemos el Reino de Dios y su justicia y que lo demás se nos dará por añadidura. Nos ha dicho que, aunque no hemos elegido lo que somos podemos elegir lo que seremos para toda la eternidad.
Yo, queridos amigos, elijo a Jesús como Rey que nos manda dar de comer al que tiene hambre y dar de beber al que tiene sed. No hace falta saber idiomas para eso. Elijo como Rey a Jesús que nos manda dar posada al peregrino y ropa al que va todo andrajoso. No hace falta ser millonario para eso. Elijo como Rey a Jesús que me ha enseñado cómo puedo vivir esta vida para entrar en el Reino de los Cielos.
Ninguno de nosotros ha elegido ser como es pero podemos elegir lo que seremos para siempre: esclavos del pecado o reyes con Cristo. Para siempre.
¡Viva Cristo Rey!
Javier Vicens Párroco de S. Miguel (S. Miguel de Salinas -Alicante)

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