Francisco se detuvo a reflexionar sobre dos formas de este entrometerse en la vida de los demás. Sobre todo, “la comparación”, el “compararse con los otros”. Cuando existe esta comparación, dijo, “terminamos en la amargura y también en la envidia, pero la envidia enmohece a la comunidad cristiana”, le “hace tanto mal”, el “diablo quiere eso”. La segunda modalidad de esta tentación, agregó, son las habladurías. Se inicia con “modalidades tan educadas”, pero luego terminamos “despellejando al prójimo”: “¡Cuanto se parlotea en la Iglesia! ¡Cuánto murmuramos nosotros los cristianos! La habladuría es despellejarse ¿eh? Hacerse daño unos a otros. Como si se quisiera disminuir al otro, ¿no? En vez de crecer, hago que el otro sea denigrado y me siento grande. ¡Eso no va! Parece bello cotillear… No sé por qué, pero parece bueno. Como los caramelos de miel, ¿no? Comes uno - Ah, ¡qué bueno! -y luego otro, otro, otro y al final te duele la barriga. Y ¿por qué? La habladuría es así: es dulce al inicio y después te arruina, ¡te arruina el alma! Las habladurías son destructivas en la Iglesia, son destructivas… Es un poco el Espíritu de Caín: ¡asesinar al hermano, con la lengua; asesinar al hermano!”
Sobre este camino, agregó, “¡nos volvemos cristianos de buenas maneras y malos hábitos!”. Pero ¿cómo se presenta la habladuría? Normalmente, observó el Obispo de Roma, “hacemos tres cosas”: “Desinformamos: decir sólo la mitad que nos conviene y no la otra mitad; la otra mitad no la decimos porque no es conveniente para nosotros. Algunos ríen… pero eso es verdad ¿o no? ¿Has visto que…? y pasa. Segundo, la difamación: cuando una persona tiene un defecto, ha cometido un grave error, contarlo, 'hacer el periodista'… Y la reputación de esa persona ¡esta arruinada! Y la tercera, la calumnia: decir cosas que no son verdaderas. ¡Aquello es asesinar al hermano! Las tres - desinformación, difamación y calumnia - ¡son pecados! ¡Esos son pecados! Es dar una bofetada a Jesús en la persona de sus hijos, de sus hermanos”.
He aquí, constató el Papa, el porqué Jesús hace con nosotros como había hecho con Pedro cuando lo reprende: “¿A ti que te importa? ¡Tú sígueme!” Verdaderamente el Señor nos “muestra el camino”:
“‘Las habladurías no te harán bien, porque te llevarán a ese espíritu de destrucción en la Iglesia. ¡Sígueme!’. Es bella esta palabra de Jesús, es tan diáfana, es tan amorosa para nosotros. Es como si dijera: ‘No se engañen, creyendo que la salvación está en la comparación con los otros o en las habladurías. La salvación es ir tras de mí ’. ¡Seguir a Jesús! Pidamos hoy al Señor Jesús que nos dé esta gracia de jamás entrometernos en la vida de los otros, de no convertirnos en cristianos de buenas maneras y malos hábitos, de seguir a Jesús, de ir tras Jesús, en su camino. ¡Y esto basta!”.
Fuente: Minuto Heroico
Fuente: Minuto Heroico
No hay comentarios.:
Publicar un comentario