jueves, 23 de octubre de 2014

¡¡RECUPERA LA GRACIA!!

Cada día compruebo que es verdad, santa Teresa tenía razón: “Sólo Dios basta”. La verdad es que no necesitamos más.
 
He aprendido a ver la mano de Dios en cada suceso de mi vida, grande, pequeño y hasta insignificante. Lo cierto es que cada día me sorprendo más y me digo: “Dios es maravilloso”. Me obsequia la vida misma... como uno de sus mejores presentes. Y me hace saber que “Él es”, que por Él se da.
 
Una vez alguien me preguntó: “¿Por qué escribes?”. Le respondí: “Porque Dios me ha mostrado su Amor y aunque quisiera, ya no puedo callar”. 
 
Y es que Dios es sorprendente.
Cuando dudas, te hace conocer su voluntad.
Cuando haces un alto, te da un empujoncito.
Cuando tienes hambre, te alimenta con su Cuerpo y con su sangre.
Y cuando mueres, te concede la vida eterna. 
 
Me encanta la forma como Dios te da a conocer su voluntad, que no siempre es la nuestra.
 
Me ocurre cada cierto tiempo, dejo de escribir y me dedico a otras cosas. Entonces llega alguien y sin saberlo, me da a conocer lo que Dios quiere de mí.
 
En cierta ocasión se me acercó una joven, compró uno de mis libritos y me dijo:
 
Quiero contarle por qué lo compré. Hace unos meses, desanimada, fui a una librería. Antes de entrar oré pidiéndole a Dios que me mostrara cuál libro comprar, uno que me ayudara. 
 
Pasé frente a una estantería repleta de libros y, en ese momento, uno de ellos cayó al suelo. Lo recogí y lo coloqué en su lugar. 
 
Seguí viendo los libros y cuando pasé nuevamente junto a esa estantería, el libro volvió a caer frente a mí. 
 
Pensé jocosamente: “Si no lo compro me sigue hasta la entrada”. Así que lo compré. Era un libro suyo: “Para ser Santo”. Me sirvió muchísimo”.
 
Y remató con estas palabras: “No deje de escribir”.
 
Otro día, fui a misa decidido a dejar de escribir. Le dije a Dios: “No voy a escribir más. Mejor busca a otro”.
 
De pronto un amigo se me acercó y me dijo: “Alguien te quiere conocer”. Terminada la Eucaristía me presentó a un joven. Nos sentamos en una banca aparte y me comenta:
 
Deseaba conocerlo. Hace unos meses perdí a mi esposa. Tengo mis hijos pequeños. No sabía qué hacer. Me desesperé e iba a cometer una locura. Me di una oportunidad. 
 
Fui a la librería San Pablo y le pregunté a la dependiente si tenía algún libro que me ayudara. “Lea éste”, me recomendó. Y me entregó uno de sus libritos. Lo leí a gusto. Quería que supiera cuánto me ayudó. Y aquí estoy. Por favor, siga escribiendo”.
 
Dios piensa en términos de eternidad, nosotros en lo temporal. Por eso, a todo el que puedo, le recomiendo: “Aprovecha en misa y confiésate. Recupera la gracia. Te sorprenderás lo bien que vas a estar, y el cambio que tendrás”.
 
Ahora ya lo sabes… En la gracia, ocurren los milagros.

Fragmento del libro El gran secreto, de Ediciones Anab publicado en Aleteia

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